- Hacia la Tercera República Española
- Sostiene Plaqueta: I don't speak chamorro
Si los hispanohablantes no peninsulares fuéramos acendradamente egoístas tendríamos que vivir eternamente agradecidos a la memoria de Franco, porque cuando éste dio su golpe de cachiporra sobre la piel del toro provocó una diseminación de inteligencia, cultura y humanismo por todas las esquinas y rincones del continente idiomático. Cuántas instituciones, cuántas cátedras, cuánta obra genial, cuántas tertulias, cuántas vidas buenas y honradas fundaron los republicanos desterrados. No quiero dar un ejemplo ni mencionar un nombre, porque sería tan injusto como llamarle mar a una sola gota de agua. Gracias a ese río español de sangre roja (Pedro Garfias) que le llegó del otro lado del Atlántico, América Latina se hizo más buena, más culta y más moderna, y refrendó su pertenencia a una región del espíritu humano que empieza en Filipinas, se consolida en América, sin constreñirse a las tierras al sur del río Bravo, revienta en el Caribe, se asienta en la península Ibérica y se extiende hasta las costas occidentales de Africa, donde los saharauis y guineanos ecuatoriales sobrellevan sus padecimientos respectivos. La globalización no se inventó ayer.
14 de abril de 1931
14 de abril de 2006
Aunque así no fuera, el achicamiento del mundo ha legitimado los reclamos de la derecha mundial -algunos formulados desde España, otros desde México- por la situación deplorable de los derechos humanos en Cuba e hizo posibles el enjuiciamiento en Madrid de genocidas sudamericanos y el pedido de extradición de Pinochet, formulado en 1998 por Baltasar Garzón a Inglaterra. En reciprocidad agradecida, y sin un ápice de mala entraña, debemos decirles, hermanos peninsulares, que su democracia monárquica todavía huele a sangre, que hasta las salas impecables de sus tribunales llegan de vez en cuando los gritos de los torturados, que hace falta un poco de transparencia en el gasto de la familia real -pagado con recursos públicos- y que la libertad de expresión está atada ("y bien atada") de antemano cuando el derecho penal impide cualquier crítica a un integrante vivo o muerto de la dinastía Borbón.
En territorio español, la República es más que un fantasma y más que un recuerdo porque, como señala Víctor Díaz Cardiel, "30 años después de la muerte del dictador y de la toma de posesión de Juan Carlos, la monarquía como forma de Estado es una rémora para el desarrollo democrático de este país". Jaume Durgell, por su parte, señala que "la cuestión de la monarquía no es más que la manifestación de un problema mucho mayor: un problema cuya base tiene que ver con la esencia misma de la injusticia: en la repugnante creencia de que algunas personas nacen con más derechos que otras. Sostener la causa del rey es afirmar que hay personas superiores a otras, y eso es trágico, es dañino y es mentira". Pero hay aún monárquicos que afirman sin rubor que la reivindicación de la República es anacrónica y obsoleta, como si hubiera un anacronismo mayor que el de un rey de chocolate encabezando el Estado.
El florecimiento de los republicanos en España es despacioso y todavía minoritario, pero ha superado la marginalidad. En noviembre del año pasado, según datos de una encuesta dada a conocer por El Mundo, 24 por ciento de los españoles prefería la república a la monarquía, frente a 38 por ciento que respaldaba a la Corona y otro tanto que no podía definirse ante la cuestión. Cinco años antes los republicanos eran sólo 15 por ciento, los monárquicos alcanzaban 43 y quienes no expresaban una postura definida sumaban 32 por ciento. Esa cuarta parte de la sociedad española que rechaza la monarquía no necesariamente participa en un movimiento político organizado. Estos vínculos son una pequeña guía incompleta de la creciente marejada republicana. Este mes, cuando se conmemora el 75 aniversario de la Segunda República, los partidarios de establecer una Tercera miden sus fuerzas, realizan centenares de actos políticos y culturales y se concentrarán, el sábado 22, en una marcha que irá de la Cibeles a la Puerta del Sol. Ya veremos. Estoy seguro que más temprano que tarde la sociedad española habrá de liberarse de los zánganos reales y coronará como rey al único aceptable: el pueblo soberano.
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Gracias por sus mensajes y por su información a Martín Triana, Fernando Terreros, Laura Bolaños, Salvador Zaragoza Jiménez, María, Alejandrina Pliego (ambas, en Italia), Mario López, Arturo Gálvez, Enzo Mangini, Rolando Sarmiento Bravo y Eduardo Lera. Abrazos tricolores (rojos, amarillos y morados) para todos ustedes, y a lo que sigue. Hace unos días le pedí a Tamara de Anda, Plaqueta, también conocida como La Reina del Blog (plaqueta@gmail.com), que compartiera el mar de estas navegaciones dominicales en la forma en que le diera la gana. Y aquí va la primera de sus incursiones. Las llamaré, en homenaje a Tabucchi, Sostiene Plaqueta:
I dont´t speak chamorro. En un oscuro episodio universitario, a unas compañeritas les tocó exponer en clase sobre No Logo. Bien entrenadas por la SEP para el refinado arte de la memorización a-lo-pendejo, escupieron un montón de párrafos llenos de ordenadores chinos, cazadoras cosidas por chamacos malayos y, por supuesto, diabólicas zapatillas Nike. Comprendí entonces, con elevado espanto, que mucha gente es incapaz de digerir los localismos de las traducciones españolas, y que casi casi lo mismo daría que leyeran la versión original del texto en inglés, bielorruso o totonaca. ¿Cuántos incautos no andarán por ahí creyendo que los canadienses están locos y usan tacones para jugar futbol, o que hay países donde el ecologismo es tan salvaje que, en venganza contra las villanas que alguna vez cazaron animalitos inocentes, las despellejan y se visten con ellas? (¡Guión para película gore!).
Y eso que no les tocó un libro con mucho argot, de otro modo se habrían extrañado ante la escatológica facilidad gachupina de cagarse en todo, o por aquello de que ahí las cañas empedan -sin ser ron- y se fuman a los porros (¿del Poli, de la UNAM, de la Complutense?). Del otro lado, qué desconcierto ha de suscitar nuestra mexicana fijación oral en forma de incesantes solicitudes al prójimo para que no mame, o la sorprendente -y embrollante- cualidad polisémica del chingar, que debe ser el término más útil de la historia.
Eso nos pasa por hablar una lengua que no es como la madre-sólo-hay-una, sino todo lo contrario: un desmadre de heterogeneidad. Más fácil la han de tener los hablantes de chamorro (no es cábula, ese es el idioma de las Islas Marianas y Guam, donde quién sabe si están piernudos o no), que por ser poquitos seguro se ponen de acuerdo más fácilmente.
Para aliviar tanta confusión está "Jergas de habla hispana", glosario en constante crecimiento. El buscador funciona por país y/o palabra. Indispensable para mis compañeritas, recomendabilísimo para cualquier hablante-lector-escribiente del idioma español:
Vayan y navéguenlo antes de que nos trague el inglés y los hispanohablantes nos convirtamos en extraños seres en especie de extinción (a lo mejor hasta con presupuesto federal para preservarnos en salmuera). Si no, próximamente: Navigations por Peter Michael, no se lo pierda en su periódico favorito The Working Day.
¿Es feliz el chamorro? -Es feliz.
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