Duérmete, niñito,
duerme, niño
tierno,
si no existe el
cielo
menos el infierno.
No te espanten
cruces
ni el Cristo doliente
ni el Mahoma fiero
ni el Buda indolente.
Que
Huitzilopochtli
no enturbie tu sueño
ni ningún profeta
de fruncido ceño.
Respira profundo,
ya te dormirás
a salvo de dioses
y de Satanás.
Ninguna Llorona
ni ánima maldita
vendrá a molestarte
hasta tu camita.
Duérmete, mi niño,
descansa y respira,
porque esas criaturas
son pura mentira.
* * *