28.2.10

Violencia de Estado
(fragmento)

Foto enviada por Yuri Valecillo

Carlos Montemayor
*

... En la violencia de Estado hay espacios oficiales que poseen mecanismos propios y recurrentes. A nivel policial y militar destaca la creación y continuidad de comandos de elite como fuerzas de choque para enfrentar movimientos populares no armados. A nivel procesal, la acción coordinada del Ministerio Público y de los jueces que obvian procedimientos legales para acusar, castigar y resolver de manera expedita e injusta.

En la desaparición forzada, la aquiescencia de autoridades políticas, militares, policiales y judiciales a nivel municipal, estatal y federal.

Podemos hablar de la violencia de Estado en movimientos de inconformidad social cuando la procuración e impartición de justicia, y aun la legislación, concurren con la represión policial o militar desde el arresto de líderes y represión indiscriminada, hasta masacres y desapariciones forzadas. Tal violencia puede describirse vía las acciones específicas y propias de cuerpos policiacos, contingentes militares, manipulaciones procesales, sentencias de jueces sin fundamento legal suficiente, o el crimen de Estado que caracteriza de manera central esta violencia: las desapariciones forzadas.

Revisemos algunos casos de esta urdimbre letal en diversos movimientos del México del siglo XX. Primero, los operativos de allanamientos ilegales multitudinarios de pequeños poblados o barrios, con daños y despojos indiscriminados y arrestos colectivos sin sustento legal. He descrito ampliamente estos operativos, con todas sus secuelas, en mi novela Guerra en el paraíso. Son las tácticas militares donde se originaron las desapariciones forzosas y los asesinatos de centenares de campesinos en el estado de Guerrero durante la guerra sucia de los años 70. La guerra sucia en Sudáfrica, Argentina, Uruguay, Chile, Vietnam, Guatemala, en cualquier país, hubiera sido imposible sin estos operativos que en las primeras horas del amanecer ensangrentaron aldeas y barrios enteros.

Este modus operandi continental sigue tomándose en cuenta en México como recurso oportuno. Así ocurrió hace pocos años en una zona rural cercana a la ciudad de México. El 23 de mayo del año 2007, Amnistía Internacional, sección México, encabezada por Liliana Velásquez, presentó el capítulo dedicado a nuestro país de su Informe 2007, donde se señalaba en cuanto al operativo policiaco efectuado el 3 de mayo de 2006 en San Salvador Atenco, que "la policía utilizó gas lacrimógeno y armas de fuego contra miembros de la comunidad y detuvo, durante los días que duró la operación, a 211 personas, muchas de las cuales fueron reiteradamente golpeadas y torturadas mientras se les trasladaba a la prisión". Apuntó que de las 47 mujeres que fueron detenidas y llevadas a la cárcel, "al menos 26 de ellas denunciaron ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) que fueron objeto de agresión sexual o violación de policías. Al finalizar el año, sólo se habían fincado cargos menores contra uno de los agresores".

En el mismo mes de la agresión expliqué en estas páginas de La Jornada el procedimiento complejo que se había aplicado esa madrugada del 3 de mayo del año 2006. Gran parte de la eficacia de estos cateos ilegales en las primeras horas del amanecer y en pequeñas aldeas o en pequeños barrios, y sus secuelas de daños derivan de lo inesperado del operativo mismo y de la contundente y visible superioridad de las armas sobre familias inermes. El armamento es intimidatorio desde los retenes que cercan el territorio y bloquean entradas y salidas de la aldea o del barrio; después, en los comandos de elite que penetran en domicilios para acentuar la sorpresa y para evidenciar la superioridad de su fuerza.

Los contingentes militares o policiales penetran en todas las habitaciones de las casas para detectar rápidamente armas, equipos, pertrechos, alimentos, propaganda o dinero. A estos detalles técnicos y tácticos se debe la imposibilidad de distinguir entre el robo, el despojo, la destrucción indiscriminada y lo que esos elementos y sus jefes quisieran que víctimas y analistas llamáramos solamente "inspección". La secuela de devastación, robo y ultraje es connatural a la inspección y a la aprehensión multitudinaria.

Un mecanismo esencial de tal tipo de operativos deriva de su naturaleza táctica: la imposibilidad de que sea una acción improvisada. Se trata de un operativo que no puede surgir por azar: requiere de planificación anticipada. Segundo, es resultado de una coordinación de varios sectores administrativos y políticos. O sea, precisan de la anuencia, coordinación o disposición de poderes municipales, estatales y federales; de agentes del Ministerio Público Federal, de jueces, de servicios médicos, de fuerzas complementarias y de autoridades carcelarias.

Esta coordinación multisectorial tampoco puede ser improvisada inopinadamente.

Un aspecto más deriva de los dos anteriores: no son operativos de alto riesgo militar ni policiaco, pues la sorpresa y la superioridad de armamento, más los estudios previos para su aplicación en las zonas ya vigiladas y analizadas, no suponen una resistencia peligrosa ni real. Son operativos de amedrentamiento y sometimiento inmediato. Pero lo notable de éstos es su alto riesgo político. El mensaje social que operativos así encarnan es de tal magnitud que no pueden aplicarse sin un mandato de las autoridades políticas. Es recurrente en la historia de este tipo de acciones el mecanismo retórico para deslindar a la autoridad política de la autoridad policiaca o militar.

Esto explica y torna necesaria una coordinación más: la de los medios informativos. Es muy útil el silencio, la complicidad e incluso la distorsión generada por televisión, radio y prensa escrita.

Esta coordinación multisectorial demuestra que se trata de una decisión de Estado y no de la violencia impulsada por una aislada decisión administrativa.

________________________
* La gentil Conny Arias envía este fragmento por email, y dice: "Me parece que el mejor homenaje que podemos rendir a Carlos Montemayor es difundiendo su último trabajo VIOLENCIA DE ESTADO que será publicado el 2 de marzo 2010." Estoy plenamente de acuerdo con ella.

Adiós, Montemayor


Cuántas orfandades vamos a vivir.

25.2.10

El último suspiro
del Conquistador / XXV


Jacinta se sintió anonadada por el dato de su anónimo correspondiente: si era cierto que los tapones de corcho no existían en tiempos de Cortés, ¿era auténtico su frasco? ¿Podía quedar en él algo así como la traza del alma del Conquistador? No pudo seguir leyendo el texto del mensaje. La luz de la mañana siguiente la encontró ojerosa, despeinada y con la boca pastosa, inclinada sobre la pantalla de su computadora, coleccionando cuanto dato histórico había en la red sobre los usos del corcho, los tapones fabricados con ese material y los frascos de vidrio soplado.

* * *

Conforme iba de tianguis en tianguis y de pueblo en pueblo, Rufina adquiría conciencia de ser víctima de un equívoco mayor: se sentía mujer, pero tenía cuerpo de hombre. Tal vez había sido esa incongruencia la que lo había llevado a comprar y a leer, una y otra vez, un manual de brujería titulado Devolver el alma al cuerpo, un pequeño tomo que llevaba siempre consigo, junto con sus vestimentas de ambos géneros. Aprendió a pregonar medicinas milagrosas que curaban el cáncer, las várices y la locura, destapadores de tuberías que actuaban en treinta segundos, afiladores inventados en la NASA, veladoras incandescentes que operaban a base de energía solar, y hasta trapos para cocina con bonitos estampados a cinco por el precio de tres, la oferta, la promoción.

Trabajaba para las redes de distribución de baratijas de contrabando que dependen de la Aduana de Veracruz y que extienden sus tentáculos hasta la otra costa, en Michoacán y Guerrero. Al levantarse el tianguis, por la tarde, pasaba a buscarlo el encargado. Hacían corte de caja de productos vendidos, dañados y sobrantes, Rufino recibía su comisión y los datos para ponerse en contacto con el encargado de la localidad siguiente. Esa misma tarde tomaba un autobús, partía al siguiente destino, se hospedaba en un refugio de mala muerte, con tres camas por habitación, y a la mañana siguiente, muy temprano, llamaba por teléfono, desde un aparato público, al encargado. Recibía un lote de mercancía cualquiera, junto con una instrucción básica para anunciarla, se le asignaba un sitio en el tianguis y pasaba las horas siguientes gritando la maravillosa oferta, se va a llevar, sólo por esta vez, en una promoción, en una oferta. Después del mediodía se tomaba un pequeño descanso para comer algo en algún puesto del mercado y seguía en la venta hasta las cinco o seis de la tarde, hasta que pasaba el encargado para hacer el corte. Y vuelta a empezar: a la estación de autobuses, a otra localidad, a un hotelucho miserable, a otro encargado, a otra promoción, una oportunidad, se va a llevar.

No debía quedarse dos días seguidos en un sitio porque no tardarían en aparecer clientes defraudados por la mala calidad y las virtudes inexistentes del producto comprado. Así recorrió la costa, desde Coatzacoalcos hasta Alvarado, pasando por los Tuxtlas; en esas subió a Tlalixcoyan, volvió a bajar a Antón Lizardo, conoció el puerto de Veracruz, trabajó en Paso de Ovejas y Cardel; con ese oficio viajó hacia el norte, a Vega de Alatorre, a Nautla, a Tecolutla y Gutiérrez Zamora; en la venta de baratijas llegó hasta Cazones y volvió al sur por Poza Rica, Papantla, Martínez de la Torre, Tlapacoyan... Solitaria, vestida del hombre que no era, aunque lo fuera, sin poder vestir los atuendos femeninos que iba adquiriendo a cuentagotas y atesorando en las dos cajas de cartón que hacían su equipaje. Hasta que un día, en Altotonga, conoció a su primer amor.

* * *

En París, en la vivienda del colombiano Evaristo Terré, Andrés olvidó por un momento sus tormentos de amor y se concentró en el puente inverosímil que su anfitrión construía entre la física y la metafísica.

–Olvide por un momento sus ideas de científico, pues –decía Evaristo–.Úsalas para imaginar cómo podría ser la estructura física del alma.

–Un compuesto; un elemento desconocido; un estado de la materia –enumeró Andrés, dando palos de ciego.

–A ver, Andrés: ¿Qué es la conciencia, según vos?

Terré transitaba en forma arbitraria del usted al tú y de éste al vos, y Andrés se preguntaba cómo podía manejar tantas conjugaciones al mismo tiempo sin confundirse.

–No sé. Tú dime.

–Pues el conjunto de interacciones químicas y electroquímicas que tienen lugar en el sistema nervioso de un individuo. Ahora imagínese que ese conjunto pudiera replicarse, así como usted copia el disco duro de su computador en otro disco duro: podés hacerlo, en teoría, y si lo hacés, podés tener el alma de un fulano metida en un frasco, y enchufársela a otro hardware el día que se ofrezca. ¿Verdad?

–Sí –concedió el mexicano.

–Ahí tiene, pues, m'ijo –remató Terré–: la idea de su novia tal vez no sea tan disparatada, y en una de esas hasta puede ser cierto que tiene a Almagro metido en una botella.

–No es Almagro, es Cortés –dijo Andrés, exasperado por las distracciones de su interlocutor.

* * *

Cuando llegó a la bodega donde Don Rufina se fermentaba, Sánchez Lora echó un vistazo al cuerpo y decidió que de él no iba a sacar mucha información. Le pareció que, en todo caso, podría encontrar algo en los objetos y documentos. Se dirigió directamente al comandante de la policía, al que conocía bien, lo saludó y le pidió un favor:

–Manito, en esta historia tengo un interés especial. Me gustaría acompañar a los ministerios públicos en el reconocimiento del sitio.

–Usted, haga su chamba –respondió su interlocutor, con severidad fingida, y Sánchez Lora interpretó bien el significado de complicidad del gesto. Pidió a Pérez y a Manrique que se hicieran cargo de levantar el cuerpo y se puso a deambular por el local, tragándose con los ojos cuanto detalle observaba. Sus compañeros de oficio pensaron que Sánchez Lora no quería tomar parte en la diligencia debido al estado de putrefacción del cadáver, y Pérez le espetó:

–A ti no te gusta joderte con los que jieden, ¿verdad?

Pero el aludido no hizo caso a la observación ni a las risas que la siguieron. Siguió a los encargados de la investigación sin obstaculizar su trabajo. Uno de los ministerios públicos abrió el único cajón de un escritorio escolar en el que Don Rufina se sentaba a hacer cuentas y del mueble salieron papeles y una tira de retratos tomada por alguna máquina tragamonedas.

–A ver, pérame tantito, déjame ver esa foto –pidió al funcionario que se aprestaba a meterla en una caja de cartón. Éste concedió y aproximó las fotos a la vista de Sánchez Lora. El médico forense observó dos rostros: uno era el de la víctima, no cabía duda: ese hombre al final de la cuarentena, sonriente y beatífico, tenía la misma estructura facial y eran los mismo rasgos varoniles, embozados por una capa de maquillaje, del cadáver yacente a unos metros. En sus años de servicio, Sánchez Lora había aprendido a descontar mentalmente las deformaciones que la muerte produce en una cara, o bien, las que el movimiento de la vida imprime en un rostro inerte. Sabía perfectamente cuáles músculos del rostro sucumben a la flacidez del fallecimiento, cuáles se delinean por efecto de la cadaverina, qué zonas faciales se abultan a consecuencia de los gases y la acción bacteriana. Y el otro personaje de la foto... Esa cara afilada... Los arcos ciliares casi rectilíneos... El cutis cetrino... Los labios delgadísimos... El forense sentía cierta familiaridad con los rasgos, vistos en forma aislada, pero no podía ensamblarlos con ningún recuerdo específico. De golpe supo por qué: él había visto esa cara, pero la había visto separada en varios pedazos. Entonces comprendió:

–¡Este es el aplastado que recogimos el otro día!

(Continuará)

24.2.10

Otra armonía imitativa


(Paráfrasis al poema “Posibilidades
de Wislawa Szymborska)

Prefiero la buena fe
al laberinto de las conspiraciones.

Prefiero la oportunidad desvanecida
a la insistencia acosadora.

Prefiero la puerta al muro.

Prefiero dar gusto a defraudar.
Prefiero la curiosidad al fastidio.
Prefiero las manos abiertas a los pies de plomo.

Prefiero la confianza a la astucia.
Prefiero Ovidio a Laclos.
Prefiero la ternura basta a la frialdad educada.

Prefiero la equivocación a la comodidad.
Prefiero la vida al juego de la vida.
Prefiero inventar para poblar la nada
a dejar que la nada se desarrolle sola.

Prefiero dar la cara, si se puede,
a un seudónimo resplandeciente.

Prefiero una pista de aterrizaje
a la leyenda de un avión fantasma.

Prefiero ser uno
a dos que administran su soledad
y prefiero ser dos a ser ninguno.

23.2.10

Regeneración # 3

Edición de marzo

Partidos


Problema: los partidos siguen siendo indispensables pero, en el marco actual de su relación con el poder público, no tienen remedio; no, al menos, si se les deja librados a su propia capacidad de autorregenerarse, que es nula.

No hay mucho qué decir de los dos principales, instrumentos del poder empresarial, mediático y delictivo que secuestró —por medio de ellos— a las instituciones y que, desde el salinato, fraguó una alianza fáctica de cogobierno y alternancia que se mantiene vigente; veamos, si no, la inmundicia pactada en lo oscurito (y que acabó saliendo a la luz pública) entre el secretario de Gobernación y el tricolor: aprobación de presupuestos depredadores a cambio de ventajas electorales. La sociedad tampoco puede esperar que la franquicia dizque “ecologista” o el brazo electoral de la mafia elbista sean factores de democratización real.

Los tres institutos políticos de izquierda se encuentran, por su parte, en una condición trágica: son, en ocasiones y localidades determinadas, factores de ejercicio democrático, pero en otras actúan como instrumentos al servicio de sus propias burocracias, cuando no, y de manera abierta, a la orden de autoridades acanalladas.

Tal es el contexto en el que se desarrollan las alianzas o los conatos de alianzas perredistas y petistas con Acción Nacional —un partido que hace ya un buen par de décadas perdió su esencia de oposición democratizadora (así fuera de derecha) y se convirtió en uno más de los aparatos oligárquicos y autoritarios que sostienen al régimen político de siempre— o con el PRI, hoy despojado de ideología y reducido a gestor de promontorios de corrupción y control social.


Esos y otros devaneos, exasperantes y desalentadores, no sólo se explican por la acción de intereses individuales de los dirigentes, sino también, y principalmente, por un factor de identidad entre las burocracias de todas las organizaciones partidistas y del conjunto de la clase política. Esa identidad llega a un grado de solidaridad gremial que pasa por encima del sentido mismo de los partidos como representantes de la diversidad social y por encima de la voluntad de los electores. Tales burocracias no miden su éxito en función de su capacidad para transformar la realidad, sino en la escala de los recursos que logran allegarse vía el presupuesto de prerrogativas electorales; los espacios de poder que obtienen no los ven como correspondientes a la causa o a la organización, sino como peldaños de carreras políticas y administrativas personales.

Por supuesto, quienes razonan como si viviéramos en Finlandia no consideran esa distorsión, nugatoria de las permisas básicas de la democracia, y repiten a coro que ni modo, que así son las cosas, que éste es el menos peor de los mundos institucionales posibles y que esos son los partidos que la ciudadanía se merece; “¿O qué? ¿Pretendes cambiar el país a balazos?” Qué chantaje con nivel de posdoctorado.

Sí: con o sin candidaturas ciudadanas, los partidos seguirán siendo, en el futuro previsible, y en tanto el régimen no termine de desestabilizarse a sí mismo, inevitables como cauces de acceso a puestos de representación popular y, por ello, como instrumentos de transformación social.

Los movimientos sociales dispuestos a jugarse en la vía electoral tienen ante sí exigencias desmesuradas, porque no sólo deben construir y consolidar liderazgos susceptibles de volverse candidaturas triunfantes sino que, además, deben vigilar el voto, la urna, el conteo y el cómputo, e imaginar movilizaciones capaces de neutralizar los atracos electorales: si el poder puede hacer fraude, lo hará, dice esa suerte de Cofipe Murphy no reconocido pero evidenciado en un hecho trágico: dos presidencias espurias y usurpadoras (1988 y 2006) se han conformado de esa manera en menos de dos décadas.


Ahora resulta, además, que hay que organizarse al margen de los partidos para, en tiempos electorales, negociar con ellos el registro de candidaturas. El desafío es enorme, pero no hay otra manera de incidir en forma perdurable en la vida política formal: sin abandonar la movilización, hay que imponerles a los partidos –a todos: son básicamente iguales– el poder del sufragio organizado al margen de ellos. Que se queden los administradores partidistas con registros y presupuestos, pero que nos permitan llevar un poco de representación ciudadana real a lo que queda de las instituciones.

A la postre, lo harán (porque sin los electores pierden porcentajes de votación y grandes sumas de dinero), a condición de que los movimientos sociales mantengan su independencia y sean capaces de generar organizaciones de votantes muy disciplinadas; en tanto se consiga orientar el sufragio en la fidelidad a las causas y no a las siglas.

22.2.10

AMLO y Adolfo Hellmund,
sobre cambio de modelo

Urgente

Comunicado desde la División Necaxa del Sindicato Mexicano de Electricistas

Nuevo Necaxa, Puebla, a 21 de febrero de 2010

Comunicado desde la División Necaxa del Sindicato Mexicano de Electricistas

La clase obrera y el pueblo de México se manifiestan en contra del atropello que ha sufrido el compañero Domingo Aguilar; Subsecretario General del SME, División Necaxa, el día 21 de febrero 2010, en la Ciudad de Puebla, en donde fue detenido por autoridades federales.

En estos momentos se encuentra privado de su libertad en el Penal de San Miguel.

¡Exigimos su pronta liberación.
No permitiremos más presos políticos!


*************************************

ACTUALIZACIÓNDEL 22 DE FEBRERO, 17:00 HORAS:

Fernando Amezcua, Srio. del Exterior del SME, informa que la liberación de Domingo Aguilar es inminente. Información de Twitter indica que fue desechada la acusación de "robo a la nación" y que se le acusa ahora de robo simple, por lo que tiene derecho a libertad bajo fianza.

21.2.10

Bienvenido,
Presidente
Evo Morales

Coyoacán, DF, 21 de febrero de 2010: Evo Morales recibe el bastón de
mando que perteneció al último Calpuleque de Morelos: Emiliano Zapata


Discurso aleccionador, inteligente, emotivo, con sentido del humor y una demoledora pureza de espíritu. Más asistencia de lo que nadie habría esperado; énfasis indígena a lo largo de todo el acto; confluencia de repudios al calderonato y al régimen oligárquico; ilustrativa, la rechifla que se llevó ese jefe delegacional, de cuyo nombre no quiero acordarme, y de verbo priísta hasta la médula, cuando intentó usar la presencia del aymara como trampolín para su propia, pequeña, mezquina carrera burocrática. Está visto: este país requiere y merece una renovación de la política como la que está teniendo lugar en Bolivia.



20.2.10

Catástrofe en el
Valle de México


Calderón mató a la empresa
de luz y electricidad;
con tal imbecilidad
a la ciudad dejó presa
de una tormenta muy gruesa
que muy pronto nos cayó:
el viento sopló y sopló,
tirando cables y postes
con unos muy altos costes
pues la urbe se apagó.

Antes, si un transformador
echaba chispas muy feo,
llegaba en un parpadeo
a repararlo un señor:
ese era el trabajador
decidido y laborioso
que en un gesto rencoroso
fue lanzado al desempleo
por el afán de saqueo
de este títere rabioso.

Y entre aquellos vientos fríos,
y sin electricidad,
estaba la gran ciudad
con los tinacos vacíos;
se hicieron los grandes líos
en transporte y producción,
mientras Lozano Alarcón
siendo la desdicha tanta,
se alumbraba con la planta
de su jefe Calderón.

La desgracia no se acaba,
pues si agua potable no hay,
con las aguas negras, ¡ay!,
el oriente se inundaba;
Calderón no calculaba
—¿no calculaba, en verdad?—
que sin electricidad
no hay forma de que trabaje
el bombeo del drenaje
y se inunda la ciudad.

Sin líquido en sus tinacos
se queda todo el oriente
y un líquido pestilente
le llega hasta los sobacos;
“¡pues que se ahoguen los nacos!”,
Peña Nieto pensará,
pero el pueblo le dirá,
—la gente ya no se calla—
que con esas aguas vaya
a bañar a su mamá.

Y como el pueblo salía
a la calle, a protestar,
el copetón, sin dudar,
aventó a la policía.
Pero ocurrió que ese día
no todo salió tan mal
pues allí llegó al final,
chapoteando entre las ondas
de aquellas aguas hediondas,
su ambición presidencial.

Con ánimo de ayudar,
los buenos electricistas
se apuntaban en las listas
para salir a chambear
pero la vino a regar
un inepto funcionario:
ese que era secretario
dizque de Gobernación,
rechazó la operación
con un ánimo sectario.

La gente de Chalco y Neza,
la gente de El Arenal,
la está pasando muy mal
pues destruyeron la empresa
eléctrica, y sólo empieza
el desastre a despuntar,
que si hemos de tolerar
la gandallez del gobierno,
en un pantanoso infierno
nos habremos de ahogar.

Pensando que liquidaba
al obrero electricista,
este régimen fascista
a la ciudad inundaba.
Tu atrocidad que no acaba,
usurpador presidente,
para ti no es conveniente
porque, dicho literal,
de toda esta agua fecal
te has ganado la patente.

18.2.10

El último suspiro
del Conquistador / XXIV


Esa misma noche, al regresar de la lonchería, Rufino hubo de desalojar el cuarto que había ocupado durante meses en el fondo del patio de la casa de La Seño. A pesar de las jornadas de trabajo larguísimas, allí había tenido paz y refugio, y entre lágrimas silenciosas empacó sus pocas pertenencias en dos cajas de cartón. En los años siguientes, deambuló por la Sierra Norte, de allí se fue al Totonacapan y luego emigró a los campos de Chicontepec.

Iba de tianguis en tianguis, cargaba bultos a cambio de unas monedas, dormía donde podía y comía los sobrantes de los puestos de alimentos. A otros muchachos, esa vida implacable y dura los habría hecho hombres, pero en ella Rufino se hizo mujer. Rehuyó en forma sistemática las cofradías de los varones y buscó aproximarse, en cambio, a las redes femeninas. En un principio, era recibido con desconfianza, pero cuando veían que no había en él ningún propósito de seducción ni de sujeción, las mujeres lo aceptaban como una más entre ellas y terminaban por aceptarlo. Por observación, Rufino aprendió las leyes tenues y tácitas de la solidaridad y la rivalidad entre las de su género y descubrió en sí mismo los mecanismos que impulsaban la conducta de las otras.

Un buen día, cuando un comerciante de legumbres le preguntó cómo se llamaba, Rufino respondió sin pensarlo: “Rufina”.

* * *

Había muchos escombros. Había suciedad y charcos de sangre seca por todas partes. Había huellas de fuego extinto. Había agonizantes abandonados que dialogaban con su propio dolor en una lengua áspera y dulce al mismo tiempo. Había cuerpos hinchados, sostenidos en posturas y equilibrios insólitos por la rigidez de la muerte. Recorrió los espacios de la urbe no con el paso altivo de un conquistador triunfante sino con la mirada baja y un perol de remordimientos hirviéndole en el pecho.

Comparó las imágenes del trayecto con el recuerdo deslumbrante de una ciudad blanca y altiva que lo había recibido en son de paz y con la sumisión angustiada de su Tlatoani. Aquella primera vez que paseó la mirada virgen por Tenochtitlan (el orden imponente de sus construcciones, la regularidad de los muros blancos con acentos ocres, turquesas y amarillos), experimentó el desconcierto de encontrarse con una escena de tiempos venideros. Y meses y fatigas incontables después, merodeaba con vergüenza entre las ruinas de la belleza destruida. “¿Para qué?”, se preguntó a sí mismo, y se respondió: “Por miedo al Paraíso”.

* * *

Sánchez Lora pidió en su trabajo una licencia por cinco días. En los dos primeros no vio televisión. Los pasó revisando los periódicos atrasados para hacerse un panorama mental de los hechos delictivos ocurridos en el Primer Cuadro de la ciudad el día preciso que le tocó levantar los restos de un infeliz que había sido apachurrado por la caída de una estatua en la calle de República de El Salvador, a unos metros de Pino Suárez. Tal vez de esa manera podría dar con la identidad del muerto, cuyos pedazos fueron presentados por el gobierno federal como los de un connotado y peligroso narcotraficante.

Sánchez Lora había aprendido, en sus años de servicio, que una muerte violenta raras veces constituye un hecho aislado; por lo general, es la culminación de una cadena de infracciones menores y puede ser el punto de partida de un nuevo ciclo de delitos. Pero no halló nada que llamara su atención: la única información relevante del Centro Histórico que consignaban los vespertinos de ese día y los matutinos del siguiente era la fortísima e inexplicada ventisca que se abatió sobre la zona y que causó destrozos en esa esquina.

El tercer día, muy temprano, Sánchez Lora leyó en el periódico que, en Ciudad Juárez, quince muchachos que asistían a una fiesta habían sido ejecutados por un comando armado. Se sintió asqueado, le pareció estúpido jugar al detective en un país a cuyas autoridades les importa un carajo la vida de la gente y decidió reincorporarse al trabajo antes de lo previsto. A las ocho de la mañana ya estaba en la agencia. A eso de las diez apareció Manrique con una orden de trabajo para realizar el levantamiento de un cuerpo en un local del mercado de La Lagunilla.

–Mala pata, compadre –dijo Manrique–. Parece que nos va a tocar un fermentado.

* * *

–Bernal consigna –dijo la arqueóloga Diana al grupito de visitantes que tenía la fortuna de escucharla, en uno de los andadores metálicos que serpentean entre las ruinas del sitio – que el Templo de Tláloc tenía 127 escalones desde la base hasta la cúspide; si medimos uno de los escalones que quedan y multiplicamos la medida por ese número, tenemos que la plataforma superior de la construcción se alzaba a una altura semejante a la que tiene actualmente el campanario de Catedral.

* * *

El almero Tomás escuchó, de labios de El Negre, el procedimiento kikongo utilizado para despojar del alma a una persona: se prepara, en forma ritual, dos sustancias distintas: la primera se hace a base de extractos de plantas y la segunda, con sangre de animales. Mediante engaños, se consigue que la víctima ingiera un poco de la primera, lo que la lleva, en cuestión de horas, a la muerte; una vez que es sepultada, se le exhuma en secreto, se introduce en su cuerpo la segunda sustancia mágica, y entonces se tiene un muerto viviente o un vivo inanimado.

–¿Y el alma? preguntó el maya.

–En tumba está. O rompida en el aire. Eso El Negre no sabe. Quiere cuerpo, no aliento.

* * *

Andrés se sintió incómodo ante las puyas irónicas de Evaristo Terré, pero no tenía otro clavo del cual asirse y decidió seguirle la corriente.

–A ver, tú dices que el alma podría existir; que podría ser una supermolécula. ¿Me refrescas el concepto?

–Prefiero macromolécula –respondió el colombiano–. Proteínas, polisacáridos, polímeros en los que se amontonan muchos monómeros; tienen masas de más de diez mil dalton... Y las orgánicas tendrían que ser algo así como lípidos, ácidos nucleicos, aminoácidos...

–Veamos si te sigo –dijo Andrés–: ¿como si el alma fuera una especie de ADN?

–Pero mucho más grande, hermano –respondió Terré–. De hecho, el ADN es el alma del cuerpo. Nosotros nos preguntamos por el alma del alma –agregó, y soltó una carcajada ante su propia ocurrencia.

* * *

“Ya te diré los procedimientos que necesitas -empezaba diciendo el siguiente mensaje misterioso que Jacinta recibió en su correo de Facebook– pero debo hacer una advertencia previa que espero no te desilusione: si a tu frasco le dio la luz por años, hay algo que se llama ‘efecto fotodinámico’, en el cual la luz provoca reacciones químicas y cambios moleculares, aún a través del vidrio... Otra cosa: Entiendo que no había en el siglo XVI frascos de vidrio con tapón esmerilado. Los tapones en Europa eran de madera y pita, mojados en aceite de oliva y quizá lacrados. si el tapón de tu frasco es de corcho, entonces el objeto tal vez es falso, porque el corcho para tapones se empezó a utilizar años o siglos después de Cortés.”

Su frasco tenía un tapón de corcho. Al leer aquello, Jacinta sintió que su esqueleto se derrumbaba.
(Continuará)

16.2.10

No se repetirá


“Después de pensarlo bien, los esclavos decidieron pedir cinco pesos diarios y ocho horas de trabajo. El amo oyó la petición, tosió, escupió, se encogió de hombros y dijo: ‘sólo el gobierno puede resolver sobre este asunto’. El gobierno ha ordenado a los capitalistas que no paguen buenos salarios al trabajador mexicano, porque el bienestar dignifica y ennoblece al hombre, y un pueblo de hombres dignos no soporta tiranías. Se declaró la huelga. Nadie volvería a entrar a las minas a trabajar, ya que las familias de los trabajadores se pudrían en la miseria para que engordasen y gozasen de la vida las familias de los que no sudaban. Seis mil hombres dejaron caer la herramienta, animados por la esperanza de que arrepentidos los amos atenderían sus reclamaciones. Vana esperanza. Los amos armaron a sus lacayos y asesinaron al pueblo. El gobierno, por su parte, mandó soldados a que hicieran lo mismo, y cobarde y traidor, toleró que forajidos extranjeros violasen las leyes de neutralidad para ir a exterminar a los mineros mexicanos.”

Así contaba Ricardo Flores Magón, en la primavera de 1908, lo ocurrido en Cananea dos años antes. 104 años después, una dependencia bufa declara extinguida la relación laboral entre los obreros de la mina, otra vez en huelga, y los dueños actuales del yacimiento, y el secretario del Desempleo, Javier Lozano Alarcón de Larrea, les ladran a los trabajadores en preparación del desalojo violento, mientras su jefe nominal, Felipe Calderón, desempeña el papel de cónsul extranjero y arguye que la política antiobrera de su desastre llamado gobierno es “para elevar la competitividad y atraer inversiones”: los derechos laborales liquidados, para coquetear con los inversionistas extranjeros; millones de pobres y desempleados, para crear “ambiente de negocios”; 18 mil muertos, para impulsar la rentabilidad; autoritarismo torpe e insensibilidad extrema, para facilitar la venta del país y sus habitantes a las gulas financieras foráneas y locales. Esas no dirán nada si, de paso, la familia política del propio Calderón se hincha las cuentas de banco con contratos hediondos del Instituto Mexicano de la Juventud, o si el secretario de Agricultura se concede a sí mismo y a sus parientes sumas millonarias con cargo al bolsillo de todos —perdón, de casi todos: aquí sólo pagan impuestos quienes no tienen las influencias ni el dinero para evadir el pago.


Pero la historia no gira en círculos y el baño de sangre en Cananea no se repetirá. Antes de erigirse en dictador, Porfirio Díaz fue héroe de guerra en la resistencia contra los franceses; ya encaramado en el poder, se mantenía al tanto de lo que ocurría en cada rincón del territorio nacional; sabía hacer política y sabía reprimir, tanto que el priísmo histórico (no la delincuencia organizada de hoy) le copió muchas de sus mañas; era la cabeza de una tiranía sólida que reinaba sobre la paz de los cementerios. El contraste es implacable: antes de colarse a Los Pinos, Calderón despachaba de secretario de Energía, en donde solapaba los chanchullos de su difunto amigo Mouriño; no tiene la menor idea de las artes (aunque sean malas) de gobernar; ha llevado a la nación a un baño de sangre sin dirección ni propósito, provocado por su propia chambonería (la ineptitud es la otra cara de la moneda de la arrogancia), y se ha fijado como misión imperecedera el llevar a vender la máxima cantidad posible de pedazos de país a esa Lagunilla pirrura denominada bolsa de valores.

El contraste histórico es más pronunciado en la parte baja de la pirámide social. Si el porfiriato la tenía relativamente fácil ante una población cohibida, atomizada y aislada en sus partes, y mayoritariamente desconocedora de sus derechos, la sociedad mexicana actual, a pesar de la tele y de Monseñor, no se chupa el dedo. Los juarenses no se arredran ante la nube de guaruras que rodea al ocupante de Los Pinos y le dicen sus verdades en la cara; los capitalinos optan por defender y expandir sus derechos, así sea a contrapelo de la persignada hipocresía gobernante; centenares de miles de mujeres y hombres de varias clases sociales e ideologías salen a las calles en defensa de un país subvertido, dislocado y depauperado desde el poder. Puede ser que Calderón, Lozano, Larrea y compañía, no tengan noción de aquel episodio o, tal vez la adquirieron en algún ojeo rápido del Selecciones, y piensen que aquello se puede repetir. Pero en el México de hoy, a diferencia de lo que ocurría en 1906, los mineros de Cananea —carne de nuestra carne, sangre de nuestra historia, basamento de derechos, de libertad y de independencia— no están solos.

Profeta Flores Magón

15.2.10

Dice Andrés Manuel...

A los hijos de hombre y mujer
no siempre les va mejor

Felipe y Gómez Mont son el anexo
de las sórdidas cloacas clericales
que quieren convertir normas legales
en catecismo mocho y genuflexo.

Mucho les caga que se apruebe el nexo
del matrimonio para homosexuales
y se otorgue derechos parentales
a dos personas con el mismo sexo.

Aducen que los niños, ¡pobrecitos!,
van a ser sometidos a violencia,
a degeneración y otros delitos.

Pensando así, son prueba fehaciente
de que puede arruinar su descendencia
cualquier hogar católico y “decente”.

13.2.10

Alerta: Cananea

PRONUNCIAMIENTO PÚBLICO: SOLIDARIDAD CON LA HUELGA DE LOS MINEROS Y EL PUEBLO DE CANANEA

El Movimiento Sindical y Social de Sonora repudia y rechaza enérgicamente las determinaciones y acciones del Gobierno Federal que preside el Lic. Felipe Calderón Hinojosa, y de los tribunales en materia del trabajo y de justicia, que han hecho añicos la Constitución Mexicana y las leyes laborales y de procuración de la justicia, al proteger por encima de los derechos fundamentales de los trabajadores mineros de Cananea al consorcio minero Grupo México, el más nefasto de nuestro país.

Responsabilizamos de toda agresión física, laboral, sindical y social en Cananea a Felipe Calderón y su aliado Germán Larrea, exigimos de la empresa y del Gobierno una actitud de diálogo y de acuerdos puntuales frente al conflicto laboral y sindical que se ha recrudecido en los últimos días.

Llamamos a todas las fuerzas políticas del país, a las instancias del Poder Legislativo Federal y del Estado, y al Gobernador Lic. Guillermo Padrés Elías a asumir con sentido de verdadero estadista y de respeto a la legalidad, la búsqueda de la solución definitiva del conflicto minero.

Consideramos que los procedimientos de terminación de la relación laboral y liquidación de los trabajadores, son muestra de la incapacidad política del Gobierno Federal para conducir y armonizar la vida social y económica del país. Lo que en este caso procede es resolver este grave problema con sentido de responsabilidad social en los términos contenidos en la Constitución, la Ley Federal del Trabajo, los Tratados Internacionales que México suscribe en el marco de la OIT, y en el Contrato Colectivo de Trabajo que rige las relaciones laborales y sindicales entre Empresa y Sindicato.

Ante la inminente intervención de la Policía Federal y el Ejército para romper la legítima huelga, que ya lleva mas de mas de 30 meses las organizaciones sindicales y sociales de Sonora llamamos a la más amplia solidaridad con la resistencia del movimiento minero y por una solución pacífica al conflicto laboral y social de la población de Cananea. Alertamos que de no hacerlo así existe el riesgo de un estallido social con consecuencias trágicas e irreparables, donde pudiera darse el derramamiento de sangre y pérdidas de vidas en Cananea.

Por una solución justa y legal al conflicto minero de Cananea
Por el respeto irrestricto a las garantías individuales y a los derechos laborales y sindicales de los trabajadores y de sus familias
Respeto a la soberanía del Estado y no intervención de las fuerzas federales en el conflicto de Cananea.

Cancelación de la concesión minera al Grupo México

Responsabilizamos de toda agresión y atropello físico, moral y a la vida que pudieran sufrir los mineros y sus familias al gobierno de Felipe Calderón.

“Por la unidad y solidaridad de los trabajadores y del pueblo”



___________________________
EN EL CORREO FB:

Carlos Castro El 13 de febrero a las 11:19 Responder
"Transcribo un comunicado de Mónica Soto:

COMPAÑERO@S

TENEMOS CONFIRMADO QUE VAN 500 FEDERALES A CANANEA...

1.- SE REQUIEREN CARAVANAS A CANANEA COMO CINTURONES CIUDADANOS... AUNQUE VAYAN UN DÍA PARA VOLVER AL OTRO... AI ALGUIEN PUEDE... COMUNÍQUESE POR FAVOR. si alguien no puede ir, pero puede prestar carro o poner gasolina... también.

2.-HAY 500 CARTELES PARA EMPEZAR A PEGAR EN EL CENTRO DE HILLO. LA CITA ES HOY SÁBADO A LAS 9 AM EN EL ANDADOR DEL MERCADO MUNICIPAL. SI TIENEN... LLEVEN CINTAS PARA PEGAR.

3.- EL MSLSS ESTÁ DECLARADO EN SESIÓN PERMANENTE... A LAS18 HORAS EN EL STAUS... OJALÁ ....


MONICA

11.2.10

Nada personal

El último suspiro
del Conquistador / XXIII

Una mañana, por primera vez en muchos meses, Rufino se quedó dormido. Se había fascinado con la lectura de un extraño manualito que había comprado a un vendedor ambulante de libros usados, Devolver el alma al cuerpo. Tuvo pesadillas toda la noche y le dieron las ocho de la mañana en su catre. Se levantó de un brinco, se echó un poco de agua fría en la cara y salió corriendo hacia el mercado. Cuando llegó a la fonda, La Seño ya atendía a la clientela. Le dio instrucciones con voz plana y entre ambos cubrieron, como pudieron, los inevitables huecos causados en la rutina del changarro por la tardanza de él. No había masa de nixtamal suficiente, la dueña servía restos de atole que sobraron de la víspera y faltaban varios insumos más. Al final del día, ella le dijo:

–Ya no te quiero conmigo, Rufino. Andas robándole la ropa quién sabe a qué mujer y lees libros de brujería. Vete hoy mismo.

* * *

En una llanura del noreste, se acercó a Alvarado, quien permitía con desinterés que una solícita tlaxcalteca le cambiara los paños que cubrían las múltiples heridas sufridas en la amarga fuga de Tenochtitlan.

–Bien está eso –le dijo el Conquistador, señalando las curaciones–, que habremos de volver y capturar la plaza a sangre y hierro.

–Así ya lo tenemos emprendido –respondió el otro–. Sangre y hierro son lo mismo.

Ante la mirada de desconcierto de su capitán, el herido se explayó:

–Huele uno de estos tajos en mi carne y huele, luego, el orín rojizo que recubre a las armas cuando abandonadas son en el agua; olerás lo mismo.

Nunca le había agradado aquel hombre, frío y astuto a más no poder, y el desagrado se intensificó por las tensiones que reinaban en esos días entre los españoles derrotados.

–¿Qué discurres entonces? –se mosqueó–. ¿Que no podremos coronar la empresa y que habremos de volver a Cuba con la cola entre las patas y la mirada gacha?

–No. Digo sólo que a sangre y hierro no caerá Tenochtitlan: debemos doblegarla a sangre y fuego.

* * *

Tras aquella jornada demencial, Sánchez Lora durmió entre pesadillas. A las cuatro de la madrugada se despertó del todo, salió de la cama con cuidado para no despertar a su mujer, que dormía a un lado, se dirigió a tientas al pasillo y quiso encender la luz, pero el interruptor no respondió. “¿Será el switch o será el foco?”, se preguntó, y siguió avanzando en una oscuridad completa. Llegó a la sala, intentó activar la lámpara de pie pero tampoco obtuvo resultado. “¡Mierda! –pensó–, es el fusible”. Quiso dirigir la vista hacia la ventana y no la encontró: todo su entorno era una negrura continua. Entonces comprendió que se encontraba en medio de un apagón general. No recordó el viento inusitadamente fuerte que había soplado la víspera (y que había derribado una estatua de hierro de un campanario, y la estatua que había matado a una persona, y su trabajo en la recolección de los pedazos de la víctima), ni relacionó ese fenómeno con la interrupción de la energía eléctrica. Buscó con las manos el sofá, se sentó y examinó su situación: él y sus compañeros del Forense habían sido utilizados por la policía federal para inventar una muerte inexistente, la del narcotraficante Luis Ernesto Chacón, alias El Chuleta y habían engatusado a la opinión pública con aquella noticia falsa.

Sánchez Lora siempre había creído en las instituciones, procuraba ver en ellas las virtudes antes que los vicios y, hasta ese día, no había sido testigo de una inmoralidad de aquel calibre. Sintió en el pecho un vacío como el de un divorcio, como el de una muerte, y halló que no podría presentarse al trabajo, en cosa de unas horas, en semejante estado anímico. Decidió que llamaría al Servicio y se reportaría enfermo, pero entonces se imaginó las horas pastosas y gordas que le esperaban encerrado en su casa, deprimiéndose, llorando su propia inocencia muerta. Muerta y descuartizada, como el muerto que había levantado la víspera. En ese momento tuvo claro su curso de acción inmediato:

–¡Carajo! –dijo en voz alta–. ¿Y quién era ese cuate? ¡Tengo que averiguarlo!

* * *

Tomás y El Negre trazaron un puente angosto y maltrecho por sobre el abismo idiomático que los separaba y lograron entenderse. El maya refirió al africano su oficio pasado –guardador de almas– y aquello gustó a su anfitrión.

El Negre hace parecido, El Negre es bokor: pero tiene vivo cuerpo, no aliento –dijo el otro.

–¿Cómo así? –inquirió Tomás.

–Sacar aliento y tener cuerpo vivo –insistió su interlocutor–. Cuerpo para sembrar, para pasar trabajos. Esclavo sin grito, esclavo sin aliento.

Tomás fue comprendiendo que el oficio de El Negre consistía en privar del ánima a ciertas personas para obligarlas a trabajar para él o para otros. O sea que mientras él, Tomás, procuraba preservar la vida más allá de la muerte, había otros que fabricaban muertos en vida.

* * *

Evaristo Terré escuchó las desventuras de Andrés con paciencia, pero emitiendo de cuando en cuando una risita sardónica que ponían signos de puntuación en el atropellado relato de su amigo. Supo cómo, bajo la presión de un huracán amoroso súbito, se había derrumbado una vida estructurada y sensata, mayormente dedicada a una carrera académica.

–Lo peor –decía Andrés–, lo peor de lo peor es que fui tan bruto como para creer que podría haber algo en ese mentado frasco de Jacinta.

–Tal vez –repuso Evaristo.

–No te burles –se molestó Andrés.

–No me burlo –replicó el colombiano–. Sabemos tan poco, ignoramos tanto. Imagina que el alma sí existe, y que es una supermolécula.

–¿Una qué? Evaristo, por favor, ¿cómo se te ocurre?

–No te atrincheres en tus certezas, que muchas veces metemos en el cajón de las supersticiones todas las cosas que no logramos comprender.

–¡No tiene ni pies ni cabeza! –se desesperó el visitante–. Además, además... toda la historia del frasco es un delirio. A ver, Evaristo: ¿tú puedes creer que el alma exista, y que la de Cortés se encuentre atrapada en un frasco?

–Tú pasaste tres semanas creyéndolo –replicó Evaristo–. ¿Sería sólo porque estabas encoñado?

* * *

“Gracias por contactarme –escribió Jacinta a su misterioso interlocutor–. Quiero que me digas qué método debo utilizar para averiguar qué sustancias hay en un frasco de vidrio muy antiguo, y al parecer, vacío.” Vaciló unos momentos, mientras su dedo pulgar jugueteaba con la tecla “Ctrl” de su teclado, como si fuera el suelo que un toro pisa repetidamente con el remo delantero antes de la embestida. No sabía a quién se dirigía y tal vez no fuera prudente informarle de más... Pero su carácter impulsivo ganó la partida, y Jacinta escribió de golpe: “Dime que estoy loca, si quieres, pero creo que en ese frasco está el último aire que exhaló el organismo de Hernán Cortés”.

Y luego, con el puntero del mouse, oprimió “Enviar”.

(Continuará)

9.2.10

Nos detesta

Escuadra HK USP Compact como la que usa el personaje Jack Bauer

“Cuando trataba de explicarle a un funcionario norteamericano, le decía yo: necesito la tecnología que ustedes tienen para hacer mi tarea. ¿Cómo qué? Bueno –le dije– ¿has visto el programa de televisión de 24 horas de Jack Bauer?, bueno, ‘I want all the toys’, le dije, quiero todos los juguetes esos.”
Felipe Calderón Hinojosa en entrevista a la BBC
Habitantes de la capital: a juzgar por los hechos, Felipe Calderón nos detesta. Porque no votamos por él, o porque los votos a su favor no le fueron suficientes para ganar con limpieza, o porque tenemos un espíritu libre y tolerante, o por nuestra alma insumisa, o porque sabemos que la defensa de nuestros derechos y libertades pasa por la defensa de los derechos y libertades de los demás, o porque creemos en la separación entre la Iglesia y el Estado, o porque poseemos (son nuestras; nosotros las conformamos y pagamos) instituciones de gobierno representativas y legítimas, o porque hemos logrado, pese a todo, y sin desconocer lo muchísimo que falta, imponer mecanismos de justicia social y de distribución de la riqueza, o porque se siente incómodo ante los reclamos, mayoritarios y bien ganados, de quienes poblamos la sede de los poderes federales. O por todas esas razones juntas. O por algunas de ellas.

A estas alturas, otro tanto podrá decir la mayoría de los habitantes del país, pero el Distrito Federal ocupa un sitio preponderante en los rencores de este hombre. No es el desdén ordinario que experimenta hacia la vida humana, su desinterés por la angustiosa situación económica que atraviesan casi todos los millones de mexicanos, su insensibilidad procaz ante los cadáveres de muchachos juarenses (“de seguro andaban metidos en algo turbio”, insinúa para tapar su monumental torpeza), su vocación de entrega de la soberanía nacional. Con base en los elementos de juicio disponibles, hacia el DF, el sentimiento de Calderón es más intenso: es odio.

Por eso, su aparato de gobierno se vuelca a impedir la aprobación de presupuestos para el Distrito federal. Por eso consignó a la Comisión Nacional del Agua para que actúe con toda mala fe hacia la capital, le corte el abasto hídrico en los días de máximo calor, se abstenga de realizar las obras de desagüe programadas (subejercicio durante 2009: 80 por ciento de lo presupuestado), omita los avisos de emergencia e impida, de esa forma, que la autoridad local pueda tomar las medidas de previsión necesarias ante un fenómeno meteorológico inusual. Por eso, en medio de la más violenta y mortífera escalada delictiva en la historia del país, giró instrucciones a la Procuraduría General de la República para que deje de lado sus obligaciones legales más obvias y se vuelva gestora de las fobias clericales en contra de las mujeres y de las minorías sexuales. Por eso acabó de un plumazo con la entidad pública que operaba la red de distribución eléctrica en el centro del país y mandó al desempleo, de golpe, a sus cuarenta y tantos mil trabajadores. Por eso limita sus paseos de aires neronianos a los escenarios mexiquenses del desastre —el rostro real de Peña Nieto, ese cuento de hadas fabricado por Televisa con miras al incierto 2012—, pero se cuida de poner un pie en las delegaciones defeñas igualmente afectadas por sus decisiones criminales.

En tanto le sea posible, seguirá hostigándonos. Seguirá conspirando con Luege para que nos corte el agua; con Lozano y Elías Ayub, para que nos dejen a oscuras; con Chávez Chávez, para negarnos el derecho a decidir sobre nuestros amores, nuestros cuerpos y nuestras vidas; con Cordero y Nava, para que se nos nieguen recursos económicos que se otorgan rutinariamente a las otras entidades federativas.

Sin electricidad no funcionan las bombas que surten de agua a hogares y negocios ni las que deben ronronear para achicar inundaciones, ni las compuertas del drenaje profundo; sin electricidad se apagan los semáforos, las antenas de telefonía celular entran en hibernación, los carros del metro se quedan parados, los pacientes obligados a diálisis se mueren. Ninguna organización terrorista habría tenido tanto éxito en desastrar a la ciudad como el que tuvo Calderón al liquidar a Luz y Fuerza del Centro y remplazarla por una paraestatal corrupta y chambona que no parece tener capacidad para algo más que para emitir recibos inflados y engordar a un puñado de contratistas que no tienen la menor idea.

La seguridad y la viabilidad de la Ciudad de México no deben seguir sujetas a los humores de Calderón. El gobierno del Distrito Federal —ese por el que sí votamos— tiene ante sí el deber de garantizar el abasto eléctrico para la urbe e impedir que el calderonato construya nuevas profecías apocalípticas autocumplidas. Que las autoridades locales nos doten de una entidad capaz de garantizar con una mínima eficiencia esa condición indispensable para la economía y para la vida, y que eliminen ese talón de Aquiles de la urbe. Que revisen el marco legal a fondo y encuentren el él los resquicios para devolvernos la normalidad. Y que no se nos olvide: a juzgar por sus actos en los últimos tres años, Calderón nos detesta.

En Brújula Metropolitana

Brujula Metropolitana te invita a la Charla
"El DF, en emergencia: la ofensiva de Calderón contra los capitalinos"

Pedro Miguel

MIERCOLES 10 DE FEBRERO A LAS 19:00 HRS

EN ALVARO OBREGON 240, "EDIF. MERCURIO" COL. ROMA
a unos metros de Insurgentes, parador metrobus Alvaro Obregon

ENTRADA LIBRE. NO FALTES E INVITA A TUS AMIGOS
Informes: Laura
04455-3568-5200

5.2.10

Del tag de reXus (@Hardcore_Style)
en Tweeter

@pajaropolitico conato de violencia en tlalpan x la joya pf rtweet #sme #lyfc
19:05

fui brutlmnt golpeado x la polcia en la mansfstcn de tlalpan solc d tu ayuda q hago?
19:52

fui retenido n una patrulla y me taparon la cara para no ver dnd me llevaban
19:56

manfstacn en tlalpan la joya fui golpeado y casi me asfixio cn mi propia sangre ayuda x favr #sme #lyfc
20:01

Me dejaron ir con dinero (tenia q hacerlo) me dijeron q me iban a fincar cargos pq supestamnt le pegue a un "jefe"
20:47

ya no hay bloqueo fuimos desalojados violentamente
20:48

stoy conectado por la BAM y la Lap tengo poca bateria y la señal de celular es muy debil
20:49

narrare los hechos hasta dnd pueda #sme #lyfc
20:49

los vecinos bloquearon insg sur justo en la estacion del metrobus "la joya"
20:50

los vecinos bloquearon insg sur justo en la estacion del metrobus "la joya" junto esta el conjunto Hab RIS #SME #LYFC
20:51

La razon es ya van casi 4 dias sin Luz por lo tanto la bomba del pozo q abastece a las cols aledañas dejo de funcionar no hay agua
20:53

los vecinos se organizaron y bloquearon pero no eran suficientes
20:54

empezaron a llegar los camiones de granaderos y paleros haciendose pasar por vecinos comenzaron a desanimar a la gente y a asustarla
20:56

la gente se dio cuenta y se molesto muchisimo y comenzaron a gritar QUEREMOS LUZ, QUEREMOS LUZ y NADIE SE QUITE HASTA Q NOS SOLUCIONEN
20:57

dos grupos de granaderos se apostaron en cada carril d Insurg y comenzaron a avanzar, alguien d entre la gente gritaba que todos se sentaran
20:59

Los granaderos comenzaron a Golpear a la gente con sus escudos incluyendo mujeres
20:59

Fue un acto de provocacion de los Granaderos hacia las mujeres que eran las mas valientes y no se movian
21:00

de un momento a otro la policia comenzo a golpear a todo mundo por lo q se comenzaron a dispersar las personas
21:02

Un valiente compañero yno se movio por lo q me solidarize con el, el compañero se acosto sobre el pavimento y Yo lo segui
21:07

esa accion molesto mucho a la Policia por que lo q entre varios nos cargaron, Valientes Mujeres trataron de defendernos
21:09

Los granaders intevinieron y comenzaron a empujar violentamente a las mujeres con sus escudos
21:11

Perdi de vista al compañero y a mi entre mas o menos 6 Policias comenzaron a golpearme, trate de safarme pero traia la mochila con mi Lap
21:12

Tambien traia un sueter en la mano el cual me lo quitaron y m envolvieron la cabeza con el por lo q ya no pude ver y tampoco a respirar bien
21:13

cont golpeandome y comenzo a salirme sangre de la nariz con el sueter envuelto en el rostro y un pol me hizo una spcie de llave en el cuello
21:15

Con un Poli literalment ahorcandom + el swter envuelto m cargaron y m pusieron de cabeza x lo q la sangr comenzo a estancarse en mi garganta
21:19

la sangr n mi garganta comenzo a cuagularse ya no pud respirar mas y sentia q prdia el conocimiento mientras m llevbn cargandome a no se dnd
21:21

Los policias agresores me aventaron dentro de las llamadas patrullas perreras y solo ahi fue q pude comenzar a respirar
21:24

Subieron policías a amedrentarme dijeron que fincarían cargos, que había agredido al "Jefe" y q como le íbamos a hacer
21:27

que me habia metido en un pedote y que quien me mandaba a estar de revoltoso grillero!
21:30



4.2.10

Una empresa eléctrica del DF


La Comisión Federal de Electricidad y las ocho empresas particulares que contrató (total: 200 trabajadores para suplir a 44 mil electricistas despedidos) no tienen capacidad para enfrentar la emergencia en que se encuentra la capital de la República. El pasado 18 de enero, el vocero de la paraestatal, Estefano Conde, admitió que a la CFE le tomará “unos 20 meses” establecer en el DF un servicio similar al de otras entidades.

Además de la severa afectación que los apagones causan en la vida cotidiana, y que generan un efecto de onda expansiva en otros rubros (tránsito, suministro de agua, telecomunicaciones, seguridad pública, protección civil...), la situación está causando graves daños económicos a incontables ciudadanos y a microempresas y pequeñas empresas: abarroterías y misceláneas, carpinterías, salones de belleza, despachos de contabilidad, consultorios médicos y odontológicos, centros de copiado, imprentas, panaderías, tortillerías...

En días recientes, esta emergencia ya ha generado expresiones de descontento social masivo, como en Azcapotzalco, en donde, en días pasados, y tras 72 horas de interrupción de la energía eléctrica (y, por consiguiente, del abasto de agua), los habitantes han procedido a bloquear vialidades en demanda de atención.

La emergencia no sólo justifica sino que hace necesaria la intervención de las autoridades locales. El Gobierno del Distrito Federal debe tomar en sus manos, a la brevedad, el abasto (y acaso también la generación) de electricidad para sus habitantes, por medio del establecimiento de una entidad pública dedicada a ello, y procurar una acción coordinada, en este terreno, con los gobiernos de las entidades colindantes.

El Artículo 27 de la Constitución dice: “Corresponde exclusivamente a la Nación generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica que tenga por objeto la prestación de servicio público. En esta materia no se otorgarán concesiones a los particulares y la Nación aprovechará los bienes y recursos naturales que se requieran para dichos fines.”

Es decir, no señala, como en otros pasajes de ese mismo artículo, atribuciones exclusivas del Gobierno Federal, sino “de la Nación”. No parece haber obstáculo legal, en consecuencia, para que las autoridades capitalinas (y de las entidades circundantes) asauman la rsponsabilidad conrrespondiente. Con ello se enfrentaría la emergencia, se daría a la capital de la República certidumbre y confianza, se desactivarían descontentos sociales por demás explosivos y se restablecería la viabilidad económica de decenas de miles de negocios y de cientos de miles de capitalinos afectados por la incertidumbre y la irregularidad en el abasto de energía eléctrica.

El último suspiro
del Conquistador / XXII


Tras levantar el cadáver de Iván en la acera de República de El Salvador, a unos metros de Pino Suárez, el perito médico forense Edmundo Sánchez Lora no pudo comer. Se fue a su casa, se duchó y luego durmió durante cuatro horas. Al despertar, le pidió a su esposa que le llevara la cena a la mesita de la sala y se dispuso a ver el noticiero en la televisión. La noticia principal lo dejó clavado al sillón:

“¡La Policía Federal anuncia la muerte del narcotraficante Luis Ernesto Chacón, alias El Chuleta!”, vociferó un presentador de belfo dificultoso desde la entrada del noticiero–. ¡En unos momentos más!

En un recuadro sobrepuesto al set noticioso, Sánchez Lora vio las imágenes de la bolsa negra que él mismo, junto con sus compañeros Pérez y Manrique, había entregado unas horas antes a efectivos policiales federales, con la pedacería de un pobre transeúnte que murió apachurrado –reventado, más bien– por una estatua de hierro que cayó, debido a un fuerte vendaval, de una capilla ubicada en el centro de la ciudad. Poco después, la cámara sobaba, más que grababa, aquella masa. En la toma cerradísima, su mirada experta distinguió dos o tres lumbares, la mitad de un húmero, un globo ocular sobre un fragmento de mandíbula inferior.

El Chuleta murió esta mañana en un enfrentamiento con fuerzas federales, cuando intentaba accionar una granada de fragmentación para usarla contra los uniformados –contó el presentador–. Murió instantáneamente y así quedó; mire usted”. Y entonces las tomas de los restos se apoderaban de toda la pantalla y se deleitaban en el registro minucioso de la pedacería humana. “¡Chacón, El Chuleta, era considerado uno de los tres capos más poderosos del país, y con su caída, el gobierno federal ha dado un golpe demoledor a la delincuencia organizada!” sentenciaba, a voz en off, el presentador. “¡La secretaria de Estado, quien se encuentra en Haití supervisando el despliegue humanitario de tropas de su país, llamó esta tarde al Presidente de la República para felicitarlo por esa victoria sobre el crimen! ¡Ahí tiene usted! ¡Luis Ernesto Chacón ha quedado... ha quedado, ¡vea usted...! como si hubiera caído en una enorme licuadora!”

–Este país está valiendo madre –se dijo Sánchez Lora. Movió lejos de sí el plato con su cena, tomó el control remoto y, con un gesto de fastidio, apagó el aparato de televisión.

* * *

El Negre y su sobrino condujeron al almero Tomás por un estrecho sendero en la maleza. El maya no tenía idea de lo que se decían entre sí aquellos inesperados anfitriones y decidió confiar. Al cabo de dos horas de caminata, llegaron a una ladera a la que se aferraba, con todos sus ligamentos, una construcción precaria de muros de bajareque y techo de cañabrava. Tomás fue invitado a pasar al interior oscuro y a tomar asiento en una de las piedras grandes esparcidas en el interior a modo de sillas. Sin decir palabra, El Negre echó a su sobrino de la choza con gestos expresivos y, cuando el mulato se dirigió hacia la puerta, entre risas que no dejaban ver ningún despecho, se sentó y dirigió al recién llegado una larga perorata.

Algo entendió Tomás de lo que el hombre decía. Dijo, por ejemplo, que ambos eran hombres de la tierra, pero que el africano había sido arrancado con violencia de la suya por las cadenas de la esclavitud, y que ese hecho lo había trastocado; que, de todos modos, en esa tierra nueva él no empezaría una conversación sin mencionar a los señores del suelo, los nueve Señores que dormían bajo la isla La Española –Manzanillo, Jicomé, Bonao, Navarrete, Samaná, Cibao, Macorís, Beata y Enriquillo–, y de quienes los conquistadores y colonos no tenían conocimiento; que ya llegarían los tiempos en los que esos Señores se agitaran en el sueño, y que entonces la superficie de la tierra se estremecería en forma espantosa, como no ocurría en su África natal; que la tragedia estaba próxima, y ocurriría dentro de 15 años; que una más sobrevendría en otros 294 años, y que la más horrible de todas habría de tener lugar en la porción occidental de la isla, cuando Enriquillo acabara con muchos miles de nietos de esclavos y con los bienes de otros millones. “Veintena de cien veces cien estarán muertos; es –dijo, en su castellano de retacería– preciso hoy, pero en 462 años”.


Tomás estaba habituado a las profecías porque habían sido parte de su oficio, y comprendió con facilidad la idea de terremoto: había visto las consecuencias de uno de ellos, no en la vida real, sino en las imágenes dibujadas con carbón y grana cochinilla sobre una piel de venado que sus maestros guardaban con gran celo: pirámides y templos desgajados, casas derrumbadas, cuerpos muertos.

–Ahora –dijo el cimarrón–: yo sé de aliento; tú sabes de aliento.

–¿Estarás hablando del alma? –preguntó, a su vez, el brujo maya.

* * *

Rufino se hartó muy pronto con uno de los libros que había comprado: Las enseñanzas de Prandayana. Aquello era, desde sus primeras páginas, un revoltijo de palabras raras llenas de aes, como chacras, mantras y mandalas, y sabía Dios cuáles más, consejos que ponían nombres absurdos a ciertas maneras de respirar –“el conejo”, “el tigre”, “la garza”– y consideraciones estrambóticas sobre los lazos entre el universo y una tortuga. Decidió que, en su siguiente visita al tianguis, devolvería el libro al que se lo había vendido o, al menos, le pediría que se lo cambiara por un título más entretenido.

El otro libro, en cambio, el que se llamaba Devolver el alma al cuerpo, lo horrorizó pero capturó su atención desde el primer momento, porque hablaba de procedimientos culinarios que ya le resultaban familiares –cocer, macerar, trocear– aplicados a partes y excrecencias del cuerpo humano, como corazones, huesos, sangre, uñas, pelo, saliva y lágrimas.

* * *

Entonces llegó a él otro de sus tormentos. Evocó las muchas preguntas que se había formulado durante la huída de Tenochtitlan y el penoso paseo de la derrota por Cuautitlán, Citlaltépetl, Zumpango, Otumba, Apan y Hueyotlipan. Lo asaltaron los recuerdos de la desoladora situación de su ejército y de la desesperanza que sintió al darse cuenta de que Motecuzoma no representaba a Tenochtitlan: aquel imperio cruel, hermoso y arrogante, no iba a rendirse por miedo, ni por las consejas y las tradiciones supersticiosas que habían atormentado a su antepenúltimo Tlatoani.

* * *

“Di por azar con los mensajes en los que inquieres por un científico guapo –decía el misterioso texto que Jacinta encontró en el correo de su cuenta de Facebook– y te doy un consejo amoroso: deslinda las dos cosas. Deja de ahogarte en tu propia prisa y dedícate a buscar con sosiego el amor que necesitas. La ciencia es más accesible y, si quieres, tal vez pueda ayudarte un poco con eso: soy científico, trabajé durante décadas en el Instituto Politécnico Nacional y podría responderte algunas cosas. No esperes más, porque no me interesa más: por mi edad, podría ser tu abuelo.”

Jacinta se sintió rabiosamente feliz: tenía el frasco y tal vez tenía ya a alguien que le ayudara a conocer su contenido. “Andrés –se dijo para sus adentros–, ya no te necesito. No vas a poder con mi recuerdo y que pronto estarás de regreso en México. Pero, para entonces, yo ya tendré un novio menos taciturno y más alegre que tú.”

(Continuará)

3.2.10

Iniciativa de reforma

Proyecto de Ley Federal de Cinismo con Impunidad, Art. 30:
“Cualquier idiotez concebida por un alto funcionario podrá ser expresada, de palabra o por escrito, y el autor no será sometido, por ello, a ningún mecanismo de rendición de cuentas.”

“Tenemos que encontrar un esquema que deje instituciones estatales, municipales y federales, actuando cada quien en el ámbito de su competencia, pero de manera eficaz para recuperar la seguridad de Juárez”.
Fernando Gómez Mont

“El gobierno federal analiza ampliar y fortalecer su estrategia en Ciudad Juárez, con objeto de mejorar la efectividad de la acción de la justicia contra delitos de impacto tan fuertes como el que hoy repudiamos”.
Felipe Calderón Esacosa


Regeneración # 2



Ya está circulando la edición de febrero. Léelo. Coméntalo. Critíicalo. Difúndelo.
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Juegos caleidoscópicos

Generalmente uno se ve de una manera en la imaginación y de otra, muy distinta, en el espejo. A esas dos hay que agregarles las formas innumerables en que uno es percibido por cada uno de ese conjunto al que llamamos “los otros”.

2.2.10

Dice Andrés Manuel...

Preguntas


Enfrentémoslo, pues: ahora mismo, el servicio forense de Ciudad Juárez estará entregando los cadáveres de una quincena de muchachos a otras tantas familias, y otro tanto ocurrirá en Torreón. Para la realización de autopsias, el Estado de derecho funciona de maravilla: se ha conseguido que la investigación forense funcione de manera regular, eficiente, y acaso hasta con amabilidad para los deudos. Pongámosle, además, que ahora los expedientes respectivos serán archivados y conservados con pulcritud: ¿se acuerda usted, procurador Chávez Chávez, de lo que hizo con las investigaciones en torno a las niñas y mujeres asesinadas en Juárez? El país ha progresado.

¿Y qué dirán ahora las autoridades? ¿Qué probablemente las víctimas estaban metidas en algo turbio? ¿Y si, en una de esas, o en varios de los casos, o en todos, se trataba simplemente de chavos con ganas de festejar cualquier cosa? Pero aceptemos por un momento: los muertos se lo buscaron (eso han dicho de la mayor parte de los ejecutados en estos tres años) y quién les manda. Lástima. Qué pena.

Problema: si los muertos eran ajenos a cualquier delincuencia, aquí ha ocurrido un fallo mayúsculo de seguridad pública: los funcionarios municipales, estatales y federales encargados de garantizar que los habitantes del país se mantengan vivos, o al menos de procurar que no se mueran por una causa distinta a accidente o enfermedad, no hicieron su trabajo, y hoy, en vez de una treintena de organismos vivientes, tenemos otros tantos cuerpos, tratados (con pulcritud y profesionalismo, pongámosle) por los de las batas blancas. De García Luna y Chávez Chávez para abajo, esos servidores públicos les fallaron, en la madrugada del domingo, a una treintena de familias, o al doble, si contamos a los heridos. Y en el curso de los tres años últimos, les han fallado a dicecisiete mil familias, sin contar a las de los secuestrados y asaltados; sin contar a las que se han quedado, por ahora, en la zozobra permanente (que es algo parecida a la situación de los condenados a muerte, que arrastran su existencia incierta entre apelaciones y fallos adversos, entre suspensiones de última hora y pinchazos en falso): más o menos todas, en Juárez; quién sabe cuántos millones de hogares, en Michoacán, en Durango, en el noroeste, en el sureste, en el centro, en el Golfo...

¿Y si los chavos muertos eran narcos de poca monta, o burreros, o algo semejante? Entonces, señores funcionarios de seguridad pública y de procuración, ustedes no están solos. Tienen a su lado, como corresponsables, a sus colegas de Hacienda, de Economía, de Agricultura, es decir, a quienes han conducido la construcción de una economía en la que el única vía de realización personal posible e imaginable para cientos de miles de jóvenes del norte (pero también del centro, del occidente, del sur, del sureste...) es la delincuencia organizada. ¿Se acuerdan de cómo el salinato no les dejó otro camino que el de la rebelión a las comunidades indígenas de Chiapas? Eso fue hace 16 años. ¿Qué futuros, qué asideros al mundo, les han ofrecido ustedes? Éstos: la migración, la mendicidad, la subsistencia desesperada en el “sector informal” (gran fachada del desempleo) y la criminalidad.

Sigan gastándose el dinero de todos en campañas de autoelogio; sigan aumentándonos los impuestos para financiar cosas como el viaje de Calderón a Tokio, en donde fue a proferir mentiras gordas como cucarachas de tierra caliente (como si para ello tuviera que ir tan lejos y no las dijera también aquí mismo, en el jardín blindado de Los Pinos); sigan haciendo, a cámara, como que combaten no sé qué y descuartizando, en el intento, a no sé cuantos humanos y a sus derechos. Da igual, ya nadie les cree.

Enfrentémoslo, pues: en cualquier país, y bajo cualquier régimen, puede ocurrir una masacre como las que tuvieron lugar el pasado fin de semana en Juárez y en Torreón; pero si esa carnicería se repite una y otra vez (¿cuántas van ya? ¿Cinco? ¿Doce? ¿Cuarenta?), ello es indicio inequívoco de que la autoridad gubernamental ha dejado de existir. Y ese borrador de conclusión deja una estela de preguntas en el aire: Por ejemplo, señores funcionarios: ¿Quiénes son ustedes en la realidad? ¿Cuáles son sus designios reales?¿A quiénes sirven?