27.4.99

De Denver a Belgrado


Ahora han recogido a los muertos jóvenes y a los muertos niños, han limpiado la sangre y han reparado los destrozos. En Littleton, Denver, Colorado, queda una vida cotidiana salpicada de huecos. Seguramente, en el sitio de la matanza, quitarán de las aulas los 15 pupitres que quedaron libres para atenuar las ausencias. Las familias tendrán que acostumbrarse a un dolor inmune a los analgésicos y la policía del condado tendrá que reconstruir la gestación de los sucesos y encontrarle lógica a una historia que se resiste a tenerla. Pero, más allá de las explicaciones forenses, persiste la pregunta sobre el patrón de conducta de un ritual que ha causado, en los últimos tres años, cientos de bajas fatales en las escuelas estadunidenses.

Lo más sencillo fue atribuir al cine y a la tele la propagación de conductas violentas y criminales entre los escolapios del país vecino. "Consumir en la pantalla 20 asesinatos por hora --nos decíamos-- no puede no tener efectos secundarios y daños colaterales". Pero es una explicación ramplona. Según esa lógica, tendría que producirse, entre los jóvenes que visitan con asiduidad los templos católicos, y que se exponen, allí, a la contemplación de imágenes de extrema violencia, un número significativo de crucificadores, decapitadores, flechadores y apuñaladores de señoras dolientes.

La policía dice que los dos ángeles exterminadores acusados de la matanza --habrá que fincarles responsabilidades a sus cadáveres-- habían concebido un libreto mucho más devastador. Planeaban volar la escuela, causar medio millar de muertes, atacar viviendas vecinas, secuestrar un avión y estrellarlo en Manhattan. Las matrices de ese guión pueden, sin duda, inscribirse en el género de películas y series de desastre y en los abundantes thrillers impresos que conforman la parte sustancial de la cultura narrativa del estadunidense medio. Pero el deseo de causar bajas y escombros guarda parecido, también, con las incursiones de la OTAN en la Yugoslavia cada vez más ex (si siguen los bombardeos y las expulsiones, habrá que hablar de la ex ex Yugoslavia) y con los impulsos orgásmicos de Estado de descargar, de un golpe, los arsenales acumulados durante lustros.

La motivación de lo ocurrido en Denver, los desaires y las burlas de que eran objeto los exterminadores por parte de sus compañeros de escuela, también recuerda el orgullo herido de Washington y de sus socios cuando los representantes serbios los despreciaron en Rambouillet. Luego se dijo que los ataques contra Serbia tenían por objeto evitar una limpieza étnica que, por el contrario, ha resultado intensificada y apresurada.

O tal vez estos paralelismos son una mera alucinación y los ángeles kamikaze de Denver no tienen nada que ver con los ángeles que todos los días, desde hace un mes, depositan sobre Belgrado sus mensajes de muerte.

20.4.99

Hechos y dudas


Dos colibríes estúpidos entraron a la casa por la ventana que da al jardín. Ahora no encuentran el camino de salida y golpetean en los vidrios del tragaluz en busca de la libertad. Aunque ambas clases de seres tienen la potestad del vuelo, estos colibríes no se parecen a los aviones de la OTAN. No causan destrucción de ninguna especie, salvo la caída de unas cacas diminutas que se limpian con facilidad. Afuera tal vez resulten peligrosos para algunos pequeños insectos. Se dice que los colibríes viven exclusivamente de recolectar la miel de las flores con sus picos alargados, pero me parece dudoso. En algún lado deben hallar proteína para reponer el desgaste muscular de ese vuelo accidentado. De cualquier modo, mientras estos pájaros permanezcan atrapados aquí, los insectos y las flores del jardín estarán a salvo. Y además, los insectos no se parecen en nada a los serbios ni a los kosovenses. Mientras están vivos, los serbios y los kosovenses son primates y son humanos. Cuando mueren se vuelven un puñado de carbono, unas pequeñas nubes de gases, un residuo de fósforo y un dolor en la memoria; los insectos son artrópodos y son insectos y nadie, o casi nadie, lamenta que mueran. Los ecologistas deploran la extinción de especies enteras, pero no arman un escándalo por el asesinato de una hormiga, y menos si ese hecho de sangre se enmarca en una cadena alimenticia como la que podría vincular a las hormigas con los colibríes.

Es exasperante el ruido que hacen los picos de los colibríes al chocar contra ese muro transparente que perciben sin comprenderlo. Es angustiosa su situación, y poco lo que puedo hacer para remediarla. El tragaluz está a más de cinco metros de altura. Para atraparlos tendría que usar una escalera, y una vez trepado en ella carecería de la movilidad necesaria para atrapar a esos suicidas inconscientes. Querría cogerlos con delicadeza y devolverlos a su rutina de revoloteos libres e intrascendentes entre los perales del jardín. Allí morirían de todos modos, pero sin angustia, o quién sabe, y durarían vivos lo que tengan que durar. ¿Cuál es la esperanza media de vida de un colibrí? ¿Dos semanas, seis meses, setenta años? Aquí adentro, entrampados por su incapacidad para entender la lógica del vidrio, morirán mucho antes. Caerán rendidos de agotamiento con su estructura minúscula despedazada por los golpes en el tragaluz. Yacerán de espaldas, en una postura inconcebible para cualquier ave viva, con las patas crispadas por la muerte.

A falta de una red, de una carnada que los atraiga al piso o de argumentos para convencerlos de que nunca lograrán nada azotándose contra el vidrio, tengo la alternativa humanitaria de abreviar su agonía con el recurso del rifle de municiones. Obtendría, de esa forma, dos cuerpos tibios, unas gotas de sangre y un destrozo de vidrios esparcidos en la sala. Esto no es una alegoría del incendio en los Balcanes. Simplemente son circunstancias que ocurren al mismo tiempo. Los medios de información bombardean con noticias de nuevas bajas civiles y con imágenes de sufrimiento y muerte. Los colibríes bombardean con sus pequeñas cacas. Es mucho más difícil limpiarse el pensamiento de los reportes yugoslavos que hacer desaparecer las cacas de la superficie de los muebles. Los aviones occidentales bombardean a los serbios con boletos al más allá. Milosevic bombardea a los albaneses kosovenses con balas mucho más económicas. Sabrá Dios cómo lograrán limpiar ese desastre, si es que quieren limpiarlo.

Sé que es una pretensión idiota, pero siento que si logro devolver al jardín a estos dos pájaros revoloteantes, mejorará en algo la situación en Yugoslavia.

13.4.99

Montajes


Bajo la guerra con misiles y bombas en los Balcanes se desarrolla otra, menos letal, por medio de revelaciones históricas y reportes del presente que buscan la descalificación y el desprestigio de los contendientes. Y así se pretende hacernos creer, de manera alternada, que todo este conflicto es producto de una maquinación de la Alianza Atlántica para destruir lo que queda de Yugoslavia o bien que Milosevic provoca los ataques contra su país a fin de colocarse en posición argumentada para exterminar a la población kosovense de origen albanés. En el fondo de estas tomas de posición pareciera existir la idea de que el conflicto en los Balcanes es un gran montaje, una representación con efectos especiales, escombros fingidos y lágrimas de plástico. Pero ni los serbios que lloran frente a sus hogares destruidos, ni los refugiados que llegan a cualquier frontera, exhaustos, famélicos y a veces heridos, parecen tomar parte de una producción escénica con objetivos propagandísticos. No creo que los miles de expulsados de Kosovo se tomen la molestia de cargar niños enfermos en trayectos de decenas o cientos de kilómetros sólo para hacer quedar mal a Milosevic, ni que los propios habitantes de Belgrado estén dinamitando sus casas para desprestigiar a la OTAN.

Por eso, el alegar vestigios de heroica resistencia nacional en el régimen de Belgrado es, en las circunstancias actuales, tan obsceno como argumentar razones humanitarias del lado de la Alianza Atlántica, y lo mismo vale para la descalificación de uno de los bandos en abono del otro. El engaño --porque no hay guerra sin engaño-- está en otro lado.

Nos han vendido una lógica de bandos contrarios entre dos supuestas contrapartes que, a la vista de todo el mundo, han logrado ponerse de acuerdo en lo fundamental, es decir, en tirar la política a la basura y avanzar hacia un conflicto armado de gran escala. No descarto que, a estas alturas, hasta los mismos jerarcas de la OTAN y los propios funcionarios de Milosevic estén convencidos de ser los protagonistas opuestos de la confrontación. Esta es posible, sin embargo, porque ambos se han apegado a actitudes fundamentalistas en torno de sus respectivas causas: la defensa de la patria o la preservación de los derechos humanos. A la postre, una y otra se han vuelto discursos huecos, útiles sólo para tapar el desastre en que han desembocado.

En un lado del conflicto están, entonces, quienes aceptan jugar ajedrez utilizando como piezas la vida y el bienestar de la gente. Del otro está --lo sepa o no-- la gente misma, serbia o albanesa (por ahora; si la partida continúa, se le agregarán los macedonios, los bosnios y a ver cuántos pueblos más), hermanada a fuerza por el sufrimiento, por la muerte, por la destrucción y por la brutal expropiación de su soberanía individual: el gobierno yugoslavo y la OTAN toman decisiones en nombre de los verdaderos afectados, y en esto también se parecen, porque uno y la otra lo hacen siempre con tanta torpeza o con tanta maldad (da lo mismo) que cada nueva acción que emprenden contribuye a empeorar las condiciones, ya de suyo infernales, de los civiles serbios y de los civiles albaneses de Kosovo.

6.4.99

La doble moral de Hillary


Tras pasar la Semana Santa en Marruecos, en visita oficial, Hillary Rodham Clinton escribió en su columna semanal (Talking it over) un comentario elogioso a la dinastía marroquí, habló de los "ejemplos de Marruecos para extender el ámbito de la dignidad humana'' y aseguró haber testificado que el gobierno de ese país genera "un clima fértil para la tolerancia''. En su texto, la señora Rodham Clinton denuncia la maldad de Milosevic y sus designios de limpieza étnica en Kosovo, y emprende una convencida defensa de los ataques de la OTAN contra lo que queda de Yugoslavia.

Sin el menor ánimo de defender a Milosevic ni de ignorar sus atrocidades en Kosovo, las comparaciones de la primera dama estadunidense entre los regímenes de Rabat y Belgrado son una de las cosas más inmorales, convenencieras y falaces que he leído, porque --sin mencionarlo directamente-- la señora Rodham Clinton presenta a su anfitrión marroquí, Hasán, como un exponente de la dignidad humana y de la tolerancia, cuando es el máximo responsable de una operación de limpieza étnica y de anexión ilegal de territorios que ha causado grandes dosis de muerte y sufrimiento a la población del Sahara Occidental.

Qué bien que Hillary se preocupe por la suerte de los cientos de miles de kosovenses albaneses expulsados de su país por los esbirros de Milosevic --atizados en su odio, dicho sea de paso, por los desfiguros militares de la OTAN--. Pero es injustificable que omita los bombardeos con napalm y fósforo blanco --fabricados en Estados Unidos-- que los aviones de Hasán lanzaron contra miles de mujeres y niños saharauis, de los asesinatos políticos y las torturas --tanto de opositores marroquíes como de miembros del Frente Polisario--, de las condiciones actuales de los refugiados saharauis en el desierto de Argelia.

La primera dama de Estados Unidos nos ofrece, acaso sin darse cuenta, un rotundo ejemplo de esa doble moral que, a fines del milenio, resulta éticamente inaceptable: condenar el campo de concentración pero ignorar el gulag, o al revés, denunciar la pena de muerte en Estados Unidos pero adoptar un piadoso silencio sobre su vigencia en Cuba, o al revés, rasgarse las vestiduras por la tiranía de Sadam Hussein y darse abrazos con los reyezuelos totalitarios de la Península Arábiga, execrar al ex golpista (y ahora presidente) Hugo Bánzer y desmayarse de entusiasmo frente al ex golpista (y ahora presidente) Hugo Chávez.

Antes de su periplo por el Magreb, la autora del artículo recibió en su buzón electrónico (first.lady@whitehouse.gov) o en su aparato de fax (00 1 202 456 2461) cientos de cartas en las que se le recordó y explicó las atrocidades cometidas por el régimen de Hasán contra los saharauis, se le puso al tanto de sus reiterados sabotajes para boicotear las propuestas de la ONU orientadas a permitir que el Sahara Occidental ejerza su derecho a la autodeterminación y se le pidió que intercediera ante las autoridades marroquíes para que depongan su actitud. Y ahora, al final de su viaje, la primera dama nos sale con que el gobierno de Marruecos es un campeón de la dignidad humana. ¿Qué le costaba criticar a Milosevic y abogar por los refugiados kosovenses sin apuñalar por la espalda a los refugiados saharuis?