6.11.10

Relato


Se encuentran.
Se sorprenden mutuamente
y uno de ellos pregunta si va en serio.

Va en serio y no: juegan,
pero se juegan un futuro
que puede no ser nada, un simple encuentro,
una agenda cargada, pero llena
de momentos en blanco
para tentar a la suerte,
para tirar los dados, olfatearse
y preguntarse: “¿quiénes somos?”

Se hallan en medio del encuentro.
Son una boca y un oído,
intercambian papeles:
son un oído y una boca.
Son cuatro pies que se fatigan juntos,
son andar y esperar toda la tarde.

Cuando llega la noche
se van comiendo, con cautela,
el espacio que hay entre ambos;
se tocan; retroceden
y vuelven a acercarse el uno al otro,
caminan juntos a la madrugada.

Por fin, bajo la luz recién nacida,
se rinden a sí mismos,
se acarician despacio,
intercambian la almendra de cada uno,
beben el agua de un orgasmo.

Y cuando se separan,
cuando un despegue se interpone entre ambos,
cada cual, por su lado
se va, llevando al otro
en la piel y en las manos
y pasan muchos días de distancia
y no quieren lavarse la presencia
que traen enredada;
como no hay besos, se intercambian letras
y mantienen intactos los rituales
que inventaron con prisa, días antes,
y ya no se preguntan si va en serio.

6 comentarios:

Menganita dijo...

Uffffffff...
¡Cañonamente canijo! (mugres distancias) sin embargo ya valió la pena, por lo que relata.
Saludos señor!
Mengana.

alberto dijo...

tremendo...me cimbró!!! Una paradoja tomarse en "serio" el juego y no tamarse en "serio" la despedida...

Anónimo dijo...

Hermosísimo Pedro...Gracias!

Eleutheria Lekona dijo...

Gracias Pedro Miguel.

Pedro Miguel dijo...

Qué paradójico: una historia que sólo comparten dos, pero la compartimos todos.

Abrazos.

Itz dijo...

Precioso!!!