30.10.08

Citas con la muerte

Oaxaca meets Leonardo

El gran secreto de la muerte es que la muerte no existe. Es un final, es nada. Su existencia --si así pudiéramos llamarla-- es negativa; y su razón de ser está en la vida misma. Cuántos trastornos nos evitaríamos si pensáramos siempre que la muerte es la muerte.
Si un muerto te dijese que no existe la muerte, te desilusionarías tanto que serías capaz hasta de matarlo. Esta negación de la muerte es, sin embargo, el secreto de la muerte y de los muertos. Con él se vienen abajo todas las elucubraciones funerarias, muere la muerte.
Joaquín Pasos (Citado por Ernesto Cardenal en el prólogo a Poemas de un joven, FCE, México, 1982)

Madre generosa
de todos los muertos,
madre tierra, madre,
vagina del frío,
brazos de intemperie,
regazo del viento,
nido de la noche,
madre de la muerte,
recógelo, abrígalo,
desnúdalo, tómalo,
guárdalo, acábalo.
Jaime Sabines
(Fragmento de Algo sobre la muerte del mayor Sabines)

Vesalius


Noto cómo se forma gradualmente una corteza de indiferencia en mí, y lo digo sin quejarme. Es una cosa natural el comenzar a ser inorgánico, y creo que se llama la “indiferencia propia de la vejez”. Sin duda esto tiene que ver con un giro decisivo en la relación entre las dos pulsiones [el instinto de vida y el de la muerte]. Quizás este cambio no se note mucho exteriormente. Todo sigue siendo tan interesante como antes, las cualidades no han cambiado mucho, pero falta como una especie de resonancia [...]
Sigmund Freud (citado en Ars Moriendi, de Carlos Cobo Medina)

En un principio me hice humo
para que la cenicienta
pasara sin reconocerme.
Me hice el tonto, me hice el delgado,
me hice el sencillo, el transparente:
sólo quería ser ciclista
y correr donde no estuviera.

Luego la ira me invadió
y dije, Muerte, hija de puta,
hasta cuándo nos interrumpes?
No te basta con tantos huesos?
Voy a decirte lo que pienso:
no discriminas, eres sorda
e inaceptablemente estúpida.
Por qué pareces indagarme?
Qué te pasa con mi esqueleto?
Por qué no te llevas al triste,
al cataléptico, al astuto,
al amargo, al infiel, al duro;
a los asesinos, a los adúlteros,
al juez prevaricador,
al mentiroso periodista,
a los tiranos de las islas,
a los que incendian las montañas,
a los jefes de policía
con carceleros y ladrones?
Por qué vas a llevarme a mí?
Qué tengo que ver con el cielo?
El infierno no me conviene
y me siento bien en la tierra.
Pablo Neruda (“Laringe”, en Estravagario)

Serpiente de cascabel,
si a mi tumba tú bajaras,
llévame un poco de miel
de los labios de mi amada.
Son veracruzano


Warhol


Porque en el lento instante del quebranto,
cuando los seres todos se repliegan
hacia el sopor primero
y en la pira arrogante de la forma
se abrasan, consumidos por su muerte
—¡ay, ojos, dedos, labios,
etéreas llamas del atroz incendio!—
el hombre ahoga con sus manos mismas,
en un negro sabor de tierra amarga,
los himnos claros y los roncos truenos
con que cantaba la belleza,
entre tambores de gangoso idioma
y esbeltos címbalos que dan al aire
sus golondrinas de latón agudo [...]
José Gorostiza (Fragmento de Muerte sin fin)

El veinticinco de junio
abrió sus ojos Amargo,
y el veinticinco de agosto
se tendió para cerrarlos.
Hombres bajaban la calle
para ver al emplazado,
que fijaba sobre el muro
su soledad con descanso.
Y la sábana impecable,
de duro acento romano,
daba equilibrio a la muerte
con las rectas de sus paños.
Federico García Lorca (“Romance del emplazado”, en Romacero gitano)

La construcción cultural de las virtudes violentistas en las guerrillas latinoamericanas, exaltan un patrón de simbolización fuertemente masculinizado, que juega con la equivalencia entre lo viril y lo heroico, combatir como ofrendar o perder la vida es cosa de machos.
Ricardo Melgar (“Sacralización de la violencia en las guerrillas latinoamericanas”)


Construcción de la ofrenda doméstica

¿Es para terminar,
mañana, en prototipo del alarde fálico,
en diabetis y en blanca vacinica,
en rostro geométrico, en difunto,
que se hacen menester sermón y almendras,
que sobran literalmente patatas
y este espectro fluvial en que arde el oro
y en que se quema el precio de la nieve?
¿Es para eso que morimos tanto?
César Vallejo (“Sermón sobre la muerte”, en Poemas Humanos)

Fue sueño ayer, mañana será tierra.
¡Poco antes nada, y poco después humo!
¡Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!
Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa, soy peligro sumo,
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo que me entierra.
Ya no es ayer, mañana no ha llegado;
hoy pasa y es y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.
Azadas son la hora y el momento
que a jornal de mi pena y mi cuidado
cavan en mi vivir mi monumento.
Francisco de Quevedo

Me encontré con la Huesuda
sin saber que era la muerte.
Me dijo la testaruda:
“Ya no bebas aguardiente;
te vas a morir de cruda
y amarga será tu muerte.
(Estrofa de El Querreque)

Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de antaño. Todavía un instante miremos juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver... Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos...
P. Aelius Hadrianus (citado por Marichuy)

Yo no soy de esos cobardes
que le temen a la muerte
la muerte no mata a nadie,
la matadora... es la suerte.
Corrido de la Revolución Mexicana (citado por Manuel Servín Massieu)

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte,
tan callando.
Cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor [...]
Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,
no son sino corredores
y la muerte, la celada
en que caemos.
No mirando nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar.
Jorge Manrique (Inicio de Coplas a la muerte de su padre, citado por María Cigales)

No hay pena comparable a la de morirse.
Pensamiento de Pito Pérez (citado por Alberto Lazcano)



Sonrisa maya

27.10.08

Homenaje


No es fácil abogar desde la oposición por la legalidad cuando los principales obligados a cumplirla, es decir, los gobernantes, la violan de manera regular y deliberada, y esto no es un mero desahogo panfletario: es suficiente con dar una repasada superficial a las primeras páginas de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (no es necesario llegar al 27; basta con los artículos Primero, Segundo, Tercero y Cuarto) para apreciar el contraste entre los deberes del poder público y los hechos del calderonato.



El contraste es exasperante: las torturadoras AFI y PFP, violadoras consuetudinarias de la Carta Magna, llevan a la cárcel a quienes, con el propósito de defender ese cimiento de la legalidad, bloquean una vía de comunicación.

No es cómodo explicar ni explicarse, además, la pertinencia de pugnar, desde las calles y las plazas públicas, por disposiciones legales que garanticen la soberanía nacional, cuando se sabe que de todos modos el grupo gobernante hará todo lo que pueda para hipotecar y entregar al país a poderes políticos y económicos extranjeros y que, muy probablemente, lo conseguirá. Lo ha hecho con la apertura del sector eléctrico a las transnacionales, lo ha hecho con los Pidiregas, lo ha hecho con el Aspan. Incluso si en la reforma petrolera que nos han enjaretado (¿o dirán que “la hicimos todos”, como la elección de 2006?) se hubiesen incluido las famosas 12 palabras —la prohibición de que Pemex suscriba con empresas privadas contratos de exploración o perforación que impliquen la concesión de bloques o áreas exclusivas de territorio—, es probable que el gabinete de Felipe Calderón hallaría la puerta trasera de la ley para invalidar su espíritu; mucha es el hambre de los funcionarios por las comisiones bajo o sobre la mesa, y mucho el apetito de las transnacionales por zamparse los recursos naturales mexicanos. Ya lo dijo Vicente Fox con su cinismo no ilustrado: jueguen sucio, encuentren los recovecos legales para hacer lo que sea y, sobre todo, “pártanle el queso” a López Obrador, acción imprecisa sin mucha apariencia de apego a la ley.



También resulta cuesta arriba mantener la fidelidad a un movimiento que lleva meses esperando un clímax nítido y que se ha topado con una ambigüedad tramposa, con un puré en el que se mezclan fragmentos de victoria con pedazos de emboscada, escamoteo y avance, triunfo y derrota. Si el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo fuese una telenovela, su rating habría caído a cero tras las votaciones, las componendas y los logros de estos días.

Pero no: en medio del desconcierto, de la falta de información precisa o de la llana desinformación, de los vericuetos legales que hay que entender y de los errores de la dirigencia en la narración de los sucesos, los ciudadanos en resistencia han sabido diferenciar entre la ficción y la realidad y comprendido que ésta es incierta y carece de finales felices pero también de desenlaces fatales. Se han dado cuenta que ocupan un lugar civilizatorio, alternativo a la descomposición abismal del poder público y a la desintegración con la que amagan los procesos violentos, políticos o comunes.

Es posible que este movimiento no tenga muchas más armas que la verdad, pero la emplea de manera sobresaliente y la esgrime en las calles en tiempo real, antes de que se vuelva historia y deba ser recuperada, décadas más tarde, en el campo de batalla de los cubículos y de las publicaciones académicas. Quienes hoy persisten en defender la soberanía nacional y los recursos naturales de México saben, aunque no tengan doctorados ni licenciaturas ni primarias terminadas, que la lucha no consiste únicamente en amarrar las manos ladronas del calderonato y en sobreponerse a las andanadas de lodo lanzadas desde la masa mediática, sino también en configurar a futuro una etapa edificante en la historia nacional, la cual lleva muchas décadas sumida en un túnel oscuro. Se saben sujetos históricos, actúan como tales y merecen, por ello, un homenaje.



(Fotos de Odiseomx)

23.10.08

Del calzón y sus alrededores


La palabra calzón quiere decir muchas cosas y el objeto calzón tiene un montón de nombres. Para colmo, nadie se pone de acuerdo sobre si debe usarse en plural aunque la prenda sea una: cada vez que te los pones, quitas, subes o bajas, se entiende que la acción se refiere únicamente a una pieza y no a todos los calzones que posees, y mucho menos a cuantas existen en el Sistema Solar, y hablo de ese sitio grande y no de nuestro planeta porque en medio siglo de actividad espacial tripulada más de un astronauta habrá dejado algunos, ya perforados por los meteoritos, en órbita perpetua.

Pero no nos distraigamos: calzón lo mismo puede significar calza o calzas (actualmente, prenda de vestir que cubre de la cintura a los tobillos, o bien, en el Renacimiento, mangas de uso masculino para cubrir las piernas, que se ponían por separado y luego se unían mediante un cordón entrecruzado en los ojales de ambas, y de cuyo nombre deriva calcetas y calcetines) que braga, palabra que a su vez designa tanto a los calzones como a la pieza de tela que cubre entrepierna y nalgas como el mono u overol de mecánicos y de pintores (Venezuela), pero también a una prenda militar semejante a la bufanda, e incluso “cuerda que se ciñe a un fardo para suspenderlo en el aire”; se le llama también, en singular o en plural, bombachas, trusa, churrines, cucos, pantaletas, blúmer, calzonarios, calzoncillo, cacheteros, tanga, cola less, vedetina, chones, choninos, braguitas, panty o panties, slip, bóxer, tacacillo, gallumbo, interior o culote, que no es aumentativo de lo que parece sino galicismo originado en culotte, aunque la etimología de este segundo se origine en esa misma región anatómica: el argot culasse, y éste, a su vez, de cul). Claro que cada uno de esos términos puede tener, además de la genérica, una o varias acepciones específicas, de modo que la tanga es avara en la tela e inversamente generosa en el panorama, atributos que son llevados al extremo por la prenda llamada hilo dental, cuyo tirante central, delgadísimo por atrás, suele dejar al descubierto todo menos la estricta genitalidad, y a veces, hasta partes de ella; el bóxer (como el de los boxeadores, de ahí su nombre) designa pantalonete corto, amplio y de tela ligera, que permite bamboleos en libertad e incluso carambolas, en tanto que slip hace referencia a un envoltorio más bien constreñido que, al apretar, abulta, usualmente con fines propagandísticos.

En algún momento de la historia, tan impreciso como los términos aquí comentados, alguien inventó que la valentía se asienta en las gónadas masculinas, por más que ello va en desdoro de las mujeres, quienes poseen óvulos (es decir, huevos) mas no güevos (o wevos, como quiere la ortografía de las nuevas generaciones, o sea, testículos), y de los castrados, quienes no por estar físicamente incompletos perderán necesariamente su entereza de espíritu. La asociación imaginaria testículos-valor se contrapone, para colmo, con otras que identifican la pereza y la estupidez con una bolsa escrotal abundante: en México y Centroamérica, huevón es sinónimo de negligente, descuidado y flojo, en tanto que en el Cono Sur se llama así a una persona tonta.

A pesar de tales inconsistencias, sobre esa falsa noción se ha construido una muy graciosa metonimia (tomar el contenedor por el contenido) que sitúa la sede de eso que llamamos valor, en un sentido no económico, en la prenda que recubre el supuesto asiento anatómico de tales virtudes: ser calzonudo, tener muchos calzones o muchos pantalones, o los pantalones bien puestos, o estar bragado. Menos mal, al ser transferido de los órganos a la pieza de tela que lo rodea, la valentía pierde su supuesta constricción de género, y ya puede decirse, en femenino, calzonuda y bragada. En francés se usa culotté (e) para decir bravo (a), osado (a) o temerario (a), y ello no quita que hayan sido los sans-culottes (los “sin calzones”, los pobres, pues) quienes se aventaran la puntada de tomar por asalto La Bastilla, aventura que requería de gente valientísima.

La filigrana idiomática tejida en torno a la funda del bajo vientre y los glúteos (reducida en muchos casos a cubierta impúdica del pubis y el perineo) evoca los encajes que ornamentan algunas de esas prendas, las cuales, cuando femeninas (creo), han acabado como depositarias de ingentes dosis de libido y erotismo. A la cosificación del cuerpo de las mujeres corresponde una subjetivación de los objetos que lo rodean, denominada fetichismo, en virtud de la cual (vaya con las virtudes) algún fulano se clava con los chones y se olvida de la propietaria.

Wikipedia asegura que “el principal motivo del uso de ropa interior (supongo que una buena definición sería la que no se ve o a la que sólo se le ve un pedacito) es la higiene”, y uno se pregunta si la motivación higiénica de ese doble blindaje corporal consiste en preservar las zonas pudendas de superficies insalubres o bien en lo contrario (no dejar en el asiento manchitas de caca y pis); se comprende mejor, en todo caso, la búsqueda de comodidad (es que hay unas mezclillas tan ásperas) y la lucha contra el frío, especialmente cuando encima de la ropa interior hay una falda vaporosa o una bragueta (incomprensible diminutivo de braga) de botones por la cual se infiltra sin clemencia el cierzo invernal.

Por cierto, debemos al fabulista Félix María de Samaniego (sí, el mismo que moraliza a los niños con cigarras, hormigas, uvas y zorras) una de las composiciones más cochinas que se hayan escrito nunca sobre los calzones. Está aquí.

20.10.08

Quién mató a Brad

Muerte de Brad Will

En octubre de 2006 los testimonios periodísticos, nacionales e internacionales, eran tan desesperadamente necesarios para la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) como incómodos y perturbadores para el poder caciquil encarnado en Ulises Ruiz: el movimiento popular oaxaqueño se encontraba cercado y sus activistas eran cazados a balazos en las calles de la capital oaxaqueña por los esbirros del gobierno estatal, el cual difundía un panorama de normalidad que sólo existía en sus propios boletines. Y aunque el entonces secretario de Gobernación, Carlos Abascal Carranza, juraba en nombre de Dios (y en vano) que no habría represión, el gobierno federal había decidido que personajes como el mismo Ruiz y como Mario Marín no podían ser tocados ni con el pétalo de una averiguación previa pues ello podría molestar a los priístas en general, y la complicidad de éstos era indispensable para que el panismo gobernante se mantuviera en la Presidencia, así fuera con un cúmulo de inmundicias electorales. En el Distrito Federal, en consecuencia, se ultimaba los preparativos para rescatar al gobernador priísta en apuros y lanzar contra los rebeldes oaxaqueños fuerzas policiaco-militares; en particular a los contingentes de la Policía Federal Preventiva, que se encontraban bajo la responsabilidad de Eduardo Medina Mora, entonces secretario de Seguridad Pública y hoy procurador general.

La presencia del camarógrafo estadunidense Brad Will en la ciudad convenía a la APPO y estorbaba a la alianza gubernamental. Es relativamente fácil marear a cualquiera en los meandros de una investigación forense amañada y “demostrar”, por esa vía, que tú eres el homicida de Colosio, y de Carranza, y de paso hasta el asesino material de Moctezuma, pero el cuento de que el periodista fue asesinado por un activista del movimiento popular no resiste el análisis del sentido común.

Los procuradores al servicio del panismo han exhibido una alarmante tendencia a fabricar culpables. Acuérdense del arquitecto Joaquín Romero Aparicio, arraigado porque “se parecía” a un mafioso; de Artemisa Aguilar, quien injustamente pasó muchos meses en la cárcel; de Nahum Acosta, acusado de ser operador del Chapo Guzmán, arraigado, enviado a Almoloya y luego liberado por falta de elementos; del dirigente atenquense Ignacio del Valle, acusado y sentenciado por una agresión que tuvo lugar cuando él se encontraba ya encarcelado; de la indígena mazahua Magdalena García Durán, quien pasó 18 meses en prisión por no haber hecho nada; del médico radiólogo Carlos Martínez Neri, recientemente detenido por la fuga de un presunto secuestrador hospitalizado...


Brad, vivo


En razón de los pactos inconfesables entre panistas y priístas, desde 2006 Medina Mora, ya sea como secretario de Seguridad Pública o como procurador, tiene asignada la tarea de dar protección, represiva o jurídica, a Ulises Ruiz. Por ello, en el caso del homicidio de Brad Will, era por demás previsible que la PGR diera por buena la versión de la procuraduría oaxaqueña, la cual no halló nada más brillante que atribuir la culpabilidad del asesinato a las víctimas de la represión. Y desde la semana pasada, Juan José Martínez Moreno, activista oaxaqueño, está preso.

Ante la novela policial escrita en coautoría por el gobierno oaxaqueño y por la PGR, la Comisión Nacional de Derechos Humanos ofreció su propia investigación del homicidio y sus conclusiones no sólo resultan sólidas y rigurosas sino que, además, son compatibles con la lógica: Brad Will fue asesinado por disparos realizados a unos 40 metros de distancia, y no a menos de dos metros, como se les ocurrió a los policías de Ulises Ruiz y a los de Medina Mora.

Qué bueno que en esta ocasión el titular de la CNDH, José Luis Soberanes, no haya salido a declarar que Brad Will murió a consecuencia de “enfermedades crónicas, gastritis y cáncer hepático”, como lo aseguró hace poco más de un año en relación con Ernestina Ascensión Rosario, violada y asesinada por efectivos castrenses en la sierra de Zongolica. Pero el que haya sostenido tal versión, justo después de que ofreciera un “borrón y cuenta nueva” a un poder político corrupto e ilegítimo, debilitó la autoridad moral y la credibilidad que un ombudsman requiere para esclarecer abusos e investigaciones manipuladas y para corregir injusticias. En el caso de Brad y de otros, la voz de la CNDH tendría que tener, hoy, contundencia y autoridad, pero su propio titular la debilitó y ello da margen para que, pese a la evidencia, uno que otro plumífero del régimen se pregunte, con pretensión hamletiana, de qué lado está la verdad, como si ésta no estuviera a la vista de todos.


Muerte de Ernestina: “gastritis y cáncer hepático”

16.10.08

Pinche tráfico


¿Has pasado 365 horas adentro de un auto/microbús/taxi/vagón de Metro, mientras sientes que tu vida se desperdicia sin sentido alguno y que el universo es el más estúpido de los inventos? Por supuesto: ese es el tiempo (364 horas con 48 minutos, para ser exactos) que le dedicas cada año al transporte cotidiano si eres una de esas personas inmensamente afortunadas cuyos trayectos consumen sólo media hora de ida y otra de vuelta. Pero si el camino de casa a la escuela o al trabajo te toma una hora, tu promedio anual de existencia embotellada asciende a 30 días y medio (729 horas con 50 minutos). Ahora bien: si entre tus ocupaciones cotidianas debes atravesar la ciudad de México, digamos, desde Xochimilco hasta Azcapotzalco o desde Iztapalapa hasta Santa Fe, y si inviertes hora y media en cada viaje, ello significa que cada año vivirás casi mil 100 horas a bordo de un medio de transporte público o privado (o una combinación de ambos), es decir, mes y medio. Así, por cada década de tu vida debes calcular un desperdicio de un año, tres meses y un día, desperdicio que por lo general es absoluto, a menos que seas uno de esos individuos con concentración de titanio que logran leer en el microbús el Tractatus logico-philosophicus, de Wittgenstein o, ya de perdida, un ejemplar de Sensacionales de traileras. Así, en una esperanza media de vida de 70 años, el transporte se lleva nueve, lo que te deja con 61 para dedicárselos al nacimiento, al sueño, al crecimiento, al juego, al estudio, al trabajo, al amor, al odio, a la lectura, a la diversión, a rascarte el ombligo, a consultar médicos y brujos, a gestiones burocráticas obligatorias, a vestirte y a desvestirte, al baño, a lavarte los dientes, al consumo de alimentos y a su contrario, al disfrute de la jubilación, a la atención de los achaques, al fallecimiento y a un último viaje, muy probablemente conflictivo a causa de los embotellamientos, hacia el cementerio o el crematorio.

O sea que para vivir en una urbe como ésta hay que pagar, además de los impuestos en metálico y las rentas o precios habitacionales propios de una gran ciudad, un tributo vital desmesurado y abusivo que degrada la existencia de más o menos todo mundo, reduce en forma infame la productividad, hace el aire irrespirable y representa un atentado a la alegría. En horas productivas: una persona que labore jornadas de ocho horas en semanas de cinco días, gane 10 mil pesos mensuales (es decir, poco menos de 57 pesos la hora) y gaste dos horas diarias en ir de casa a la chamba y viceversa, podría percibir mensualmente, si viviera a dos cuadras de su empleo y dedicara al trabajo el tiempo que gasta en transporte, 2 mil 508 pesos mensuales adicionales, un incremento salarial de más de 25 por ciento.

La carga de vehículos automotores arruina la vida urbana, expulsa a los peatones del espacio de la ciudad, le da al traste a la economía personal y a la economía a secas, así como también a las relaciones sociales y familiares, a la salud y a la seguridad. Es terreno propicio para retrasos, frustraciones, accidentes, descomposturas, asaltos, secuestros y homicidios, pero nadie organiza manifestaciones en protesta porque los trayectos cada vez más lentos, en el medio de transporte que sea, nos están comiendo la vida. Será porque todos somos responsables de que las calles se parezcan cada vez más a los intestinos de un estreñido crónico: el modelo económico, el gobierno, la industria, la voracidad inmobiliaria, la policía, la hueva, tú y yo.

Mario Molina: “Los automovilistas se resisten a que se eleven los costos de la compra y uso de vehículos automotores (esto es, los impuestos o los costos de gasolina, estacionamiento, verificación vehicular, etcétera), sobre todo si piensan que sus recursos los utilizará el gobierno con muy poca eficiencia y para fines que no los benefician directamente a ellos. No perciben con claridad la ventaja de ponerse de acuerdo, por medio de políticas y acciones de gobierno, para que todos salgan ganando. Tampoco perciben el costo real de usar el automóvil (que incluye construcción y mantenimiento de vialidades, pagos a la policía de tránsito, etcétera), ni el costo que representa la enorme pérdida de tiempo ligada al congestionamiento o el daño a la salud pública ocasionado por la contaminación, que incluye, por ejemplo, mortalidad inducida en gente vulnerable y limitación en el desarrollo de la función pulmonar en los niños. Todo esto influye fuertemente en los funcionarios de gobierno, que tienden a posponer la aplicación de medidas para enfrentar esos problemas, por ser poco populares.”

Salvador Kalifa propone imitar las medidas adoptadas en Londres en 2001, en donde el alcalde Ken Livingstone “fue contra la corriente, y en una de las acciones más osadas de su administración, propuso en 2001 el cobro de un peaje por el acceso al centro de la capital inglesa en las horas pico. Ese programa entró en operación el 17 de febrero de 2003. La velocidad promedio de los vehículos en el centro de Londres antes de la medida apenas superaba los nueve km/h y, en algunas arterias clave, tan sólo alcanzaba 2.9 km/h. Seis meses después de su aplicación, las notas de prensa señalaban que el cobro de peaje había funcionado mejor de lo que esperaba el alcalde o cualquier otra persona. Los retrasos por tráfico se habían reducido en una tercera parte y las velocidades promedio se habían elevado en 40 por ciento. Casi tres cuartas partes de los londinenses lo calificaron de efectivo. La zona de aplicación del peaje se extendió en febrero del año pasado a un área del oeste de la ciudad de Londres, mientras que como una prueba adicional del éxito de la medida, otras ciudades del mundo con problemas de tráfico planean aplicar esquemas similares al que existe actualmente en la capital inglesa”.

Cómo no. Sólo que, incluso después del retiro de los célebres Routemasters, los autobuses londinenses son eficientes, cómodos y seguros, pero en la ciudad de México el transporte público va de muy insuficiente (Metro, metrobús, RTP, trolebuses) a pésimo (microbuses), y va a estar en chino convencer a los conductores clasemedieros que dejen en casa el Chevy (por no hablar de los más favorecidos, de Mercedes Benz con chofer y guaruras) y emprendan un viaje a la dimensión desconocida a bordo de una caja rodante, desvencijada y repleta, marca Havre, que data de los tiempos de infortunio urbano en los que mandaba Espinosa Villarreal.

Más allá de lamentos y mentadas de madre al cosmos, a autoridades, a empresas y a prójimos, el tránsito vehicular es objeto de estudios muy sesudos. Científicos de la Universidad de Nagoya realizaron un ejercicio con vehículos que se movían en un círculo a velocidad constante y con una separación uniforme entre ellos. Ese baile no tendría, en apariencia, por qué degenerar en atasque, pero ocurre que es casi imposible que todos los coches mantengan la misma velocidad, por lo que pronto un conductor se acerca más de la cuenta al vehículo que le precede, frena por reflejo y genera una suerte de “efecto dominó” atrás de él. Martin Treiber, de la Universidad Técnica de Dresde, programó un simulador muy gracioso que permite visualizar claramente las ondas de choque de una incorporación a carriles principales, de un carril cerrado, de un semáforo en funcionamiento, de cambios de carril y de una subida. Allí puede verse la inherente falta de fluidez que termina por afectar a un torrente de coches. Es oficial: el universo actúa de mala fe y está en contra de nosotros. Pinche tráfico.

foto: http://nedbatchelder.com/blog/200801/deadlock_in_real_life.html

15.10.08

“Apariencia superior europea”


En la página de Hummer (hummer.com.mx), el vehículo H3 2008 se presenta en versiones de lujo y superlujo, y los precios van de 37 mil 290 dólares (Luxury) a 43 mil 390 (Adventure Alpha): entre 487 mil 660 pesos a 567 mil 433, según el convertidor de divisas Oanda, a las 11 de la noche del domingo 12 de octubre. Los modelos 2009 son un poquito más caros, pero tanto éstos como los del año en curso se ofrecen con “un año de seguro gratis o mil 500 dólares de descuento”, y en planes de adquisición con 35 por ciento de enganche y el resto a pagar en 18 mensualidades sin intereses. Estos términos de oferta han de ser importantes para convencer a alguien que invierta el equivalente a dos departamentos de interés social, o bien 29 años de salario mínimo, en un coche más tosco que la novia de Frankenstein y más ostentoso que un cepillo de dientes decorado con esmeraldas.

Ultimadamente, cada quien sabe lo que hace con su dinero, y se supone que Felipe Calderón y Agustín Carstens tendrían que saber lo que hacen con el dinero de todos, que es de donde salieron 59 regalitos de ésos, entregados por Elba Esther Gordillo a otros tantos dirigentes seccionales del sindicato del que es algo así como propietaria para que le obedezcan y cierren el pico: poco más de 30 millones de pesos de obediencia y silencio. Qué detalle.

¿Cuántos Hummer H3 Luxury o Adventure Alpha podrán comprarse con los 8 mil millones de pesos que la cúpula sindical está exigiendo? La respuesta es: 16 mil 400, si se trata del modelo menos lujoso, y 14 mil 100, si se opta por el más caro. ¿Será ése el destino de los fondos demandados? No lo descarten: tal vez sea plan con maña, y los obsequios de Gordillo con cargo al erario sean una medida secreta –y genial– ideada por su aliado Calderón para reactivar la economía: porque si así fuera, ¿no ameritaría tal adquisición el establecimiento de una nueva planta de ensamblado en alguna ciudad del país? ¿A cuántos obreros les daría trabajo? ¿Cuántas señoras podrían vender tortas y quesadillas en la puerta de la fábrica? ¿Cuántos nuevos talleres especializados abrirían sus puertas, cuántos tapiceros hallarían chamba (los asientos del H3 son de piel, y “terminados con doble puntada ‘francesa’, detalle que acentúa la apariencia superior europea”), qué número de vulcanizadoras se requeriría para atender las ponchaduras de esas llantotas? ¿Cuántas plazas de acomodadores y franeleros podrían crearse con tal cantidad de estos armatostes, que necesitan un espacio de media cuadra para estacionarse? ¿Cuántos chavitos famélicos podrían salir de la pobreza extrema lavando los parabrisas de las flamantes camionetas? ¿Qué monto de impuestos (IVA e ISAN) recaudaría el gobierno al venderse a sí mismo, o casi, una cantidad semejante de esas tanquetas en versión civil? ¿Cuánto podría cobrar a las aseguradoras por concepto de ISR?

Los resentidos (es que ellos no pueden comprarse un Hummer H3), los que sólo ven lo malo, los que son un peligro para México, dirán que en realidad esos 59 vehículos son parte del pago por los votos que en 2006 la lideresa magisterial le consiguió, haiga sido como haiga sido, a Calderón; sin embargo, sería incorrecto concluir que cada uno de los 59 H3 equivale a 4 mil 134 sufragios, lo que totalizaría los 243 mil 834 (0.56 por ciento) que, según Ifelandia, le dieron el triunfo al panista. En realidad, al erario esas boletas le están saliendo mucho más caras, porque al costo de los Hummers ha de agregarse las percepciones de los operadores y parientes de Gordillo Morales (Yunes Linares, González Sánchez, Yánez Herrera, etcétera) incrustados en el gobierno, los cientos de millones de pesos regalados por Calderón y Carstens a la cúpula sindical para que haga lo que quiera y, “no tiene precio”, la Alianza para la Calidad de la Educación, ACE, que ha servido hasta para acusar de corruptos a quienes llevan décadas luchando contra la corrupción en el gremio magisterial.

Y así estamos: el país avanza por una espiral de violencia a secas en la que se multiplican los ajusticiados y por otra espiral de violencia económica que hace proliferar desempleados y nuevos pobres extremos; mientras tanto, el grupo gobernante obsequia camionetas de lujo a los sumisos para que transporten sus nalgas magisteriales en asientos de piel con “apariencia superior europea” y obliga a los rebeldes (La Jornada, 12/10/08) a caminar sobre brasas y vidrios.

9.10.08

Orán, bella y rebelde

Maurice El Médioni

  • Cantos de desterrados
  • La música de Maurice El Medioni

Tal vez el problema comienza cuando un Estado se define a sí mismo como judío, o árabe, o musulmán, o católico, o anglicano, o budista. O tal vez antes, cuando un Estado se define. O incluso antes de ese antes, cuando el judío es descrito como amigo de Satanás, el árabe es llamado “marrano” y el moro y el cristiano se gritan “infiel” el uno al otro. No nos metamos en eso. El punto es que, cinco siglos después de las expulsiones masivas, los vocablos ladinos acaban resonando en suburbios insospechados de Estambul y que apellidos andalusíes como Siniora vuelvan a cruzarse, en las negociaciones eternas de Medio Oriente, con sefardíes como Toledano, y que en el seno de las comunidades remotas de exiliados (refugiados, desplazados, emigrados, expulsados), los cantos de la ausencia construyen países un tanto imaginarios pero inenarrablemente hermosos. Los únicos errantes que escapan a esta norma son los gitanos, quienes no están atados a patria alguna porque, como dice Juan Peña, El Lebrijano, no conocen otra que la libertad.

He estado en contacto con prófugos políticos, económicos, culturales, raciales, étnicos, religiosos, arreligiosos y hasta sexuales (la discriminación y la persecución también exilian a quienes no se reconocen en una de las dos categorías heterosexuales estipuladas por el horrendo Dios de Ratzinger) de un montón de nacionalidades: mexicanos, judíos, chipriotas, haitianos, armenios, palestinos, saharauis, argentinos, españoles, griegos, chilenos, rusos, colombianos, gringos, uruguayos, húngaros, chinos, croatas, salvadoreños, iraníes, búlgaros, bolivianos. Casi todos padecen un poco o un mucho de morriña, “soidade da terra natal”, de saudade, “lembrança carinhosa de um bem ausente”, de dor —“mai am un singur dor”, dice el poeta rumano Miahi Eminescu— o de homesickness, o de mal du pays, o de wehmut, sentimiento para el que hay muchas palabras en muchos idiomas pero no un vocablo preciso, porque es algo así como una añoranza particularmente lúcida y no del todo triste. Nostalgia se forma de los vocablos griegos νόστος (retorno) y αλγος (dolor, misma raíz de analgésico) y en la imprecisión etimológica (porque la causa del dolor no es el retorno, sino su imposibilidad, evocación o lejanía) reside la poética del término.

La contradicción ideológica, política o nacional tendría que avergonzarse de sí misma y declararse en tregua y en silencio cada vez que un desterrado recrea en la palabra, por sobre las dificultades del tiempo y la distancia, su patria prohibida. Si se mira bien, el canto del exiliado es un punto de encuentro de lo humano por encima de las diferencias de bando, partido, pendón, cofradía, color y lengua.

Estas ideas y otras me vinieron a la cabeza al escuchar los ritmos hermosos a un tiempo extraños y familiares que salen del piano de Maurice El Medioni (Orán, 1928), un judío argelino que terminó cantando en Marsella sus añoranzas por la ciudad natal. Su paisano y colega árabe (Cheb) Khaled (Hadj Brahim), conocido como “el rey del rai”, y también desarraigado por las amenazas de los fundamentalistas idiotas (algunos creen que para suprimir la sexualidad basta con prohibir las palabras que la nombran), dice que El Medioni “representa el tiempo en que la música era pura y no había guerra entre judíos y árabes, y nos reuníamos a tocar y a compartir cosas”. Uno y otro, el hebreo y el moro, son ejemplos notables del crisol melódico que fue Argelia a mediados del siglo pasado: ritmos procedentes de la liturgia jasídica, arrebatos andaluces, cachonderías árabes, aires franceses e italianos, orquestaciones egipcias y compases afroamericanos de Luisiana, Brasil y Cuba. “La base de mi música es andaluza, pero le pongo boogie-boogie, jazz y latina. Y con todo, conserva la resonancia del Magreb”.

Su padre y su tío Saoud, regentean un cabaret en la Calle de la Revolución, en el corazón del Derb, el barrio judío de Orán. Cuando Maurice tiene siete años, su padre fallece de manera violenta y Saoud emigra a Francia. El pequeño huérfano permanece en Orán, improvisa laúdes con sartenes y violines con tenedores y a los nueve años se sienta por primera vez ante el teclado de un piano, comprado por su hermano mayor en un bazar de vejestorios. En cosa de pocos días, su casa se puebla con las canciones de Francia que el niño escucha en la radio y que empieza a ejecutar en el nuevo-viejo instrumento.

Cuenta Bertrand Dicale: Maurice toma el jazz y el boogie-woogie de las tropas estadunidenses que llegan a su país en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, en la Operación Antorcha; de los soldados puertorriqueños escucha los ritmos caribeños y enloquece con ellos. Por entonces, los jóvenes argelinos escuchan cualquier cosa menos las melodías de su país. Una tarde, cuando Maurice toca en un bar, tres muchachos magrebíes le piden que les haga el acompañamiento de una canción árabe, el joven judío acepta y se produce una revelación: su técnica de jazz y sus frases latinas se acoplan con fluidez a la melodía oriental y, tras unos momentos de improvisación, establece de manera instintiva los fundamentos del “pianoriental”. Los ritmos de rumba de Maurice se acopla perfectamente bien con el rai que está naciendo en Argelia y los cuatro músicos empiezan, desde esa noche, a tocar juntos. Se inscriben en algo que no tiene nombre, o que tiene varios: judeoárabe, judeoandaluza, judeoargelina o francárabe, y que tiene entre sus grandes exponentes a Lili Labassi, Lili Boniche, Blond Blond, Salim Halili, Reinette l’Oranaise.



Afirma Dicale que, tras la independencia de Argelia, el gobierno del nuevo país dio como alternativa a los hebreos “la valija o la tumba”. Exagerado o no, de los 130 mil argelinos judíos que había en 1962, sólo quedaba un centenar dos décadas más tarde. No hay revolución que no cometa atrocidades, y éstas no se justifican por las más prolijas y profundas que perpetran las contrarrevoluciones. Lo cierto es que Maurice se integró, al igual que decenas de miles de sus correligionarios, al enorme flujo humano de gentiles “pies negros” (pieds-noirs) que optaron por emigrar a Francia. Trabajó de sastre en París y abrió posteriormente una boutique en Marsella (1967). Pretendió retirarse de la música, pero la música se negó a retirarse de él, y ya viejo, grabó algunos discos de éxito limitado (Café Orán, 1997, Pianoriental, 2000). Hace unos años el músico cubano-estadunidense Roberto Rodríguez —otro ausente, trasplantado a los nueve años de su Habana natal a Miami— lo encontró en París y se lo llevó a Nueva York, en donde ambos grabaron lo que es una consagración planetaria: Descarga oriental. Acompañado por las percusiones caribeñas de Rodríguez, El Medioni se deja llevar por la morriña, la saudade, el dor y la nostalgia, deslumbra al reivindicar su origen en la lejana tierra de ambiente y abundancia, describe su cuerpo y sus humores como los de una mujer añorada y, tras un recorrido por sabores y olores y tendajones y amigos y marchantes y compinches, concluye:

Je me souviandrai toujours, toujours,
que là j’ai passé mes plus beaux jours.
Cette ritournelle,
je la chante pour elle,
pour Oran, la belle
et la rebelle :

Oran, non, non, je t’oublirai pas.

Moi aussi je pense à toi.

Ô non, non, y on se reverra,

et toujours on s’aimera.

(Recordaré siempre, siempre, / que allí pasé mis días más hermosos. / Este estribillo / lo canto para ella, / para Orán, / la bella / y la rebelde: / Orán, no, no te olvidaré. / Yo también pienso en ti. / Oh no, no, allí nos hallaremos / y nos amaremos siempre.)

Claro que sigues presente en Orán, viejo árabe y judío, sonoro y maravilloso.



Voici, mon cher Maurice.

8.10.08

El Flaco y el Gordo


En forma clara y concisa:
Agustín Carstens y Ortiz
hicieron mierda al país
y por eso la sonrisa.

7.10.08

Teo, Leonardo y Mario


El viaje de Teo aborda de una manera exasperante, divertida y triste, las peripecias de un chavito migrante en un punto fronterizo de Sonora. Al final, vayan a verla, la cinta advierte: “129 niños y niñas mexicanos son repatriados diariamente desde Estados Unidos a México”. Qué promedio. Chulo de bonito el país que hemos destruido, por acción o por omisión, para dejarle la pedacería a nuestros hijos. Y hay que decirlo en primera personal del plural porque los responsables del arrasamiento no son únicamente los neoliberales que asumieron el poder durante el sexenio de De la Madrid, ni los banqueros saqueadores, ni los legisladores coyotes, levantadedos y vendeconciencias, ni los funcionarios que se retiran con bonos millonarios en una nación de hambrientos, ni los altos mandos de policía que violan la ley con el pretexto de cumplirla, ni los directivos de una televisión y una radio lobotomizadoras y amordazadas por razones de utilidad privada; también somos corresponsables quienes no pudimos impedir el fraude de 1988, los que no fuimos capaces de evitar la seducción masiva y perversa de Solidaridad, quienes no hicimos lo suficiente para detener el magno atraco del Fobaproa-Ipab, los que no nos dimos cuenta a tiempo que el conjunto de los partidos políticos estaba siendo comprado por el régimen, quienes pensamos que el triunfo de Fox en las urnas era una consecuencia del juego democrático, los que no encontramos la forma de impedir que la oligarquía gobernante se perpetuara en el poder mediante la inmundicia electoral de 2006.

Allí está el resultado de nuestros actos y de nuestras incapacidades: un país que, en vez de enviar a sus niños a la escuela, los manda a cruzar la frontera gringa, y que empieza a habituarse a la espantosa violencia desencadenada por las torpezas del calderonato, mientras los opinadores sumisos dan vueltas alrededor del vaso seco y vacío de la gestión gubernamental con la esperanza de encontrar un ángulo desde el cual se vea medio lleno.

Una de las condiciones necesarias para multiplicar la pobreza, ahondar la desigualdad y consolidar la dependencia –no se hagan bolas, que ese es el programa del gobierno Salinas-Zedillo-Fox-Calderón– es imponer la mentira, para que parezca que los gobernantes hacen lo contrario de lo que hacen: la mendacidad impera en la televisión, la radio y la mayor parte de la prensa escrita, en los discursos, en los spots y en las encuestas. Se llama prosperidad a la miseria, transparencia a la corrupción, fortalecimiento a la privatización, estabilidad a la incertidumbre, seguridad pública a 40 asesinatos diarios. Ante esa impostura sistemática y programada, los reflejos de decencia, cuando se tienen, impulsan a denunciar la mentira, aunque sea a gritos, porque el grupo en el poder y la masa mediática, que son una y la misma cosa, no dejan otro camino.

Eso fue lo que hicieron el viernes pasado en Palacio Nacional los jóvenes Andrés Leonardo Gómez Emilsson y Mario Virgilio Santiago Jiménez, durante la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales de la Juventud. “¡Espurio!”, le gritó Andrés Leonardo [de la RAE para el EMP: espurio significa “bastardo (que degenera de su origen o naturaleza)”, o bien “falso (engañoso)”] cuando el autor del “haiga sido como haiga sido” y el descubridor de las gastritis mal atendidas evocaba forma demagógica (www.alterinfos.org/spip.php?article2112) la lucha de Eufrosina Cruz Mendoza. Y cuando Calderón aseguraba que “hoy tenemos libertad”, Mario clamó: “¡No hay libertad!” Para demostrar al joven que estaba en lo correcto y que el entregador de premios mentía, los guardaespaldas presidenciales arrestaron a los autores de los reclamos verbales, los interrogaron y los remitieron al Ministerio Público “por la probable realización de conductas que son sancionadas penal o administrativamente por la legislación vigente”.

La autoridad impone, aunque sea espuria, y para hacer lo que hicieron los dos jóvenes universitarios el viernes pasado se requiere de un gran valor y de un acendrado civismo. En lo único que a la postre tuvo razón el encargado del Ejecutivo federal es en que “nuestro país necesita mexicanos como ustedes, que puedan hablar con toda libertad, expresarse con cualquier tipo de mecanismos pacíficos”, aunque, por hacerlo, la guaruriza los capture, los meta en una patrulla y los mande al juez calificador. Es vergonzoso y triste que chavos talentosos, honestos y lúcidos como Leonardo y Mario tengan que deslindarse a gritos ante un poder público que no escucha nada y que actúa en automático hasta para desmentirse a sí mismo. Habríamos tenido que entregarles un país en el que pudieran recibir sus premios merecidísimos sin preocuparse por dejar a salvo su congruencia y sin ser detenidos. Y qué vergüenza que decenas de miles de menores de edad tengan que enfrentarse en la frontera norte a la migra estadunidense y a la muerte porque su país no les da para comer.

3.10.08

Andrés Leonardo
y Mario Virgilio

Mario y Leonardo

Hoy, en Palacio Nacional, Andrés Leonardo Gómez Emilsson y Mario Virgilio Jiménez Santiago fueron sometidos a una especie de secuestro express por parte de agentes del Estado Mayor Presidencial luego que desafiaron a Felipe Calderón. No cometieron delito alguno. Lo único que hicieron fue decir la verdad ante el usurpador.

Nomás eso, Leonardo y Mario: que son ustedes unos chavos a toda madre, y que va un fuerte abrazo a cada uno.

2.10.08

Floraciones de otoño


En septiembre, en el hemisferio norte florecen las dos clases de quitameriendas, endémicas de la Península Ibérica: la venenosa Colchicum autumnale y la humilde Merendera montana, que extiende a ras de suelo sus seis pétalos fugaces. Por esta época también se llenan de capullos el azafrán, el lirio de la paz, la campánula, la salvia, la verbena, el geranio de los prados, la verónica, la genciana, el myosotis, el ciclamino, la escobilla, abundante en efedrina, y el zacatechichi o hierba de los sueños, rico en alcaloides y empleado en infusiones con propósitos sedantes. El algodonero, al igual que los arces, al comienzo del otoño pinta sus hojas de rojo intenso y hasta la hiedra tenaz echa unas flores diminutas de color verde-amarillo. Brotan en esta época las aves del paraíso, las dalias, girasoles, fresias, gardenias y algunas variedades de rosas y claveles.

Los crisantemos euroasiáticos (género Chrysanthemum, una treintena de especies) y los cempasúchiles americanos (Tagetes erecta y patula) han comenzado su floración y se preparan para adornar tumbas y altares en los días de los difuntos (limbos nonatos, inocentes y muertos adultos). Ambas variedades son comestibles, y sus pétalos, aptos para ser preparados en infusión. A diferencia de la oriental, la americana no es una flor, aunque lo parezca a simple vista, sino un ramo agrupado en una sola cabeza floral, y por eso la familia Asteraceae, a la que pertenece, se denominaba antiguamente Composi-tae. Ambas son insecticidas naturales. El cempasúchil se emplea además como pigmento para intensificar el amarillo de las yemas y de la piel de los pollos. El crisantemo contiene piretrinas, que atacan el sistema nervioso de los insectos y que sirven también como base para la fabricación de repelentes. Dice el Testamento de Brassens:

Avant d’aller conter fleurette / Aux belles âmes des damnées, / Je rêve d'encore une amourette, / Je rêve d'encor m'enjuponner ; / Encore une fois dire: ‘Je t'aime’, / Encore une fois perdre le nord / En effeuillant le chrysanthème, / Qui est la marguerite des morts.

(Él mismo lo cantó y grabó en español: Antes de ir a hacer el oso / con las ánimas de Plutón, / quiero otra vez estar celoso, / otra vez dar mi corazón. / Una vez más decir ‘te quiero’, / una vez más desatinar / al deshojar el crisantemo, / que es margarita funeral.)

La anémona, de esplendor triste y efímero, florece también en los otoños y evoca el culto mistérico a Adonis, la belleza masculina que nace y muere en los colmillos del jabalí y que pone en brama a las mujeres maduras. Recordemos: Afrodita, celosa de la hermosura de Mirra, la induce a cometer incesto con el padre y éste, al descubrir que se ha estado acostando con su propia hija, monta en cólera e intenta matarla; ante el desmadre que ha provocado, Afrodita no atina más que a convertir a la pobre muchacha en un árbol, en el que luego un jabalí restriega sus colmillos y hace brotar unas gotas de resina; cuando éstas caen a la tierra, nace un bebé tan bello que la diosa vuelve a atolondrarse, lo encierra en un cofre y lo entrega a Perséfone para que lo cuide; Perséfone, a su vez, queda prendada de la criatura y se rehúsa a devolverla. Perséfone y Afrodita se la disputan hasta que Zeus dispone que ésta pase un tercio del año con una, otro tercio con la otra, y los cuatro meses restantes con quien le dé la gana. Conforme Adonis se hace muchacho, las hormonas de Afrodita hierven a borbotones en su presencia y no hay forma de saciarlas. Shakespeare (reclámenle a él las incorrecciones políticas) lo contó bien bonito:

Now quick desire hath caught the yielding prey, / And glutton-like she feeds, yet never filled; / Her lips are conquerors, his lips obey, / Paying what ransom the insulter willeth; / Whose vulture thought doth pitch the price so high, / That she will draw is lips rich treasure dry. // And having felt the sweetness of the spoil, / With blindfold fury she begins to forage; / Her face doth reek and smoke, her blood doth boil, / And careless lust stirs up a desperate courage, / Planting oblivion, beating reason back, / Forgetting shame's pure blush and honour's wrack.

Propone la versión de Ramón García González (cervantesvirtual): Se apodera el deseo de la vencida presa / y glotona la Venus nunca está satisfecha, / ella domina el labio, los de él obedecen / y pagan el rescate que pide la agresora; / buitre rapaz que pide, alto precio retando / en desecar el rico tesoro de sus labios. // Pues habiendo sentido del botín la dulzura, / ella con rara furia empieza a saquear; / su cara exhala humo, y su sangre está hirviendo, / su lujuria sin freno le da nuevo coraje; / proclamando el olvido, ataca la razón / sin pensar en pudores o el honor naufragando.

Para no hacerles el cuento largo, Afrodita sigue jariosa con Adonis y Ares, podrido en celos por las calenturas de la que vendría a ser algo así como su mujer, envía un jabalí para que mate al joven de una tarascada. Las gotas de sangre de la herida se transforman en anémonas rojas, mientras que las lágrimas de Venus desolada se vuelven rosas o, según quiere otra versión de la leyenda, en una clase distinta de flores que se llaman, precisamente, y hasta la fecha, adonis, que hasta donde sé, no florecen en otoño.

Les sanglots longs / Des violons / De l'automne / Blessent mon cœur / D'une langueur / Monotone.

(Los largos sollozos / de los violines / del otoño / me hieren el corazón / con su prolongación / monótona).

Paul Verlaine cantó el cambio estacional de estos días con esos tonos lúgubres, y de seguro no se imaginó que, medio siglo después de su muerte, tales versos célebres habrían de ser usados como clave por el mando militar aliado (¿hay algo más anti Verlaine que un mando militar del bando que sea?) para avisar a las redes de la resistencia francesa que iniciara, en vísperas del desembarco en Normandía, un plan de sabotajes a puentes, vías férreas e instalaciones de comunicación de los ocupantes. De todos modos,Verlaine estuvo mejor que el típico “Delta Tango Charlie” de los milicos gringos.

En la porción sur del planeta, mientras tanto, han empezado a florecer lotos, magnolias, membrilleros, narcisos, jacarandas, jacintos y tulipanes, así como los arbustos llamados forsitias, que dan flores pequeñas y amarillas. No dejemos fuera de esta floración otoñal al gran Neruda:

Contra el azul moviendo sus azules,
el mar, y contra el cielo,
unas flores amarillas.
Octubre llega.
Y aunque sea
tan importante el mar desarrollando
su mito, su misión, su levadura
estalla
sobre la arena de oro
de una sola
planta amarilla
y se amarran
tus ojos
a la tierra,
huyen del magno mar y sus latidos.
Polvo somos, seremos.
Ni aire, ni fuego, ni agua
sino tierra,
sólo tierr
seremos
y tal vez
unas flores amarillas.

* * *

No se olvida. Es una vergüenza (y debería ser un escándalo) que las instituciones republicanas reciban con bombo y platillo a Felipe de Borbón, zángano que un día será jefe de Estado por designio de un chisguete de semen nobiliario. Se entiende que su tocayo, que despacha como presidente de México, le haga las típicas fiestas que le prodiga un gerente de sucursal al presidente corporativo de la empresa, pero que le organicen arrumacos en El Colegio de México no tiene nombre: ocurre que ese instituto fue fundado por republicanos derrotados y el régimen que representa el visitante fue impuesto sobre los cadáveres de cientos de miles de españoles libres y plebeyos, muchos de los cuales siguen enterrados sin nombre ni justicia en la España contemporánea, igualito que los mexicanos asesinados por el régimen diazordacista hoy hace 40 años.