27.9.11

2.4 toneladas

De acuerdo con cifras oficiales, el peso promedio de los mexicanos es de 70 kilos. Si los números no mienten, los 35 cadáveres instalados hace una semana frente al centro comercial Las Américas, en Veracruz-Boca del Río –a unos metros del sitio donde un día después se realizaría la reunión de procuradores–, deben haber pesado, en conjunto, 2.4 toneladas. Quienes no hayan pasado por la experiencia amorosa o truculenta de trasladar en vilo a un difunto, vayan con el tablajero de su colonia, pídanle que les permita cargar un pedazo de res equivalente en peso y pregúntenle lo que implica la manipulación de un embarque 35 veces mayor. Luego, decidan si es creíble o no la versión oficial de que ninguna autoridad civil o militar se dio cuenta de que en uno de los puntos más concurridos y transitados de Veracruz estaban siendo depositadas dos toneladas y media de carne humana sacrificable y tranquilizadora.

Eso fue precisamente lo que dijo el procurador local, Reynaldo Escobar Pérez: “esto es algo que puede tranquilizar a la población, que no se trata de civiles”. De esos primeros resultados, el funcionario concluyó que “por lo que se ve (los 35 muertos) deben ser en su totalidad pertenecientes a una organización criminal”.

Luego, el gobernador Javier Duarte saldría a enunciar lo que llamó “una verdad innegable que no admite debate” y que ha de estar causando carcajadas en la tumba ignota de Jack el Destripador: “los criminales irremediablemente tienen siempre un final trágico: o van a la prisión o pagan con su vida (el) haberse ido por el camino del crimen”. Luego arguyó que “es lamentable el asesinato de 35 personas, pero lo es más que esas mismas personas hayan escogido dedicarse a extorsionar, secuestrar y matar”.

Es notable el parentesco moral entre tales palabras y las empleadas por un “Grupo Matazetas del Cártel de Jalisco” en un video difundido en julio pasado en el que anunciaba su inicio de operaciones en Veracruz. Tras expresar su repudio al ex gobernador Fidel herrera y su respeto al sucesor en el cargo, afirmaba: “Esta gente no respeta nada: violan, secuestran, matan e imponen sus famosas cuotas. Ya no le demos largas a este asunto que mañana te podrá afectar a ti o a un ser querido; es el momento que cualquier que tenga información de algún zeta, denúncielos, que por lo que a nosotros corresponde, lo haremos a nuestra manera. La muestra se las hemos dado dándole muerte a cada uno de los que agarramos” (transcripción literal).

Cabe preguntarse si la masacre no fue una aplicación de la “doctrina de cazadores de hombres”, referida por Lydia Cacho en un artículo reciente, y que consiste en impulsar, desde el poder público, confrontaciones mortíferas entre grupos delictivos rivales, o bien una medida de limpieza social (el exterminio extraoficial de aquellos a quienes la autoridad considera delincuentes reales o en potencia, como personas en situación de calle, sexoservidores, adictos o simples jóvenes marginados de la formalidad económica). Abona a esta posibilidad el hecho de que las declaraciones de culpabilidad de los muertos, emitidas por Duarte y su procurador, tenían cuando menos tres posibles errores: los cuerpos de dos menores entre los 35: una de 17 y uno de 15. El muchacho había sido “levantado” días antes por la patrulla 717 de la Policía Estatal, según dijo su madre al reconocer el cadáver. Otra víctima que sale de la caracterización oficial es Brigitte, una famosa transexual del puerto, y cuya ocupación, harto conocida, distaba mucho de secuestrar y matar.

En todo caso, los sacrificados de Veracruz no representan ni la milésima parte de las tres mil quinientas toneladas de cuerpos humanos difuntos producidas en el país a lo largo de la administración calderonista en el marco de su “guerra contra la delincuencia”, y datos sólidos indican que muchos de esos “delincuentes que se matan entre ellos” son, en realidad, víctimas de programas –municipales, estatales o federales– de limpieza social. Pero el auge imparable de esta industria sugiere que se trata de una actividad exitosa en términos económicos, y lo demás no importa. El país va a toda madre, cuenta con destinos turísticos de ensueño y ocupa el primer lugar mundial como exportador de televisores.




23.9.11

La tormenta



La historia de amor infiel más divertida y triste que he escuchado. Traducción deplorable:


Háblenme de la lluvia, no del tiempo de secas;
cuando escampa me pongo de un humor de mil diablos,
y el cielo azul me causa agruras
pues el más grande amor que conocí en la vida
se lo debo al mal tiempo, a Zeus se lo debo,
me lo dio un cielo tormentoso.

Cierta noche de octubre, a caballo en los techos
un tremendo relámpago con gritos retonantes,
lanzó sus fuegos de artificio.
Mi vecina asustada, brincando de su cama,
con el camisón puesto fue a tocar a mi puerta
a pedirme que la calmara.

“Tengo miedo, estoy sola, ábrame se lo ruego,
mi esposo no está en casa, se fue a hacer su trabajo,
ay, mercenario desdichado,
forzado a dormir fuera en noches de tormenta
pues ocurre que el pobre es agente de ventas
de un productor de pararrayos.”

Colmé de bendiciones al buen Benjamín Franklin,
la puse en el refugio de mis brazos mimosos
y ya el amor haría el resto.
–Tú, que los pararrayos siembras en todas partes,
y no pusiste ni uno sobre tu propia casa,
qué error tan grave cometiste.

Luego que se fue Júpiter a tronar a otra parte,
la bella, al fin habiendo conjurado su miedo
y recobrado la templanza,
se fue de vuelta a casa a secar a su marido
no sin antes decirme “nos vemos en la próxima
noche que haya tormenta”.

A partir de ese día ya no bajé los ojos:
le dediqué mi tiempo a vigilar el cielo,
a ver el paso de las nubes,
a acechar los estratos, los nimbos y los cúmulos,
a ver con ojos tiernos nubes aborregadas,
pero ella no regresó nunca.

Esa noche, su esposo hizo tantos negocios,
vendió tal cantidad de varitas de hierro,
que de golpe fue millonario
y la llevó con él a cielos siempre azules
de países idiotas donde no llueve nunca
y no conocen los relámpagos.

Quiera Dios que mi pena vaya a tambor batiente
a hablarle de la lluvia, a hablarle del mal tiempo
en que estuvimos abrazados
y ella sepa que cierto relámpago asesino
en medio de mi pecho imprimió la silueta
de una flor que me la recuerda.


Georges Brassens

20.9.11

“Viva El Chapo

Pueden verlo en Youtube –si antes no bajan el video–. La exclamación burlona revienta justo después de que el señor del balcón ha terminado de emitir unos vivas compactos, con la nómina de héroes patrios reducida al mínimo indispensable, casi a una comisión de ellos. Abajo, entre la gente rala que ha llegado hasta el Zócalo, la exhortación es respondida con rechiflas, y gritos de “¡buuuuu!” y de “¡culero!”, pero conforme avanza la enumeración de nombres propios, el gentío se disciplina y corea los vivas. Pero en cuanto el hombrecito de la bandera culmina sus gritos y antes de que accione la campana, alguien complementa: “¡Viva El Chapo!”

Es claro que no se trata de un narcogrito sino de un chistorete de gusto horrible, pero igual lastima y duele: el mote del criminal de grandes vuelos, el hombre al que muchos dan por narco favorito (y, por eso, incómodo) de dos sexenios, el que se fuga con Fox y se empodera con Calderón, aparece incrustado entre los nombres de Hidalgo, Morelos, la Corregidora, Allende, Aldama y Matamoros. Después de la independencia y del topónimo que nos identifica, “viva El Chapo”.

Cómo saber si el dueño de esa voz anónima quería sólo pasarse el ceremonial por el arco del triunfo, o si se sintió insultado, a su vez, por la vacuidad y el extremado descaro de los exhortos cívicos que caían del balcón presidencial, y decidió ser espejo del cinismo patente en ellos, o si algo sabe sobre el tema y se tomó la libertad de especular sobre lo que en realidad quería gritar el gobernante, o si sólo estaba borracho.

Unas horas antes, esa mañana, Calderón anduvo hablando de las virtudes de la democracia, de la pertinencia de contar los votos, de la necesidad de evitar que el poder público haga campaña por uno de los candidatos. Todo mundo recuerda su imposición en el cargo haiga sido como haiga sido, menos él, que ya la olvidó. Y luego, por la noche, se le escuchó gritar vivas a la independencia nacional; a él, que tanto se ha esforzado –y con tan buenos resultados– por destruirla; a él, que ha sido más entreguista que todos sus antecesores juntos; a él, que vía García Luna endosó los servicios de la inteligencia mexicana a las dependencias gringas de espionaje; a él, que rescata con nuestro dinero a empresas especuladoras españolas en problemas. A él, que firmó la Iniciativa Mérida para someter a las fuerzas policiales y militares del país a los designios del gobierno de Washington, aliado de todos los bandos en la guerra que se desarrolla en México.

El exasperante cinismo social que se expresó en ese botón de muestra, la noche del 15 de septiembre en el Zócalo, es uno de los saldos del proyecto político-económico que le fue impuesto a México a partir de los años ochenta del siglo pasado. Desde las cúpulas institucionales es posible promover valores en la sociedad, pero también miserias, y no sólo económicas. Durante tres décadas se ha sometido a México a una sistemática obra de demolición que ha sido presentada como construcción de una nación mejor. El régimen –en su advocación tricolor o o en la blanquiazul– se ha empeñado en inculcar en la población el desdén por los otros, la deconstrucción de los principios gregarios y el vaciamiento de sentido de la historia nacional. El máximo homenaje oficial a los próceres independentistas consistió en revivir el escarmiento realista de la exhibición necrofílica de sus cráneos.

Cuando Salinas de Gortari se toma la molestia de criticar el neoliberalismo que él mismo impuso a sangre y corrupción en el país, cuando se nos dice que nos están matando por nuestro propio bien, cuando se afirma que la economía nacional está sólida y marcha por el rumbo correcto, ya se puede incluir los nombres de uno que otro narcotraficante en el listado de héroes que nos dieron patria.

Para contrarrestar ese cinismo se requiere de mucho esfuerzo y de una actividad que va más allá de la lucha estrictamente política. Por ejemplo, contar día a día, en todos los ámbitos del país, la historia nacional, restituirle su sentido, vincular las gestas de la Independencia, de la Reforma y de la Revolución, con el momento actual. Y como el sistema educativo y el aparato propagandístico del Estado están, al igual que el conjunto de la institucionalidad, secuestrados por la reacción delictiva, el trabajo debe hacerse desde abajo. La verdadera educación pública –de niños y de adultos– depende de la capacidad de la sociedad para organizar esa tarea necesaria.

14.9.11

Y también, por ejemplo...


Vivan quienes inculcan en sus hijos el orgullo del pasado. Vivan quienes comparten con sus padres la vergüenza por el presente. Vivan quienes ofrecen a sus abuelos la esperanza en el futuro.

Viva el adulto que se compadece del terror de sus niños. Vivan los niños que imaginan el sufrimiento de sus adultos.

Viva el paria que no sucumbe a la tentación del homicidio. Viva el gobernante que prescinde de la fuerza.

Vivan quienes conjuran en los parques y a la vista de todo mundo. Vivan quienes saben que la Constitución es el más subversivo de todos los textos.

Viva el dirigente que no demanda el sacrificio de sus seguidores. Vivan los seguidores que vigilan a su dirigente.

Viva el trabajador que asume su tarea con dignidad. Viva el empresario que no hace negocios a costa de su dignidad.

Vivan los indios, que llevan a cuestas medio milenio de agravios.

Vivan quienes rechazan los eufemismos y las mentiras. Vivan quienes se niegan a llamar “baja colateral” a un asesinato.

Vivan los que pierden todo en cada incendio, en cada inundación, en cada crisis, en cada balacera, en cada saqueo y en cada terremoto, y siguen en ceros, pero siempre necios con su amor a la patria.

Vivan las mujeres que desobedecen al cardenal. Viva el obispo que denuncia los pecados del poder.

Vivan los gays y las lesbianas que salen del clóset. Vivan los heterosexuales que no convierten el clóset en un arma contra el prójimo.

Vivan los hombres que se inclinan ante la majestad de la inteligencia femenina. Vivan las mujeres que no usan su inteligencia para humillar a los hombres.

Vivan los aguerridos que exigen paz. Vivan las personas de buena fe que no se tragan los pretextos para justificar la guerra.

Vivan los jóvenes que defienden su derecho a la educación. Vivan los jóvenes excluidos de la educación.

Viva la vecina a la que le encargan hijos ajenos. Viva el automovilista que no se desespera. Viva la que hace cola, el peatón, la víctima de la usura. Viva la desempleada que aún escucha música.

Vivan los agricultores que defienen su entorno ecológico. Vivan los barrios que resisten los proyectos urbanos destructivos y depredadores.

Viva el empleado público que no roba, el contador que no pone un cero de más o de menos, el delincuente que se rehabilita, el comerciante honesto, el funcionario que desobedece a su superior antes que desobedecer a sus propios escrúpulos.

Vivan los científicos y académicos que tienen la cabeza en galaxias y paradigmas, pero los pies en Chalco.

Viva la abogada que concilia la ley con la verdad y la decencia. Viva el médico que no le cobra al que está enfermo del cuerpo y del bolsillo. Viva el restaurantero que perdona la cuenta al que olvidó la cartera. Viva la tendera que da fiado aunque el banco le niegue un crédito.

Vivan los migrantes que sostienen a un Estado que no los defiende. Viva la memoria de quienes se quedaron tirados en el desierto.

Vivan los nombres de las mujeres asesinadas. Vivan los extranjeros miserables vendidos a los Zetas por los agentes del Instituto Nacional de Migración.

Vivan los electricistas. Vivan las sobrecargos y los pilotos de Mexicana. Vivan los telefonistas. Vivan los universitarios. Vivan los petroleros y y los maestros democráticos. Vivan los mineros y los metalúrgicos. Vivan los indígenas de Copala, los comuneros de Cherán, los ejidatarios de San Salvador Atenco. Vivan las madres y los padres que se quedaron huérfanos de sus hijos en la Guardería ABC.

Vivan quienes padecen la ofensiva de los delincuentes, de los militares y de la policía, en Chihuahua, en Tamaulipas, en Veracruz, en Colima, en Durango, en Nayarit, en Nuevo León, en Michoacán, en Sonora, en Guerrero, en Coahuila.

Vivan los políticos honestos, los policías con vocación de servicio y los soldados que se niegan a torturar.

Vivan los veterinarios y los albañiles. Vivan los ingenieros, los comerciantes ambulantes, los taxistas, los cineastas y los meseros. Vivan los músicos, las actrices y los mecánicos. Vivan los hueseros, los muerteros, los camioneros y los moneros. Vivan las maquillistas y las modistas, los bailarines y las pintoras, los carniceros y los matemáticos, las dentistas, los hojalateros, los impresores y los jubilados.

Vivan quienes no pierden el ánimo ante fraudes y encuestas amañadas. Vivan quienes sigan tomándose en serio la soberanía nacional.

Vivan quienes defienden las garantías individuales, los derechos humanos, sociales, políticos, reproductivos y ambientales, las conquistas laborales, la libertad de expresión y el libre tránsito.

Vivan quienes alientan la civilización en medio de la barbarie.

Vivan los que no le creen a la televisión, los indignados, los excluidos, los que están hasta la madre, los que no quieren más sangre.

Vivan quienes resisten y se organizan. Vivan las y los jodidos que nos siguen dando patria todos los días.

Vivan los sobrevivientes, los deudos y los heridos.Vivan los muertos.

Viva Cuauhtémoc. Viva Gonzalo Guerrero. Viva Fray Bartolomé de las Casas. Viva Francisco Tenamaztle. Viva Jacinto Canek. Viva Fray Servando Teresa de Mier. Viva Francisco Primo de Verdad. Viva Miguel Hidalgo. Viva Josefa Ortiz de Domínguez. Viva José María Morelos. Viva Leona Vicario. Viva Epigmenio González. Viva Francisco Xavier Mina. Viva Vicente Guerrero. Viva el Batallón de San Patricio. Viva Benito Juárez. Viva Ignacio Zaragoza. Viva José Santos Degollado. Viva Melchor Ocampo. Viva Mariano Escobedo. Vivan Ricardo y Enrique Flores Magón. Viva Emiliano Zapata. Viva Aquiles Serdán. Viva Francisco Villa. Viva Antonio Díaz Soto y Gama. Viva Felipe Carrillo Puerto. Viva Lázaro Cárdenas. Viva Francisco Múgica. Viva Rubén Jaramillo. Viva Benita Galeana. Viva Valentín Campa. Viva José Revueltas. Viva Heberto Castillo. Viva Samuel Ruiz.

Viva el EZLN. Viva la APPO. Viva MORENA.

Vivan la paz, la verdad y la vida.

Viva México. Viva México. Viva México.

13.9.11

El genocida y el otro



Tres momentos de Otto Pérez Molina: el asesino, el "general
de la paz", con Rigoberta Menchú, y el candidato presidencial


En la primera ronda de las elecciones presidenciales, realizada el domingo en Guatemala, el general (r) Otto Pérez Molina, candidato del Partido Patriota (PP), obtuvo 37.16 por ciento de los sufragios (867 mil). En segundo lugar quedó Manuel Baldizón, de Libertad Democrática Renovada (Lider), con 22 por ciento de los votos (510 mil). De acuerdo con la ley, ambos disputarán la presidencia en una segunda vuelta comicial, prevista para el próximo 6 de noviembre.

Pérez Molina es responsable de cuando menos 20 masacres perpetradas en el Municipio de Nebaj, Quiché, entre 1982 y 1983, cuando era mayor del Ejército. Por ese entonces era capaz de torturar y asesinar a sospechosos de pertenecer a la guerrilla y de hacer declaraciones a cámara, con una frialdad ejemplar, frente a los cadáveres, o de mostrar a periodistas extranjeros los campamentos en los que se recluía a los sobrevivientes de los pueblos víctimas de las carnicerías. Recitaba como loro pasajes de la doctrina contrainsurgente (la parábola del agua y del pez, por ejemplo) y elogiaba la capacidad de destrucción antipersonal de la artillería israelí reglamentaria entre las fuerzas bajo su mando y de los helicópteros artillados estadunidenses desde los cuales se podía diezmar a la población civil sin correr riesgos. Para ver tales escenas basta con buscar en YouTube el nombre “Otto Pérez” o el programa “Titular de hoy: Guatemala”.

Su profesionalismo le permitió subir con agilidad por el escalafón delas Fuerzas Armadas, de modo que para 1996 apareció, ya con uniforme de general, como firmante del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, al lado de los comandantes guerrilleros de la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), se tomó la foto con Rigoberta Menchú y se hizo llamar “el general de la paz”.

Año y medio después, en la ciudad de Guatemala, fue brutalmente asesinado el obispo Juan José Gerardi, defensor de derechos humanos y antiguo titular de la diócesis de El Quiché. Desde ese cargo, Gerardi denunció los crímenes del Ejército y exigió el cese de las matanzas, por lo que fue amenazado de muerte. Tras unos años de exilio, Gerardi formó parte de la Comisión Nacional de Reconciliación, en representación del Episcopado, y encabezó el proyecto REMHI (Recuperación de la Memoria Histórica), cuya documentación fue presentada el 24 de abril de 1998. Dos días más tarde, Gerardi fue hallado en el interior de su residencia con el cráneo destrozado a golpes. Investigaciones subsecuentes demostraron la participación en el crimen de militares del Estado Mayor Presidencial y uno de los testigos del proceso informó que Otto Pérez Molina había participado en la supervisión del asesinato. Los fiscales y jueces a cargo del caso recibieron amenazas de muerte y tuvieron que abandonar el país.

Al igual que Pérez Molina, Manuel Baldizón promete gobernar con “mano dura”. Este populista de derecha con experiencia en sacar provecho de las obras públicas e importador de cerveza mexicana Tecate, es, además un comprador de diputados en el Congreso, en donde conformó, a punta de sobornos, la segunda fuerza, lo que le otorgó un formidable poder de negociación. De acuerdo con el cable 09GUATEMALA969 de WikiLeaks (WL), el candidato presidencial pagó 60 mil dólares por cabeza a nueve legisladores de la aún gobernante Unión Nacional de la Esperanza (UNE) para que defeccionaran y se unieran a su partido. Otra de sus prácticas, como presidente de la Comisión de Finanzas del Legislativo, era usar el puesto “para asignar fondos para los distritos de algunos diputados y así ganarse su lealtad”, según WL 08GUATEMALA150.

Hay indicios de que Baldizón podrá traficar algo más que influencias. Una mácula escandalosa en su expediente es su vieja relación con los Mendoza Matta, quienes tienen fama pública de narcotraficantes. Forman parte, a decir del todavía presidente Álvaro Colom, de “los narcos que nadie toca”.

Entre sus más prominentes promesas de campaña, Baldizón ha ofrecido ejecutar a 10 delincuentes por mes durante su primera etapa de gobierno y lograr que su país clasifique a un mundial de futbol. De acuerdo con un estudio de InSightCrime.org, la familia de Baldizón controla en El Petén hoteles, restaurantes, talleres mecánicos, distribuidoras de bebidas, transportes terrestres y aéreos, constructoras, centros comerciales, hospitales y medios informativos. Una de las semillas de la fortuna familiar, a decir de ese documento, es el saqueo y tráfico de piezas arqueológicas de la región.


Manuel Baldizón, traficante y candidato

6.9.11

Cuestión de visas

Los otros países latinoamericanos no piden visa de ingreso a los ciudadanos mexicanos, pero el gobierno de México la exige a los naturales del resto de Latinoamérica. En Colombia, en Ecuador, en Chile, en Honduras y Nicaragua, por ejemplo, uno presenta su pasaporte verde oscuro con el águila y la serpiente estampadas en dorado, y las autoridades migratorias le dicen: “pase”. Y si uno da a conocer verbalmente su nacionalidad entre la gente llana, suele recibir expresiones de hospitalidad y de cordialidad, pero también de preocupación ante el trance por el que atraviesa el país en los tiempos actuales. Nadie mira a los mexicanos con ojos de sospecha, por más que seamos paisanos del Chapo, de Calderón o del Pozolero.

Pero qué diferentes son las cosas cuando un centro o sudamericano desembarca en un aeropuerto de México, y desde antes, es decir, cuando alguien, en cualquier país situado al sur del Suchiate, va a un consulado mexicano a pedir una visa: el infortunado tiene que demostrar solvencia, estabilidad laboral, bonanza inmobiliaria, arraigo familiar. A pesar de todos esos requisitos, algunos logran llegar a nuestro territorio con papeles el orden, pero eso no los exime de las revisiones humillantes, de los interrogatorios, de la mirada puesta en modo de sospecha automática.

La autoridad migratoria mexicana siempre ha tenido la mano pesada, pero hasta hace unas décadas esa dureza guardaba alguna relación con las preocupaciones por la seguridad nacional y por tener a los extranjeros en territorio nacional al alcance de la mano de la autoridad. Hoy en día, la preocupación es, descaradamente, por la seguridad nacional de Estados Unidos, o por lo que Washington dice que es su seguridad nacional, y en paralelo con esa entrega de la soberanía migratoria se ha producido otra: la transferencia de la institución migratoria a las redes vernáculas de corrupción y extorsión.

Pero buena parte de quienes ingresan a México procedentes de otras naciones latinoamericanas (¿la mayoría?) lo hacen sin visa y les va mucho peor: no se enfrentan a la prepotencia humillante de los agentes de Migración y de Aduana de los aeropuertos y fronteras terrestres, para quienes todo centro o sudamericano es un narco o un mara potencial, sino a las mismas delincuencias, gubernamentales o privadas, que se encarnizan contra los nacionales, y que extorsionan, violan, secuestran, mutilan y asesinan. Si fuera por la violencia, el descontrol y la corrupción imperantes en el país, tendríamos que ser nosotros los requeridos de visa, y sometidos a estrictos controles de ingreso.

El grupo gobernante ha ido estableciendo con Washington pactos para funcionar como el perro guardián de las fronteras estadunidenses, y ha configurado, con “asistencia” gringa, una política migratoria monstruosa y contraria a la pertenencia natural de México al ámbito latinoamericano.

La gente en el resto de América Latina sabe que los mexicanos, en su inmensa mayoría, no somos responsables por los crímenes contra migrantes en México, y saben también que somos víctimas de los mismos poderes delictivos que afectan a los extranjeros. Pero eso no nos da margen para guardar silencio ni para hacernos los tontos ante una política migratoria que, reformas legales aparte, sigue criminalizando, en el territorio nacional, a los viajeros indocumentados.

El proyecto por un nuevo país debe incluir el libre tránsito universal de personas y la solidaridad y la reciprocidad con las otras naciones de Latinoamérica. De otro modo, empezaremos a ser vistos –y con razón– como corresponsables de la desprotección y el desamparo de los migrantes extranjeros en México.