6.4.99
La doble moral de Hillary
Tras pasar la Semana Santa en Marruecos, en visita oficial, Hillary Rodham Clinton escribió en su columna semanal (Talking it over) un comentario elogioso a la dinastía marroquí, habló de los "ejemplos de Marruecos para extender el ámbito de la dignidad humana'' y aseguró haber testificado que el gobierno de ese país genera "un clima fértil para la tolerancia''. En su texto, la señora Rodham Clinton denuncia la maldad de Milosevic y sus designios de limpieza étnica en Kosovo, y emprende una convencida defensa de los ataques de la OTAN contra lo que queda de Yugoslavia.
Sin el menor ánimo de defender a Milosevic ni de ignorar sus atrocidades en Kosovo, las comparaciones de la primera dama estadunidense entre los regímenes de Rabat y Belgrado son una de las cosas más inmorales, convenencieras y falaces que he leído, porque --sin mencionarlo directamente-- la señora Rodham Clinton presenta a su anfitrión marroquí, Hasán, como un exponente de la dignidad humana y de la tolerancia, cuando es el máximo responsable de una operación de limpieza étnica y de anexión ilegal de territorios que ha causado grandes dosis de muerte y sufrimiento a la población del Sahara Occidental.
Qué bien que Hillary se preocupe por la suerte de los cientos de miles de kosovenses albaneses expulsados de su país por los esbirros de Milosevic --atizados en su odio, dicho sea de paso, por los desfiguros militares de la OTAN--. Pero es injustificable que omita los bombardeos con napalm y fósforo blanco --fabricados en Estados Unidos-- que los aviones de Hasán lanzaron contra miles de mujeres y niños saharauis, de los asesinatos políticos y las torturas --tanto de opositores marroquíes como de miembros del Frente Polisario--, de las condiciones actuales de los refugiados saharauis en el desierto de Argelia.
La primera dama de Estados Unidos nos ofrece, acaso sin darse cuenta, un rotundo ejemplo de esa doble moral que, a fines del milenio, resulta éticamente inaceptable: condenar el campo de concentración pero ignorar el gulag, o al revés, denunciar la pena de muerte en Estados Unidos pero adoptar un piadoso silencio sobre su vigencia en Cuba, o al revés, rasgarse las vestiduras por la tiranía de Sadam Hussein y darse abrazos con los reyezuelos totalitarios de la Península Arábiga, execrar al ex golpista (y ahora presidente) Hugo Bánzer y desmayarse de entusiasmo frente al ex golpista (y ahora presidente) Hugo Chávez.
Antes de su periplo por el Magreb, la autora del artículo recibió en su buzón electrónico (first.lady@whitehouse.gov) o en su aparato de fax (00 1 202 456 2461) cientos de cartas en las que se le recordó y explicó las atrocidades cometidas por el régimen de Hasán contra los saharauis, se le puso al tanto de sus reiterados sabotajes para boicotear las propuestas de la ONU orientadas a permitir que el Sahara Occidental ejerza su derecho a la autodeterminación y se le pidió que intercediera ante las autoridades marroquíes para que depongan su actitud. Y ahora, al final de su viaje, la primera dama nos sale con que el gobierno de Marruecos es un campeón de la dignidad humana. ¿Qué le costaba criticar a Milosevic y abogar por los refugiados kosovenses sin apuñalar por la espalda a los refugiados saharuis?
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