29.6.11

Nuevas amenazas contra Lydia Cacho

Para difusión inmediata – 28 junio 2011

ALERTA

México: Ante la Falta de una Respuesta Adecuada por parte del Estado continúan Amenazas en contra de Lydia Cacho

El pasado 14 de junio, la periodista y defensora de derechos humanos Lydia Cacho recibió nuevamente amenaza directa de muerte. Las amenazas realizadas en esta ocasión vía telefónica y correo electrónico hacen referencia al trabajo como periodista que continua realizando Cacho, lo cual es evidencia del riesgo que continúa enfrentando así como del patrón de persecución y vigilancia al que está sometida. A pesar de ello, la respuesta del Estado ha estado marcada por la dilación y la falta de investigación de los hechos.

Cacho ha recibido varias amenazas y agresiones desde que en 2005 publicó el libro titulado “Los Demonios del Edén, el poder que protege a la pornografía infantil”, en donde reveló la existencia de una red de explotación sexual y pornografía infantil que operaba bajo la protección de políticos y empresarios. Por tal denuncia pública fue víctima de acoso judicial, tortura y numerosos abusos de poder. Desde entonces ha publicado información en su columna semanal y varios libros sobre temas relacionados con corrupción, trata de personas, crimen organizado, narcotráfico y violencia de género.

Durante el 2009, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó medidas cautelares a la periodista como resultado de varios actos de vigilancia y hostigamiento por parte de hombres armados. Sin embargo, las agresiones no han cesado. Aún cuando las medidas cautelares atienden a los principios de gravedad y urgencia, las nuevas amenazas evidencian la ineficacia y falta de diligencia del Estado mexicano en la implementación de medidas de protección dictadas por la CIDH.

Pese a la displicencia del Estado en atender las agresiones contra Cacho, ella ha continuado su labor periodística y ha denunciado los hechos de agresión contra ella sin que hasta el momento se haya juzgado ni castigado a los responsables tanto materiales y/o intelectuales de la cada vez más larga lista de agravios en su contra. ARTICLE 19 ha podido constatar que las medidas dictadas por la CIDH sólo han sido cumplidas en menos de un 50%. A pesar de las amenazas Lydia Cacho publicó la investigación “Esclavas del poder: un viaje al corazón de la trata de mujeres y niñas en el mundo”, en el cúal nuevamente revela nombres de tratantes y servidores públicos vinculados con redes de delincuencia organizada, mismas que no han sido investigadas ni perseguidas por el Estado mexicano.

ARTICLE 19 ha recalcado que las amenazas no pueden ser tomadas a la ligera por parte de las autoridades. La mayoría de las violaciones graves a derechos humanos cometidas contra periodistas han estado precedidas de amenazas. Más aún,como en este caso, cuando la vía por la que se realizan puede generar fácilmente evidencia para ubicar a los responsables.

ARTICLE 19 hace un llamado al Estado mexicano para:

  • Cumplir cabal y efectivamente con la implementación de las medidas cautelares otorgadas por la CIDH para proteger a la periodista y defensora de derecho humanos.

  • Investigar las amenazas puntualmente que lleven al juzgamiento y condena de los responsables.

NOTAS PARA EDITORES:

  • Para mayor información contactar a: Cynthia Cárdenas, Consultora Legal, cynthiac@article19.org, +52 55 10546500

  • ARTICLE 19 es una organización independiente de Derechos Humanos que trabaja alrededor del mundo para proteger y promover el derecho a la libertad de expresión. Toma su nombre del Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual garantiza la libertad de expresión.





EU: cómo hacer negocios a
costa de los indocumentados

28.6.11

Dos realidades


Claro que muchos todavía podemos trabajar y hasta cobrar lo trabajado; otros –menos, aunque la magia del mercado haga aparecer repletos los centros comerciales– conseguimos ir de compras, acudir a una función de cine o teatro, dormir la siesta; unos cuantos, en el grupo de 120 millones de habitantes, pueden darse el lujo de pasar por las áreas de salidas internacionales de los aeropuertos, asomar la nariz por allí y regresar a un país que parece normal. Buena parte de las avenidas comerciales del país siguen en pie, y en ellas los restaurantes siguen sirviendo platillos suculentos, las tiendas exclusivas prosiguen sus ventas de bolsas de piel para dama y relojes de pulso para caballero (cada vez más grandes, según la moda), todavía se adquiere uno que otro juego de mobiliario para récamara infantil a 20 mil pesos, en rebaja de mitad de precio, y puteros de distintas categorías siguen expendiendo su mercancía a parroquianos insaciables por naturaleza. Claro que muchos prójimos mueren de muerte natural y facilitan, con su deceso, encuentros familiares excepcionales y tumultuosos; por supuesto, quedan aún tiempos y lugares para el amor y el desamor, para abonar los sueños, para celebrar a carcajadas cualquier ocurrencia propia o ajena.

Pero estas expresiones de realidad innegable se reducen día a día, bajo la potencia incuestionable de los retenes (la inútil paranoia policial, multiplicada ahora gracias a los operativos de la Conago), de la referencia cada vez más cercana a un acto de extorsión, un levantón, una muerte imprevista entre las balas. O más simple: ante la manifiesta insensatez de ir a veranear a Playa Bagdad, en Tamaulipas, frente al riesgo de transitar por las carreteras de Morelos, en la incertidumbre de cuáles pinares mexiquenses son todavía propicios para acampar sin el peligro de conocer en vivo a los matones, a sus aliados de las corporaciones policiales o a productos menores de la desintegración del Estado.

Mientras uno lleva hijos a la escuela a la hora prevista y sin contratiempos y se detiene, camino a casa, a comprar helado, un centenar de migrantes son secuestrados en Veracruz, con o sin complicidad de las fuerzas federales, por sicarios de un cártel; un centenar de armas de alto poder –por inventar una cifra que nadie conoce a ciencia cierta– traspasan diariamente las fronteras nacionales, aventadas al ruedo de la muerte por la avidez comercial de los fabricantes y por la corrupción monumental de las autoridades; los campos petroleros son reticulados y repartidos, como si fueran rebanadas de pizza, a transnacionales extranjeras no menos sórdidas, en su ejercicio de control territorial, que los cárteles; las fuerzas militares asesinan a civiles, los clasifican como “delincuentes” y presentan cadáveres torturados y con el tiro de gracia; La Familia Michoacana impone impuestos de 30 por ciento a los cultivadores de aguacate, los Zetas avanzan en el control del comercio informal, y la cabeza visible de eso que aún se llama, por reflejo, gobierno federal, dice que él no tiene la culpa de nada y que se avanza por el camino correcto.

Claro que hay hospitales públicos que aún mantienen su funcionamiento a medias, que el fisco sigue enviando notificaciones a causantes morosos, que todavía operan los infernales laberintos burocráticos para abrir un negocio, renovar el pasaporte o levantar un acta por robo de vehículo. Allí donde aún no colapsa la delgada cáscara de la normalidad, la ciudadanía se aferra a ella con uñas y dientes, sometida al acoso creciente de autoridades que han dado en sospechar de todo mundo, menos de ellas mismas.

Es un poco enloquecedora esta coexistencia entre el inmaculado oficio de la Secretaría de Hacienda y la cartulina bajo la cabeza cercenada; entre la expedición regular de credenciales para votar y el desvío fraudulento de medio presupuesto estatal para inflar la campaña del aspirante oficial; entre la ausencia del ser querido por motivo de viaje a Orlando y el hoyo infernal del pariente levantado y desaparecido por pistoleros o por soldados; entre la tranquilidad de una cerradura bien aceitada y la fragilidad de los muros ante el poder de la artillería operada por todos los bandos; entre la insolencia de un gobernante que festina públicamente la guerra –nada que dialogar, a lo que pudo verse el jueves– y la orfandad de una población que acumula evidencias sobre la carencia de autoridades, la disolución de la legalidad y la multiplicación de poderes fácticos.

Por cierto: las tácticas para socavar las certidumbres de la población y su sentido de realidad están previstas en los recetarios de la guerra sicológica.


26.6.11

De Vonnegut


Mira, Sam, si este libro es tan corto, confuso y discutible, es porque no hay nada inteligente que decir sobre una matanza. Después de una carnicería sólo queda gente muerta que nada dice y nada desea; todo queda silencioso para siempre. Solamente los pájaros cantan. ¿Y qué dicen los pájaros? –Todo lo que se puede decir sobre una masacre: algo así como “¿Pío-pío-pi?”


Matadero 5

Carta de apoyo a
Isaín Mandujano
y Ángeles Mariscal

Al Presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa
A los organismos defensores de los derechos humanos
A los organismos defensores de la libertad de expresión
A las organizaciones sociales solidarias
A la Cámara de Diputados
Al Senado de la República
A la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
A Amnistía Internacional
A la Comisión Nacional de los Derechos Humanos

Las y los periodistas de Chiapas estamos preocupados por la situación de hostigamiento y amenazas que están viviendo colegas periodistas, y que se expresan mediante linchamientos y campañas de desprestigio cuyo vehículo son las redes sociales, los medios de comunicación públicos, blogs, páginas web “anónimas”. Últimamente también se han dado amagamientos directos con emprender acciones judiciales.

Tenemos documentados diferentes casos en donde periodistas-funcionarios (aunque resulte una combinación difícil de entender) están utilizando medios públicos para desprestigiar el trabajo de compañeros periodistas.

Si bien, el hostigamiento ha sido más perceptible en el caso de algunos compañeros, sentimos que la agresión es para todo el gremio de periodistas y comunicadores, ya que cualquier situación que atente contra la libertad de expresión pone en riesgo nuestro trabajo.

Estamos preocupados por los casos particulares del compañero Isaín Mandujano y la compañera Ángeles Mariscal, quienes desde hace cuatro años están viviendo una situación de hostigamiento, derivado de su trabajo periodístico.

El incidente más reciente se dio este jueves, cuando a través de un boletín oficial emitido desde la Procuraduría de Justicia del Estado se deja entredicho la supuesta participación del compañero Isaín Mandujano en el ataque que sufrió el funcionario de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach) y del Sistema Chiapaneco de Radio, Televisión y Cinematografía, Jacobo Elnacavé Luttmann.

Este agravio forma parte de una larga cadena de agravios hacia ellos. Esta situación nos parece preocupante, porque como se ha venido exponiendo a través de diferentes foros, denuncias públicas y otras formales, coloca a los periodistas en una situación de alta vulnerabilidad; a la que confluye el escenario adverso que en todo México se vive contra los periodistas.

Percibimos un cerco informativo y poco acceso a las fuentes de información, que va en contra de la Ley de Derechos para el Ejercicio Periodístico del Estado de Chiapas, la que pedimos se respete a cabalidad.

Las y los periodistas que firmamos esta carta respetamos el Estado de Derecho, sabemos que nuestro trabajo es necesario en cualquier lugar donde se quiera alcanzar la democracia. Por tanto pedimos respeto y tolerancia a nuestro trabajo, pedimos dicten medidas cautelares para los periodistas directamente agraviados.

Consideramos que Chiapas debe arribar a un estatus democrático donde la libertad de prensa, de expresión, de información y de opinión sea un derecho garantizado y no vulnerado por el propio Estado.

Solidariamente periodistas de Chiapas

Sandra de los Santos Chandomí
Gabriela Coutiño Montes
Concepción Villafuerte
Elio Henriquez Tovar
Amalia Avendaño Villafuerte
Patricia de los Santos Chandomí
José López Arévalo
Antony Flores Mérida
Juan de Dios García Davish
Fredy Martín Pérez
Patricia Espinosa
Juan Álvarez Moreno
José Sálazar de León
Samuel Bernardo Revueltas
Tania Broissin
Luis Ángel Escobar
Itzel Grajales
Hugo Isaac Robles Guillén
Julio H. Pérez
Darinel López
Flor Cordero
Victor Hugo Roblero
Nehemias Jimenez
Carlos Herrera
Antonio Aguilar
Sergio Melgar
Beatriz Cunjamá
Rosbi Liseth Coello
Guadalupe Citalán
Amado Avendaño Villafuerte
Víctor Hugo López Rodriguez
José Luis Crocker
Hugo Robles Guillén
Alberto Hernández
Rodolfo Flores
Rene Araujo
Abenamar Sánchez
Rodrigo Ramón Aquino
Claudia Lobaton
Mary José Díaz
Ariel Grajales
Heriberto Ortíz
Oscar Gutiérrez
Ada Ivette Morales Lara
Omar Escamilla
César Trujillo Sánchez
María de Jesús Peters Pino
Herman Bellinghausen
Raúl Vera
Laura Alanis
Victor Carrillo Caloca
Nadia Liera
Barbara Zucker
Guadalupe Citalán
Heriberto Velasco Castañeda
David Martínez Huerta
Marco Antonio Alvarado

24.6.11

Limpiar la mirada


“Sus sueños viven en nuestro mundo, en nuestra realidad. No son imágenes y sombras y sonidos como nuestros propios sueños. Son sueños de carne y savia, madera y huesos y sangre. Y a veces estos sueños quedan inconclusos...

¿Quién entiende un sueño realizado? Pregúntale a un pájaro si entiende que una torre de cien metros es el sueño materializado de un hombre, o que el dibujo de un artista es parte de un sueño. Explícale a una oruga la estructura de una sinfonía... y el sueño de donde nació la sinfonía.”

Theodore Sturgeon: Los cristales soñadores

23.6.11

En Telesur: ineludible, la
responsabilidad de Calderón

Las cifras de la muerte

Es repugnante analizar los números de la muerte, pero más repugnante es la muerte misma cuando resulta de homicidio, y más aun si el homicidio forma parte de una estrategia planificada, incluso si ésta es adoptada en aras del “interés nacional”. Para colmo, no es el caso. Todos los indicios disponibles indican que la guerra del calderonato es un negocio, o varios: negocio geopolítico, comercial y financiero para Estados Unidos, y negocio para las mafias locales, incluida la que se instaló en Los Pinos. Uno puede perfectamente imaginarse al “equipo de seguridad nacional”, metido en su búnker hollywoodense, mientras analiza gráficas, comenta reportes e inventa genialidades en torno al sufrimiento y la muerte de personas de carne y hueso.

Los integrantes de ese equipo están muy lejos del horror que han provocado. En esas reuniones de seguro no se comenta sobre los pormenores del levantón, la tortura, la asfixia, el degüello, el abandono del cuerpo en una cajuela o en la punta de una cuerda o en una bolsa negra, el dolor de los huérfanos y de las viudas, los fragmentos de la vida destrozada. Todo eso queda reducido a una cifra que se integra en subtotales, promedios trimestrales y datos desagregados por entidad y municipio. Con esa materia ascéptica trabajan las lumbreras de la desgracia nacional.

Vendrán los corifeos del calderonato a decir qué barbaridad, pero cómo se atreven a culpar al presidente y a sus colaboradores, si los responsables del horror son los delincuentes. Y sí, la criminalidad no reclutada por las fuerzas públicas es causante directa de buena parte de la carnicería, pero en el total hay un número injustificable de personas asesinadas por las fuerzas públicas, ya sea en meros episodios de gatillo nervioso o por las sórdidas directivas de venganza y limpieza social que, se sabe, llegan a las filas de las corporaciones armadas oficiales. Ah, y quienes deben garantizar la paz interior y la integridad de las personas no son los delincuentes, sino las autoridades, y es a ellas a las que la seguridad pública se les murió en las manos. O la mataron en forma deliberada.

Imposible saber si en el ámbito del recuento de víctimas de su guerra (tomo el periodo que va de enero de 2007 a diciembre de 2010) el calderonato maneja una doble contabilidad –como lo hace en otros asuntos– y si un régimen tan consistente en la mendacidad entrega datos verídicos a la ciudadanía. Se analiza lo que hay: un archivo de Excel puesto en línea, con omisiones inexplicables. Por ejemplo, excluye homicidios en los que el cuerpo de la víctima no presenta “impactos de arma de fuego larga y/o corta”, como si no hubiera, en esta guerra, abundantes asesinatos por asfixia, decapitación o desmembramiento en los que se prescinde de las balas. La “rivalidad delincuencial” incluida en el título es desmentida por la propia base de datos, que permite agrupar “fallecimientos producto de ataques por parte de grupos de la delincuencia organizada en contra de autoridades de cualquiera de los tres órdenes de gobierno”. Y así.

En enero de este año, el ínclito Alejandro Poiré presentó lo que denominó “Base de Datos de Presuntos Homicidios Relacionados con la Delincuencia Organizada”, la llamó “un ejercicio de transparencia sin precedentes”, y se jactó de que “en el tercer trimestre de 2010 el ritmo de crecimiento se estabilizó y al final del año hubo un decrecimiento que, sin convertirse aún en una tendencia, es por sí solo notable”. Qué buena onda que entre octubre y diciembre del año pasado la muerte haya bajado su ritmo en 10 por ciento. El problema es que, en los primeros 48 meses del calderonato, los homicidios relacionados con delincuencia organizada han experimentado un incremento general de 540 por ciento.

Con todo y los defectos que ostenta a primera vista, el macabro compendio permite confirmar o desmentir falsas impresiones de la opinión pública, inducidas o espontáneas, como la de que Michoacán es una de las entidades más violentas del país: tanto en términos absolutos como relativos, la tierra del general Cárdenas tiene menos homicidios que Morelos, Sonora, Tamaulipas y Nuevo León, y muchos menos que Chihuahua y Sinaloa.

Lo más impresionante de estos números es la desbordada multiplicación de homicidios en todas las entidades del país, salvo Tlaxcala y Yucatán. Generadas por estados y por ciudades, las gráficas correspondientes parecen víboras paradas y listas para el ataque. La tercera excepción es el Distrito Federal, en donde las muertes relacionadas con criminalidad organizada sólo crecieron cinco por ciento en el periodo. Los extremos opuestos son las entidades ganadas por la muerte, por decirlo de alguna manera, es decir, aquellas en las que, en lo que va del calderonato, el número de homicidios se incrementó en más de mil por ciento: Colima (incremento de 5000%), Nayarit (3000%), Coahuila (2000%), Tamaulipas (1500%), San Luis Potosí (1300%), y Morelos (1000%).

En Puebla, Jalisco y Durango, la mortandad se disparó 850%, 847% y 772 %, respectivamente; en el Estado de México, subió 561%; en Nuevo León, 476%; en Sinaloa, 426 %; en Guerrero, 380 %; en Sonora, 351 %; en Guanajuato, 298 %; en Tabasco, 270 %; en Oaxaca (269 %); en Querétaro, 260 %; en Baja California, 258 %; en Veracruz, 238 %; en Zacatecas, 205 %.

Las entidades con crecimientos “moderados” en el número de asesinatos (oh, qué gran triunfo) son Baja California Sur (66 %), Michoacán (58 %), Quintana Roo (46 %), Chiapas (35 %), Campeche (25 %), Aguascalientes (24 %) e Hidalgo (21 %). Cierran la lista los casos ya mencionados del Distrito Federal (5 %) y de Yucatán (-50%). En Tlaxcala el indicador pasó, en el periodo de referencia, de 0 a 4 crímenes de esa clase.

Un gran número de criminales asumidos son responsables por muchas de las muertes compendiadas en las cifras oficiales. Pero quienes han creado las circunstancias para sus acciones son esos otros criminales de clóset: los funcionarios que desmanejan los asuntos de la República y que la han llevado a la pesadilla de sangre, descomposición y dependencia en la que hoy estamos.

Y no podrá haber paz, seguridad pública ni estado de derecho en tanto persista la impunidad de unos y otros.

Algunas entidades afectadas



Ciudad Juárez: dos
expresiones de la divergencia

1. Del Frente Plural Ciudadano y del Centro de Pastoral Obrera de Ciudad Juárez:

Cd. Juárez, Chih., a 23 de junio de 2011

A las y los firmantes del Pacto Nacional Ciudadano por la Paz con Justicia y Dignidad en Cd. Juárez

A las y los mexicanos

A la comunidad internacional

A la solidaridad de los Medios Populares y Comunitarios

El pasado 10 de junio de 2011, en el monumento a Benito Juárez, en Cd. Juárez, Chihuahua, se firmó el Pacto Nacional Ciudadano por la Paz con Justicia y Dignidad, contenido que emergió de quienes en esperanza y confianza, se unieron a una Caravana que posibilitaba ir más allá del abrazo y el consuelo del dolor compartido, porque invitaba a decir la palabra negada y acallada en la exigencia de una justicia ausente.

Cientos de víctimas surgieron del anonimato y se unieron con los habitantes de una ciudad victimizada, con luchadores y defensoras sociales, con trabajadores, estudiantes y artistas. A cada testimonio y a cada llanto, todos y todas gritamos solidariamente, No estás solo, no estás sola.

Este preámbulo y conclusión de sufrimiento compartido, fue el impulso para proponer, discutir y acordar en las mesas de trabajo en Ciudad Juárez, una realidad bien sabida, que los asesinatos, las desapariciones, los secuestros y las extorsiones que vemos en el acontecer de los días, tienen profundas raíces que les permitieron emerger, crecer y expandirse.

Se habló de las y los desaparecidos, que forman parte del gran negocio de la trata de personas, y de la ineficacia y desprecio de las autoridades para atenderlos; del rechazo a la reforma a la Ley Federal del Trabajo que condenaría a las y los trabajadores a buscar mejor ingreso dentro de otras formas –lícitas o no- que precarizarían la vida ya precaria del obrero, del ayudante, y también del maestro, y la enfermera entre muchos otros, y también de los pocos que estudian para nunca ejercer su carrera, porque no hay trabajo.

Se rechazó la estrategia de guerra y la militarización como aplicación del terror por parte del Estado en la supuesta guerra contra el narcotráfico.

En la simulación de brindarnos seguridad, se señaló que las y los ciudadanos debemos enfrentar el abuso, la arbitrariedad y la inaceptable ineficacia de militares y policías, experiencia que se repite en muchas ciudades y comunidades de México; Juárez es el ejemplo incuestionable de ello.

Las y los jóvenes defendieron el derecho a existir en la igualdad de las oportunidades que no tienen y el derecho de ser lo que quieren ser, sin que gobernantes y políticos les busquen ocupación y acomodo.

Defendieron su derecho a rechazar la militarización porque son las mejores presas para elevar los índices de presuntos culpables que las fiscalías necesitan, en la creación de chivos expiatorios para justificar la existencia del enemigo a vencer.

Las y los caravaneros, de la frontera sur a la frontera norte, fustigaron que se entregue la riqueza del país, entre otras, a empresas transnacionales mineras, que en su afán de lucro, despojan a personas y comunidades del patrimonio de años y contaminan suelo y agua, para obtener enormes ganancias para unos pocos y el soborno de los muchos que lo permiten y legitiman.

Se rechazó la Ley de Seguridad Nacional porque es permiso para nulificar los derechos humanos de la población, para otorgar amplio poder directo y discrecional al Ejecutivo sobre las fuerzas militares y para la continuación y aumento de las víctimas colaterales.

Se discutió sobre los delincuentes de cuello blanco, la democracia simulada, el voto blanco y la pasiva actuación legal para evitar el lavado del dinero, que con eficacia pudre instituciones y funcionarios, empresas e inversionistas, gobiernos y gobernantes.

Fueron muchos los dolores y más las exigencias, las acciones y las propuestas para el país que demandamos, para la vida que nos niegan y para la paz que anhelamos, voces que emanaron de las y los muchos que llegaron.

No hubo ni pretendida, ni simulada alteración en las mesas, basta de ese discurso absurdo y engañoso. En cada grupo participaron activamente defensores reconocidos, ahí estuvo Don Raúl Vera, Miguel Concha, Clara Jusidman, Víctor Quintana, Víctor Orozco, y muchos y muchas otras, que con simpatía o no a los resolutivos, fueron testigos de las discusiones y acuerdos generales, ellos mismos pueden lealmente dar cuenta de la secuencia de cada mesa y que en ningún momento reclamaron la palabra de la plenaria y del Pacto firmado y celebrado en el Monumento a Juárez.

Por todo lo anterior:

A quienes participaron con su exigencia y anhelo de una mejor Patria, les decimos: su palabra en Juárez sí es Pacto Ciudadano que nos compromete, reconocemos su valor y honramos su palabra. Les invitamos a continuar el diálogo en sus comunidades, en sus grupos y ciudades, para dar agenda a los acuerdos y propuestas en forma coordinada.

A los y las compañeros de Puebla les expresamos nuestro apoyo en su lucha en contra de la base militar; y a quienes en la distancia se unieron a la palabra de Juárez les reiteramos nuestra solidaridad a su causa.

A quienes imponen las decisiones de arriba hacia abajo y de pocos sobre muchos, les decimos que nosotros y nosotras preferimos otras formas, horizontales y democráticas de decidir.

A las y los que llegaron y partieron de Juárez, a nuestra dolida y valiente ciudad, a quienes dudan y a quienes se decidieron, les repetimos, no están solos, no están solas, estamos unidos en el ya basta de sangre y seguiremos juntos y juntas hasta la paz y la justicia, hasta la vida digna.

A quienes hoy se manifiestan contra la guerra de Felipe Calderón, les decimos: cuentan con nosotros, y a la distancia nos solidarizamos en el rechazo a un dialogo desigual con el gobierno y sin garantías de cumplimiento.

¡Refrendamos el Pacto Nacional Ciudadano por la Paz con Justicia y Dignidad, firmado en Ciudad Juárez el 10 de junio del 2011!

¡No a la militarización!

¡No a la reforma a la Ley Federal del Trabajo!

¡No a la reforma de la Ley de Seguridad Nacional!


2. De Magdalena Gómez:

De la movilización al movimiento: ¿cuestión de agendas?

La trascendencia de la Caravana del Consuelo ha sido ampliamente analizada: el enorme acierto de colocar la mirada en las víctimas y sus familias, que también lo son. Las voces de los sin voz que se escucharon en el amplio recorrido en ruta hacia Ciudad Juárez, el epicentro del dolor, como bien lo han definido. En todo ello Javier Sicilia se convirtió en el emblema al fundir su duelo en el de todas y todos a quienes de manera directa les ha golpeado la brutal e irresponsable guerra, porque los verdaderos daños colaterales los está sufriendo la sociedad entera. La caravana, por tanto, vale por sí misma y forma parte ya de la historia social de nuestro país. Importa dejar clara esta valoración incuestionable porque parece necesario ahora colocar la reflexión en los desafíos e incluso contradicciones y riesgos que se perfilan al transitar hacia la construcción de un movimiento. ¿Con qué alcances? Cual parteaguas premonitorio, la reunión organizada el pasado 10 de junio en Ciudad Juárez concluyó con una serie de planteamientos que provocaron el desconcierto primero y rechazo explícito después por parte de Javier Sicilia y los copromotores más cercanos. Los puntos divergentes más fuertes se centraron en la petición del retiro inmediato del Ejército, el juicio político a Felipe Calderón, elemento que daba cuenta de una posición de no diálogo. Con ello se desató una campaña de ciertos medios descalificando a los supuestos duros, radicales, fundamentalistas.

Es ciertamente preocupante el argumento de que el plan que se firmaría, el verdadero, era el anunciado en el Zócalo el pasado 8 de mayo, con seis puntos que ahora vemos que eran no negociables. Y lo es porque ese mismo día se informó que eran la base para que se diera una amplia discusión. En esa lógica la Asamblea Juarense por la Paz con Justicia y Dignidad se pronunció, entre otros puntos, por: 4. Que la desmilitarización del país sea una demanda que no tenga margen de negociación. De eso depende el alto al derramamiento de sangre que atestiguamos cotidianamente 5. Que las seis exigencias que el Movimiento Nacional Ciudadano propone sirvan para dar sustento a los debates e intercambios en Juárez y a los cuales puedan agregarse otra serie de demandas (30 de mayo de 2011).

Si colocamos la mirada en el histórico proceso de elaboración de los acuerdos de San Andrés, sabemos que se inició con el enunciado de los temas y su contenido se definió sobre la base del diálogo. Lo que se está planteando acá es un tanto absurdo, pues independientemente de la justicia que entrañan los seis puntos de mayo, su definición dista mucho de expresar un proceso previo de amplio debate. Así las cosas, se ha dicho que en la reunión del 10 de junio pasado se produjeron simples relatorías y que en todo caso lo ahí expresado se podría considerar la Declaración de Ciudad Juárez, pero el Pacto Nacional es el del 8 de mayo (El Economista, 14/6/11).

Lo cierto es que esos deslindes públicos expresan que Javier Sicilia ha definido una ruta de diálogo con el Estado, específicamente con el ocupante de Los Pinos, llevando, eso sí la voz de las víctimas y exigiendo o esperando respuestas acordes con la paz, la justicia y la dignidad. Esta posición es, por supuesto, legítima aun cuando no exenta de contradicción con lo expresado duramente el propio 8 de mayo en el Zócalo: “¿Por qué se permitió al Presidente de la República y por qué decidió éste lanzar al Ejército a las calles en una guerra absurda que nos ha costado 40 mil víctimas y millones de mexicanos abandonados al miedo y a la incertidumbre?

Por eso les decimos que es urgente que los ciudadanos, los gobiernos de los tres órdenes, los partidos políticos, los campesinos, los obreros, los indios, los académicos, los intelectuales, los artistas, las iglesias, los empresarios, las organizaciones civiles, hagamos un pacto, es decir, un compromiso fundamental de paz con justicia y dignidad. Ahora yo pregunto: ¿por qué se sorprenden de la demanda de juicio político y de la convicción de que el pacto se construiría en ese proceso? Quienes acompañaron a la Caravana del Consuelo y plantearon otras propuestas seguramente no pretendían imponer agendas, simplemente se movían en una lógica distinta. Por ejemplo, me pareció importante que los pueblos indígenas de viva voz exigieran que se cumplan los acuerdos de San Andrés.

Se ha insistido mucho y con razón en la no violencia, y en ese asunto central no se observaron contradicciones en los documentos de las mesas de trabajo en la ciudad fronteriza. Tampoco en el referente ético, que no parece estar en cuestión. Las diferencias políticas que se observan no pasan por que unos sean éticos y otros no. Reconocer a las víctimas y aplicar la no violencia y la resistencia es crucial, pero no es incluyente de la vasta problemática que entraña un pacto nacional en lógica de refundación.

21.6.11

La diferencia se
llama Encinas

Hace once años, el Partido Revolucionario Institucional tuvo una oportunidad irrepetible para dejar de ser una excrecencia mafiosa del poder público y convertirse en un partido político. Ante un gobierno legítimo, pero bisoño, torpe y abiertamente reaccionario, el PRI habría podido redefinirse como una fuerza opositora socialdemócrata, dejar las cadenas de complicidad y corrupción en las oficinas públicas federales que se veía obligado a abandonar, romper con el modelo neoliberal que él mismo había impuesto doce años antes y erigirse en defensor de instituciones forjadas bajo su reinado, sí, pero como resultado de movilizaciones, presiones y reivindicaciones populares: Pemex, la CFE, el IMSS y el ISSSTE, Luz y Fuerza. Semejante transformación habría dado lugar a una verdadera transición democrática en el país y habría obligado al foxismo a gobernar con un mínimo respeto a la legalidad vigente.

No se pudo o no se quiso. Los líderes priístas en sus diversas vertientes optaron, en cambio, por consolidar sus alianzas oscuras con los poderes fácticos locales, nacionales y transnacionales y por refrendar, sobre la base de la impunidad, el cogobierno de hecho con el panismo, forjado durante el salinato y consolidado en el zedillato. Quienes en 2000 decían buscar una versión mexicana del Pacto de la Moncloa omitían el hecho de que el equivalente ya se había generado: fue el consenso transpartidista entre el Revolucionario Institucional y Acción Nacional para mantener, contra viento y marea, el modelo económico de la Revolución Conservadora, agravado por tres componentes locales: el caudillismo mafioso, la corrupción endémica y la inveterada violencia de Estado contra la población. El foxismo aprovechó la revuelta electoral ciudadana contra el régimen no para transformarlo, sino para perpetuarlo. Seis años más tarde, la ciudadanía volvió a rebelarse contra el poder público, y como para entonces ya no hubo forma de engatuzarla con un “candidato del cambio”, se recurrió al fraude simple y brutal.

Hoy en día, el PAN y el PRI, con la participación auxiliar del Panal y del Verde, pelean centímetro a centímetro las posiciones de poder en juego y recurren a las mismas viejas armas: el desvío escandaloso de recursos públicos con fines electoreros, el uso de las instituciones de procuración de justicia para golpear al adversario, el sometimiento de los organismos “autónomos”, las alianzas con vertientes poco mencionadas de la delincuencia organizada (la sindical, la mediática, la financiera), el voto corporativo y otras. Para ellos, el único propósito de gobernar es seguir gobernando.

Lo que se juega en los pleitos entre panistas y priístas es, proporciones guardadas, lo mismo que se disputa en un partido de futbol: el triunfo de un logotipo y premios en efectivo para quienes lo llevan puesto en el lomo. Por lo demás, ni unos ni otros resolverán las tragedias nacionales –miseria, desigualdad, marginación, desempleo, violencia, liquidación de la soberanía, ilegalidad manifiesta en el accionar institucional, autoritarismo creciente– porque ellos mismos son causantes y beneficiarios del desastre.

Ahí tienen la campaña de Eruviel Ávila: acarreos, maquinarias matraqueras, promesas estúpidas (como esa de suprimir la tenencia vehicular, que ya fue suprimida) y desmesuradas (nada más 6 mil), gastos desorbitadod en propaganda, reclutamiento de plumas a modo para difundir un discurso que es puro vacío. Qué parecida, esa campaña, al vacuo e irritante “Vivir mejor”, un ejercicio de la mentira que, de no ser por la pobreza de su sintaxis, sería indistinguible de la grandilocuente autoexaltación que caracterizaba a los presidentes priístas.


No es de extrañar que la ciudadanía otorgue su respaldo a propuestas políticas distintas –cuando las hay– a esa sopa bipartidista sangrienta y corrompida. Eruviel es el rostro del aparato jurásico (aunque se rasure el bigotito de licenciado Trastupijes y se ponga o se quite maquillaje literal y figurado) y Felipe Bravo Mena es más de lo mismo, pero huérfano de maquinaria propagandística y electoral oficial; de ahí sus denodados y estériles esfuerzos por existir como candidato. La diferencia en el Edomex se llama Alejandro Encinas. A pesar de las encuestas cuchareadas en favor del aspirante oficialista, con todo y los votos inducidos que el aparato gestiona desde ya para Eruviel, el ex jefe de gobierno del Distrito Federal tiene amplias posibilidades de triunfo porque es el único candidato a gobernar la entidad con propuestas específicas y viables para empezar a remediar el saldo pavoroso del régimen, porque no pertenece a él y porque no pretende perpetuarlo.

16.6.11

Algunas piedades

Del Medioevo...

Piedad es más que un nombre femenino. Viene del latin piĕtas: sentimiento que impulsa al reconocimiento y cumplimiento de los deberes para con la divinidad, los padres, la patria, los parientes, los amigos, etc., dice el Diccionario latino de Blánquez Fraile. Hoy, en nuestro español contemporáneo, piedad tiene tres acepciones principales: 1) la empatía con una persona que padece (compasión, que es compartir la pasión, valga decir, el sufrimiento); 2) el amor y la veneración a los asuntos y las cosas sagradas y a los padres, y 3) representación plástica de María con su hijo exánime en brazos. Empecemos por esto.

Es uno de los temas más recurridos del arte sacro católico, y uno de los más horrorosos y conmovedores. Por lo general, en las composiciones respectivas María sostiene en sus brazos el cuerpo muerto de Jesús. En las representaciones medievales solía representarse al segundo en estado de rigor mortis, como la antiquísima Sich Erbarmen de Salmdorf (1340); la que se conserva en la parroquia de St. Severin, en Hermülheim, Colonia; la del Museo Diocesano de Klagenfurt cerca de 1420); la de Konrad Witz (1440); la de Villeneuve-lès-Avignon (en el Louvre), pintada por Enguerrand Quarton hacia 1455; las pintadas por el flamenco Roger van der Weyden o atribuidas a él; la de la Abadía de Lubiąż, hoy en el Museo Nacional de Varsovia, o bien las casi gemelasde la Basílica de Aquilea y del Museo Nacional de Bavaria.

El Renacimiento, que quitó un poco de truculencia a los temas de arte sacro, flexibilizó el cuerpo rígido de Jesús y lo hizo descansar, en algunos casos, en forma casi plácida, como ocurre con la celebérrima escultura de Miguel Ángel sita en El Vaticano, el enorme cuadro de Tiziano que se encuentra en la Galería de la Academia, Venecia, y que es varias décadas posterior, así como la morbosísima pintura del extremeño Luis de Morales. En lo sucesivo, el tema de la Madre con el Hijo muerto ha dado pie a innumerables paráfrasis y parodias.

... al Renacimiento.

El conjunto marmóreo de Buonarotti no sólo es relevante por su impresionante belleza plástica sino también por sus paradojas: Es acojonante que la representación de una joven mujer con un muerto en el regazo pueda inspirar serenidad y paz, y es conmovedora la osadía del autor al plasmar a María con los rasgos de una muchachita, y al cadáver del Hijo, con las características de un adulto que bien podría ser el hermano mayor, si no es que el padre.

Se permite volar: tal vez estemos ante el mensaje de que los humanos no tenemos una edad definida sino que somos la suma y la sedimentación de todas nuestras edades, y que lo mismo da tener 50 años que 25. Acaso el escultor haya pensado que la muerte es un retorno al regazo materno, eternamente joven, y que el sacrificio de Jesús devuelve a María al tiempo del alumbramiento y que conduce al protagonista a un arrullo postrero. O será tal vez que la piedad es abundante en las primeras eteapas de la vida y que se va erosionando con la experiencia y con el tiempo. Qué impresión. A más de 500 años de realizada, esta escultura sigue siendo, incluso para las mentes no religiosas, una puerta abierta al viaje alrededor de la condición humana y de los misterios inicial y final de la vida. Brinco a Sabines, quien recupera una piedad sin madre ni padre:

Piedad me tengo, mas me desamparo,
en cóleras me voy, mas me cobijo.
Barato soy, pero me cuesto caro.

Estoy tanto sin nada que me aflijo
y con todo estoy tanto que me encaro
a tenerme a mí mismo como a un hijo.

Arte popular virreinal mexicano, conservado en Filipinas

Empatía con quien padece; amor a asuntos y cosas sagradas; imaginería cristiana. Por rechazar los sentidos segundo y tercero, no pocos escépticos y ateos han repudiado la piedad en toda su riqueza de significados, han concluido que humilla al destinatario y han encontrado para ella un remplazo intachablemente secular, pero dudoso: solidaridad, que es buena y necesaria, pero que no quiere decir lo mismo. Qué tragedia para la ética. Agréguenle, a eso, la constante prédica mentirosa de papas, ayatolas y demás gestores religiosos, en el sentido de que quienes no queremos o no podemos tener fe en cosas sobrenaturales hemos de ser, obligadamente, ajenos a cualquier otra expresión de espiritualidad y hasta de moral, y que un mundo sin dioses acaba por convertirse en un burdel, en un matadero, en un inmenso mercado de ladrones, o en las tres cosas.

Tras la privatización de todo lo imaginable, el narcotráfico, el tráfico de personas y la guerra son las penúltimas consecuencias de las reglas del juego implantadas por el neoliberalismo: permiten enormes márgenes de utilidad, plazos vertiginosos de recuperación de la inversión, eliminación de los débiles y supervivencia de los más fuertes. En este mundo desvirtuado hasta esos extremos por la voracidad financiera y comercial, la piedad es necesaria, no sólo para restablecer los tejidos sociales desgarrados por la ambición y el saqueo extremos y para restaurar equilibrios sociales mínimos: si los jefes de Estado, los ministros de Hacienda y los titulares de Seguridad fueran capaces de ponerse en la piel del otro, tendríamos países más gobernables.

Paráfrasis o parodia: Balthus

Pero, como ya se sabe, la mayoría de quienes acceden a tales cargos vienen desprovistos, de fábrica, de sensibilidad para los otros y ostentan, en cambio, una hipertrofia, también genética, de la sagacidad que se requiere para trepar hasta la cúspide del poder, al precio que sea. En prevención de tales casos, la piedad debe ser ejercicio obligatorio del Estado y ha de consagrarse en las leyes la responsabilidad de la sociedad para mejorar la situación de sus integrantes más débiles. Los derechos a la alimentación, a la salud, a la educación de calidad, al trabajo justamente remunerado, a la vivienda, al transporte, a la cultura, al deporte, al esparcimiento, al agua potable y la energía eléctrica, al teléfono y a Internet, son, en el fondo, ejercicios sociales de piedad que deben conquistarse, preservarse y consolidarse, aunque a las derechas (por lo general tan pías, pero tan poco piadosas) les cague la madre.

Ultimadamente, la piedad es también una práctica necesaria en lo individual, porque compartir el bienestar ajeno puede ser muy agradable, pero ser partícipes del sufrimiento de otros fortalece el espíritu, da propósito a la pulsación de la sangre y alivia la inquietud ante la nada y el sinsentido general del mundo.

Granadero caído en Acopilco

14.6.11

EU tiene la culpa


E
mpieza a volverse canónica la incriminación contra Estados Unidos por lucrar con el trágico conflicto armado que padece México para impulsar las exportaciones de sus fabricantes de armas y fomentar el comercio de las armerías instaladas a lo largo de su frontera sur. “Yo acuso a la industria armamentista norteamericana de miles de muertes que están ocurriendo en México”, dijo Felipe Calderón el domingo pasado en San José, California, ante un grupo de mexicanos y, envalentonado, ordenó a los gringos que emprendan reformas legales (les perdonó las constitucionales) para corregir la situación. Ay, la farsa.

Sin duda, el gobierno de Washington y fuertes sectores del empresariado del país vecino están involucrados a fondo en la guerra declarada por Calderón, y en muchos más aspectos que el comercio de armas: es público y está documentado que los bancos de allá (Wells Fargo, Bank of America, Citigroup, American Express, Western Union y Wachovia, por ejemplo) lavan cientos de miles de millones de dólares de ganancias de los cárteles mexicanos; las autoridades aduanales se hacen de la vista gorda ante el ingreso a su territorio de cientos de toneladas de cocaína; los oficiales migratorios permiten que narcos y sicarios vivan al norte del Río Bravo y crucen regularmente al sur para desarrollar sus actividades ilegales, y la oficina de control de armas de fuego se encarga de traficarlas a territorio mexicano con destino a la criminalidad organizada. Eso, por no mencionar la larga historia de los negocios de la CIA con el trasiego de drogas a lo largo del territorio mexicano con destino al estadunidense.

Pero la actuación principal de Washington para impulsar la violencia que desangra a México es su control del propio régimen calderonista por medio de la Iniciativa Mérida, acuerdo por medio del cual se hizo entrega de la soberanía mexicana a la superpotencia vecina y cuyo más cercano precedente, en la historia de las vergüenzas nacionales, es la célebre visita de Gutiérrez de Estrada, Juan Nepomuceno y Miguel Miramón al Castillo de Miramar, en la que le obsequiaron a Maximiliano de Habsburgo el trono de México.

La Iniciativa Mérida formalizó la intervención estadunidense en materia de seguridad nacional, inteligencia, combate a la delincuencia, entrenamiento y mando de fuerzas militares y policiales, patrullaje del espacio aéreo, terrestre y marítimo, logística y aprovisionamiento, entre otras cosas. Incluso si se concede que el régimen firmó ese documento por estupidez y debilidad política, y no con el propósito consciente de terminar de uncir el país a los intereses de Washington (de Salinas a Fox, varios habían avanzado mucho en eso), asombra la ignorancia histórica de los usos y costumbres de la tradición injerencista de Washington: allí en donde interviene, por llamado nativo o por expedición unilateral, apuesta siempre a dos bandos, o a tres, o a los que estén en juego. No hay que llamarse a sorpresa si, en la circunstancia mexicana actual, respalda oficialmente a Calderón, coquetea con el priísmo jurásico y hace negocios bajo la mesa (o no tanto) con sus narcotraficantes favoritos.

Si ahora se le pide a la sociedad estadunidense que se movilice contra el libertinaje en el comercio de armas, se corre el riesgo de que alguien responda, desde el otro lado, que el flujo principal de armamento del norte al sur de la frontera se realiza en forma legal y ordinaria en el marco de la Iniciativa Mérida, y que no pocos de los artefactos mortales llegados a México por esa vía han sido usados para asesinar a personas inermes y probadamente inocentes.

No estaría mal que los ciudadanos de uno y otro país nos preguntáramos cómo es que las aduanas estadunidenses no logran detectar ni confiscar el tsunami de drogas procedente de México, y por qué las aduanas mexicanas no son capaces de interceptar toneladas y toneladas de armas de guerra. Una posible respuesta sería: porque unas y otras han recibido la instrucción superior de hacerse de la vista gorda ante el paso de drogas en un sentido y de armas en el contrario.

Sí, la industria armamentista gringa es corresponsable de la violencia y de las masacres que ocurren en México. Pero los culpables principales son quienes han dado mal uso a las armas, y en esa categoría caben los delincuentes y el propio Calderón, quien ha desvirtuado la misión y el mandato constitucional de las Fuerzas Armadas.

Y, por supuesto, Washington tiene una responsabilidad toral en el baño de sangre que padece el país. Por eso es urgente desactivar la más importante coartada legal de su intervención: la Iniciativa Mérida.

9.6.11

El peón que muerde


–Las cacarañícaras –definió Pablo– son insectos anopluros ectoparásitos, casi redondos, achatados y de color amarillento, que parasitan las zonas genitales de las ladillas.

Fascinado por el dato, acudí –ay, iluso– a buscar la nomenclatura binomial de semejante especie y a las bases de datos en línea que se afanan en unificar y uniformar los datos de todas las especies de bichos y verduras que en el mundo han sido. Como no hallé nada de nada, recurrí a algunos tratados de criptozoología, esa disciplina abocada al estudio y a la búsqueda de animales considerados extintos o que la ciencia desconoce (en las dos acepciones del término) y que la mitología y el rumor popular reivindican. Pero así como no encontré cacarañícaras entre los caballos, las amibas y las orquídeas, tampoco pude hallarlas entre los centauros, las mandrágoras y los aluxes.

Hube de rendirme a la evidencia de que Pablo me había tomado el pelo y que su referencia a esos mentados animales era una especie de hipérbole (aunque no estoy seguro que la expresión encaje en la definición de esa figura retórica) para referirse a esos individuos tan, pero tan molestos, que son capaces de causar comezón a las mismas ladillas. “Chinchulines”, se les diría en algunas zonas de nuestro país, aunque ese mexicanismo no lo reconocen ni doña María Moliner ni doña RAE, ni don Colmex en su Diccionario del español usual en México, y ni siquiera el propio don Guido Gómez de Silva en su Diccionario de mexicanismos. “Cacarañícara”, dirá alguien, al sur del Suchiate, en traducción simultánea.

En cambio, el verbo “ladillar” es latinoamericanismo admitido por Moliner y por RAE, si bien ambas fuentes lo circunscriben a algunas regiones de Sudamérica y el Caribe, siendo que también es vocablo de uso corriente en Mesoamérica y sus alrededores. La metáfora en la que ese verbo basa su existencia es impecable, si se considera que las molestias causadas por Pthirus pubis –nomenclatura binomial de la ladilla– consisten en “un prurito muy molesto que puede hacer que el infectado se rasque”, que es justamente la acción refleja que uno suele poner en práctica ante el discurso aburridor, la acidez permanente o el acoso disfrazado de amabilidad de esas ladillas humanas que infestan nuestro entorno y que, a diferencia de sus homónimos artrópodos, no pueden ser erradicadas con soluciones de hexacloruro de benceno, el tratamiento canónico para la ftiriasis, que es como se llama a la infestación de piojos del pubis.

El tratamiento debe repetirse una semana después, porque los huevos o liendres pueden sobrevivir durante ese lapso. Los animales adultos viven hasta 24 horas separados del cuerpo humano, por lo que es necesario desinfectar prendas, sábanas y toallas. La depilación púbica disminuye los riesgos de infección, pero no basta para acabar con una infestación ya producida. Y a los incautos irremediables, Wikipedia les recuerda: “los preservativos no evitan el contagio de piojos púbicos”.

Afirma Madre Academia que ladilla proviene del latín blatella, diminutivo de blatta, que es, a su vez, nombre genérico para varios insectos, aunque otras fuentes sostienen que deriva de latus (ancho) por la forma achatada del insecto. En inglés se les conoce popularmente como crabs (cangrejos), en tanto que en francés el nombre vulgar es morpion. En la literatura gala existen referencias al bicho cuando menos desde el siglo XVI (en el Pantagruel de Rabelais). Hay una propuesta etimológica cagadísima para el término: “peón que muerde” (pion qui mord = morpion) y otra desorbitada e historicista que lo supone una contracción despectiva de “el moro Escipión”, en alusión a Publio Cornelio Escipión el Africano, quien tal vez no padecía de ftiriasis, pero sí que se volvió una ladilla mayúscula a ojos de algunos senadores de la República, y no se diga a los de Aníbal, el pobre general cartaginés al que derrotó en la Batalla de Zama. De ser cierto el origen de la palabra, habría que concluir que la guerra púnica en la que se enfrentaron las fuerzas de ambos fue, más bien, guerra púbica.

Théophile Gautier exploró a fondo las posibilidades literarias de esas asociaciones en De profundis morpionibus (también conocido como“La muerte, la aparición y los funerales del Capitán Morpión, uno de los poemas épicos más asquerosos de todos los tiempos. En maridaje con una marcha fúnebre compuesta por Ernest Reyer, ese texto se convirtió en una canción pícara (chanson paillarde) que narra los pormenores de una batalla feroz entre cien mil piojos que, a bordo de un pene, tratan de tomar por asalto una fortificación vaginal defendida por otras tantas ladillas.

Otra cumbre literaria que tiene por protagonista a un insecto parásito de los humanos es la ubicua – y pornográfica– Autobiography of a flea, traducida al español como “Memorias de una pulga”, pero como aquí hablamos de ladillas, y no de pulgas, no viene al caso la reseña.

Quiere la leyenda popular que algunos tipos de escarabajos (sobre todo, los voladores) son potenciales transmisores de Pthirus pubis pero, según todas las fuentes que he consultado, las ladillas nos son fieles, es decir, son casi exclusivas de los seres humanos. El “casi” hace referencia a los gorilas, que padecen infestaciones de Pthirus gorillae, físicamente indistinguibles de las nuestras pero diferentes en sus costumbres y, por supuesto, en su hábitat. Un dato humillante es que, de acuerdo con un estudio genético, los bichos pudieron ser contagiados por los ancestros de esos monos a nuestros propios antepasados hace cosa de tres millones de años.

Alice L. Anderson y Elizabeth Chaney sostienen que entre el 2 y el 10 por ciento de los humanos están infestados, un porcentaje tan escandaloso como inhibidor de la libido y hasta de la vida social, si se considera que las relaciones sexuales son la forma preponderante, pero no la única, de infestarse. Como atenuante de este dato ha de citarse a Sharon Moalem (How sex works, HarperCollins, 2009), quien relaciona la disminución de infecciones de ladillas observada entre 1993 y 2003 con la moda, sobre todo femenina, de depilarse parcial o totalmente el pubis: “Al parecer, la depilación de las partes íntimas es como una deforestación”.


Habida cuenta de que somos el único hábitat de estos pobres bichos, tal vez habría que clasificarlos como especie en riesgo de extinción, pedir que sean incluidos en los protocolos de preservación de la biodiversidad y clamar contra el hábito del rasurado púbico con la misma energía con la que se protesta por la reducción del Amazonas. Más feo muerden los lobos, y a esos sí los protegen.

Además, si se extinguen las ladillas, se condenará también a la desaparición final a las cacarañícaras (un asunto de ruptura de las cadenas alimenticias), y entonces cómo hará Pablo para tomarme el pelo, y de qué voy a escribir cuando no esté de vena para cosas trascendentes.

7.6.11

Hank es lo de menos


La noticia es que la negociación entre los cárteles subió de tono. Felipe Calderón cumplió con su amenaza de emprender acciones judiciales contra priístas destacados y empezó por uno de los más indefendibles: Jorge Hank Rhon, ex alcalde de Tijuana, involucrado en los homicidios de dos periodistas del semanario Zeta, presunto responsable del desvío de 300 millones de pesos de las arcas municipales y, a decir de Ronald Kramer, ex consul estadunidense en esa ciudad, protector de narcotraficantes. Carente de originalidad, el gobernante panista siguió, paso a paso, en las formas, el guión del Quinazo, la operación lanzada en los albores del salinato para domesticar al jurásico priísta: allanamiento militar de la morada, siembra de armas, inmediato traslado de los detenidos a la capital. Pero las intenciones son distintas. En aquel entonces, Salinas buscaba imponer su autoridad –emanada de un escandaloso fraude electoral– a los sectores del aparato que se sentían amenazados por su proyecto; Calderón, ahora, trata de negociar, así sea con modales bruscos, su permanencia en el poder o, cuando menos, su sobrevivencia.

A partir de este hecho pueden ocurrir varias cosas: que la cúpula priísta dé su brazo a torcer, por lo pronto, a la espera de una circunstancia en que la correlación de fuerzas le resulte más favorable, y que Eruviel Ávila reciba la instrucción superior de jugar a la pérdida (más o menos, como lo hizo Fernández de Cevallos en 1994), o algo así. Pero puede suceder también –nunca se sabe– que el PRI respingue, cierre filas, ruja, y que Calderón salga corriendo como niño asustado, mande a Blake y a alguien más a aplacar al dinosaurio y que Hank se convierta en destinatario de un “usted disculpe” tras la chambonada de acusación por posesión de armas.

Pero podría asimismo pasar algo peor: que tanto el calderonato como los jerarcas priístas estén pasando por un momento de alta testosterona y que avancen, así sea en forma temporal, a una confrontación en regla, y que lleven al país a una nueva sima del “todo se vale”, con escenarios que es mejor no escribir y ni siquiera imaginar. De por sí, unos y otros cuentan con aparatos militares, paramilitares y/o policiales, sin contar con las alineaciones sugeridas por el centro Stratfor de inteligencia global (Cártel del Pacífico, azul; los Zetas, rojo; la Familia Michoacana, amarillo).

Claro que a la larga terminarán por ponerse de acuerdo –para dar margen a las negociaciones se puede, por ejemplo, ampliar en un par de días el término para definir la situación jurídica del detenido– aunque, antes de que las partes alcancen la armonía, bien pueden darle una tremenda inflada a la cifra, de por sí aplastante, de 40 mil muertos, y convertir la descomposición institucional en curso en desintegración institucional.

Por lo pronto, la suspensión del orden constitucional sigue su curso y las Fuerzas Armadas, la Policía Federal y la PGR empiezan a asumir funciones que hasta ahora corresponden a los organismos electorales y decidirán quién puede ser candidato, quién no, y quién gana y quién pierde en las elecciones. Hank es lo de menos. A la corta o a la larga, con o sin sentencias de por medio, Calderón y los suyos acabarán por ponerse de acuerdo con él, como lo hicieron con Mario Marín, con Carlos Romero Deschamps, con Ulises Ruiz y con Elba Esther Gordillo.

Que no nos vengan con eso. El ruido que hicieron los militares en el allanamiento de Tijuana no es el sonido de la justicia sino el barullo de Calderón, quien negocia en tono subido con las mafias priístas.

6.6.11

Para que no
haya más sangre*

Señores Felipe Calderón, Joaquín Guzmán Loera, Genaro García Luna, Heriberto Lazcano Lazcano, Guillermo Galván Galván, Mariano Francisco Saynez, Servando Gómez Martínez y demás responsables y conductores de esta guerra:

Los pleitos reales o fingidos entre ustedes nos han costado cuarenta mil muertos, un número muy superior de heridos, miles de hogares destrozados, regiones devastadas y pueblos abandonados; un país sin mucha de su gente y mucha gente sin país; la soberanía nacional, allanada, y la esperanza, perdida.

La decisión de ustedes de remplazar sus sempiternas negociaciones bajo la mesa por una negociación a balazos nos ha costado muy cara. Nos ha empobrecido en vidas, en ánimo y en seguridad. Mientras tanto, ustedes amasan fortunas propias o ajenas con el doble negocio de prohibir la droga y de burlar la prohibición.

Nosotros no queremos más sangre. No queremos verlos a ustedes cosidos a balazos, ni reventados por granadas, ni descuartizados. No queremos que sufran levantones, que los torturen, ni ver sus cuerpos colgados de un puente. No queremos esos destinos para ustedes ni para nadie, para ningún mexicano o mexicana más, para ningún migrante.

Y como no queremos más sangre, ni de presuntos sicarios ni de bebés, ni de estudiantes ni de amas de casa, ni de narcomenudistas ni de profesionistas, de connnacionales ni de extranjeros;

y como queremos volver a una nación de leyes y de paz, vamos a recurrir a las vías legales para que ustedes sean castigados por el crimen de destruirnos el país.

Queremos verlos procesados y sentenciados en juicios regulares; queremos verlos en una cárcel sin corrupción en la que nadie viole sus derechos básicos; queremos darles el beneficio de la rehabilitación

Y queremos, también, respirar tranquilos, con la certeza de que ustedes no nos causarán más daño, que no propiciarán el asesinato de una persona más, que no seguirán corrompiendo instituciones, que no torcerán el sentido de la ley, de la soberanía, de la justicia y de la convivencia pacífica.

No queremos más sangre. Y para eso necesitamos la certeza de que ustedes no van a seguir destruyendo a México.

__________

* Leído el 6 de junio de 2011, en el Museo de la Ciudad, México, D.F., en el encuentro "1 minuto x no + sangre"

5.6.11

120 palabras X
No Más Sangre

Cada palabra es importante y cada minuto cuenta.

Si no puedes asistir este próximo lunes 6 de junio, a partir de las las 10:00 de la mañana, al Museo de la Ciudad de México (Pino Suárez #30, Centro Histórico) te invitamos a reflexionar y a expresar también, en 120 palabras, tu punto de vista sobre la emergencia nacional que hoy sufrimos todos los mexicanos y que ha causado más de 40,000 muertos, así como decenas de miles de desaparecidos y huérfanos.

Genaro Góngora Pimentel • Miguel Ángel Granados Chapa • familia Reyes Salazar • Olga Esparza y otros familiares de desaparecidos • Nayeli Sánchez • Adrián Lujan • Imelda Maruffo • Lorenzo Meyer • Lydia Cacho • Joaquín Cosío • Bruno Bichir • Elena Poniatowska • Eduardo del Río “Rius” • Rafael Barajas “El Fisgón” • Monero Hernández • Antonio Helguera • John M. Ackerman • Pedro Miguel • Irma Eréndira Sandoval • Edgar Cortez • Rocío Culebro • Alejandro Magallanes • Epigmenio Ibarra • Ricardo Rocha • General Francisco Gallardo • Julio Hernández “Astillero” • Regina Orozco • Astrid Hadad • Poncho Figueroa • Juan Carlos Bonet • Dolores Heredia • Jesusa Rodríguez • Ofelia Medina • Laura Esquivel • Eduardo Huchim • Ana Lilia Pérez • Sanjuana Martínez • Jesús Ramírez Cuevas • Miguel Badillo • Víctor Quintana • Javier Sicilia • Agnieszka Raczynska • Miguel Pulido • Dolores González Saravia • Ángeles López • Blanca Martínez • Silvano Cantú • Blanca Hernández • José Marroquín • José Martínez • Patricia Arendart • Jorge de la Peña •Virgilio Caballero • Gustavo Sánchez Parra • René Jiménez Ornelas • Jesusa Cervantes • Rossana Reguillo • Carmen Cardenal • Blanca Salces • Jorge Zárate • Ana Ofelia Murguía • Alonso Arreola • Judith Calderón • Netzaí Sandoval • "Las Reinas Chulas" • “Airenuevo Música” • Minerva Hernández • David Manrique • “Aurora y la Academia” • Massimo Modonesi • Alberto Betancourt • Ariadna Estévez • Amilcar Sandoval • René Sánchez Galindo • Jaime López Vela • Sergio Bonilla

¡PARTICIPA!
Deja tu comentario aquí, en aproximadamente 120 palabras (1 minuto) y difunde la convocatoria.

1.6.11

La compostura


El otro día Luneta me desgarró de un jalón el músculo rotador. Fui con un mecánico de Médica Sur a que me lo reparara y el infeliz me inyectó en el hombro como medio litro de antiinflamatorio, me hurgó con la aguja entre los cartílagos para que penetrara bien, y así. Me dolió como si mi madre me hubiera mandado a chingar a mi madre : (