Hace una semana 41 alumnos y un maestro de la escuela
primaria de Fanglin, comuna de Tangu, distrito de Wangzai, China, fueron
despedazados por una explosión que causó también heridas de consideración a
otras 27 personas. Tres años antes, el director del plantel, con la anuencia
del responsable local del Partido Comunista, instaló en una de las aulas una
fábrica de petardos, en la que los educandos --de ocho y nueve años-- eran
obligados a trabajar durante la hora de la comida.
De acuerdo con fuentes no oficiales, ante la escasez de
presupuesto para la educación, una buena parte de los centros escolares chinos
realizan actividades productivas: fabrican cajas y materiales de embalaje,
calendarios, piezas de lámparas y bicicletas o, como en el caso de Fanglin,
fuegos artificiales. Es la única manera de obtener recursos para cubrir los
salarios de los profesores. La situación es especialmente crítica en las áreas
rurales, en donde los maestros suelen ganar 550 dólares anuales.
Con las referencias a la circunstancia económica puede
justificarse todo, incluso la antropofagia.
Otro fenómeno de fondo que viene al caso es el esfuerzo
productivo y exportador en el que se halla inmersa China, afán que no sólo le
ha permitido inundar de baratijas todo el planeta, sino que le ha redituado
ríos de dinero. Parte de ese empuje comercial se traduce en una enorme
captación de contratos de maquila para la industria occidental. Los comunistas
chinos han comprendido mejor que nadie las exigencias de “eficiencia”,
“rentabilidad”, “competitividad” y otros puntos de la deontología neoliberal
que domina el resto del mundo y, en muchos sentidos, las han llevado hasta sus
últimas consecuencias: desde la lógica de la alta productividad y la utilidad
máxima, no hay sitio mejor que una escuela para instalar fábricas de petardos:
los trabajadores no cobran, no se paga renta del local y la capacitación de la
mano de obra puede formar parte de los planes regulares de estudio. Después de
una lección de historia oficial sobre la Larga Marcha ha de ser divertidísima
una sesión de instrucciones para la colocación de mechas en los pequeños
cilindros de papel y pólvora. Y de ahí, vuelta natural a la historia patria
para recordarles a los pequeños esclavos que fue precisamente en China donde se
inventaron los fuegos artificiales y exhortarlos, sobre esa base, a la
excelencia y a la calidad total.
El episodio referido no sólo encaja con la orientación
económica en boga, sino también con los nuevos criterios de cooperación
internacional orientados a impedir los flujos migratorios indeseables mediante
la creación de oportunidades en las regiones de origen de los migrantes,
criterios que, como lo admite el experto Mabbub Ul Haq, presidente del Centro
de Desarrollo Humano de Paquistán, no deben basarse en la moral internacional “por
más que sería placentero suponer que dicha moral aún existiera hoy en día”:
El paquistaní tiene algo de razón al festinar la muerte de
la ética como factor de regulación de las relaciones internacionales: ante las
crecientes evidencias del trabajo infantil y esclavo, o casi, con el que Pekín
abarata los costos de cuanta mercancía circula por el mundo, Sadam Hussein
resulta un osito de peluche. Pero el occidente industrializado se solaza en
satanizar al dictador árabe por las atrocidades reales y supuestas de su
régimen y cierra los ojos para comerciar con China.
Más o menos en los mismos días en que se dio a conocer la
tragedia de la escuela de Fanglin ocurrieron, en planteles estadunidenses,
nuevas balaceras con saldo negro. En los alrededores de San Diego,
concretamente, un joven de 15 años mató a dos de sus condiscípulos e hirió a
otras 13 personas --alumnos y maestros-- con un pequeño revólver .22; no digo
que así haya sido, pero el parque correspondiente (un calibre barato y “popular”,
y buen candidato a esa peculiar sustitución de importaciones que los mercados
mundiales realizan con el gigante asiático) bien pudo haber sido fabricado por
niños de alguna escuela primaria china, los cuales tienen familiaridad y hasta
experiencia con el manejo de la pólvora. Sería un ejemplo espléndido de esa
cooperación internacional sin moral que vincula a la economía comunista
neoliberal china con los mercados mundiales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario