El primer encargo significativo de
Eduardo Medina Mora (EMM) fue alinear al Centro de Investigación y
Seguridad Nacional (Cisen) en función de los intereses y las fobias
de Vicente Fox. Si bien ese instituto había sido desvirtuado desde
tiempos de Zedillo en el espionaje y hostigamiento contra opositores
políticos, bajo el foxismo abandonó el trabajo de inteligencia en
materia de seguridad nacional, fue parcialmente desmantelado y no
pocos de sus agentes fueron despedidos sin más justificación que
el haber trabajado para la administración anterior y de manera
irresponsable y aun criminal, es decir, sin ninguna cobertura ni
protección, lo que los dejó expuestos a represalias de la
delincuencia organizada. Algunos buscaron empleo en empresas de
seguridad privada, otros abandonaron el país y es razonable suponer
que algunos optaron por pasar a las filas de la criminalidad,
llevándose consigo información crucial y devastadora. El
desmantelamiento explica en parte la catástrofe en materia de
seguridad pública que tuvo lugar en los últimos años de Fox y a lo
largo de todo el calderonato.
A lo que sí se dedicó el Cisen de
EMM fue a espiar a movimientos sociales como el que protagonizaron
los pobladores de San Salvador Atenco en contra del frustrado
aeropuerto foxista. La información obtenida habría de ser clave en
la violenta represión desatada contra los atenquenses en 2006,
cuando era ya secretario de Seguridad Pública federal. En ese
episodio atroz, EMM comparte responsabilidades con Enrique Peña
Nieto y Wilfrido Robledo Madrid por los dos homicidios, las torturas,
los abusos sexuales y las detenciones arbitrarias que las fuerzas del
orden perpetraron en contra de activistas y de ciudadanos ajenos al
conflicto. Bajo la dirección de EMM el Cisen fue involucrado en la
operación de desprestigio montada por Fox y Salinas en contra de
Andrés Manuel López Obrador, y posteriormente fue usado también
contra la insurgencia cívica emprendida por la Asamblea Permanente
de Pueblos de Oaxaca (APPO) y La Otra Campaña.
Calderón premió los servicios de EMM
nombrándolo procurador federal. Su desempeño al frente de la PGR
destaca –cosa nada fácil, si se echa un vistazo al expediente de
muchos de sus antecesores y seguidores en el cargo– por la
ineficiencia, la deshonestidad, el entreguismo, la sordidez y la
parcialidad con que dirigió la máxima instancia de procuración de
justicia. En breve recuento, EMM fue clave para aplicar la desastrosa
Iniciativa Mérida y coautor de la “guerra contra la delincuencia”;
urdió el llamado michoacanazo, que acabó en desfiguro
faccioso; permitió que dependencias del gobierno estadunidense
abastecieran a los narcotraficantes mexicanos con armas de alto poder
(operaciones Receptor abierto y Rápido y furioso,
realizadas por la
oficina estadunidense de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego, ATF)
y que lavaran millones de dólares de los cárteles de la
droga.
Por lo demás, EMM generalizó el uso de testigos protegidos (el caso
más escandaloso fue el de Enrique Bayardo del Villar, antiguo
subordinado suyo,
luego reclutado por Ismael El Mayo Zambada, y finalmente
asesinado en una cafetería de la Colonia del Valle .
Un caso emblemático de la PGR bajo
EMM es el de las indígenas Jacinta Francisco Marcial, Alberta
Alcántara Juan y Teresa González Cornelio, injustamente acusadas y
encarceladas (más de tres años) por el “secuestro” de seis
policías de la extinta Agencia Federal de Investigaciones (AFI)
(http://is.gd/MDJ6iP).
En menos de tres años EMM acabó
peleado con un funcionario del calderonato aun más entreguista
–Genaro García Luna–, su gestión al frente de la PGR dejó de
ser útil a Washington (se volvió “ineficaz en los grandes
asuntos”, rezaba un reporte de la embajada gringa revelado por
Wikileaks) y fue removido del cargo y enviado a la embajada mexicana
en Londres.
Antes de eso, EMM pretendió impedir,
mediante un recurso ante la Suprema Corte, la despenalización del
aborto en el Distrito Federal. Ocho de los 11 ministros del máximo
tribunal consideraron que su recurso carecía de argumentos
jurídicos. El fallo fue consistente con lo que él mismo le habíaconfesado al ex embajador estadunidense Carlos Pascual cuando ambos
comentaban sobre su sucesor en la PGR: “él es un buen abogado y
yo, no; él traerá la capacidad jurídica que yo no tenía”. Se
refería a Arturo Chávez Chávez, quien, a su vez, y según los
informes del propio Pascual le había echado “una mano a ciertas
figuras de un cártel” cuando fungía como procurador de
Chihuahua.
Producto y exponente del pacto
transexenal prianista, EMM ha causado al país daños gravísimos.
Será por eso que su antiguo cómplice de Atenco, Enrique Peña
Nieto, lo quiere tener de magistrado en la Suprema Corte de Justicia.
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