31.5.07

El otro desastre




  • Afganistán, seis años después
  • Violencia, narco, mujeres vendidas y bajas civiles

La de Afganistán es una de esas guerras que Washington ya había ganado, o por lo menos eso decía, y el extraño y desolado país del Asia central se dirigía con rumbo firme hacia la democracia, la paz y la modernidad. ¿Qué, no hubo santificadas elecciones en octubre de 2004? ¿Qué, no fue abolida la odiosa y misógina tiranía de los talibán? ¿Qué, no anduvo por ahí el normalizador de la Casa Blanca, el pashtún Zalmay Khalilzad, ahora embajador de su país adoptivo ante la ONU? ¿Qué, no sirvieron de nada los cuatro mil 500 millones de dólares de fondos internacionales para el desarrollo que se gastaron entre 2004 y 2007? Pues no a todo: Afganistán sigue tan hecho pedazos como siempre, o peor; sus habitantes se debaten entre la miseria y la violencia, el gobierno de Hamid Karzai es un nido de putrefacción y la guerra sigue su curso, pero ahora con más bajas de civiles y de occidentales.

De la situación de las mujeres: “Cerca de la mitad de los matrimonios en Afganistán se celebran con niñas menores de 16 años y en algunas zonas rurales incluso con menores de seis, obligadas por sus familias a casarse, indica el Fondo para la Población de la ONU. Es también habitual la venta de niñas para resolver conflictos entre tribus, lo que las convierte en ‘propiedad de la familia o individuo que las recibe’.” Más: en Kandahar, niñas de 9 y 10 años son vendidas a productores de opio por agricultores arruinados. Más: en Afganistán la tasa de muertes maternas es de mil 276 por cada 100 mil partos, tasa 300 por ciento superior a la de Bolivia (390) y 319 veces mayor que la de Canadá (4).

Desde mediados del año pasado la posición de los cruzados occidentales ha ido deteriorándose en forma sostenida. Un reporte de la BBC señalaba que “el movimiento insurgente se desplaza abiertamente en grandes números y aparece de noche en pueblos y aldeas haciendo reclamos por medio de amenazas u ofreciendo dinero para lograr colaboración en los ataques contra la coalición. En algunos distritos remotos el Talibán ha retomado el control, estableciendo bloqueo de vías y la ley islámica.” Ante la reactivación de los grupos de la resistencia y su uso de tácticas “iraquíes” (atentados explosivos suicidas contra posiciones de los ocupantes y de su gobierno pelele, y emboscadas a vehículos militares con minas enterradas), los aviones de Washington replicaron con un incremento en el número y la bestialidad de sus ataques “accidentales” contra objetivos civiles. En septiembre Washington pidió ayuda a sus aliados para incrementar el número de tropas en el país ocupado. En junio la inefable Condoleezza viajó a Kabul y dijo allí que su gobierno no permitiría una victoria del talibán. Para noviembre el número de efectivos extranjeros había pasado de 20 mil a 32 mil; actualmente suman 37 mil.



Ah, y el narcotráfico: en agosto del año pasado el máximo mando de la OTAN en Europa, James Jones, pidió ayuda a la comunidad internacional para reducir el alarmante comercio de opio y heroína procedente de Afganistán que, según el militar ayudando a financiar al Talibán. Curiosamente, el régimen fundamentalista fue, en su momento, el más efectivo del mundo en materia de reducción de los estupefacientes: consiguió, en menos de año y medio, disminuir en 65 por ciento los sembradíos de amapola y la consiguiente producción y venta de opiáceos. En abril de este año Michel Chossudovsky, de Global Research, denunció: “Las fuerzas de ocupación en Afganistán apoyan el narcotráfico, que produce entre 120 mil y 194 mil millones de dólares en ingresos para el crimen organizado, las agencias de inteligencia e instituciones financieras occidentales”.

En los meses recientes los ataques contra civiles cometidos por las fuerzas estadunidenses y de los rebeldes han sido tan sangrientos y escandalosos que Human Rights Watch (HRW) condenó a los talibán y al grupo Hezb-e Islami por sus atentados con bomba, en tanto que los gobiernos de Alemania y España -que integran la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad de Afganistán (ISAF), que opera bajo el control de la OTAN--, exigieron a Washington, en términos enérgicos, que ponga fin a las masacres de inocentes. Pero los medios occidentales -por ejemplo, las tres principales cadenas de televisión abierta de Estados Unidos, ABC, NBC y CBS-se abstienen de informar sobre las bajas civiles en el país asiático y “ni siquiera ofrecen conteos aproximados”. De cuando en cuando se dignan a publicar despachos sobre un misil que se desvió y acabó con 20, o con 30, o con 90 civiles. Un reporte de noviembre del año pasado del organismo civil Campaña por las Víctimas Inocentes en Conflictos, CIVIC por sus siglas en inglés, afirmaba: “En los últimos cinco meses la Fuerza Aérea de estados Unidos ha dejado caer en Afganistán más bombas que las empleadas durante los tres años anteriores contra los Talibán”.


En fecha tan lejana como octubre de 2001 John Dimitri Negroponte, por entonces representante de Bush ante la ONU, se había comprometido a “minimizar las bajas civiles” en Afganistán. Casi seis años después, Bush ofreció lo mismo, reducir las “bajas colaterales” y, de paso, echó la culpa a las fuerzas insurgentes: “Al Talibán le gusta rodearse de gentes civiles”, dijo el Presidente; “no le importa usar escudos humanos porque no valora la vida”. En esa ocasión, Jaap de Hoop Scheffer, secretario general de la OTAN, aseguró que las fuerzas de ese pacto se encuentran en una “categoría moral diferente” a las de los rebeldes (“decapitan personas y cometen ataques suicidas”) y afirmó lo siguiente: “Aún tenemos muchos de los corazones y mentes del pueblo afgano”. No sé a ustedes, pero a mí ese “aún” me suena a situación desesperada.



29.5.07

Infalible





En 1870 el Papado había perdido todos sus poderes terrenales (los llamados Estados Pontificios) y Pío IX convocó al Concilio Vaticano I para controlar los daños. El documento más polémico del encuentro fue la Constitución Dogmática sobre la Iglesia de Cristo, Pastor Æternus, aprobado el 18 de julio de aquel año –y ratificada en el siglo siguiente por el Concilio Vaticano II--, en el que se definió la infalibilidad pontificia. Contra lo que pudiera pensarse, el precepto no transforma automáticamente en verdades sacrosantas las imprecisiones, mentiras y tonterías proferidas por los sucesores de Pedro; les otorga a éstos, en cambio, la potestad de recibir asistencia especialísima del Espíritu Santo para que, en ciertas ocasiones, emitan de manera solemne determinaciones últimas e incontrovertibles sobre materias de fe y de moral.

El planteamiento mismo de la infalibilidad generó reacciones adversas de diversos ámbitos del catolicismo. El insigne teólogo alemán Ignaz von Döllinger dijo en el encuentro de 1870: “Usted ha presentado la curiosa petición en la que se ruega al Papa que se digne dar los pasos necesarios para definir su propia infalibilidad como dogma de fe. 180 millones de seres humanos --esto es lo que exigen los obispos que han firmado tal petición-- deberán ser obligados bajo pena de expulsión de la Iglesia, de privación de los sacramentos y de condenación eterna, a creer y confesar lo que la Iglesia hasta ahora no ha creído ni enseñado [...] Hasta ahora el católico decía: Creo en tal o cual doctrina por el testimonio de la entera Iglesia de todos los tiempos, porque ella tiene la promesa de que permanecerá siempre en la continua posesión de la verdad. En el futuro en cambio debería decir el católico: Creo, porque el Papa, declarado infalible, ordena enseñar o creer tal cosa. Que él sea infalible lo creo porque él lo afirma de sí mismo. Porque 400 o 600 obispos reunidos en Roma en el año 1870, han decidido que el Papa fuera infalible. [...] En ultima instancia, todo se reduce a un autotestimonio del Papa, lo cual es desde luego muy sencillo. Sólo que respecto a esto debería recordarse lo que hace 1840 años dijo alguien inconmensurablemente más alto: ‘Si yo testifico en mi favor, entonces ese testimonio no es válido’ (Juan, 5:31).”

Unos meses después de pronunciar estas palabras, Döllinger fue excomulgado y se dedicó a la conformación de grupos disidentes genéricamente conocidos como Iglesia Católica Antigua o Veterocatólica, los cuales reconocen el ministerio del Papa como obispo de Roma pero no le reconocen la infalibilidad. A pesar de su nombre, esta organización es, en diversos temas, mucho más avanzada que El Vaticano: en varias de sus parroquias europeas se acepta la ordenación de mujeres, se admite las uniones matrimoniales entre personas del mismo sexo y se asume que el uso de métodos anticonceptivos es un asunto que debe ser decidido de manera individual por cada creyente.

Otra pieza clave de la resistencia intelectual a la infalibilidad es el famoso discurso apócrifo del obispo croata Josip Strosmajer, documento que, a pesar de su falsedad circunstancial, refutó de manera docta y estructurada la hipótesis de la consultoría divina al jefe de la Iglesia Católica.

La condición establecida por la Pastor Æternus y por el Catecismo para que el Papa ejerza su infalibilidad es que hable “ex cathedra, esto es, cuando, ejerciendo su cargo de Pastor y Doctor de todos los cristianos, en virtud de su Suprema Autoridad Apostólica, define una doctrina de Fe o Costumbres y enseña que debe ser sostenida por toda la Iglesia”. Corresponde, pues, al propio pontífice, decidir y decir en qué momento está conectado con el Espíritu Santo y cuándo se da a sí mismo el margen para irse de la lengua. Estos términos plantean el oscuro problema teológico de quién, y en qué momento, ocupa la tribuna: ¿Las obstinaciones homofóbicas, misóginas y antiaborto, son posturas privadas del ciudadano alemán Joseph Ratzinger, o bien designios de Dios? ¿Y qué hay de las burradas que el primero fue a decir a Brasil sobre la conquista y la evangelización de América, tan insostenibles que hubo de rectificarlas días más tarde en la Plaza de San Pedro? ¿Fueron una muestra de su personal ineptitud pastoral o es que el Espíritu Santo ha decidido meterse en problemas?

26.5.07

El gran manouche








  • Huérfanos de Django Reinhardt
  • La música de Hänsche Weiss

Se fue de este mundo cuando tenía 43 años, varios antes de que yo desembarcara en él, pero al morir me dejó en la orfandad musical. Los huérfanos de Django Reinhardt conformamos entre todos una cofradía informal y no muy grande que se extiende por el mundo. No necesariamente somos músicos, y ni siquiera somos obligadamente melómanos. A veces es sólo que una cuerda de su guitarra se nos quedó enredada en las tripas y que éstas nos duelen, o nos hacen cosquillas, o experimentan un placer inmenso cuando el oído les lleva los acordes que se saben de memoria. Nos reconocemos entre nosotros por gestos y signos sutiles que no voy a revelar aquí, porque uno no rinde las claves de su conjura, por inocente que ésta sea, y en nuestras filas (es un decir, porque nunca nos formamos en filas) hay de todo: hombres y mujeres de todas las condiciones, vestuarios y preferencias políticas, gastronómicas y sexuales, habitantes de Europa y de Asia, negros y rojos y amarillos y blancos, y hasta uno que otro azul que puede resultarnos detestable en cualquier circunstancia, menos en la del encuentro en la música del manouche. En Fontainebleau, donde lo sorprendió la muerte prematura en 1953, se celebra cada año un festival en tributo a su corazón sonoro.


Django, Stéphane Grappelli y los otros




Su nombre de pila era Jean-Baptiste, nació en la pequeña localidad valona de Liberchies (comuna de Pont-à-Celles, provincia de Henao), y creció en un campamento de nómadas instalado en las afueras de París. A los doce años, aún analfabeto, obtuvo su primer instrumento musical, un banjo que le regaló un vecino y que él aprendió a tocar observando la digitación de los músicos que tenía a su alrededor. A los 13 ya se presentaba en público, junto con el acordeonista Guerino, en un salón de baile de la Rue Monge.

La mujer de Django se dedicaba a vender flores de plástico y ambos, como buenos romaníes, vivían en un carromato. La madrugada del 2 de noviembre de 1928 el músico regresó a su hogar después de haber tocado en el club La Java. Creyó escuchar a un ratón, encendió una vela, un poco de cera ardiente cayó sobre el celuloide de las flores y la casa ambulante se incendió de inmediato. La pareja salió del accidente con graves quemaduras. El gran manouche estuvo 18 meses en cama, logró evitar la amputación de una pierna y se quedó con dos dedos de la mano izquierda inutilizados porque el calor del incendio le había contraído los tendones. En los años siguientes inventó un sistema de digitación para aliviar la discapacidad y, con sólo los dedos índice y medio en una mano, se volvió, despedácenme, el más grande guitarrista en la historia del jazz. Dos hijos suyos, Lousson y Babik, fueron también excelentes rascadores de cuerdas.


En una película de 1952




Y desde 1953 hay en el mundo un grupo (no muy grande) de huérfanos. Nos reconocemos entre nosotros mediante señales sutiles y discretas y nos alegramos enormemente cada vez que algo germina sobre la tumba del manouche. De Django hay en la red algo mejor que archivos de música: fragmentos de video en los que puede vérsele en plena ejecución, y en los que se demuestra que los ángeles podrán tener sexo, o no, pero que en todo caso se las arreglan muy bien sin un par de dedos.


El gran manouche y su Minor Swing






Una de esas floraciones sobre la lápida de Django es un viejo LP grabado en Alemania en 1977 por la firma Intercord que tiene diez rolas invaluables del Häns’che Weiss Quintet, que viene a ser algo así como el Quinteto de Juanito Blanco, o Juanito el que Sabe. El grupo estaba compuesto por Titi Winterstein en el violín, Hojok Merstein en el bajo, Ziroli Winterstein, el propio Häns’che y Lulu Reinhardt (emparentado con el manouche, yo supondría) en las guitarras. Creo que los propios autores se lo regalaron a Jorge Jufresa, quien a su vez me lo prestó hará cosa de tres lustros, y desde entonces no he tenido la oportunidad de devolvérselo (Jufre: si lees estas líneas, recuerda que tengo tu disco y pasas por él cuando quieras). Ahora lo exhumé, lo digitalicé a como Dios me dio a entender y decidí piratearlo (perdóname, Juanito) con la buena intención de difundirlo aquí (no piquen en los títulos de las canciones, porque hay en ellos un link a un sitio que no viene al caso y que no pude quitarle al player; usen más bien el botón de "Play"):






Juanito Blanco

24.5.07

Armenios de Anatolia



  • Una cultura muy antigua
  • Bautismo de sangre del siglo XX

En tiempos de Tigranes el Grande, un siglo antes del nacimiento de Jesús de Nazaret, Armenia tenía costas en tres mares: iba del Mediterráneo al Negro y al Caspio, y se extendía por tierra desde Sarmatia hasta Mesopotamia, de Capadocia y Cilicia hasta Judea, englobaba a Siria y se extendía hacia el oriente hasta Albania. Según la leyenda, su fundador, Haik, era nieto de Noé, y había participado en la construcción de la torre de Babel. Cierto o no, en la región habitada por la tribu de los armens, conocida como Armani por los persas y como Armenoi por los griegos, se hunden las raíces más viejas de la civilización europea y asiática. Los artefactos de cobre, bronce y hierro se producían en la zona desde hace seis mil años y allí dejaron su huella como vencedoras, como vencidas o como vecinas, las culturas hitita, asiria, sumeria, babilonia, hurrita, seleucida, helénica, romana, bizantina, mongola, persa, árabe, otomana y rusa.
La capital de la Armenia contemporánea, Ereván, fue fundada en 782 antes de nuestra era y doscientos años más tarde se constituyó el Reino de Armenia. En su caminar obsesivo hacia Oriente, Alejandro Magno dejó en aquellas tierras un par de estados helenísticos; en 301 d.n.e., gracias a los desvelos de San Gregorio, el país fue el primero en el mundo (24 años antes del Concilio de Nicea) en adoptar el cristianismo como religión de Estado y en 405 Mesrop Mashtots, erudito y políglota, codificó el alfabeto armenio. Hace cosa de un milenio los principados armenios (el Bagrátido, el de Vaspurakan, el de Artsruni) fueron sometidos por Bizancio, en tanto que las zonas meridionales caían en manos de los kurdos. Poco después los conquistadores fueron vencidos por los turcos de Seljuk. Entre 1200 y 1400 los mongoles se impusieron en la totalidad del territorio. Hacia 1500 se lo repartieron persas y otomanos, y el imperio Ruso entró al reparto a principios del siglo XIX, quedándose con las porciones orientales de Ereván y Karabaj. Las zonas occidentales permanecieron bajo soberanía otomana y hoy ya no existen: han sido integradas en la Anatolia turca y sus habitantes fueron exterminados entre 1894 y 1917 en masacres sucesivas.

Hasta fines del siglo antepasado, en el Imperio Otomano, unos tres millones de armenios cristianos convivían, discriminados pero resignados al sojuzgamiento, en relativa paz con los turcos musulmanes, pese a que entre 1862 y 1865 tuvieron lugar intentonas separatistas en Zeitún y Charsandjak. Estambul reprimía de manera sistemática a los griegos y a los eslavos de su territorio, pero los armenios eran llamados Millet-i Sadika (“Nación leal”). La rivalidad entre los imperios Otomano y Ruso, así como la conformación del movimiento “Joven Turquía”, encabezado por unos tipos de ideas muy raras, entre progresistas y ultranacionalistas, dieron al traste con el delicado equilibrio. En 1891 Abdul Hamid II, en respuesta a los reclamos armenios de derecho al voto y el fin de la discriminación, estableció escuadrones de la muerte, formados en su mayoría por kurdos, que en los años siguientes perpetraron en Anatolia las llamadas masacres hamídicas, en honor al soberano. La más característica tuvo lugar en la catedral de Urfa, en la que tres mil armenios habían buscado refugio. A las huestes de Abdul les dio pereza tirar la puerta y quemaron el templo con todos sus ocupantes dentro.

Las medidas de ese tipo generaron acciones desesperadas por parte de los perseguidos. El 26 de agosto de 1896 un comando armenio tomó la sede del Banco Otomano, en Estambul, mató a los guardias y retuvo como rehenes a los empleados de la institución, en un intento por llamar la atención internacional sobre la situación que padecía su pueblo. En respuesta, decenas de miles de armenios fueron masacrados. En 1897, con 300 mil asesinados, disueltas todas las organizaciones del pueblo sometido, y sus líderes, muertos o en el exilio, el sultán declaró que el asunto armenio había concluido.



Pero lo peor estaba por llegar. En 1908 “Joven Turquía”, respaldado por los armenios, tomó el poder por medio de un triunvirato (Enver, Jemal y Talat), depuso al sultán y quiso emprender una modernización profunda del país, pero el nuevo régimen se vio entrampado en las inercias milenarias del vetusto imperio. Los armenios presionaron por la concreción de las reformas y a los triunviros no se les ocurrió otra cosa, en respuesta, que la completa eliminación de la etnia. La circunstancia propicia para ello fue el estallido de la Primera Guerra Mundial, en el que la nación turca se vio envuelta al lado de las potencias del Eje. En ese contexto, el 24 de abril de 1915 cientos de dirigentes e intelectuales armenios fueron convocados por las autoridades en Estambul y asesinados a traición. En los meses siguientes, en las poblaciones armenias de Anatolia, el gobierno repitió una y otra vez la misma receta: instaba a los varones adultos a armarse para estar listos en la defensa de la patria, les vendía las armas incluso, luego los capturaba y exhibía el armamento como prueba de que preparaban una sublevación. En seguida los asesinaba en el sitio o los reclutaba, supuestamente para contribuir en el esfuerzo de guerra, pero en realidad para destinarlos a campos de trabajos forzados en los que morían en cuestión de semanas. A continuación, las tropas caían sobre los pueblos y desalojaban a las mujeres, los niños y los ancianos. Hacia sitios más seguros, les decían. Los formaban en caravanas, rumbo al desierto sirio, pero muy pocos llegaban, porque en el camino sufrían violaciones, golpizas, hambre y asesinatos. Cálculos modernos colocan el total de muertes en un millón y medio.


El Tratado de Sèvres (agosto de 1920) estipulaba la conformación de un Estado que reuniera a la República Democrática de Armenia (RDA, 1918-1922) con las doce provincias armenias de Anatolia. El presidente Woodrow Wilson dibujó sus contornos en un mapa y estampo su firma al calce. Se consideró incluso la posibilidad de establecer allí un protectorado estadunidense. Pero el documento fue rechazado por el nuevo gobierno de Mustafa Kemal Atatürk, a Occidente se le olvidó el asunto y más de la mitad de la Armenia histórica desapareció para siempre.
En la Turquía contemporánea el holocausto de los armenios sigue siendo un tema prohibido.


Fotografías de Armin. T. Wagner

22.5.07

Continuidad


Combatiente palestino muerto en el sur de Líbano


Hace casi 60 años que el mundo civilizado se empeña en exterminar a los palestinos y aún no lo ha conseguido del todo. Se les expulsó de sus tierras, se les dispersó por el mundo, se le cambió de nombre a sus pueblos, sus casas fueron demolidas y se les negó la existencia misma como grupo nacional. Los perseguidos ganaron en cultura pero también en barbarie: algunos remontaron las duras condiciones del exilio, fueron a las universidades de Europa y de Estados Unidos, se hicieron médicos, filósofos, ingenieros; muchos se volcaron a la organización de instituciones, liderazgos políticos, escuelas y redes sociales para hacer menos infernal la vida en los territorios múltiples de su desgracia; otros, menos afortunados, descubrieron el poder de los explosivos y se afanaron en la empresa sin destino de enfrentar con ellos a un enemigo muy poderoso y que, visto sin hipocresía, no se limita al Estado de Israel sino que se extiende a los gobiernos de Europa occidental y Estados Unidos.

De acuerdo con los manuales de urbanidad de los verdugos, los derrotados habrían debido resignarse a su derrota nacional, renunciar a toda identidad social, contentarse con una suma de identidades individuales exitosas o miserables, integrarse en los países a los que habían sido arrojados y disolverse sin pena ni gloria en la desmemoria del mundo. A fin de cuentas, muchos pueblos han sido liquidados como tales sin posibilidad de segunda resistencia: los armenios de Anatolia, y antes que ellos, los yaquis de Sonora, y antes que ellos, los ranqueles y mapuches de la Patagonia, y así, hasta llegar a los mexicas, los albigenses, los cartagineses, los troyanos. Muchos gobernantes europeos (desde los Reyes Católicos hasta Hitler) trataron de limpiar de judíos al Viejo Continente.

Tras su expulsión de España, los hebreos toledanos guardaron las llaves de sus casas y el recuerdo del Sefarad: Abarbanel, Farías o Pinedo, / arrojados de España por impía / persecución, conservan todavía / la llave de una casa de Toledo, evocaba Borges. La imagen tiene plena vigencia entre los palestinos expulsados de sus hogares situados en lo que es actualmente territorio de Israel o tierras ocupadas. Pero ellos hicieron algo más que conservar las llaves (o las fotos, o el recuerdo) de sus casas y pueblos: incurrieron en la grosería de resistir. Después de ver a sus familiares asesinados o torturados, sus campos, arrasados, sus escuelas, demolidas y sus iglesias, secuestradas, muchos palestinos perdieron los buenos modales prescritos por Occidente para estos casos y recurrieron al terrorismo, y en eso siguen. Ahora los proyectiles artesanales caen de nuevo sobre el sur y sobre el norte de Israel y matan, hieren o asustan a civiles que no tienen ninguna responsabilidad en el exterminio de los palestinos.



Tras la caída de un cohete palestino en la localidad israelí de Sderot


La labor de liquidación, por su parte, ha tenido pocos descansos y muchas regresiones. Las autoridades de Israel reactivan los bombardeos sobre Gaza y en los campamentos palestinos de Líbano huele de nuevo a masacre. Hay una exasperante continuidad en esta guerra ineficiente que lleva casi 60 años y que no ha logrado cumplir con su cometido. Tal vez sería tiempo de cambiar de idea y resolver el problema por otros medios: por ejemplo, renunciar a la desaparición de los palestinos como nación (es decir, como un trinomio de población, identidad y territorio) y ensayar otra cosa; por ejemplo, un Estado palestino con soberanía plena en la totalidad de Gaza y Cisjordania, con capital en la porción oriental de Jerusalén, que se llama Al Qods, y el retorno o la indemnización de los árabes desplazados y expulsados por la fundación de Israel. Pensándolo bien, sería una solución más novedosa y prometedora que los bombardeos, y de seguro costaría menos vidas y menos dinero que toda esta brutalidad sexagenaria.

21.5.07

Patético

Un colaborador de El País que creía dominar el habla mexicana:

"Miren si no el caso del teniente Galo Pacheco, un oficial mejicano que se enroló en el ejército del mismísimo Emiliano Zapata allá por 1913, se fregó en batallas sangrientas, roleó corridos a la purita salud de su jefe mientras las balas le marcaban el compás, abrazado a una morra bien chingada y poniéndose de tequila hasta la madre."

20.5.07

Una nostalgia tecnológica



  • 33 y 1/3 revoluciones por minuto

  • La tornamesa de Copilco


El fonógrafo (78 revoluciones por minuto) no me tocó, pero de niño escuché a Cri-Cri y a Javier Solís en unos aparatos que se llamaban tocadiscos (33 1/3 rpm) y que venían en distintas presentaciones: empotrados en muebles de madera con las bocinas integradas (como para los abuelitos), portátiles y contenidos en carcasas de plástico de colores chillones (como para los chavos), integrados, en los famosos “estéreos”, con un radio AM/FM y un reproductor de casettes, o bien aislados, sofisticados e imponentes, en cuyo caso se denominaban tornamesas. Estas eran sensuales y elegantes y su movimiento suave e hipnótico armonizaba con el ritmo de la música, independientemente de que interpretaran cumbias o sinfonías o jazz o rock o cantantes horrendos. Contaban con un brazo de presión regulable, sistema de amortiguación, ajuste de velocidad por medio de una luz ajuste de velocidad por medio de una luz estroboscópica y no sé cuántos más controles. Sus propietarios decían que la experiencia era prácticamente la misma que tener a Rostropovich en casa y hace un cuarto de siglo eran el máximo símbolo de distinción y status entre quienes no alcanzaban a comprarse un automóvil, e incluso entre quienes sí.


El golpe de nostalgia es porque hace unos días descubrí una caja de cartón repleta de discos analógicos, se me dio por recuperar algo de los sonidos que hay en ellos y pasarlos a digital, y recordé que el camión de la basura se llevó mi tornamesa hace más de una década. En los sitios de subastas y compraventas entre particulares asoman con frecuencia reliquias venerables: Pioneer, Marantz, Technics, Garrard, Thorens. Entiendo que es un mercado de añorantes o de museógrafos, y que los reproductores de discos de vinilo que aún se fabrican son juguetes especializados y caros para las manos de los disk jockeys o diyeis o pinchadiscos. Una página graciosa de bricolage electrónico afirma que, en caso de absoluta desesperación y síndrome de abstinencia, es posible fabricar un tocadiscos a partir de una unidad de diskettes de esas que ya tampoco se usan, pero que todavía abundan. Y otra receta extraña permite hacer una réplica pirata de un disco de vinilo.




La verborrea marxistoide desapareció de la lista de las cosas que eran bien vistas en sociedad más o menos en la misma época que las tornamesas. En los años setenta era imposible lograr la aceptación de ciertos sectores estudiantiles, académicos o intelectuales -ya no digamos de ligar-- si no conseguías hilvanar un par de frases sobre la plusvalía o si no exhibías un tomo de Marta Harnecker convenientemente subrayado.

Sobre esa confluencia de modas escribí un relato no del todo falso que, como los viejos elepés, se quedó guardado muchos años. Ahora que lo exhumé resultó ser, literalmente, una crónica del siglo pasado, un cuadro de costumbres, una antigualla inédita. La última vez que tuve noticia del protagonista de la anécdota fue cuando lo nombraron coordinador de asesores de un subsecretario. O sea que ya no corre ningún peligro de reconocerse a sí mismo en la narración y no veo, por tanto, inconveniente en publicarla. Se llama La tornamesa de Copilco, y dice así:

Esta es la historia de un todavía joven profesor de epistemología que una noche de juerga acabó girando sobre sí mismo a la velocidad precisa, regulada por cuarzo, de 33 y media revoluciones por minuto, empalado en el postecillo central de un tornamesa Pioneer --aparatazo, hombre, qué bárbaro-- que de esa forma llegó al fin de su existencia.

Sucedió hace unos semestres en un departamento cercano a la UNAM. Esa mañana el docente fue a la tienda de C.U. para abastecerse de unos vinos y patés, nacionales, recorrió los estantes de licores acompañado de su carrito, y a la salida el peso de éste había experimentado el crecimiento exponencial que es preciso rescatar --desde una perspectiva crítica, por supuesto-- como una aportación de Malthus. Por la noche haría un reventón en su condominio de recién separado, comprado a crédito con milagros, palancas y un préstamo del ISSSTE, una verdadera ganga, pues fíjate que unos argentinos que se fueron, y a un pasito de la Facultad, tercer piso, edificio 12.

N’hombre, si las rentas están carísimas, y es que, a propósito, acabo de encarrilarme en una investigación sobre el latifundio urbano y he encontrado cada cosa; ¿el marco teórico? No, pues... Castels, algunas cosas de Lefevbre, por supuesto, y una mención muuuy muuuy somera del capítulo XLV de El Capital, el rollo ese de que “sea P el precio individual de producción del terreno B, siendo P mayor que P1”, en fin, sólo que tomando en cuenta que aquí no estamos hablando de tierras agrícolas, sino...

Los insumos contenidos en las dos gordas bolsas de plástico fueron consumidos esa noche por un ex compañero de militancia, dos colegas de la Facultad, la ex esposa de un cuate suyo que acaba de divorciarse y ante cuya separación nadie quiere tomar partido, dos alumnas que se caen de buenas --especialmente una de ellas, la que trajo a ese pegote-- y una pareja de comunicólogos muy buena onda.

Pero gris es toda teoría frente al árbol verde de la vida, o algo así, que decía el maestro Revueltas, y por más citas de éste y de otros destacados luchadores sociales, no había manera de romper el vínculo que ataba a las más guapa de las alumnas con el gañán pendejo y atlético a quien además nadie invitó, pero que está ahí, fajándole a la beldad que sacó MB en Metodología, y sin guardar la menor consideración para con un pobre soltero con maestría en Teoría del Estado.

Las botellas adquiridas a costa de un salario amenazado por la plusvalía relativa que se deriva de la reducción del tiempo de trabajo necesario habían empezado a experimentar drásticamente la caída tendencial de la tasa de contenido, y si bien las Condiciones Objetivas parecían presentes (música suave, dos parejas cachorreando en un sofá, además del imprescindible borracho que ya vomitó el pasillo), las subjetivas estaban siendo echadas a perder por aquel mamón que trajo esa alumnita de mis esfuerzos.

A las dos de la mañana el profesor perdió, con ayuda de media botella de mezcal ríspido, su programa político y pasó al ultraizquierdismo y al aislamiento de las masas. “Estás haciendo el oso”, le advirtieron los comunicólogos, ya de salida, pero él no hizo caso y fue del apoyo crítico a la injuria y al manoseo directo contra aquella pendejuela reformista. Entonces la chava y su galán demostraron que no eran marxistas ni científicos, sino vulgares nacos, y con una escandalizante falta de método, le pusieron al alcoholizado profesor unos chingadazos que le hicieron perder el equilibrio. El especialista trastabilló y fue a caer sentado sobre su tornamesa finísimo. El aparato estaba tan bien construido que su motor, antes de fallecer bajo el peso del teórico, logró girar unos segundos más.

El científico social dio algunas vueltas sobre su propio eje y alcanzó a preguntarse si aquella sensación de que el mundo giraba a su alrededor era causada por el golpe, por el mareo de la borrachera o por el derrumbamiento total y definitivo del Modo de Producción de nuestro tiempo.





17.5.07

El regreso de la xiuhcóatl

Huitzilopochtli con la xiuhcóatl en la mano



  • Deidad de muchos nombres
  • Fusil que no fue fusil

El dios del fuego de los aztecas, dice Silvia Limón Olvera, es “una deidad polisémica, según se ve por la gran cantidad de nombres con los que se le designa en las fuentes documentales” y “sus diferentes apelativos indican que estuvo relacionado con diversos aspectos de la naturaleza y con determinados conceptos cosmológicos: sus múltiples denominaciones permiten localizarlo en los tres sectores del cosmos: el cielo o ilhícatl, la tierra o tlaltícpac y el inframundo o mictlan.” Cuántas advocaciones: el andrógino Ometeotl, que reúne los cuatro elementos; el viejo Huehuetéotl; Xiuhtecutli, Señor de la Turquesa, Chantico, la del fuego doméstico y, de algún modo, el mismo Huitzilopochtli, quien se sirve de ese elemento como arma de guerra y destrucción. Oigamos a León Portilla:

Y el llamado Tochancalqui
puso fuego a la serpiente hecha de teas llamada Xiuhcóatl,
que obedecía a Huitzilopochtli.
Luego con ella hirió a Coyolxauhqui,
le cortó la cabeza,
la cual vino a quedar abandonada
en la ladera de Coatépetl.


Esta “serpiente hecha de teas” aparece con mayúscula o minúscula en diversas fuentes y no me queda claro si era instrumento, deidad o bicho mitológico, o tal vez las tres cosas. Reproduzco una cédula del Museo del Templo Mayor: “Ser mitológico complejo y de origen confuso; se le relacionaba con el culto a Xiuhtecuhtli, dios del fuego y Señor del año; era objeto ritual en ceremonias sagradas como la del Fuego Nuevo, representada en forma de zahumador; por otro lado era el arma con la que Huitzilopochtli decapitó a Coyolxauhqui en el cerro de Coatepec. La cabeza de Xiuhcóatl que observa usted fue encontrada en el año de 1901, en la casa del Marqués del Apartado, en las calles de Argentina y Donceles. La monumentalidad de esta escultura y la fuerza de su expresión dan cuenta de la importancia que esta serpiente fantástica tenía para los mexicas. En la parte posterior lleva grabada la fecha 4 caña, nombre del fuego”. Angel María Garibay dice que las xiuhcóatl eran varias (en cuyo caso el nombre va con minúscula inicial), que habitaban la primera capa celeste y que de ellas salían las señales del cielo y los cometas. Sahagún las describe como flechas de plumas rojas (cuezalin), “venerable pluma roja” o “venerable llama”, y cuezalin era también el nombre de las plumas coloradas de la cola de los papagayos. Limón Olvera: “Dichas plumas estaban unidas al concepto de fecundidad y regeneración, facultades que se atribuían al dios del fuego. Por ello, las plumas rojas fueron usadas por las doncellas en brazos y piernas, tanto en ceremonias relacionadas con la fertilidad de los campos como en el rito del matrimonio.”


Las xiuhcóatl no se apersonaron en el Anáhuac cuando más falta hicieron –es decir, cuando habrían debido enfrentarse a los arcabuces de los conquistadores--, fueron olvidadas y junto con su dueño, el temible Huichilobos, descansaron durante mucho tiempo en las vitrinas de los museos y en los textos de los historiadores. Ahora están de regreso. Se les vio desfilar en gran número a un costado del Templo Mayor el pasado 16 de septiembre, en manos de guerreros de rostro pintado. Dice una nota de Allan Wall fechada el 12 de marzo: “El año pasado, el desfile militar del Día de la Independencia fue una oportunidad para exhibir el nuevo fusil de asalto FX-05, ‘xiuhcóatl’. En la ocasión, soldados del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales, GAFE, lo llevaban. Fue diseñado y manufacturado en México por la Dirección general de Industria Militar del Ejército. El arma irá siendo introducida de manera gradual en las unidades del Ejército, en reemplazo de la que se usa actualmente, el G-3, fabricado en el país bajo licencia de la empresa alemana Heckler and Koch.”

El G-3


El diseño del arma incluye miras telescópica, de rayo láser y mecánica, cañón con sistema de enfriamiento y culata ajustable, así como un selector para fuego automático o semiautomático. Usa la munición de 5.56 x 45 milímetros de la OTAN y tiene una cadencia de fuego de 700-750 disparos por minuto. Buena parte del rifle está hecha por polímero reforzado con fibra de carbono y viene en verde oscuro o color arena. El mecanismo interior está hecho con acero inoxidable de alta resistencia. El proyectil alcanza una velocidad de 920 metros por segundo y tiene un alcance efectivo de 800 metros.


Logo del arma

Poco después Heckler and Koch advirtió que el FX-05 xiuhcóatl podía ser una copia pirata del nuevo modelo de la empresa, el G36 y amenazó con llevar el caso a tribunales internacionales. El asunto provocó la remoción del general Alfredo Oropeza, hasta entonces titular de la Dirección General de Industria Militar del Ejército, y quien era considerado candidato a ocupar la Secretario de la Defensa Nacional en el gobierno de Felipe Calderón. Las autoridades castrenses detuvieron la producción del rifle (se habían fabricado ya unas 500 piezas) y, en febrero de este año, en la capital mexicana, representantes de la firma alemana se reunieron con funcionarios de la Sedena para analizar las similitudes y diferencias de las dos armas.
Tras una detallada inspección, la empresa reconoció que el fusil mexicano no era un fusil de su producto y se desistió de toda acción legal ulterior. Actualmente, la producción del xiuhcóatl se desarrolla normalmente en las fábricas mexicanas de armamento. Allan Wall concluyó su nota así: “En la medida en que el Ejército Mexicano desempeña un papel clave en la guerra del gobierno contra los cárteles de la droga, es probable que el FX-05 sea muy usado en el futuro”.

Hay que saludar la capacidad y la inventiva de los ingenieros militares mexicanos. Pero tal vez sería preferible honrar de otra manera a las cuezalin prehispánicas. A fin de cuentas las plumas rojas y ardientes no sólo le servían de arma al dios guerrero, sino que también eran usadas por las doncellas para decorarse los brazos y las piernas en ceremonias de nupcias y fertilidad. Acaso tendría más sentido una pulsera o un brazalete o un liguero xiuhcóatl que un rifle de asalto con ese nombre. Creo que sería buena idea dejar que Huitzilopochtli descansara, con todos sus bártulos, en la paz de los museos. No vaya a ser que un día de éstos, después de revivir las xiuhcóatl, empecemos a erigir de nuevo los Tzompantli y llenemos las plazas del país con esos ábacos espantosos que no van a darse abasto para contar a los muertos.


El Tzompantli

15.5.07

Una de dos



En su discurso inaugural de la V Conferencia Episcopal de América Latina y el Caribe (Celam), Benedicto XVI dijo que “el anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña”; por el contrario, “las auténticas culturas no están cerradas en sí mismas ni petrificadas en un determinado punto de la historia, sino que están abiertas, más aún, buscan el encuentro con otras culturas, esperan alcanzar la universalidad en el encuentro y el diálogo con otras formas de vida y con los elementos que puedan llevar a una nueva síntesis en la que se respete siempre la diversidad de las expresiones y de su realización cultural concreta”. Más aún: la catequización de los antiguos habitantes de América les “ha significado conocer y acoger a Cristo, el Dios desconocido que sus antepasados, sin saberlo, buscaban en sus ricas tradiciones religiosas”. Lo que son las cosas: nadie antes de esto habría sospechado la influencia hermenéutica de Walt Disney en el pensamiento de Joseph Ratzinger.


Sería necio ignorar los aportes positivos de curas y laicos españoles a la conformación de las actuales naciones y culturas latinoamericanas, o empeñarse en las visiones idílicas y bobaliconas de las sociedades precolombinas como sitios de paz, amor y armonía con el Cosmos y Natura. No: cuando los europeos aparecieron en el Caribe y las costas orientales de México, Mesoamérica era en muchos sentidos un mundo violento, oscuro y espantoso, más horrible incluso que la España medieval.


Pero la evangelización no puede desligarse de la conquista sanguinaria e impositiva. Bartolomé de las Casas, Bernardino de Sahagún y otros defensores luminosos de la humanidad de los indios son la otra cara de la moneda en la sistemática destrucción de las culturas nativas. “Para hacer las iglesias comenzaron a echar mano de sus tecoallis para sacar de ellos piedra y madera, y de esta manera quedaron desollados y derribados; y los ídolos de piedra, de los cuales había infinitos, no sólo escaparon quebrados y hechos pedazos, pero vinieron a servir de cimiento para las iglesias” (Motolinía, III, 3, 64). Y es que lo que el Papa llama ahora “ricas tradiciones religiosas” era visto por la mayor parte de los evangelizadores como hechicería y cultos diabólicos que era necesario extirpar.


“Golpear a los naturales por parte de frailes no era cosa rara” (Mariano Monterrosa) y los golpes eran lo de menos: fray Martín de Valencia achicharró, por idólatras, a cuatro príncipes tlaxcaltecas; en 1530 Nuño de Guzmán acusó de lo mismo al cacique tarasco Caltzontzin y lo asesinó; en 1562 el animal de Diego de Landa realizó en Maní un auto de fe en el que quemó a más de 150 mayas y 43 códices; 13 años más tarde Juan de Zumárraga repitió en Texcoco la chamusquina: varios caciques que se resistían a aceptar el catolicismo murieron en la hoguera, la cual fue aderezada con una montaña de documentos mexicas; los agustinos esclavizaban a los naturales para obligarlos a construir sus conventos y el piadoso Pedro de Gante revelaba, en una carta a Felipe II, su método catequizador: “...se juntaron luego, pocos más o menos, mil muchachos, los cuales teníamos encerrados en nuestra casa de día y de noche, y no les permitíamos ninguna conversación”. Y cómo olvidar el célebre informe Contra Idolorum Cultores (1639), redactado por Pedro Sánchez de Aguilar, para reivindicar el derecho de los obispos a encarcelar y azotar indios reacios a adoptar la fe de sus conquistadores. Son sólo algunos ejemplos del “encuentro de culturas”.


La imposición de la nueva fe se realizaba en una forma tan bárbara que en dos ocasiones (1540 y 1570) se le ordenó desde Madrid a la Inquisición de Nueva España que se abstuviera de perseguir a los conquistados “por ser ellos muy nuevos en el cristianismo” y de concentrarse en perseguir herejías de procedencia occidental. De otra forma, el virreinato habría echado al fuego a la mayor parte de su mano de obra.


Ahora sale este pontífice con que todo era “respeto a la diversidad de las expresiones” y “enriquecimiento cultural”. Una de dos: o Joseph Ratzinger es ignorante o es mentiroso, y en cualquier caso su presencia en el trono de Pedro es una gran tragedia para la Iglesia Católica.

14.5.07

Te la pelas, Bush


“La destrucción completa de la raza humana parece una tarea casi imposible. Para hacer que la vida inteligente se extinga permanentemente en este planeta, sería necesario:


  1. Matar a todo ser humano; si sobreviviese un solo grupo de cincuenta personas de ambos sexos en algún lugar, la operación sería fútil. Nuestra civilización podría entonces volver a su estado anterior en sólo medio millón de años.

  2. Matar a todos los monos y simios del mundo. Las ramas de cualquiera de sus especies podrían con el tiempo (unos pocos millones de años) evolucionar hacia una potente civilización tecnológica.

  3. Matar a todas las ardillas, tupayas y todos los demás mamíferos trepadores. Se cree que nuestros ante pasados han sido animales de este tipo hace unos 70 millones de años.
    Destruir todos los árboles y toda la vida vegetal, y estancar de algún modo los océanos para privar a toda especie superviviente de oxígeno.

  4. Repetir la última operación cada millón de años. Una vez que la vida vegetal se hubiera restablecido a sí misma, le seguiría pronto una atmósfera de oxígeno que puede originar la vida. A la larga, por lo tanto, el mundo parece ser casi indestructible como habitat para la vida por un tiempo muy largo.”

    Adrian Berry
    Los próximos diez mil años
    Alianza Editorial, Madrid, 1977, p. 43.

13.5.07

Pedro Mir y Las Mariposas



El poeta


  • El más odioso crimen de Trujillo
  • Adiós, querido René Poitevin

No es aniversario de nacimiento o muerte, ni nada: simplemente es domingo y quise recordar a Pedro Mir, enormidad poética del Caribe que cubrió con su vida (1913-2000) la mayor parte del Siglo XX y cuya obra germinó de manera discreta pero irremediable en mentes, corazones y plumas del continente. Cuando lo conocí en los primeros años setenta, en México, me cagoteó por hablar de cosas de las que no tenía la menor idea y me impresionó la capacidad de aquel hombre menudo y antiquísimo para dormir la siesta con corbata y sin perder las rayas de un perfecto planchado en el pantalón. “Es que en Dominicana nadie sale a la calle con una arruga en la ropa”, me ilustró hace poco Héctor Díaz-Polanco cuando le platiqué la anécdota.



Las Antillas son una mezcla de matriz y de licuadora en la que se fusionan los destinos. Mir nació en san Pedro de Macorís, región cañera: Un hijo del Caribe, / precisamente antillano. / Producto primitivo de una ingenua / criatura borinqueña / y un obrero cubano. En 1941 se doctoró en Derecho en la Universidad de Santo Domingo, trabajó como contador e hizo activismo contra la dictadura casi eterna (1930-1961) de Rafael Leónidas Trujillo, por lo que tuvo que abandonar el país. Como en muchos otros casos, el exilio resultó benéfico para su producción literaria. En La Habana publicó su primer poemario, Hay un país en el mundo (1949) y luego anduvo por México y por la Guatemala de Jacobo Árbenz, en donde dio a la imprenta el Contracanto a Walt Whitman (1952). Volvió a la Dominicana en 1963, tuvo que salir de nuevo dos años después y regresó ya de manera definitiva en 1968. Fue profesor de Derecho, de Contabilidad, de Historia y de Estética. En 1969 publicó la que, a juicio de este navegante --quien en materia de literatura se declara simple grumete-- es su poema más elevado: Amén de mariposas.

El texto es un vértigo interior en torno al asesinato de las célebres hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, tres jóvenes y hermosas mujeres de la burguesía dominicana conocidas como Las Mariposas. Trujillo se empeñó en hacer su amante a Minerva, y el rechazo de ésta generó una feroz persecución contra toda la familia. En vez de amilanarse, las Mirabal iniciaron una tenaz labor de oposición al tirano, quien las encarceló y torturó, junto con sus maridos, pero a los pocos meses el clamor internacional obligó a la dictadura a liberarlas, no así a sus esposos. El 25 de noviembre de 1960 viajaron de Salcedo a Puerto Plata para visitarlos en la cárcel. De regreso, ya de noche, el jeep en que viajaban fue interceptado en la carretera por esbirros del dictador, quienes las asesinaron a garrotazos, junto con el chofer del vehículo, Rufino de la Cruz, y arrojaron sus cuerpos en un barranco.

Cuando supe que habían caído las tres hermanas Mirabal
me dije:
la sociedad establecida ha muerto.

(Lapislázuli a cuento de todo emblema ruidoso
mentís en A referido a un imperio en agonía
y cuanto ha sido conocido desde entonces
me dije
y cuanto ha sido comprendido desde entonces
me dije
es que la sociedad establecida ha muerto)

Comprendí
que muchas unidades navales alrededor del mundo
inician su naufragio
en medio de la espuma
pensadora
y que grandes ejércitos reconocidos en el planeta
comienzan a derramarse
en el regazo de la duda
pesarosa

Es que
hay columnas de mármol impetuoso no rendidas al tiempo
y pirámides absolutas erigidas sobre las civilizaciones
que no pueden resistir la muerte de ciertas mariposas.


Así fue. El crimen generó una ola de furia nacional que culminó, en mayo de 1961, con el ajusticiamiento de Trujillo por un comando popular. Años más tarde, en memoria de las hermanas Mirabal, la ONU declaró el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En 1995 Julia Alvarez publicó la novela histórica El tiempo de las Mariposas, y en la película homónima (MGM, 2001) Salma Hayek interpretó a Minerva y, con su actuación horrible, asesinó a garrotazos la paciencia de los espectadores.


Las Mariposas



Pedro Mir es el poeta nacional de su país y una voz fundamental en la poesía continental, pero en el resto de América Latina sigue siendo mal conocido. En 1971 Siglo XXI publicó en México, con prólogo de Jaime Labastida, un recuento de su poesía: Viaje a la muchedumbre, pero el pequeño volumen no ha vuelto a reeditarse. Por fortuna, hay varios sitios en la red en los que puede leerse --y hasta escucharse, en voz del autor-- algunas de sus cosas. La poesía de contenido social (que es la principal en la obra del dominicano) está muy desprestigiada, y con motivos. Pero tal vez el desconocimiento no sea ajeno al juicio agudo del propio poeta sobre una forma particularmente vergonzosa de discriminación entre latinoamericanos:

“Ser antillano no es igual que ser parisiense. Hay matices, un argentino tiene un lugar que nunca puede aspirar a ocupar un dominicano [...] Las pequeñas Islas del Caribe son islas de esclavos que han sido siempre de más baja categoría de los nutrientes de los grandes imperios, no pueden de ninguna manera entrar en el mercado de la gran literatura, ni del gran arte [...] Yo no estoy llorando por la herida, porque [...] he sido afortunado, he escrito un par de poemas que no mueren, que resisten a morir.”

Y sí. Su entrada al mundo de la poesía comenzó de esta forma:

Hay
un país en el mundo
colocado
en el mismo trayecto del sol.
Oriundo de la noche,
colocado
en un inverosímil archipiélago
de azúcar y de alcohol.
Sencillamente liviano,
como un ala de murciélago
apoyado en la brisa.
Sencillamente claro,
como el rastro del beso en las solteras
antiguas o el día en los tejados.
Sencillamente frutal. Fluvial. Y material.
Y sin embargo,
sencillamente tórrido y pateado
como una adolescente en las caderas.
Sencillamente triste y oprimido.
Sencillamente agreste y despoblado.



Nota muy triste: René Poitevin se nos murió el miércoles 9 en su natal Guatemala. Científico social, académico, articulista, promotor de programas de desarrollo y hombre bondadoso y recto, René va a hacernos muchísima falta.




René Poitevin

10.5.07

Algo sobre el MK-19

El juguete

  • Apuntes de Melchor de Talamantes
  • Homenaje a la piel multitudinaria
El peruano Melchor de Talamantes, nacido en Lima en 1765 y avecindado en la Nueva España a partir de 1799, es un precursor insigne de la Independencia de México. Fraile mercedario desde los 14 años, sirvió al virrey Iturrigaray en la definición de los límites de Texas y cuando llegó a estas tierras la noticia de que España había sucumbido a la invasión napoleónica, algunos americanos, Talamantes entre ellos, se reunieron para promover la formación de un gobierno provisional autónomo, dirigido por el propio virrey. El fraile fue más allá: esbozó la constitución de un Congreso Nacional independiente y propuso, entre otras cosas, “suspender al tribunal de la Inquisición la autoridad civil, dejándole sólo la espiritual, extinguir todos los mayorazgos, vínculos, capellanías, y cualesquiera otras pensiones pertenecientes a individuos existentes en Europa, declarar terminados todos los créditos activos y pasivos de la Metrópoli con esta parte de las Américas, extinguir los subsidios y contribuciones eclesiásticas y arreglar los ramos de comercio, minería, agricultura e industria, quitándoles las trabas”. A Iturrigaray le gustó la idea, pero la noche del 15 de septiembre de 1808, los peninsulares residentes en la ciudad tomaron palacio por asalto, aprehendieron al virrey y a los conjurados, entre ellos Talamantes y el licenciado Francisco Primo de Verdad y Ramos, ya mencionado en una navegación anterior. Al religioso peruano le tocó dar con los huesos en las cárceles secretas del Santo Oficio, en donde permaneció hasta abril del año siguiente. Fue trasladado a San Juan de Ulúa, en donde lo tuvieron sujeto con grilletes en tanto llegaba la orden de expatriación a España, pero en el ínterin enfermó de vómito negro (otras fuentes dicen que de fiebre amarilla; ¿será lo mismo, aunque cambie la color?) y murió en la fortaleza veracruzana en mayo de 1809.

Cinco años más tarde, en Apatzingán, José María Morelos promulgó el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, documento conocido en brevedad, como Constitución de Apatzingán, la cual establecía, en varios artículos, las potestades del Supremo Gobierno de “publicar la guerra y ajustar la paz”, “organizar los ejércitos y milicias nacionales; formar planes de operación y mandar ejecutarlos: distribuir y mover la fuerza armada, a excepción de la que se halle bajo el mando del Supremo Congreso, con arreglo al Artículo 47, y tomar cuantas medidas estime conducentes para asegurar la tranquilidad interior del estado o para promover su defensa exterior”, así como “atender y fomentar los talleres y maestranzas de fusiles, cañones, y demás armas: las fábricas de pólvora, y la construcción de toda especie de útiles y municiones de guerra”.

La calle Fray Melchor de Talamantes, vista en Google Earth


Actualmente, la calle Fray Melchor de Talamantes, situada en la colonia Miguel Hidalgo, en el suroeste de Apatzingán, va del SO al NE (¿o la circulación es al revés?), arranca en las privadas de Ramos Arizpe, atraviesa Fray Servando Teresa de Mier, Monte de las Cruces e Insurgentes, y desemboca en la Avenida 22 de Octubre, en la glorieta donde se sitúa el Monumento a la Cultura. El 7 de mayo, poco antes de las diez de la mañana, un hombre salió de la casa marcada con el número 147 de esa calle, se dirigió a comprar cerveza y en el trayecto se topó con policías que vieron que iba armado y dieron aviso al Ejército. El individuo regresó precipitadamente al inmueble del que había salido y en cuestión de minutos el lugar estaba rodeado por militares y agentes ministeriales. La versión oficial dice que cuando intentaron ingresar a la casa fueron recibidos a balazos. Los atrincherados disparaban con fusiles AK-47 y R-15 y tres pistolas semiautomáticas. El intercambio de fuego se generalizó. Refuerzos castrenses y vehículos Hummer artillados hicieron su aparición en la calle Fray Melchor de Talamantes que, en la foto de satélite de Google Earth, parece apacible. Pasaban los cuartos de hora y los presuntos delincuentes no se rendían, y los militares activaron un sistema Mk-19 instalado sobre uno de los Hummer y en pocos minutos la casa se vio envuelta en un incendio y luego quedó reducida a unas ruinas humeantes con cuatro cadáveres semicalcinados y reventados en el interior –el de una mujer, entre ellos-- y dos o tres infelices que quedaron vivos y que fueron detenidos. En más de dos horas de combate, los ocupantes de la casa habían logrado herir a tres soldados. A juzgar por las fotos de prensa, la columna de humo podía verse desde cualquier punto de la localidad, que actualmente tiene entre 115 mil y 180 mil habitantes, dependiendo de las fuentes.

Dice un texto hallado en el sitio web del ejército argentino acerca del “sistema del arma y munición MK-19”: “Aunque esta arma está clasificada como una ametralladora pesada, supera esas características. Debido a su alcance, precisión y alta velocidad de disparo comparte también muchas de las funciones de un cañón liviano, pequeños morteros, y armas portátiles contra blindados. Por su efectividad, alcance, operación, precisión y tamaño es un arma apta para tropas motorizadas, blindadas, helitransportadas, aeromóviles, embarcadas, etc.” Su munición “puede penetrar 75 mm de blindaje, a una distancia máxima de dos mil 200 metros. El personal desmontado que se encuentre dentro de un radio de 15 metros del punto de impacto, será puesto fuera de combate por efecto de la explosión y la fragmentación de múltiples esquirlas.” El documento enlista nueve clases de munición disponibles para el arma, una de ellas cargada de gas lacrimógeno. Esta última no fue empleada, al parecer, en el combate de la calle Fray Melchor de Talamantes.

En acción en Irak



Pero no nos quedemos con las noticias terribles y cerremos esta navegación con un tema menos ingrato. Va el pequeño homenaje de un ausente a la piel multitudinaria que se congregó en el corazón de México:

Te acompañé, por más que no estuviera
el domingo, en el Zócalo, a tu lado,
y sentí, sin estar, aquel helado
suelo de duros cuadros de cantera.

Cuando llegó el momento, “ropas fuera”,
el aire se entibió, se hizo salado,
y el tapete de carnes entramado
frazada fue de la ciudad entera.

El frío con los cuerpos ya no pudo:
al ver tu anatomía por delante,
el Sol, como tu piel, quedó desnudo

y empeñó su tibieza en el momento
que anduviste, desnuda y deslumbrante,
sobre la inmensa plancha de cemento.


Plaza de la Piel

9.5.07

Ayudemos a Paris Hilton


Paris Hilton está aterrada: en la cárcel de Lynwood no podría tener a su perrita chihuaha ni sus pinturas ni sus celulares ni usar ropa naranja ni usar extensiones para el pelo ni joyería. Por eso promueve una campaña de recaudación de firmas en Internet para pedirle a la Schwarzecosa esa que gobierna California que intervenga para que le perdonen los 45 días de jaula a la que la condenó un juez por reincidir en faltas graves: conducir de noche, borracha, sin licencia, a alta velocidad y sin luces por las calles de Hollywood.

Tal vez una manera efectiva de ayudar a esta niña rica, malcriada y rellena de silicones, sea iniciar una contracampaña para pedirle al desgobernador-terminador que le redondee la cifra de la condena a 90 días. Tal vez así la acusada aprenda que hay cosas que no se hacen, adquiera tantito sentido de responsabilidad y deje de ser un peligro para sí misma y para los demás.

8.5.07

Ahumada, again


Parece que éste nunca se cansará de hacer el oso.

Paragobierno


Alvaro Uribe va en su segundo periodo presidencial en nombre de la legalidad y el combate a la delincuencia, pero buena parte de su círculo político está bajo el señalamiento público por sus vínculos con los poderes fácticos de la criminalidad organizada: esos grupos paramilitares en los que confluyen, a decir del senador Gustavo Petro, del Polo Democrático Alternativo, las tradicionales guardias blancas de los grandes hacendados, las iniciativas de contrainsurgencia y el narcotráfico. A la luz del escándalo, que ha llevado ya a la cárcel a 10 políticos de altos vuelos, ha podido saberse que los cabecillas de los grupos armados de ultraderecha tuvieron, por medio de sus patrocinados, el control del 30 por ciento del Congreso. Uribe mismo es señalado, en un reporte de inteligencia militar de Estados Unidos fechado en septiembre de 1991, como “un senador dedicado a a la colaboración con el Cártel de Medellín” y como estrecho amigo del finado Pablo Escobar Gaviria. La oposición ha documentado que durante su desempeño como gobernador de Antioquia (1995-1997) los grupos paramilitares que operaban en la región ostentaron un crecimiento de 640 por ciento. “Los grupos llamados Convivir, formados por hacendados para luchar contra los guerrilleros, fueron creados por decreto nacional y desarrollados en Antioquia por el gobernador Uribe. La relación de estos grupos con los paramilitares es clara: el 35% de sus juntas directivas estaba formado por personas que se habían dedicado al narcotráfico o al paramilitarismo en algún momento. Mi denuncia es que la política aplicada por Uribe en Antioquia es la misma que aplica hoy en el país”, afirmó Petro en una entrevista publicada ayer por El País de España.

En 2002 Uribe ganó su primera elección presidencial con algo más que su carisma personal: los generosos dineros de corporaciones y de políticos vinculados a los paramilitares y los votos forzados en las regiones dominadas por esos grupos ilegales. Él mismo ha reconocido haber recibido 100 millones de pesos (aunque tal vez hayan sido 200 millones) de Enilce López, una empresaria de apuestas y propietaria de escuadrones paramilitares que el año pasado acabó en la cárcel de Sanrta Marta (Barranquilla), acusada de lavado de dinero y desvío de fondos, pero sostiene que no hubo nada de ilegal en ello. Desde el palacio de Nariño, el presidente colombiano inició un “proceso de paz” con los que han sido sus protegidos y luego sus benefactores económicos y les ha gestionado términos de desmovilización que equivalen a una impunidad casi total.

La negociación ha permitido que cientos de crímenes de lesa humanidad se queden sin castigo y que han sido documentados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Amnistía Internacional y Human Rights Watch. Según el Comité Permanente por la defensa de los Derechos Humanos, en 2003 mil 440 personas fueron asesinadas por razones políticas en el país sudamericano. Tres por ciento de esos homicidios fue obra de las corporaciones oficiales, 27 fueron responsabilidad de las organizaciones guerrilleras y el resto, 70 por ciento, fueron perpetradas por los paramilitares.

Uribe ha puesto un título muy bonito a su estrategia para combatir la violencia endémica en Colombia: “Política de Defensa y Seguridad Democrática”. Siempre que puede habla de apego al derecho, de la importancia de acatar las leyes, de defender el orden público, de garantizar la paz y la integridad de las personas. Ya va siendo uno de los últimos gobernantes latinoamericanos adorados por la Casa Blanca. Además, su presencia personal es pulcra, agradable y elegante. Pero cada vez hay más colombianos que piensan que su presidente es la más alta representación de la delincuencia criminal que azota al país desde hace mucho tiempo.

5.5.07

Imágenes de Ilich Ramírez




  • El viejo “enemigo número uno”
  • De terroristas a terroristas
  • Fusión contra natura

Me hallé de golpe de regreso en los años setenta del siglo pasado con la noticia del nuevo juicio iniciado por la justicia francesa contra Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos y bautizado El Chacal por la masa mediática de aquel tiempo. Desde 1997 este hombre cumple una cadena perpetua por los asesinatos, en junio de 1975, en París, de dos policías y de un informante libanés. Ahora el proceso va por cuatro ataques con explosivos realizados en distintos puntos de Francia entre marzo de 1982 y diciembre de 1983 y que dejaron un saldo total de 11 personas muertas. Resumía El Diario Vasco que este caraqueño nacido en 1949 “personificó, durante las décadas de los setenta y ochenta, el eje de todos los males a este lado del telón de acero; militante perpetuo de la causa palestina y combatiente anti-imperialistaamparado por el bloque soviético, el musulmán converso ha trocado ahora el marxismo de ortodoxo cuño internacionalista por el islam revolucionario, en el que ve ‘la única fuerza transnacional susceptible de oponerse a la esclavitud de las naciones’.”

Pero la más célebre acción de Ilich Ramírez no está en los sumarios de la justicia francesa sino en los archivos videográficos de los noticieros. El 21 de diciembre de 1975 un comando de seis miembros, Carlos entre ellos, tomó violentamente por asalto la reunión de ministros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que se realizaba en Viena, redujo a rehenes a los funcionarios y logró salir de Austria a bordo de un DC-9 y peregrinar con sus cautivos por varios países árabes hasta que Argelia acepta recibir a los asaltantes a cambio de que éstos liberen a los retenidos. Según la versión del propio Chacal, redactada en la cárcel parisina de La Santé en 2005, la acción fue resultado de un complot encabezado por el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP, encabezado entonces por George Habash), y en el que participaron Muamar Kadafi, baasistas sirios e “internacionalistas alemanes” del grupo Baader-Meinhof. El propósito era denunciar a los gobernantes árabes que habían dado la espalda a la causa palestina e inducir la atención noticiosa internacional en torno al drama de los pueblos árabes despojados y ocupados por Israel.

Fuera de ese golpe espectacular y de los homicidios de 1975, Ilich Ramírez no reconoce los cargos que se le imputan, se dice preso político y se refocila, eso sí, diciendo que en los actos terroristas “no hay víctimas inocentes” y que casi todos los muertos causados por los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington eran “enemigos uniformados, en el Pentágono, y con corbata en Nueva York”. Pero incluso fuentes que le son adversas coinciden en afirmar que se le atribuyen falsamente muchos atentados. En todo caso, la quincena de muertos que los fiscales le quieren cobrar se quedan muy por debajo del historial del cubano Luis Posada Carriles, quien sólo en el atentado contra el vuelo 455 de Cubana de Aviación (6 de octubre de 1976) asesinó a 73 personas. En contraste con la cadena perpetua para El Chacal, el hombre emblemático del terrorismo de derecha en América Latina goza de la protección del gobierno estadunidense, el cual sólo lo procesó (y excarceló) por violar disposiciones migratorias.

Pocos años después de los bombazos que la justicia francesa atribuye a Carlos, dos agentes secretos del gobierno de París hundieron con cargas explosivas el Rainbow Warrior, barco emblema de la organización ecologista Greenpeace que se dirigía a la Polinesia Francesa para protestar por las pruebas nucleares que iban a realizarse allí. El ataque, en el que murió el fotógrafo Fernando Pereira, fue perpetrado en el puerto de Auckland el 10 de julio de 1985. Sus autores, Alain Mafart y Dominique Prieur, recibieron órdenes del director general de la Seguridad Exterior, el almirante Pierre Lacoste, y éste fue instruido, a su vez, por el ministro de Defensa, Charles Hernu, y por el presidente François Mitterrand. Los autores materiales fueron inicialmente sentenciados a diez años de prisión por las autoridades de Nueva Zelanda, pero al cabo de unos meses fueron liberados, previo pago, por parte de Francia, de sendas indemnizaciones a ese país (siete millones de dólares) y a Greenpeace (ocho millones). Lacoste y Hernu dimitieron de sus cargos y Mitterrand no sufrió sanción alguna. Hay de terroristas a terroristas y casi todo se arregla con dinero.
Carlos fue secuestrado en agosto de 1994 en Jartún, Sudán, en un operativo planificado y ejecutado por el general Philippe Rondot, quien lo sacó sedado de una clínica en la que el terrorista se encontraba en vísperas de una intervención quirúrgica, y se lo llevó a Francia en un jet privado. Las fuentes anti y pro Chacal coinciden en que París condonó la deuda del gobierno su-danés y las primeras agregan que además las autoridades de Jartún estaban un poco hartas de los amoríos y el elevado consumo de alcohol del venezolano, actividades que no son bien vistas en una sociedad musulmana. Desde luego, Rondot no fue procesado nunca por el delito de secuestro.


Carlos y su esposa

Actualmente Carlos está recluido en la prisión Clairvaux (Aube), en donde, dicen los que no lo quieren, “disfruta de habanos y buena conversación durante las visitas conyugales” que le prodiga su actual esposa (y abogada), Isabelle Coutant-Peyre. Esta, por su parte, pide que el reo sea devuelto a París porque el alejamiento carcelario dificulta enormemente su defensa. Hay numerosos indicios, por lo demás, que de 1994 a la fecha las autoridades francesas han violado de múltiples maneras sus derechos humanos. Hace unos años Hugo Chávez gestionó, en vano, la repatriación de Ilich, y le envió al recluso una carta casi amorosa.

Los padres de los hermanos Ramírez Sánchez (Ilich, Vladimir y Lenin) no se ponían de acuerdo en la educación de los hijos. El progenitor, José Altagracia Ramírez, comunista y millonario, pretendía darles una férrea formación marxista, en tanto que la madre, Elba María Sánchez, era católica practicante y deseaba inculcar a sus vástagos la fe cristiana. Ahora, y muy a su manera, Ilich, o Carlos, o El Chacal, ha conciliado religión y materialismo histórico: se ha declarado musulmán y ha reivindicado, en un libro de su autoría, "el islam revolucionario". Me parece que no hay alianza más contra natura que la de las izquierdas con los radicalismos musulmanes, y que la fusión de marxismo e Islam es tan apetecible como una cebolla cubierta de chocolate. Decida cada quien a qué corresponde la sustancia y a qué la legumbre. Puesto a decidir entre los dos sabores, creo que me quedo con el de la cebolla, pero sin nada encima.



El Chacal en el cine

3.5.07

Crónica de una payasada




  • Una amenaza que no asusta a casi nadie
  • El Vaticano mete freno a la excomunión


El problema no era que pusiera en peligro la salvación del alma, sino que representaba un riesgo gravísimo para el pellejo. Así fue hasta hace dos siglos, cuando la Iglesia detentaba el monopolio del Infierno terrenal: leña verde, garrote vil, potros, tenazas, tronos de hierro al rojo vivo y calabozos inmundos, en fin, toda esa serie de expresiones de su amor al prójimo; aisladas o en conjunto, constituían una experiencia mucho más fuerte que el hipotético Averno del que eran antesala. Para fortuna de todos, y hasta de los mismos religiosos, las jerarquías eclesiásticas fueron perdiendo sus brazos armados y sus poderes coercitivos materiales. Desde que a inquisidores, obispos, arzobispos y papas se les fue de las manos la administración de parrillas y mataderos, los herejes deseosos de calorcito deben esperarse a los fuegos eternos de Satanás, porque en este valle de lágrimas la excomunión ya no garantiza un asado y ni siquiera un asesinato infame como el de Miguel Hidalgo. El proceso, sea automático (latae sententiae) o tramitado (ferendae sententiae), simplemente te prohíbe que vayas a misa, comulgues y recibas otros sacramentos. Pero como el ingreso a los templos no está controlado por medio de huellas digitales, muchos que se encuentran en la circunstancia, lo sepan o no, siguen recibiendo sacramentos sin arrepentimiento ni perdón de por medio.

En la época actual el horno no da para bollos y los rebaños han ido a menos: está gruesa la competencia por el mercado espiritual (¿será cosa de la globalidad, del capitalismo desalmado, del Maligno?) y los obispos no van a expulsar feligreses por un quítame allá esas pajas: que los fieles hagan lo que les dé la gana (desde tripular condones hasta cometer genocidios) pero calladitos, que hagan el favor de aparentar que obedecen, y todos contentos. La hipocresía y la obsecuencia son particularmente marcadas cuando se trata de políticos y magnates, porque son poderosos y dan buenas limosnas. A ningún obispo, arzobispo, cardenal o pontífice se le pasó nunca por la cabeza excomulgar a Pinochet o a Videla (qué va: les organizaban Te Deums), responsables de miles de asesinatos, ni a Jean Succar Kuri y a sus compinches en el abuso sexual de niñas, y mucho menos a Marcial Maciel, agresor de niños. Desde luego, Paulo VI, que era pragmático, no tuvo la idea de amenazar con la excomunión, automática o no, a los gobernantes franceses cuando éstos, hace casi un cuarto de siglo, despenalizaron el aborto en su país.




Pero en este 2007 la jerarquía eclesiástica mexicana, azuzada por Roma, hizo un cálculo distinto, sacó del arcón de los malos recuerdos su potestad para excomulgar y la esgrimió frente a los diputados de la Asamblea Legislativa capitalina, sus partidos y el jefe de Gobierno de la ciudad. La mayoría de los fieles ya sabe que los obispos y arzobispos no deciden quién alcanza la salvación y creo que nadie se imaginó al compañero Salvador Martínez della Roca y al diputado Jorge Schiaffino como personajes de ilustración de Doré para La Divina Comedia, pero de todos modos la amenaza resultó espectacular y escandalosa. El jurásico católico sostuvo lo siguiente: “Quien legisla a favor del aborto, quienes lo promueven y trabajan para hacerlo realidad, quien lo induce u obliga a la mujer a abortar, el médico, enfermera o persona que lo realiza, y la mujer que lo lleva a cabo reciben la pena de la excomunión.” Así lo registró la prensa. El peligro, a mi modo de ver, no era tanto que los legisladores y gobernantes urbanos se quedaran sin visa para el Cielo, sino que la prédica contra ellos sirviera de inspiración a algún José de León Toral de esos que a veces existen por ahí.

Tras la votación del martes 24 en la Asamblea Legislativa, el ínclito Hugo Valdemar Romero, vocero de Norberto, dio la excomunión por hecho e incluso pidió a los diputados locales que se abstuvieran de ingresar en los templos. “No fue una gracia lo que hicieron y la excomunión es algo serio”, dijo el vocero arzobispal, y luego insultó al jefe del Ejecutivo local, a quien inscribió sin ambigüedad posible en la lista de los excomulgados. Pero para entonces El Vaticano ya había empezado a moverse y dejó a sus siervos locales colgadísimos de la brocha. Ciro Benedettini, de la sala de prensa de la Curia Romana, pidió “tener prudencia” con la excomunión y se enredó: la excomunión en estos casos es automática y no se requiere de la promulgación de sentencia alguna; sin embargo, ante lo “complicado del asunto”, “es necesario ver en cada caso la forma en que participa cada uno”, es decir, que la sanción ya no era tan automática. Luego, Federico Lombardini, portavoz vaticano, echó marcha atrás: “El código de derecho canónico prevé la excomunión automática solamente para aquellos que ejercen el aborto y lo consiguen, y no es el caso de los legisladores”. Y se hizo pato: “No ha llegado ningún comunicado de los obispos mexicanos”. Al cierre de esta columna, Valdemar parecía experimentar los efectos de un saludable trasplante de cerebro: “A veces uno pierde la serenidad que debe tener y por supuesto que si yo reconozco algo, lo reconozco, si hay que disculparse, ofrezco un disculpa…” “En el caso del señor Marcelo, no ha existido nunca un proceso de excomunión, yo nunca he usado en relación al señor Ebrard la palabra excomunión o que haya quedado fuera de la Iglesia…” No descarten que de un momento a otro Valdemar aplauda la despenalización del aborto y diga que es eso precisamente lo que la Iglesia siempre ha venido pidiendo.

Parece que la jerarquía eclesiástica estaba convencida de tener en las manos una bomba atómica y que cuando la arrojó sobre sus adversarios resultó que era sólo un peluche en forma de proyectil nuclear. Moraleja: la propia jerarquía se ha encargado de quitarle la seriedad que pudiera quedarle a la grave sanción; de ahora en adelante, una amenaza de excomunión es una payasada y una casa de los sustos de feria. Y aunque no soy creyente, se me viene en automático (algo así como latae sententiae, que le dicen a las cosas que ocurren solas) una expresión atávica: alabado sea Dios.