Vaya en memoria del Hijo del Carpintero: el servidor de
Internet de la Corte Superior de Tennessee (http://
www.tsc.state.tn.us/OPINIONS/TSC/CapCases/coerg/RGCoe. htm) ha puesto a
disposición de quien quiera verlos 189 de los 193 documentos del juicio de Robert
Glen Coe. Los materiales se presentan en diversos formatos (texto simple, Adobe
Acrobat® o imágenes.PCX) y varían entre memoranda de una cuartilla y peritajes
de 200 páginas. La institución ha tenido la amabilidad de recordar a los
visitantes virtuales que es preferible consultar los documentos en sus
versiones de texto, porque los archivos de imagen tardan mucho tiempo en pasar
por el módem y son más difíciles de visualizar en la pantalla. Es posible que
ese conjunto ordenado y metódico de información legal desaparezca mañana, una
vez que Glen Coe sea ejecutado en la prisión de máxima seguridad de Riverbend,
en Nashville. Cuando pasen los estertores de las sustancias tóxicas en el
cuerpo del condenado y alguien pronuncie la palabra “amén”, el estado de
Tennessee ya no tendrá necesidad de mostrar al mundo, vía Internet, la bitácora
de un proceso legal que empezó en 1979 y que está a punto de terminar.
Hace 21 años, en la localidad rural de Greenfield, Glen Coe
cometió un crimen atroz: secuestró y violó a Cary Ann Medlin, de ocho años. Su
víctima le dijo que estaba haciendo algo malo y le aseguró: “Dios te ama”; con
ello sólo logró enfurecer al agresor, quien la sujetó del pelo y la mató a
cuchilladas.
En labios de un adulto desconocido y salvo, la frase “Dios
te ama” me parece irritante y ofensiva, no sólo por el abuso de confianza para
el destinatario, sino por la supina blasfemia de quien la pronuncia y presume,
así, de conocer los amores o los desamores divinos. Pero en la voz de una niña
violada, inerme y seguramente aterrorizada, la expresión habría tenido que
conmover a cualquier persona en uso de sus facultades.
Glen Coe no se conmovió, tal vez porque, como lo
diagnosticaron en la corte cuatro siquiatras y dos neurofisiólogos, presenta un
cuadro de esquizofrenia paranoide y padece daño cerebral crónico. Tales
conclusiones fueron presentadas por los abogados del asesino en distintas
instancias del proceso penal contra el asesino, para acogerse a la disposición
de la Corte Suprema de Justicia que prohíbe ejecutar a individuos afectados en
sus facultades mentales. Sin embargo, el estado de Tennessee sostiene que Glen
Coe tiene conciencia de su próxima muerte y de los motivos del estado de
Tennessee para provocársela mediante una inyección intravenosa de sustancias
tóxicas, y que en esa circunstancia, la resolución del tribunal supremo no
viene al caso.
Duele pensar que Cary Ann Medlin, quien ahora tendría 29
años, se equivocó en sus últimas palabras y que Robert Glen Coe no está entre
los amados de Dios, o bien que Su amor no sirve de nada. Porque, si lo hubiese
amado aunque fuera un poquito, no habría permitido que se volviera loco, no lo
habría dejado hacer lo que hizo y no lo tendría, ahora, en el pabellón de la
muerte de la cárcel de máxima seguridad de Riverbend, Nashville, Tennessee.
La prensa del estado se ha hecho eco del escándalo de
diversos sectores cristianos y judíos de la sociedad, para los cuales es
inadmisible que la primera ejecución que va a tener lugar en el estado en
cuatro décadas se realice precisamente en días de Semana Santa, o bien en el
comienzo de la Pascua hebrea. Tal vez consigan un gesto de cortesía
gubernamental o judicial y acaso el envenenamiento controlado de Glen Coe se
posponga unos días, de modo que nadie pueda reclamar que le amargaron los días,
de por sí amargos, en que se conmemora la Pasión. Pero el estado de Tennessee
cuenta con 193 documentos legales para justificar la aplicación de la pena
capital al reo y, hoy por hoy (mañana, quién sabe), los exhibe en Internet,
como prueba máxima de su razón y su certeza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario