18.2.03

Los dientes de Condoleezza


El domingo a mediodía, en la página principal de CNN (en inglés), el sitio de honor estaba ocupado por una foto de Condoleezza Rice mostrando sus incisivos, sus caninos y hasta sus premolares en una mueca agresiva contra los millones de seres humanos que se manifestaron la víspera, en miles de ciudades del mundo, para repudiar la guerra que viene. La belicosa niñera del presidente George W. Bush en materia de seguridad nacional también exhibía su dentadura para emitir, en lenguaje oral articulado, la advertencia de que a la Casa Blanca le importan un pepino las disidencias antibélicas de gobiernos, sociedades y ciudadanos, y que seguirá adelante en sus preparativos de arrasamiento de Irak. Hasta allí, las muecas y las palabras vendrían siendo responsabilidad fundamental de la declarante. Pero si se acudía al sitio web de CNN en español, la información más destacada era una nota que desde el encabezado --“Irak se regocija con las protestas mundiales contra la guerra”-- dejaba caer una sugerencia soez: que los pacifistas del mundo son instrumentos útiles a la tiranía de Bagdad.

El texto de CNN empezaba diciendo: “La prensa iraquí, fuertemente controlada por el gobierno, dio este domingo una amplia cobertura a las manifestaciones por la paz realizadas la víspera en cerca de 600 ciudades de todo el mundo y afirmó que las protestas suponían una victoria de Irak y 'la derrota y aislamiento de Estados Unidos'”, para, a renglón seguido, enumerar ejemplos de distorsión periodística perpetrados por diarios y canales televisivos del país árabe, y para narrar las manifestaciones contra la guerra que tuvieron lugar allí. La nota remataba con dos párrafos publicitarios (no sé si pagados o gratuitos) en los que se ensalza el respeto del gobierno de Estados Unidos al derecho de manifestación y la determinación pacifista del mismo. Quien no haya leído con sus propios ojos esta porquería puede hacerlo en http:// cnnenespanol.com/2003/mundo/02/16/ iraq/index.html.

Desconozco si los medios iraquíes, “fuertemente controlados por el gobierno”, consignaron o no que las protestas mundiales no fueron precisamente expresiones de respaldo y simpatía a Saddam Hussein, sino, en su enorme mayoría --y con las previsibles excepciones de las manifestaciones palestinas, iraquíes y acaso jordanas-- tomas de distancia respecto al conflicto entre Washington y Bagdad, condenas al militarismo y al terrorismo y muestras de repudio a los medios de destrucción masiva en general. En todo caso, CNNenEspañol.com no lo hizo así en la nota de referencia; produjo, de esa forma, una muestra ejemplar de distorsión periodística y dio pie para que se reafirme la sospecha de que ese conglomerado informativo es, al gobierno de Washington, lo que el periódico Al-Jumhuriya al de Bagdad: vehículo de propaganda.

En contraste reconfortante con CNN y el resto de la basura periodística de Estados Unidos en la actual circunstancia, la BBC de Londres mantiene un servicio informativo en español equilibrado, ético y profesional (http://news.bbc.co. uk/hi/spanish/news/). En ese sitio, el domingo pasado también aparecían en exhibición fotográfica los dientes agresivos de la señora Rice pero, a diferencia de lo que ocurre con la cadena estadunidense, el contexto informativo de la BBC no forma parte de la dentadura, ni muerde a los lectores.

11.2.03

El Hach


La peregrinación a lugares santos es un hábito que muchas religiones prescriben a sus fieles y tal vez sea una forma discreta y sutil de obedecer a los genes que los humanos tenemos en común con las focas de Groenlandia, los salmones y las mariposas monarcas, entre otras especies de animales dotados de hábitos migratorios regulares. También es una vía para inducir sentido de comunidad entre los fieles --no hay que olvidar que los curas católicos emplean sin rubor el término rebaño--, quienes, una vez reunidos en el punto de encuentro, pueden librarse a toda suerte de prácticas gregarias.

Desde ayer, y por lo menos hasta que Occidente celebre el día de San Valentín, se encuentran en La Meca algo así como 2 millones de musulmanes --medio millón de saudiárabes y millón y medio de extranjeros-- en cumplimiento de una peregrinación, El Hach, quinto pilar de la fe mahometana, el viaje a los terruños del Profeta que todo perteneciente a su religión debe emprender al menos una vez en su vida.

Para algunos musulmanes ese periplo de motivaciones espirituales es también una oportunidad de hacer algún dinero. El año pasado, la BBC relató, en el reportaje titulado El negocio de la peregrinación, las peripecias de una familia procedente de Daguestán que ha viajado a La Meca, en automóvil, en varias ocasiones (http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_1879000/1879157.stm). En su recorrido de dos meses pasan necesariamente por Azerbaiján, Irán, Irak, Siria y Jordania, donde van vendiendo las alfombras, las muñecas, las espadas y los objetos de cristalería traídos de casa. Antes de volver a casa cargan sus vehículos con otros productos que irán mercando por la ruta inversa.

En años anteriores, esta reunión de la Ummah ha tenido desenlaces sangrientos, ya fuera por la corrupción que aflora cuando miles de personas se trasladan de un lugar a otro, por el analfabetismo de las autoridades sauditas en materia de manejo de multitudes, por las fracturas milenarias del Islam o, simplemente, porque en La Meca hace calor y los ánimos se incendian con facilidad. En febrero del año pasado no ocurrió nada especial en esa ciudad sagrada, pero en Kabul el ministro del gobierno interino que Washington acababa de imponer allí --Abdul Rahman-- fue linchado en el aeropuerto por miles de peregrinos a quienes enfureció el retraso de vuelos hacia Arabia Saudita. En 2001 decenas de personas murieron apachurradas durante el ritual de La Lapidación de Satán, que se realiza en los tres pilares conocidos como Jamrahs, cerca de La Meca. Tres años antes, 118 fieles perecieron en una estampida; el año anterior un incendio mató a 343 peregrinos, y en 1987 una confrontación entre chiítas iraníes y sunitas locales dejó cuatro centenares de cadáveres en las explanadas de La Meca.

Este año las conmemoraciones del Hach son más ominosas que nunca para la Ummah, porque está en vísperas de perder a una parte de sus fieles iraquíes, y para la humanidad en general, la cual verá reducida su membresía a causa de la guerra. Por estos días, los mahometanos que se dan cita en La Meca podrán ver, como señales nefastas de anunciación, las estelas de vapor que dejan los aviones F-15 Eagle y Tornado (producidos por los cristianos Estados Unidos e Inglaterra, respectivamente). Esos pájaros supersónicos patrullan ahora los cielos de Arabia Saudita, en prevención innecesaria de la conflagración inminente en el país vecino, y como enésima prueba de que los jeques saudiárabes tienen, dirían en la Bondojo, un poco más de uleros que de ulemas.

4.2.03

Señal ominosa


Ciertos iraquíes patrioteros y más de algún islámico despistado y fundamentalista dieron saltitos de alegría cuando se enteraron que el transbordador Columbia se había desintegrado en el cielo de Texas mientras traía de regreso al planeta a dos anglosajones, un negro, dos mujeres y un judío: el viejo cacharro espacial se puso a hervir, en su reingreso a la atmósfera, para convertirse en una versión macabra del melting pot en el que se fundieron las razas, sexos, religiones y culturas que venían de su representación orbital. Hay que tener compasión y simpatía para con esos trabajadores migrantes que, momentos antes de la destrucción del vehículo, pudieron imaginar sus cartílagos, sus huesos, sus nervios y sus uñas, esparcidos por cientos de kilómetros de llanura texana, fertilizando cruceros, centros comerciales, escuelas primarias y jardines traseros de domicilios privados. No tengo ningún indicio específico de la existencia de Alá, pero si la respuesta a este dilema eterno es afirmativa, cabría suponerlo consternado ante sus siete criaturas achicharradas en los fuegos fatuos de la alta atmósfera, y no radiante de felicidad por esa tragedia.

Pero el Columbia no era únicamente el refugio que protegía a siete organismos humanos, frágiles y variopintos, de las radiaciones nocivas, las temperaturas extremas y la baja presión del espacio. Su significación iba más allá de una maquinaria de epopeya y miles de millones de dólares. En el terreno de lo simbólico, ese transbordador era uno de los falos predilectos del machismo oficial estadunidense y un orgullo central del multitudinario reptil político que ahora se empeña en provocar, en miles de organismos iraquíes, daños similares a los sufridos por los siete cuerpos que se dispersaron, en la mañana del sábado, en el cielo de Texas.

Aunque haya que distinguir entre la investigación espacial y la disputa por el petróleo y por los agravios dinásticos entre los Bush y los Hussein, y aunque la tragedia del transbordador no parezca ser una obra piadosa de Alá, sino el producto de un error humano o de un fallo mecánico, el arañazo de estelas de humo en que se convirtió el Columbia es una señal ominosa en los días que corren. Ominosa, sí, pero ¿para quién?

¿Para los accionistas del petróleo, los armamentos y los medios informativos que necesitan la guerra o para los escolapios, las agricultoras, los farmacéuticos y los contadores iraquíes a los que el presidente de Estados Unidos se empeña en asesinar? ¿Para los políticos crédulos de Washington que realmente se tragan el cuento de la “amenaza terrorista” procedente de Bagdad o para los que vivimos con el Jesús --o el Mahoma-- en la boca y la náusea de la preguerra incubada en el esófago? ¿Para papá Bush, su primogénito trepanado y sus contrapartes iraquíes --el otro asesino y el otro hijo predilecto-- o para quienes entienden que la confrontación bélica no puede acabar bien, en ninguna circunstancia?

Si la guerra viene la perderemos todos, y los siete fallecidos del Columbia habrán tenido, al menos, la fortuna de no presenciarla. Y si logramos eludirla, las estelas de humo en el cielo matutino de Texas serán recordadas por algunos como una evocación del paso de los ángeles.