25.4.00

Deseos para Elián


Queda la esperanza de que estos 150 días de odisea --más los que faltan-- se sedimenten en la memoria de Elián como una aventura en Disneylandia; de alguna manera lo han sido, si se piensa que el combate singular que ha venido librándose en torno al pequeño náufrago es un ritual estrechamente emparentado con la fantasía: auto sacramental, lucha libre, carrera espacial, película de George Lucas.

Elián fue secuestrado dos veces consecutivas: por su madre, primero, y por sus remotos parientes de Miami, quienes trataron a toda costa de mantener al niño en su poder como una manera de recuperar sus propias inocencias infantiles, cuando todo lo estadunidense era bueno, el comunismo era malo, y cuando no les había llegado la hora de los fichajes por la policía y de las actividades dudosas para subsistir en un medio social y económico tan implacable como corrompido.

El enojo del mar se encargó de poner fin al primer rapto. La estupidez del Servicio de Inmigración y Naturalización generó el segundo, que duró muchos días y que fue interrumpido, a la postre, por la policía. La mafia cubanoestadunidense de Florida y Washington --que no es el conjunto de la comunidad cubana en Estados Unidos, ni mucho menos-- ya tiene argumentos para denunciar que el comunismo se ha apoderado de la Casa Blanca y que Bill Clinton y Janet Reno están a punto de entregar un infante desvalido a las fauces comeniños de Fidel Castro.

Ojalá que Elián sea capaz de abrirse paso, con el tiempo, por el laberinto de afectos fingidos, manoseos afectivos, abusos y maltratos a los que ha estado sometido; que logre superar el desgarramiento entre el pretendido amor materno y la irresponsabilidad suprema, entre el mimo manipulador y el aprovechamiento como estandarte emocional de una mafia que ha perdido su infancia para siempre y que quiso recuperarla mediante el rapto; que su periplo accidentado se convierta en factor de serenidad y no en confusión permanente.

La sociedad y la clase política estadunidenses, por su parte, empiezan a descubrir que han llevado demasiado lejos su alianza histórica con la mafia cubana --que no abarca, ni mucho menos, a todos los isleños radicados en el país vecino-- y que en el empeño anticastrista han llegado a hacerse cómplices de un caso claro y prolongado de maltrato infantil, de secuestro y corrupción de menores y de usurpación de una patria potestad incuestionable que hoy se expresa --todavía arraigada y amenazada-- en los jardines de la Base Andrews.

Michael Moore, comentarista de televisión, cineasta y columnista, ha escrito un testimonio conmovedor de esa conciencia incipiente en su Carta a Elián (http://www.michaelmoore.com), del 31 de marzo, en la que desea al menor un pronto regreso a su país y a su gente verdadera, un disfrute pleno del amor paterno y una visita libre y adulta a Estados Unidos para cuando se hayan eclipsado los actores políticos que tanto lo han maltratado en estos meses. Así sea.

18.4.00

Dios no ama a Robert Glen Coe


Vaya en memoria del Hijo del Carpintero: el servidor de Internet de la Corte Superior de Tennessee (http:// www.tsc.state.tn.us/OPINIONS/TSC/CapCases/coerg/RGCoe. htm) ha puesto a disposición de quien quiera verlos 189 de los 193 documentos del juicio de Robert Glen Coe. Los materiales se presentan en diversos formatos (texto simple, Adobe Acrobat® o imágenes.PCX) y varían entre memoranda de una cuartilla y peritajes de 200 páginas. La institución ha tenido la amabilidad de recordar a los visitantes virtuales que es preferible consultar los documentos en sus versiones de texto, porque los archivos de imagen tardan mucho tiempo en pasar por el módem y son más difíciles de visualizar en la pantalla. Es posible que ese conjunto ordenado y metódico de información legal desaparezca mañana, una vez que Glen Coe sea ejecutado en la prisión de máxima seguridad de Riverbend, en Nashville. Cuando pasen los estertores de las sustancias tóxicas en el cuerpo del condenado y alguien pronuncie la palabra “amén”, el estado de Tennessee ya no tendrá necesidad de mostrar al mundo, vía Internet, la bitácora de un proceso legal que empezó en 1979 y que está a punto de terminar.

Hace 21 años, en la localidad rural de Greenfield, Glen Coe cometió un crimen atroz: secuestró y violó a Cary Ann Medlin, de ocho años. Su víctima le dijo que estaba haciendo algo malo y le aseguró: “Dios te ama”; con ello sólo logró enfurecer al agresor, quien la sujetó del pelo y la mató a cuchilladas.

En labios de un adulto desconocido y salvo, la frase “Dios te ama” me parece irritante y ofensiva, no sólo por el abuso de confianza para el destinatario, sino por la supina blasfemia de quien la pronuncia y presume, así, de conocer los amores o los desamores divinos. Pero en la voz de una niña violada, inerme y seguramente aterrorizada, la expresión habría tenido que conmover a cualquier persona en uso de sus facultades.

Glen Coe no se conmovió, tal vez porque, como lo diagnosticaron en la corte cuatro siquiatras y dos neurofisiólogos, presenta un cuadro de esquizofrenia paranoide y padece daño cerebral crónico. Tales conclusiones fueron presentadas por los abogados del asesino en distintas instancias del proceso penal contra el asesino, para acogerse a la disposición de la Corte Suprema de Justicia que prohíbe ejecutar a individuos afectados en sus facultades mentales. Sin embargo, el estado de Tennessee sostiene que Glen Coe tiene conciencia de su próxima muerte y de los motivos del estado de Tennessee para provocársela mediante una inyección intravenosa de sustancias tóxicas, y que en esa circunstancia, la resolución del tribunal supremo no viene al caso.

Duele pensar que Cary Ann Medlin, quien ahora tendría 29 años, se equivocó en sus últimas palabras y que Robert Glen Coe no está entre los amados de Dios, o bien que Su amor no sirve de nada. Porque, si lo hubiese amado aunque fuera un poquito, no habría permitido que se volviera loco, no lo habría dejado hacer lo que hizo y no lo tendría, ahora, en el pabellón de la muerte de la cárcel de máxima seguridad de Riverbend, Nashville, Tennessee.

La prensa del estado se ha hecho eco del escándalo de diversos sectores cristianos y judíos de la sociedad, para los cuales es inadmisible que la primera ejecución que va a tener lugar en el estado en cuatro décadas se realice precisamente en días de Semana Santa, o bien en el comienzo de la Pascua hebrea. Tal vez consigan un gesto de cortesía gubernamental o judicial y acaso el envenenamiento controlado de Glen Coe se posponga unos días, de modo que nadie pueda reclamar que le amargaron los días, de por sí amargos, en que se conmemora la Pasión. Pero el estado de Tennessee cuenta con 193 documentos legales para justificar la aplicación de la pena capital al reo y, hoy por hoy (mañana, quién sabe), los exhibe en Internet, como prueba máxima de su razón y su certeza. 

11.4.00

El agua y los gorilas


Ahora está de moda decir que las guerras y los conflictos futuros no serán por el mando geoestratégico ni por el dominio de los mercados ni por el control del petróleo sino por el agua. Tal vez la profecía se esté quedando vieja. Si uno voltea a Oriente Medio, a Tepoztlán o a Cochabamba puede observar confrontaciones de muy distintas escalas originadas en problemas de abastecimiento hídrico.

La cáscara de la democracia boliviana es tan frágil como el envoltorio de persona civilizada que ostenta su gobernante actual, Hugo Bánzer Suárez, gorila en los años setenta y político constitucional en tiempos de paz interna: traje y corbata y un discurso de modernizador económico de esos que causan furor entre las huestes presidenciales latinoamericanas cuando se dan cita en los desfiles de modas ideológicas. A tono con ese discurso, el general Bánzer se dio a la tarea de convencer a los bolivianos que nada es gratis en esta vida, que no hay razón válida para que el Estado se haga cargo de obras de elemental beneficio común y que para eso está la inversión privada, tanto nacional como extranjera.

En este caso se trata de la empresa Aguas del Tunari, compuesta por la inglesa International Water y la española Abengoa, que operaba, bajo concesión, el servicio de agua potable de Cochabamba, y era la encargada de realizar el proyecto múltiple Misicuni. La concesionaria, con el visto bueno gubernamental, pretendió incrementar 20 por ciento las tarifas a los consumidores y eso provocó varios días de protestas nacionales, bloqueos que paralizaron la red carretera del país, un amotinamiento de policías en La Paz, varias huelgas de hambre en distintas ciudades, ocho muertos, 42 heridos, así como varias decenas de activistas sociales presos y deportados al departamento amazónico del Beni.

Bánzer resultó fiel a sus genes y para enfrentar la situación decretó el estado de sitio, suspendió las garantías, amordazó los medios electrónicos de Cochabamba, sacó los tanques contra los manifestantes y recurrió a la mentira de Estado y a la desaparición de personas en el más puro estilo retro: Angel Claure, un cochabambino de 17 años, fue sacado de su casa la noche del viernes por encapuchados que lo obligaron a abordar un vehículo sin placas; al parecer, fue llevado a la Base Aérea, y de allí a la unidad militar de El Beni, según denunció su madre. En Patacamaya la tropa desalojó con violencia las carreteras y asesinó de un balazo al dirigente Rogelio Calisaya. El coronel Oscar Gámez, comandante del batallón que realizó el operativo, aseguró que sus efectivos sólo dispararon al aire y que Calisaya había muerto a causa de un ataque cardiaco, a pesar de que el cuerpo del líder fue atravesado por una bala que entró a la altura de la cadera y salió por la pelvis. En Sucre la policía allanó la universidad, detuvo a 16 estudiantes huelguistas e hirió a otros 17 con balas de goma.

En plena regresión a su esencia de gorila, Bánzer no perdió, sin embargo, los hábitos de modernizador. Mientras la población de Cochabamba se insurreccionaba y le metía fuego a un par de locales gubernamentales, el presidente aseguró que la suspensión de garantías busca preservar “el estado de derecho y los esfuerzos del diálogo social” y a asegurar la victoria de la “nueva Bolivia que trabaja, participativa, dialogante, concertadora y positiva”, por sobre la “vieja Bolivia insurreccionalista, la de barricada y montonera”.

Sin embargo, la “vieja Bolivia” ha puesto en jaque al viejo gorila encorbatado, quien tiene ante sí, aparte del vasto repudio social, el rechazo de los partidos opositores, la condena del episcopado al estado de sitio y el inicio de un proceso de habeas corpus por parte de la ombudsman, Ana María Campero, para restituir la libertad de los dirigentes secuestrados en El Beni, una posible fractura en su coalición de gobierno.

Una posible moraleja es lo impreciso de la expresión popular “gorila”, aplicada a los gobernantes militares y sanguinarios --aunque después se vistan de seda-- de este sufrido subcontinente. Porque hasta el más lerdo de esos primates así llamados sabe perfectamente lo que sabíamos todos hasta hace dos décadas y que hoy ignoran Bánzer y sus compañeros de fiebre privatizadora: que el agua para consumo de cualquier ser viviente tiene que ser gratuita.