14.2.08

Yohimbina y burundanga


  • Experiencias felices o no tanto
  • Leyenda que recorre el Continente

El uso del toloache por mujeres que quieren convertir a un hombre en su zombi conyugal es equivalente a la pretensión de algunos hombres de provocar en mujeres una excitación carnal incontenible mediante la yohimbina, compuesto popularmente conocido como “calientaburras” que se extrae de la corteza del árbol africano yohimbe. El clorhidrato de yohimbina se empleó inicialmente como tratamiento para la disfunción eréctil (aunque ha sido desplazado por medicamentos como Viagra, Cialis y Levitra); luego fue ensayado por veterinarios para incrementar el deseo sexual de los sementales, y hacia los años sesenta del siglo pasado dio lugar a innumerables leyendas urbanas, como la de la muchacha a la que le fue suministrada, sin su conocimiento, una dosis excesiva de yohimbina, y luego se sintió tan excitada que se empaló con la palanca de velocidades del Volkswagen de su novio.

Algunos avances éticos hemos logrado de entonces a la fecha, y hoy esta clase de experimentos suelen realizarse en forma consentida y en pareja. He aquí lo que cuentan de ello algunos pilotos de pruebas de la Península Ibérica. Psibyla reporta: “Hace algún tiempo probé la corteza pulverizada de yohimbe en infusión. Me pasé como el doble con la dosis recomendada (10 cucharas para dos infusiones); a los 20 minutos noté los efectos, pero no tuvieron nada que ver con los anunciados: casi se me salía el corazón por la boca y no estaba nada a gusto... Nada de calores placenteros ni de sensaciones afrodisíacas. Luego no pude dormir en 24 horas ni fumándome todo el chocolate [hashish, N. del T.] del mundo”. En contraste, Lapepa dice: “Yo sólo puedo decir que lo probé una vez, con mi marido, claro, y a mi me puso como una moto. Primero me dio como una risa tonta, ja ja, ji ji, y bueno, lo que vino después estuvo de puta madre”.

Mist, por su parte, comenta que la sustancia le parece “como mínimo, desagradable”, y cuenta: “La primera vez hice una infusión que lo único que me hizo fue darme un cansado insomnio al estilo de la cafeína; como no me gustaba su sabor y no me resignaba a no apreciar sus efectos, hice un extracto a partir de corteza con etanol y lo caté dos veces, una esnifado [aspirado vía nasal] y otro vía oral. Asquerosas, las dos catas. Palpitaciones, dolor de cabeza, insomnio prolongado y una erección dolorosamente eterna”. Destroy100 reporta resultados incluso peores: “De primeras estaba un poco pachucho (ni enfermo ni sano), me dolía la cabeza y el estomago no muy bien, y estaba recién cenado. Con abundante miel nos tomamos un vaso por cabeza y, dado el repugnante sabor, no pudimos con un segundo. Al poco notaba muy pesada la tripa y lo peor sucedió a la hora de haberlo tomado: decidí potar [vomitar] porque el mejunje no bajaba del estómago. Después de mucho potar se me pasó el mal. Ya habían pasado 3 horas después de la ingesta y algún efecto notaba, pero muy leve, nos entró hambre y cenamos y acto seguido nos echamos a dormir. A mí me sentó muy mal, pero a la parienta le sentó mejor, se excito unas cuantas veces pero no pasó nada, debido a mi estado”.

Si les gusta la fecha de hoy, festéjenla como quieran, pero, a la luz de los relatoa anteriores, absténganse por favorcito de regalar a sus parejas, a las personas a las que pretenden o a sus compañeros de oficina, un trago furtivo de toloache o de yohimbina. Hay variedades de plantas con cero contenido de escopolamina, como las rosas, que parecen más aburridas, pero que son más adecuadas para el día de hoy.

Hay una tragicómica base de datos que sistematiza información sobre experiencias eróticas y tanáticas, celestiales y pésimas, con más de un centenar de sustancias, tanto lícitas como prohibidas. Está en inglés pero su lectura resulta divertida y aleccionadora. Prudencia, pues, y adelante:

De vuelta al toloache y a la escopolamina, en distintos países de habla española circulan historias siniestras como ésta, de México: “Cuando estaba usando un teléfono público llegó un minusválido, me peguntó si le podía ayudar a marcar un número, y me ofreció la tarjeta para la llamada y un papel en donde estaba anotado el teléfono. Le ayudé, tomé el papel y empecé a marcar el número; luego de pocos segundos empecé a sentir que me desvanecía, como si me fuera a desmayar. No recuerdo más. Más tarde desperté, seguía mareada y la cabeza me explotaba. Acudí al hospital y luego de los exámenes de sangre y de reconocimiento confirmaron las sospechas: habían abusado sexualmente de mí”.


En Chile ocurre así: “En una noche como cualquier otra en una discoteca del centro de la capital. Cristián, 22 años, estudiante de Arquitectura, es uno más entre los centenares de jóvenes que se disponían a pasar una noche de entretención en ese lugar. En la mitad de la fiesta decide comprar algunos tragos en la barra de aquel local nocturno. Y ese es su último recuerdo. Despertó a la mañana siguiente en una calle a kilómetros de la discoteca sin ninguna de sus pertenencias y sin recordar lo ocurrido.” En Colombia: “Lo último que recuerda Juan fue el pasillo del edificio gubernamental donde queda su oficina. Eran las seis de la tarde y salía a su casa. Las siguientes 12 horas fueron completamente borradas de su memoria. A través del cajero automático le saquearon sus cuentas de ahorro. Hay un registro que indica que aproximadamente a las nueve de la noche compró equipo deportivo en una tienda exclusiva de un concurrido centro comercial. Fue encontrado a la mañana siguiente por un labriego en un lote baldío al norte de la ciudad. Golpeado, sin carro ni objetos personales, Juan no recordaba nada más allá del momento en que salía para su casa.”

Entre sus recomendaciones a los españoles que viajan a Colombia, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid reproduce sin pudor alguno el mito de los asaltos con burundanga y lo da por cierta: “Existe una droga que se denomina escopolamina o popularmente ‘burundanga’, que mezclada con una bebida, un cigarrillo o incluso inhalada (por ejemplo de un papel que se muestra con la apariencia de preguntar por una dirección), hace perder la voluntad en forma absoluta, siendo utilizada para robos, secuestros, asaltos a domicilios. Debe pues rechazarse cualquier ofrecimiento de bebidas, cigarrillos, comida, etc. de desconocidos, así como evitar que se pueda poner cualquier papel, tela u otro objeto cerca de la nariz. Esta forma de agresión ocurre preferentemente en lugares públicos (autobuses, bares, discotecas) y son víctimas preferentes las personas que viajan solas.” Según un reportaje mentirosísimo de Univisión, la escopolamina habría llegado a manos del horrible doctor Mengele, quien “experimentó con ella en lo que denominó el ‘suero de la verdad’”. Menos improbable es que el médico nazi haya experimentado con pentotal sódico, un compuesto que, como auxiliar de la tortura, fue profusamente utilizado décadas más tarde por la CIA y por las dictaduras latinoamericanas para obtener información de los prisioneros políticos, y que es uno de los tres ingredientes del coctel matarratas con el que las autoridades de Estados Unidos mandan al otro mundo a los condenados a muerte.

Juan Pablo Ríos, subdirector del Centro de Investigaciones Toxicológicas de la Universidad Católica de Chile, reconoce que algunos alcaloides como la escopolamina pueden producir ciertas pérdidas de memoria, pero no generan pérdidas de voluntad. “Puede ocurrir que pierdas el conocimiento y que te roben la billetera, pero eso de que actúes como autómata me genera muchas dudas”, afirma; Ríos propone una explicación alternativa a las misteriosas historias de asaltos: las noches de parranda y los excesos (de alcohol, de drogas y de otras cosas) serían, por sí mismos, los causantes de las lagunas de memoria. Y remata: “no creo en la burundanga”, la cual, por cierto, se comercia libremente mediante anuncios en Internet.

Creo que la escopolamina es la explicación perfecta en la boca de personas obligadas a explicar percances y ausencias derivados no de la burundanga, sino de la pachanga.



7 comentarios:

pk dijo...

yo también me enteré de esa leyenda urbana de la chava insertada en la palanca de velocidades del vw. estoy hablando de mi vida en la primaria o quizá en la secundaria. y me causaba un morbo rayano en miedo y excitación.

de acuerdo con las rosas y con la hipótesis de la escopolamina -la escusa perfecta para un exceso-. (chistosas fotos, eh)

saludos, capitán.

Anónimo dijo...

Hola Pedro Miguel.

Mi única experiencia con sustancias "psicotrópicas" fue con unos amigos en Amsterdam. Una amiga vio en una película que vendían pastelitos de chocolate con cannabis ("brownies") y fuimos en busca de dichas golosinas. En el instructivo decía que se comieran pequeños trozos por espacios de 10 minutos hasta terminarlo, pero como no hubo efecto después de la primera mordida decidimos acabarlo en una sola vez. De ahí fuimos a un espectáculo de "sexo en vivo". Como resumen te puedo contar que no fue una experiencia muy agradable, me produjo un efecto de "claustrofobia" y a mitad de la función tenía ganas de salir corriendo a tomar aire libre, y sentía que el corazón palpitaba tan fuerte que casi lo podía escuchar. En lo personal no me quedaron muchas ganas de experimentar.
Lo que me está da curiosidad es probar el "viagra con alcohol". He escuchado que es una buena combinación, quizás puedas escribir sobre esto también.
Un abrazo,

David B.

Anónimo dijo...

¡Hola, Pedro!
De modo que lo de la yohimbina (¿que no era yombina?) es un mito genial. Gracias por los testimonios.
Oye, nomás una duda, casi meramente purista: ¿se puede hablar de deseo sexual animal? Tengo la impresión de que no y de que la palabra deseo tiene implicaciones psycoalgo, es decir, únicamente relativas a los hombres y sus fantasmas.
Un abrazo de reencuentro (espero que te acuerdes aún de tu humilde servidora),
La que sigue buscando cosas por Internet

Victor Castillo dijo...

Pedro Miguel:

Yo vi el churraso del siglo, una película malísima ni recuerdo el nombre, pero era sobre la leyenda de un capataz que les da Yohimbina a la hija de los dueños de una hacienda y a sus amigas.

Suerte y abrazos.

Pedro Miguel dijo...

Oh, perdón, se me había pasado responderles.

Mi buen Pk: lo curioso es que, a diferencia de otras leyendas urbanas, esa no tenía distintas versiones: siempre era un bocho (nunca un Renault, nunca un Datsun, nunca un Barracuda)el beneficiario de la yohimbina. ¿Y a poco tú no hiciste travesuras como las de las fotos? Yo recuerdo haberle decorado la cabeza con pasta de dientes, en compañía de otros criminales, a un compañero de la prepa que dormía una siesta un poco alcohólica.
Abrazo.

David: Uta, qué mal viaje. Deberías consignarlo en Erowid para que otros se abstengan de la experiencia. Y en buena onda, yo no te recomendaría la combinación alcohol&viagra. Con un poco de mala suerte, lo que se te para es el corazón.
Abrazo.

Buscadora: Por supuesto, popularmente se le llamaba yombina, y yo creo que no es propiamente un mito genial, sino algo así como la homeopatía: muchos dicen que funciona de maravilla y otros tantos afirman que no sirve para nada.
En cuanto a la gana sexual de los animales, sería, en efecto, más apropiado llamarla impulso que deseo, porque éste implica una construcción mental previa (fantasía, por lo general), y sabrá Dios si los animales no humanos son capaces de tanto. Bueno, en la medida en que los mamíferos superiores sueñan, tal vez logren experimentar deseos propiamente dichos.
Por supuesto que me acuerdo de ti en tu advocación internética, aunque, por más que me exprimo los sesos, no logro recordar a quién le presté el Atlas de Medio Oriente. Ya apersónate, ¿no?
Abrazo.

Champy dijo...

Aqui voy.

Me estoy viendo lento porque estoy hasta el keke de chamba, pero ya te imprimí y te llevo conmigo. (que feo se oyó!)

Dentro de los productos que se venden de manera lícita para las gentes que practicamos ejercicio (pesas), muchas veces traen Yohimbina entre sus ingredientes, debo confesarte que muchas veces en mis inicios yo no revisaba lo que me tomaba, confiaba en la voluntad del vendedor.

Tuve una época en que mi sexualidad se vió bastante favorecida por una mezcla de productos muy nobles, que cualquiera puede comprar en el GNC de la esquina.

Yo tomaba un par de productos, un vitamínico y un quemador.

Al percatarme de mi nueva y creciente fogocidad, me dí a la tarea de investigar los componentes de estos productos y encontre que uno de ellos traía Yohimbina, y aduje a ella mi nueva potencia y exito amatorio.

Con mucho pesar decidí parar el consumo de ese producto, y el pesar era por el miedo a perder mi potencia y con ello el exito reciente...

Pero de que funciona funciona.

Que hace?

En mi caso unicamente me porporcionaba energía y vitalidad para conseguir un mejor desempeño en esas lides... siento decirlo también, pero en esa época recibí los mejores halagos al respecto...

Quiza suene exagerado, quietenle el tono, pero si proporciona algo extra.

Que temas toca señor!!

Pedro Miguel dijo...

Champy: Te creo, pero paso, porque soy miedoso. Y sin embargo, no estaría mal que nos contaras el nombre del producto, para beneficio de l@s audaces.