La propaganda del PRI cuando Tomás Yarrington era su candidato a gobernador de
Tamaulipas
El
domingo pescaron a Tomás Yarrington en Florencia, Italia. Es uno de
esos pocos casos en los que los grupos en el poder actúan de manera
precavida, se deslindan de uno de sus mafiosos, se adelantan a
fincarle responsabilidades y evitan, así, daños políticos mayores.
Desde 2012 la PGR emitió una orden de aprehensión del ex gobernador
tamaulipeco. Otra cosa es que haya existido, o no, la voluntad para
cumplirla; el lustro transcurrido desde que se giró la orden de
captura hasta la detención del individuo hace pensar que no, como no
parece haberla en los casos de los Duarte y manifiestamente no la hay
en el de Borge Angulo.
Otros
ex funcionarios han sido apresados en días recientes por la policía
de Estados Unidos. El más conocido es Édgar Veytia, quien fue
capturado cuando aún se desempeñaba como fiscal general de Nayarit,
el 23 de marzo, en San Diego, por acusaciones de narcotráfico. Unos
días más tarde cayó preso en Phoenix Carlos Manuel Villalobos
Organista, ex senador panista, acusado de desviar presupuestos
destinados a seguridad, educación y salud cuando se desempeñaba
como secretario de Hacienda en el gobierno de Guillermo Padrés
Elías, en Sonora. También se dio a conocer que un individuo que
sirvió como enlace entre la Policía Federal mexicana y la DEA
estadunidense, identificado únicamente como “Iván N.”, se
entregó a principios de mes a la fiscalía de Chicago para
responder por cargos de obstrucción de acciones de inteligencia y
vinculación con un grupo delictivo.
Tanto
los ex funcionarios detenidos por Washington como los delincuentes
sin cargo oficial que han sido capturados o entregados en
extradición por el gobierno de Peña Nieto (el más prominente es El
Chapo) aportan a la administración de Donald Trump una masa de
información sobre los entresijos de la corrupción en México, las
complicidades entre funcionarios y grupos delictivos y la inoperancia
deliberada de los organismos supuestamente encargados de procurar
justicia y responsables, en los hechos, de procurar impunidad.
Washington
tiene otras fuentes y otros métodos para hurgar en la criminalidad
gubernamental al sur del Río Bravo. Un caso conocido es el espionaje
sistemático, masivo y de alta tecnología aplicado por la Agencia
Nacional de Seguridad (NSA, en inglés) sobre funcionarios y
políticos de diversos niveles. Por ejemplo, como parte de la
información obtenida por Edward Snowden, el 1 de septiembre de 2013
se dio a conocer un documento interno de esa dependencia en el que se
informaba que en dos semanas de “esfuerzo intensivo” de
espionaje, la NSA había conseguido 85 mil 489 mensajes de texto
intercambiados entre Peña Nieto (por entonces, candidato
presidencial) y nueve de sus más cercanos colaboradores.
El documento filtrado por Snowden era una presentación interna para
instruir a empleados de la NSA en las técnicas del espionaje
digital y sólo especificaba, como ejemplo, el contenido de dos de
esos mensajes. Otra revelación obtenida gracias a Snowden es que la
inteligencia militar estadunidense también consiguió información
interna “lucrativa” a partir del hackeo de la cuenta decorreo de la Presidencia de México en el sexenio de Calderón.
Entre
espionaje y confesiones de delincuentes presuntos o confesos
capturados por Estados Unidos, el gobierno de ese país ha logrado
hacerse con una formidable capacidad de chantaje sobre los
gobernantes mexicanos del PAN y del PRI, ejecutores serviles de los
dictados económicos, políticos y estratégicos de Washington en
nuestro país.
Tal
circunstancia no sólo explica la plena sumisión de tales
gobernantes a los dictados del norte sino también la preferencia de
Trump, recientemente expresada vía su secretario de Seguridad
Interior, John Kelly, por un nuevo gobierno panista o priísta a
partir de 2018: no otra conclusión puede extraerse de lo dicho por
éste y por el senador John McCain en el sentido de que no quieren en
México un presidente de izquierda. La administración republicana
desea que el vecino del sur sea gobernado por alguna fórmula
“conocida”, es decir, alguien de quien pueda lograr docilidad
mediante datos comprometedores. En suma, aunque las candidaturas
priísta y panista de cara a 2018 aún no se han definido, es claro
que estarán de antemano sometidas a Donald Trump.
Margarita Zavala se entrevistó con John McCain justo antes de que éste advirtiera
"el peligro de un presidente de izquierda" en México.
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