Fracasos literarios
Por ejemplo: una vez traté de escribir una novela de terror pero antes de llegar a la página 12 ya estaba tan cagado de susto como Moctezuma con el Mastelejo. No es que mi engendro fuera bueno sino que, malos o buenos, los relatos de miedo me dan miedo. Le pedí a la que era mi novia que se fuera a sentar conmigo para no estar solito mientras tecleaba y ella se decepcionó tanto que me dejó, por chambón y por culero. Me quedé con el ego lastimado, sin novia y sin novela. El susto me duró un poco más.
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