29.12.98
Mensaje cósmico
En estos días en que el fin de milenio se viste de sabor a pavo, a romeritos y a partículas suspendidas, y cuando la incertidumbre material ante el año que viene pesa más que las nostalgias del que termina, la Jerarquía Espiritual y la Federación Galáctica se pusieron en contacto conmigo. A la cuenta de correo electrónico que aparece al final de este texto me llegó un comunicado suscrito por esas altas instancias en el que se informa a los habitantes de este planeta sobre cambios inminentes. El primero concierne al Sol y al sistema solar, y nos acerca a ''un encuentro real con la sección principal del cinturón de fotones''; el segundo implica ''alteraciones del cuerpo que afecta su sistema inmune y el establecimiento de su nuevo chakra del diafragma''; el tercero ''abarca los diversos campos de energía nuevos que se están estableciendo a través de este sector de la Galaxia''.
El comunicado explica que el Sol ''necesita ajustar a sus planetas internos y externos en una serie de frecuencias superiores''; que, en lo que respecta a la Tierra, tendremos un año solar de 360 días y un día exacto de 24 horas, y que para ello esta pelota tendrá que ''acelerar su velocidad de rotación y desarrollar una órbita unos pocos millones de millas más cerca de su Sol''.
Tras recordar que ''la zona nula tan delgada que rodea y protege su sistema solar se está rompiendo'', que ''la realidad es una ilusión muy bien construida'' que se origina en ''las sagradas intenciones del Espíritu junto con las elecciones del libre albedrío de sus diversos habitantes vivientes'' y que ''los principales mediadores son las órdenes sagradas de Ángeles físicos'', la Jerarquía Espiritual y la Federación Galáctica nos advierten que se aprestan a realizar algunos ajustes que afectarán, entre otros órganos, nuestros timos, nuestros sistemas endocrinos, nuestros sistemas linfáticos, nuestros hígados y nuestros riñones. Como consecuencia, padeceremos de ''dolores de cabeza repentinos, extrañas gripes, dolores en la parte superior del cuerpo o en la espalda baja, así como extrañas hinchazones, infecciones inusuales y mareos ocasionales''. Pero este sufrimiento es un precio realmente modesto, si se considera que la transformación nos llevará del estadio de ''parias galácticos'' al de Ángeles físicos completamente alados''.
El mensaje cósmico culmina con algunas admoniciones tranquilizadoras: el chakra del Diafragma ''guarda muchos miedos y presiones emocionales y mentales''; ''estén alerta de posibles dolores en sus tobillos y codos''; ''sean gentiles con ustedes mismos y entiendan la inmensidad de lo que está pasando''. Finalmente, el periodo de ajustes debe completarse ''en 19 Mol (enero 1¡, 1999)'', y es parte ''de la huella divina de Madre/Padre Dios para esta creación''.
Así sea, hermanitos; les deseo suerte y un feliz año. Espero, de todo corazón, que no se confundan demasiado en medio de esa ''ilusión muy bien construida'' de la realidad y que no terminen comiendo barbitúricos con puré de manzana, como aquellos otros que hace un par de años quisieron abordar el cometa de paso Hale-Bopp y acabaron desintegrándose en el muy terrestre panteón de San Diego. No vayan a descubrir, demasiado tarde, que su venturosa pertenencia a la Jerarquía Espiritual y a la Federación Galáctica sólo es producto de una condición humana lacerada por las orfandades múltiples (de salario, de perspectivas, de afecto y calidez, de sentido, de créditos, de paz, de certezas, de vínculos humanos y de futuro) que impregnan esta época.
Personalmente, declino con respeto su oferta de transformación en entidad alada y reivindico mi carácter de paria galáctico y huérfano cósmico, definición a veces dolorosa, pero que sobrellevo con la certeza de que en enero, y en febrero, y en marzo, y en las próximas décadas y en los próximos siglos, el Padre Sol y la Madre Tierra no variarán sus órbitas de modo perceptible. Si hay, en estos días, fluctuaciones que me preocupan y realmente me duelen, son las alzas de precios de los productos básicos, ante cuya evidencia no resulta fácil decir ''feliz año nuevo''.
pmiguel@virtualia.com.mx
22.12.98
De Monica a Bagdad
Aunque muy pocos, en Estados Unidos, lo saben, la ruina moral de la presidencia de William Clinton no se llama Monica, sino Bagdad. El liberal morigerado que fumaba mariguana sin inhalar el humo, el intérprete de saxofón, el hombre preocupado por el bienestar y la educación y la salud, el político promotor de los derechos humanos, cierra el año como un Nerón acosado y tan cobarde que ni siquiera se atreve a dar Roma a las llamas y opta por incendiar una ciudad ajena.
Bagdad después de las bombas: entre las imágenes navideñas de la televisión, entre los renos y las campanas y las carcajadas empalagosas de Santa Claus, se cuelan algunos adolescentes mutilados, hombres con el pellejo convertido en un chicharrón blando y desprendible, bebés silentes guardados en pequeñas cajas, tan pequeñas que pueden ser llevadas al cementerio en el interior de vehículos, como un pasajero más. Si hay deslices amorosos que deben ser pagados con sufrimiento (separación, melancolía, aborto, locura, suicidio), el de Bill & Monica ha puesto en la agenda mundial de fines del siglo XX (dc) la actualidad y la pertinencia de destruir Troya.
Habíamos amasado la ilusión de cerrar el milenio con reglas más humanas y civilizadas. La impotencia del rey, la infertilidad de la reina o la concupiscencia de uno u otro, o de ambos, habían sido borradas del catálogo de coartadas para la guerra; habían sido colocadas en el terreno de lo privado y proscritas de la cosa pública. Troya --pensábamos-- ya no sería arrasada nunca más por culpa de una pareja de cachondos. Pero en la temporada navideña nos ha reventado la evidencia de lo contrario, como un misil Tomahawk lanzado desde las capas más primitivas y arcaicas de la conducta: el reptil agresivo y ancestral se encuentra entre nosotros, va en el puesto de mando de un portaviones y está dispuesto a disparar en el momento en que siente amenazada su comida, su área de territorio, su silla de presidente.
Al mismo tiempo, la rabia y el pavor expresados en forma de bombardeo aéreo dan cuenta de su propia debilidad. El sátrapa de los iraquíes ha salido reforzado de la destrucción de sus cuarteles y de la red de agua potable. El hecho ha sacado a flote las divergencias, y aun las enemistades, que gravitan alrededor de la gran potencia mundial. Salvo algunas nucas rojas aisladas, poca gente, en la sociedad de Estados Unidos, se traga la agresión como una acción patriótica y necesaria.
En suma, ha sido un gesto cruel y seguramente inútil. Dejar sin piernas, sin falangetas o sin existencia a un puñado de iraquíes no cambiará nada de fondo en el desarrollo del motín de parlamentarios puritanos que habrá de destituir, o no, a este manojo de nervios que sigue presidiendo el país más poderoso del mundo.
Pero la enorme mayoría de los estadunidenses han visto partir los misiles con mucha menos aprensión que la empeñada al informarse de las eyaculaciones presidenciales en el Salón Oval, y eso deja a la luz otro aspecto del desastre moral en el que está sumida su nación.
8.12.98
Gorilas y neoliberales
En 1992 hubo sangre en el Palacio de Miraflores. El teniente coronel Hugo Chávez trató de tomarlo por asalto y varios muchachos anónimos y rasos fueron enviados al matadero. Hace mucho tiempo que fueron limpiadas las manchas del piso de mármol. El presidente al que se pretendía deponer fue destituido tiempo después, de todos modos, por decisión del Congreso, y el golpista pasó un par de años en la cárcel. Ahora, el presidente electo Hugo Chávez conseguirá entrar a ese edificio y aposentarse en él, gracias al voto del pueblo. Pero a la hora del triunfo, el domingo pasado, no tuvo una sola palabra de recuerdo para los infelices sin nombre que murieron, por culpa suya, hace ya seis años. El presidente electo de Venezuela es un señor que no me da confianza.
Ahora los escenarios democráticos latinoamericanos se han poblado de gorilas a la caza del sufragio. Efraín Ríos Montt, el presidente Hugo Bánzer, Lino Oviedo, entre otros --todos ellos de la más recalcitrante derecha--, dejaron el garrote en el armario y ejercen como líderes políticos. Faltaba, en la colección, un espécimen de izquierda, un golpista que tomara partido contra el neoliberalismo. Lo aportó Venezuela. Lo construyó la vacuidad, la frivolidad y la corrupción de la clase política venezolana, de donde no salió ninguna propuesta mejor que Hugo Chávez. Lo fabricó la aplicación a rajatabla, nacional y continental, de una estrategia económica concentradora, excluyente, empobrecedora, desestabilizadora.
Esa estrategia ha lesionado y agraviado tanto a nuestras sociedades, y a la venezolana en particular que, por oposición, un ensayo de cuartelazo en nombre de Bolívar, dirigido contra los ejecutores locales del neoliberalismo, generó simpatías masivas e instantáneas en el ámbito nacional y encandiló a no pocos sectores de la izquierda continental. Ese fue el capital político inicial del golpista. Supo administrarlo tan bien que ahora es el presidente electo Chávez.
Lo de menos son los costales de mentiras que el señor aventó sobre sus electores en estado de trance y su insistencia poco elegante en compararse con Bolívar, San Martín o Artigas, si no es que con el Che Guevara. Lo grave del caso es que se ha sentado un nuevo precedente, y en el club presidencial latinoamericano ya son dos los ex gorilas encorbatados que se sientan a la mesa de la democracia, además del encorbatado travestido de gorila que ocupa la silla peruana. Moraleja: los golpes de Estado sí pagan.
Los desposeídos de estos países han perdido sus sindicatos, han visto desmanteladas sus asociaciones agrarias y han visto fracasar, una tras otra, sus exasperaciones armadas. Ahora tienen, como único instrumento de expresión, de sanción y de existencia política, el sufragio. Pero cuando los ex cabecillas golpistas recurren a las urnas --y ganan, por añadidura-- el mecanismo del voto se debilita a sí mismo.
Total, si el candidato triunfante no funciona, o se equivoca, o se corrompe, es perfectamente natural que lo depongan con un movimiento de tropas, que retrocedamos medio siglo en las formas de hacer política y que nos olvidemos de cuántos muertos y cuántos exilios y cuántas vidas rotas ha costado establecer estas democracias perfumadas, corruptas, superficiales y excluyentes. Qué bien. De ahora en adelante, los gorilas vendrán en nuestro auxilio y nos salvarán de los neoliberales.
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