23.9.11

La tormenta



La historia de amor infiel más divertida y triste que he escuchado. Traducción deplorable:


Háblenme de la lluvia, no del tiempo de secas;
cuando escampa me pongo de un humor de mil diablos,
y el cielo azul me causa agruras
pues el más grande amor que conocí en la vida
se lo debo al mal tiempo, a Zeus se lo debo,
me lo dio un cielo tormentoso.

Cierta noche de octubre, a caballo en los techos
un tremendo relámpago con gritos retonantes,
lanzó sus fuegos de artificio.
Mi vecina asustada, brincando de su cama,
con el camisón puesto fue a tocar a mi puerta
a pedirme que la calmara.

“Tengo miedo, estoy sola, ábrame se lo ruego,
mi esposo no está en casa, se fue a hacer su trabajo,
ay, mercenario desdichado,
forzado a dormir fuera en noches de tormenta
pues ocurre que el pobre es agente de ventas
de un productor de pararrayos.”

Colmé de bendiciones al buen Benjamín Franklin,
la puse en el refugio de mis brazos mimosos
y ya el amor haría el resto.
–Tú, que los pararrayos siembras en todas partes,
y no pusiste ni uno sobre tu propia casa,
qué error tan grave cometiste.

Luego que se fue Júpiter a tronar a otra parte,
la bella, al fin habiendo conjurado su miedo
y recobrado la templanza,
se fue de vuelta a casa a secar a su marido
no sin antes decirme “nos vemos en la próxima
noche que haya tormenta”.

A partir de ese día ya no bajé los ojos:
le dediqué mi tiempo a vigilar el cielo,
a ver el paso de las nubes,
a acechar los estratos, los nimbos y los cúmulos,
a ver con ojos tiernos nubes aborregadas,
pero ella no regresó nunca.

Esa noche, su esposo hizo tantos negocios,
vendió tal cantidad de varitas de hierro,
que de golpe fue millonario
y la llevó con él a cielos siempre azules
de países idiotas donde no llueve nunca
y no conocen los relámpagos.

Quiera Dios que mi pena vaya a tambor batiente
a hablarle de la lluvia, a hablarle del mal tiempo
en que estuvimos abrazados
y ella sepa que cierto relámpago asesino
en medio de mi pecho imprimió la silueta
de una flor que me la recuerda.


Georges Brassens

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