- Salif Keita, en México
- Sostiene Plaqueta: páginas de odio
Diosa de la violencia
A lo largo de febrero y marzo estuvieron apareciendo estatuas de Sejmet, Señora de Occidente, de la Lejanía, de la Vida y de la Muerte, de la Guerra y de la Venganza, bebedora de sangre. Ya sé que no tiene nada que ver y que todos los meses del año son así, pero este abril ha resultado fecundo en violencia y amagos de violencia. Pienso sobre todo en la estúpida idea, que va tomando forma en las mentes de los halcones de Washington, de propinar un coscorrón, tal vez atómico, al Irán rebelde, pero también en el atentado reciente de Tel Aviv y en los dos mineros asesinados a balazos en el complejo siderúrgico de Sicartsa, en México.
Creo que los hallazgos de múltiples Sejmet algo tuvieron que ver en mi ocurrencia de escribir una serie de mensajitos de amor a ciertas damas antiguas, pero la egipcia se fue quedando postergada por un par de razones: la primera, me incomoda que sea tan violenta, y la segunda, que (me) es difícil considerar propiamente hermosa a una mujer con rasgos faciales de leona, incluso si concedemos que del pescuezo para abajo la señora es todo un cuero. Pero tal vez sea prudente dedicarle, si no un puñal ensangrentado, cuando menos unas cuantas líneas. No vaya a ser la de malas.
Su enojo era temible, pero si se lograba apaciguarlo Sejmet daba a sus adoradores el dominio sobre los enemigos, y los fortalecía para que vencieran la debilidad y la enfermedad. En algunos templos se le ofrecía sangre de animales sacrificados para evitar su ira. La mitología egipcia la considera algo así como la brigada paramilitar de Ra. En efecto, en una ocasión en que éste se enojó con los humanos y decidió castigarlos, les envió a Sejmet, quien perpetró una carnicería terrible. Cuando Ra se dio cuenta que la humanidad estaba a punto de ser liquidada, apaciguó a la diosa con una bebida de cerveza, cebada y una sustancia roja que le daba el color de la sangre. Sejmet pensó que el mejunje era líquido hemático, se lo bebió todito y se puso tan borracha que se le olvidó seguir matando. Entonces Ra pudo pasar a la fase de las negociaciones.
Algo dirá sobre la mentalidad de los antiguos egipcios el hecho de que en su panteón hayan otorgado al poder, la guerra y la muerte, la representación de una mujer, Sejmet, y que a su esposo, Ptah, lo hayan investido con los trabajos artesanales, la palabra y la sabiduría, y que al hijo de ambos, Nefertum, lo considerasen “El Bello”, “Señor de los Perfumes” y originario de una flor de loto. Esta constelación familiar podría llenar los ratos de ocio de muchos sicoanalistas y servir de munición para variados estudios de género. Yo nada más consigno el dato.
Creo que los hallazgos de múltiples Sejmet algo tuvieron que ver en mi ocurrencia de escribir una serie de mensajitos de amor a ciertas damas antiguas, pero la egipcia se fue quedando postergada por un par de razones: la primera, me incomoda que sea tan violenta, y la segunda, que (me) es difícil considerar propiamente hermosa a una mujer con rasgos faciales de leona, incluso si concedemos que del pescuezo para abajo la señora es todo un cuero. Pero tal vez sea prudente dedicarle, si no un puñal ensangrentado, cuando menos unas cuantas líneas. No vaya a ser la de malas.
Su enojo era temible, pero si se lograba apaciguarlo Sejmet daba a sus adoradores el dominio sobre los enemigos, y los fortalecía para que vencieran la debilidad y la enfermedad. En algunos templos se le ofrecía sangre de animales sacrificados para evitar su ira. La mitología egipcia la considera algo así como la brigada paramilitar de Ra. En efecto, en una ocasión en que éste se enojó con los humanos y decidió castigarlos, les envió a Sejmet, quien perpetró una carnicería terrible. Cuando Ra se dio cuenta que la humanidad estaba a punto de ser liquidada, apaciguó a la diosa con una bebida de cerveza, cebada y una sustancia roja que le daba el color de la sangre. Sejmet pensó que el mejunje era líquido hemático, se lo bebió todito y se puso tan borracha que se le olvidó seguir matando. Entonces Ra pudo pasar a la fase de las negociaciones.
Algo dirá sobre la mentalidad de los antiguos egipcios el hecho de que en su panteón hayan otorgado al poder, la guerra y la muerte, la representación de una mujer, Sejmet, y que a su esposo, Ptah, lo hayan investido con los trabajos artesanales, la palabra y la sabiduría, y que al hijo de ambos, Nefertum, lo considerasen “El Bello”, “Señor de los Perfumes” y originario de una flor de loto. Esta constelación familiar podría llenar los ratos de ocio de muchos sicoanalistas y servir de munición para variados estudios de género. Yo nada más consigno el dato.
El Músico
Ahora vamos a la música. El albino más melodioso del mundo, el gaznate más vigoroso de Malí, el enorme Salif Keita, estará próximamente en México y ofrecerá varios conciertos: en el Forum Universal de las Culturas, Monterrey, el 27 de abril; irá al festival Internacional de San Luis Potosí y al Festival del Desierto los dos días siguientes; estará en la Feria de San Marcos el primero de mayo, en el Teatro del Pueblo de Aguascalientes; se presentará el día 2 en el Teatro Diana de Guadalajara, en el Teatro Morelos de Morelia el 4, y cerrará el 7 en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM, en el D.F. La gira sigue al lanzamiento del disco más reciente de Salif, M’Bemba (Ancestro), por la venerable e indispensable disquera Corasón.
Nacido en Djoliba, Malí, en 1949, en el seno de una familia noble descendiente de Sunjata Keita, el fundador del imperio de Malí en 1240, Salif enfrentó desde los primeros instantes de su vida el rechazo familiar y social. Por la falta de pigmentos en su piel, sufrió la discriminación de su gente cercana, que lo veía como la encarnación de un poder maligno y que escupía en el suelo cuando se lo encontraba para alejar a los espíritus del mal. El joven intentó convertirse en maestro de escuela, pero su debilidad visual le impidió ejercer el oficio. Su padre se horrorizó cuando Salif pensó en dedicarse a la música. De modo que, a los 18 años, el muchacho se largó de Djoliba en dirección a Bamako, la capital maliense, en donde hizo sus inicios como músico callejero, luego cantando en bares, hasta que se unió a una banda patrocinada por el gobierno que tenía su sede en el hotel de la estación de trenes de la ciudad. Posteriormente vendría una década de trabajo en Les Ambassadeurs, y después, la emigración --para nacer al mundo a veces hay que alejarse de la tierra natal— y los comienzos, en París, de una carrera en solitario que culminó con el célebre Amén (1991), en el que participó Carlos Santana. Salud y bienvenido, Salif Keita, voz moderna y ancestral, mandingo y africano del mundo, dador de vida.
Nacido en Djoliba, Malí, en 1949, en el seno de una familia noble descendiente de Sunjata Keita, el fundador del imperio de Malí en 1240, Salif enfrentó desde los primeros instantes de su vida el rechazo familiar y social. Por la falta de pigmentos en su piel, sufrió la discriminación de su gente cercana, que lo veía como la encarnación de un poder maligno y que escupía en el suelo cuando se lo encontraba para alejar a los espíritus del mal. El joven intentó convertirse en maestro de escuela, pero su debilidad visual le impidió ejercer el oficio. Su padre se horrorizó cuando Salif pensó en dedicarse a la música. De modo que, a los 18 años, el muchacho se largó de Djoliba en dirección a Bamako, la capital maliense, en donde hizo sus inicios como músico callejero, luego cantando en bares, hasta que se unió a una banda patrocinada por el gobierno que tenía su sede en el hotel de la estación de trenes de la ciudad. Posteriormente vendría una década de trabajo en Les Ambassadeurs, y después, la emigración --para nacer al mundo a veces hay que alejarse de la tierra natal— y los comienzos, en París, de una carrera en solitario que culminó con el célebre Amén (1991), en el que participó Carlos Santana. Salud y bienvenido, Salif Keita, voz moderna y ancestral, mandingo y africano del mundo, dador de vida.
Mano tendida
Antes de pasar a lo siguiente, les cuento que para festejar el segundo aniversario de esta columna (25 de abril), y gracias a los empeños de Aura Perroni, ya está listo el blog de Navegaciones (el cibernauta Ijon Tichy, no confundirlo con el cosmonauta del mismo nombre, lo descubrió antes de este anuncio; un abrazo lemiano para él). Espero que algún día logremos poner en línea la totalidad de las columnas hasta ahora publicadas, que suman más de 200. Encuentro que Aura ha hecho un muy buen trabajo de edición hipertextual, pero ustedes juzguen, propongan, destrocen y comenten.
Y ahora sí, por si quedara duda, lo que sigue no es mío sino de Tamara de Anda, y se titula “Tantito sobre páginas de odio (vaciladoras)”.
Sostiene Plaqueta:
--¡Amiguito, digitaliza esa violenta pulsión de muerte y lanza tu propia página de odio en Internet!
Al googlear (verbo de moda) en busca de sitios de aborrecimiento, inquina y repulsión, el torrente de propaganda en contra del Peje es lo primero que brinca. Da espanto la cantidad de chuscadas de baja estofa, blogs azotadísimos siembraparanoias y colecciones de notas tendenciosas. De todo un poco, pero mucho. Lo que extraña es que no existan sitios específicamente anticalderonistas... aunque ¿y ese tal Calderón, quién es? Consulten el chistorete electoral en boga y su respaldo periodístico.
Pues sí, en general las páginas consagradas al odio tocan aquellos temas prohibidos en las comidas familiares que se quieran armoniosas y exentas de batallas campales de sobremesa: política, religión y futbol. Bush, Chávez, el América, Jesucristo, los gringos, Alá, Bill Gates, los árabes, WalMart, los Pumas: todos ellos son blanco de los más sangrientos denuestos, algunos muy ingeniosos, otros al nivel de “puto el que le vaya a...”, tan chafas que invitan más a congeniar con el objeto de repudio que a abominarlo.
Fuera de esos tópicos, detonantes infalibles de discordancia, hay quienes han dedicado su tiempo libre a construir rabiosos vilipendios contra causas mucho más inverosímiles. Pero jalan gente. Por ejemplo, Barney el dinosaurio, víctima afelpada favorita para la crueldad infantil, ya hasta tiene una entrada en la Wikipedia sobre todo el movimiento paródico-sarcástico-sangriento que ha desatado.
También hay comunidades de odio contra ciertos alimentos. Parece que el que mayor cantidad de enemigos ha congregado es esa repugnante sustancia grasienta llamada mayonesa. O las anoréxicas, que de plano se proclaman en contra de todo lo que no sea agua (baja en sales), ya hasta le manejan la playera con el súper slogan “I hate food”.
Por supuesto que existen sitios que le tiran duro a los payasos, ¿qué niño no fue torturado con su monstruoso maquillaje y sus chistes-para-llorar? Los delfines también tienen su página de tirria y, aunque está bastante boba, yo concuerdo: esos animales son sospechosamente simpáticos, tiernos y adorables, ¡blargh!
¿Tons? ¿Quién se va a aventar la página de repudio a las flores de migajón?
El odio a los delfines, respaldado por Sejmet
1 comentario:
Pedro Miguel,bienvenido a la blogosfera,es un grato honor poder leer tus notas y llevarlas por todo el mundo,saludos de dontriana,esperamos contar contigo por siempre,saludos y un abrazo.
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