24.9.07

Efectos especiales



El bolsillo tiene razones que la estadística no entiende. En la tienda de barrio y en el supermercado, junto con los productos adquiridos, le regalan a uno la sospecha de que la autoridad maquilla las cifras y que en lo que va del calderonato los precios no se han incrementado en 4.2 por ciento sino en 15 o 20, o más. Pero hasta el dato oficial sería malo para un régimen al que no le basta la palabra economía para titular el capítulo correspondiente en su primer informe de gestión (“Estabilidad y Crecimiento Económico”, lo llama, así, con todas esas mayúsculas), y cuya redacción turbia pone de manifiesto una mala conciencia. Hay que leer ese pasaje, un asombroso rosario de alegatos, pucheros y confesiones a regañadientes acerca de la ineptitud económica del equipo de gobierno y sus malos resultados iniciales, particularmente en materia de empleo (contracción de 3.2 %) y alza de precios.

Felipe Calderón no sólo se ofertaba como el “presidente del empleo” sino también como el de la “mano firme”. El 2 de septiembre, en plan “promesa cumplida”, dijo que en los primeros nueve meses de su administración “se lograron cifras extraordinarias en cuanto a la erradicación de plantíos y decomisos de droga” y afirmó que “los operativos puestos en marcha han obligado al crimen organizado a replegarse en algunos casos y en otros los ha forzado a cambiar de estrategia, eso ha contribuido a reducir la violencia vinculada al narcotráfico”. Quién sabe si mentía de manera deliberada o si se dejó llevar por sus impresiones, de un optimismo admirable, y no leyó las resmas que él mismo había entregado, unas horas antes, en San Lázaro.

Apartado “Procuración e Impartición de Justicia”: si bien en comparación con el primer semestre del año pasado la incidencia delictiva decreció marginalmente en algunos rubros (portación de arma de fuego, -0.6%; delitos fiscales, -4.6%; violación, -3.1%; fraude y estafa, -2.4%; abuso de confianza, -2.2%; y “otros delitos del fuero común”, -1.3%), en los primeros seis meses de este año se incrementaron en forma escandalosa el secuestro (67%), los delitos contra la salud (91.5%) y “los relacionados con instituciones bancarias y de crédito” (46.1%). El robo creció sólo 9.1 %; los ilícitos cometidos por servidores públicos, 7.7%; los homicidios, 1.9%; las lesiones, 0.6%, y “otros delitos del fuero federal”, 12.7%. En total, medidos en términos de denuncias por cada 100 mil habitantes, éstos se incrementaron en 45.5 %, en tanto que los del fuero común lo hicieron en 2.1 %.

En el primer semestre de 2007 se erradicó 0.8 % más de sembradíos de mariguana que en el periodo correspondiente del año pasado, pero 25.6 % menos de cultivos de amapola, y en cifras globales la erradicación decreció 10.8 %. Los decomisos se incrementaron en los rubros de hoja de mariguana (28.8 %), goma de opio (533 %) y vehículos (88.9 %), pero decrecieron en semilla de mariguana (-35.3 %), cocaína (-76.2 %), heroína (13.1 %), sicotrópicos (-98.9 %) y laboratorios clandestinos (-76.5 %). Entre enero y junio del año pasado se detuvo a 8 mil 568 presuntos narcos, y en el periodo correspondiente de éste, los arrestados fueron seis mil 74, una reducción del 29.1 por ciento. El adobe no hace referencia específica al número de asesinatos vinculados al narcotráfico, pero un recuento de El Universal asegura que, sin incluir al DF y al Estado de México, van mil 908 en lo que va del año, 19 % más que los registrados entre enero y septiembre del año pasado.

Mienten los niños, los enamorados, los estafadores y los candidatos presidenciales. Los gobernantes, también, por supuesto, pero suelen ser sutiles y cuidadosos a la hora de adulterar la realidad: incluso los sectores de la población más necesitados de ilusiones –cómo se restregaban de gusto muchos clasemedieros con los embustes de Salinas sobre nuestro ingreso al Primer Mundo— agradecen que les tomen el pelo con un poquito de elegancia, y que el amasijo de látex y resortes no se note demasiado en los efectos especiales. Acompañado por sus intelectuales y líderes de opinión –pero qué necesidad, chatos, de sentirse cercanos al calorcito del poder—, el calderonato celebra sus victorias imaginarias día tras día. Por desgracia, lo que corre por el país en estos tiempos no es salsa catsup ni pintura roja, y la cifra de los derrames crece día a día.


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