Mientras Grecia estrena esperanzas
México estrena escándalos: a Peña Nieto le descubren otro inmueble
millonario comprado a un contratista beneficiado por su
administración mexiquense, en la Veracruz de Javier Duarte un
periodista más aparece asesinado, los comisionados del Ifai se
sirven con la cuchara grande en absoluta impunidad y se cumplen 120
días de la desaparición de los muchachos de Ayotzinapa sin que las
más altas instancias del gobierno federal den muestras de voluntad
política para esclarecer el caso y sin que la administración acuse
recibo de su propia inviabilidad.
En el país mediterráneo la coalición
de izquierda Syriza empezó a gobernar ayer mismo con un programa de
40 puntos más basado en el sentido común que en las ideologías y
cuyo espíritu valdría la pena retomar en México para superar la
grave crisis moral, política, económica y social en la que está
inmerso el país. En apretado resumen:
Auditar los orígenes turbios de la
deuda pública, renegociarla y condicionar su pago a la recuperación
de la economía; redistribuir las cargas impositivas para que paguen
más quienes más tienen; proponer una ley electoral que refleje el
principio de proporcionalidad; prohibir la especulación financiera;
reducir el gasto militar.
Restaurar el salario mínimo a sus
niveles previos al ajuste estructural” impuesto por los organismos
monetarios extranjeros; acoger a las personas sin hogar en edificios
gubernamentales, bancarios y religiosos; dar desayuno y comida
gratuitos a los alumnos de escuelas públicas; incluir a
desempleados, pobres y personas sin techo en los servicios de salud;
dar asistencia financiera a familias ahorcadas por hipotecas;
fortalecer los programas de atención a desempleados, a familias
monoparentales, ancianos, discapacitados y hogares sin ingresos;
reducir el impuesto a productos de primera necesidad.
Nacionalización de la banca privada y
de ferrocarriles, aeropuertos, correos y agua potable; establecer la
igualdad salarial para ambos sexos; limitar la contratación temporal
de personal; ampliar la protección laboral y salarial para empleados
de tiempo parcial; operar una reforma constitucional que garantice la
separación Iglesia-Estado y los derechos a la educación, la salud y
la protección del medio ambiente.
Llevar a referéndum vinculante los
tratados con la Unión Europea; abolir todos los privilegios de los
parlamentarios; eliminar el fuero de los ministros y permitir que
tribunales ordinarios procesen a altos funcionarios.
Desmilitarizar la guardia costera,
disolver las fuerzas especiales antidisturbios y prohibir la
presencia de policías encubiertos o con armas de fuego en
manifestaciones y mítines (ojo, Osorio Chong, Mancera, Moreno
Valle); cambiar los planes de estudio de los cadetes policiales para
enfatizar en ellos los temas sociales, la inmigración, las drogas y
la exclusión social.
Garantizar los derechos humanos en los
centros de detención de migrantes; facilitarles la reagrupación
familiar; darles acceso pleno a la salud y a la educación aunque
sean indocumentados.
Regular el derecho a la objeción de
conciencia en el servicio militar. Eliminar la aportación de los
asegurados en los servicios de salud pública; nacionalizar los
hospitales privados; eliminar toda participación privada en el
sistema público de salud.
Retiro de las tropas griegas de
Afganistán y los Balcanes; ningún soldado griego deberá permanecer
fuera de las fronteras del país. Ruptura de los acuerdos de cooperación
militar con Israel y apoyar la creación del Estado palestino dentro
de las fronteras de 1967. Negociar un acuerdo estable con
Turquía. Cerrar todas las bases militares
extranjeras y abandonar la OTAN.
México no es Grecia pero los rumbos
impuestos a ambos países en décadas recientes tienen notables
similitudes: los dos han sido sometidos por sus propios grupos
gobernantes a los intereses financieros transnacionales, ambos han
sido uncidos a acuerdos asimétricos con bloques regionales y en
ambos la corrupción, el atropello y el autoritarismo han marcado el
estilo de ejercicio del poder público. En las dos naciones, también,
la sociedad ha ido de menos a más en las movilizaciones y en el
lento cerco social a instituciones corroídas desde adentro. Por eso
el vuelco marcado allá por la victoria de Syriza es esperanzador
para los griegos e inspirador para nosotros.