El
mexicano Pedro Pardo obtuvo
el tercer puesto del World Press Photo por una imagen sobre
la guerra entre cárteles de la droga en Acapulco. Colaborador
de La Jornada Guerrero y
Afp, fue galardonado en la categoría “Historias
Contemporáneas” por
una instantánea sobre la lucha contra el narcotráfico en México
tomada para la agencia francesa.
La foto muestra parte de cinco cuerpos hallados
en el interior de un taxi, ubicado junto a otro cadáver que se
encuentra en el suelo y que es revisado por un equipo forense.
Felipe
Calderón ha gastado muchos millones de dólares de dinero nuestro
para difundir patéticas tomas de sí mismo sobre la Pirámide de la
Luna, en Teotihuacán, volando en globo o chapuceando en una cueva,
en The Royal Tour. Pero la imagen de México que prevalece en el
mundo no es la de un político bobalicón incrustado en escenarios de
agencia de viajes, sino la de un país empujado –en
gran medida, por la perversidad del gobierno calderonista– al
infierno de la guerra y la destrucción: ni paisajes de ensueño ni
grutas misteriosas ni vestigios portentosos de civilizaciones
extintas, sino deudos destrozados por el dolor, masas encefálicas
derramadas sobre el asfalto, cuerpos descuartizados, hedor de muerte.
“¿Y qué
querían que hiciera?”, se
preguntó hace unos días el todavía gobernante al tratar de
justificar la guerra que emprendió. Para enfrentar y combatir a la
delincuencia habría podido hacer muchas cosas, empezando por cumplir
con las leyes y hacer frente a la corrupción monumental que campea
en la administración pública; habría podido promover la creación
de empleos dignos y bien pagados para reducir el enorme margen de
reclutamiento de que goza la criminalidad; habría podido ordenar la
persecución enérgica del lavado de dinero; habría podido pedir una
investigación seria y confidencial de los vínculos con la
delincuencia que se atribuyen a su secretario de Seguridad Pública,
Genaro García Luna; habría podido empezar por la depuración del
personal fiscal, policial y militar en los puertos, aeropuertos y
aduanas; habría podido mantener las decisiones de seguridad en el
ámbito de la soberanía nacional, en vez de entregárselas a
Washington; habría podido combatir al crimen organizado en vez de
fingir que lo enfrentaba. En fin, habría podido hacer muchas cosas
sensatas, pero optó por hacer una carnicería.
El país ha reaccionado con dolor y rabia desde que se vio a dónde
conducía la estrategia calderonista, y ante los reclamos, las voces
del régimen han sostenido que las decenas de miles de bajas de esta
guerra son causadas por criminales que “se matan entre ellos”.
La veracidad de ese aserto oficial queda perfectamente demostrada
en una de las gráficas tomadas por Pedro Pardo en Acapulco:
3 comentarios:
Una muñeca abandonada, otra vida truncada, una madre o hermana protegiendo a una niña. Legado sangriento.
El ejército y los marines patrullando el país, mostrando sus armas en los estacionamientos de los centros comerciales, en las plazas públicas, durante el paseo dominical"Estado de sitio, terror", y todavía hay gente que se siente tranquila al contemplar tal desgracia.
Desde su posición privilegiada en que ustedes se encuentran para recavar los datos y las cifras de las victimas y muertos del crimen organizado. Sería posible saber la cantidad de muertos por droga dicción alcohklismo y la violencia que estos generan con sus familias y en las calles, como sería posible parar estos avances del crimen organizado sin la intervención del ejercito, la marina. sería triste pensar que el gobierno nos armara a todos para defendernos por nuestra cuenta y riesgo.
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