Oportunidad: “sazón, coyuntura, conveniencia de tiempo y de
lugar” o bien “sección de un comercio en la que se ofrecen artículos a un
precio más bajo del que normalmente tienen”, define la Real Academia. María
Moliner propone: “cualidad de oportuno”; “Aprovechar, Ofrecer[se],
Presentarse, Surgir) momento o circunstancia oportunos para cierta cosa:
‘Aprovecharé la primera oportunidad para hablarle’”, o bien “venta de
existencias a precios más bajos”.
Esto, oportunidades, es precisamente lo que han prometido en
forma explícita los gobiernos neoliberales desde que Salinas de Gortari fue
incrustado en la silla presidencial (1988) y ha de reconocerse que él y sus
sucesores hasta Peña Nieto han honrado su palabra y han cumplido el
ofrecimiento. El propio Salinas ofreció a los ejidatarios la oportunidad de
vender sus tierras; dio a los consumidores la oportunidad de comprar agua
importada de Francia, baratijas electrónicas asiáticas y prendas
estadunidenses; a unos cuantos potentados les otorgó la oportunidad de adquirir
bienes nacionales “a un precio más bajo del que normalmente tienen”. A los
habitantes de zonas pobres y marginadas les dio las oportunidades de recibir
material de construcción y otras ayudas y de expresar su agradecimiento votando
por el PRI; a los industriales les brindó la oportunidad de cerrar sus
fábricas, despedir a sus trabajadores y mover sus capitales al comercio, la
importación y la especulación. También dio al país la oportunidad de
desembarazarse de potestades y de transferirlas a un marco trilateral dominado
por Estados Unidos y Canadá.
Zedillo será recordado por haber dado a la población en
general la oportunidad de pagar las deudas de los banqueros privados; la de
librarse del molesto ruido de los ferrocarriles; la de buscar casas y trabajos
tras perder los que tenía en la crisis de 1994-1995 y la de votar por el PAN en
las elecciones de 2000. A
ese partido le dio la oportunidad de llegar a la Presidencia y a los zapatistas
de Chiapas les ofreció, una y otra vez a lo largo de seis años, diversas
oportunidades de firmar su rendición incondicional. Zedillo y sus sucesores
continuaron con la estrategia salinista de repartir pequeñas prebendas entre
algunos de los sectores más pobres de la población.
Fox fue particularmente pródigo en prometer oportunidades
para todos: vocho, changarro, tele y lavadora (no de dos patas). A sus
allegados les ofreció oportunidades de hacerse ricos en forma rápida mediante
el otorgamiento de contratos y la adjudicación de bienes del Fobaproa-Ipab a
precios, sobra decirlo, de verdadera oportunidad. También dio a miles de
estudiantes la oportunidad de conocer las computadoras y los proyectores
digitales, aunque fuera empacados en sus cajas, y de ser testigos (al menos en
la virtualidad de los anuncios oficiales) de una conexión a Internet. Al país
entero le brindó la de convertirse en un potencial protectorado militar
estadunidense al uncirlo a la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de
América del Norte (ASPAN) y a Felipe Calderón, la de ahorrarse el engorroso
trámite de ganar una elección para asumir la Presidencia.
Calderón siguió con la práctica de repartir oportunidades de
enriquecimiento rápido entre los amigos y compinches; ofreció a Washington la
de decidir las políticas internas de seguridad y de hacerse con toda la
información de inteligencia nacional; brindó la oportunidad de ejercer el
control territorial de diversas zonas del país a varias organizaciones
delictivas –muchos dijeron que favorecía sólo a una de ellas–, y dio a decenas
de miles de trabajadores electricistas de Luz y Fuerza del Centro la
oportunidad de empezar una nueva vida tras perder su fuente de trabajo.
Con estos antecedentes nada de raro tiene el que la
secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga (a quien Salinas le
dio la oportunidad, en la intimidad de su despacho, de probarse la banda
presidencial), haya advertido que el programa “Oportunidades ya no va a
beneficiar a las que tengan muchos hijos, sino que va a apoyar a las que tengan
pocos hijos” (cita tomada de la página oficial de la Sedesol para que Ramón Sosamontes no ande diciendo que su patrona no dijo lo que dijo). Simplemente, retirará a las familias prolíficas el reparto de
“momentos o circunstancias oportunos para cierta cosa”. No hay en sus palabras
violación de ningún derecho porque los derechos no tienen nada que ver con las
oportunidades. Por eso el programa así llamado y otros de corte similar pueden
ser operados en forma discrecional, propagandística, discriminatoria y
electorera.
Las barbaridades de Robles Berlanga son representativas de
la mentalidad oportunista que ha imperado en las instituciones durante el ciclo
neoliberal pero no dejan de ser anecdóticas. Lo relevante es que esta
proliferación de oportunidades ha destruido a México. Es necesario mandar al
carajo el modelo de país de oportunidades y construir o reconstruir un país de
derechos.
2 comentarios:
Excelente, la realidad tal como es
Les dimos la oportunidad y tenemos la conciencia suficiente, la responsabilidad y el coraje para exigirles que hagan el trabajo que les corresponde. Ver nuestro derecho a trabajar, a vivir dignamente como una oportunidad regalada es el colmo de la sumisión. Gracias Pedro...me encanta leerte. :)
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