22.3.07

Va por la primavera

La jardinera encinta, Sean Dreilinger

  • Calendarios de poda y siembra
  • El bando de los antidesmochadores
Gloria al sembrador mesolítico que tuvo la paciencia de observar el crecimiento multiplicado de brotes y renuevos en plantas que habían sufrido la pérdida de algunas de sus ramas. Gracias a él tenemos la certeza que guía a la tijera, a la sierra y al machete en su trabajo fértil sobre árboles frutales y especies florecientes.

Desde Santiago de
Compostela Celalba dice que prefiere hacer la poda grande de los rosales a la salida del invierno, aunque "hay quien la hace en pleno enero y no pasa nada". Esta internauta gallega recomienda cortar siempre en diagonal, unos cinco milímetros encima de una buena yema que apunte hacia afuera, y "en cuanto a las podas tras cada floración, tienen que hacerse muy leves, lo justo para eliminar la flor marchita y un trozo de su tallo, hasta llegar a la primera rama por debajo de ella. Tras la última floración del año, haces lo mismo y ya no vuelves a tocar el rosal hasta la salida del invierno". El mismo consejo calendárico vale para la bugambilia, el plumbago y el solano, así como para hierbas aromáticas (hierba luisa, romero, menta, albahaca), siempre y cuando, claro, esas especies hayan sido plantadas en el hemisferio norte, así como para la bugambilia, arbusto poliortográfico oriundo de Brasil que lo mismo se escribe buganvilia que buganvilla y que tiene su época de floración principal entre mayo y julio. El ficus soporta bien una poda drástica antes de la primavera y sus nuevos brotes se cortan en el verano. La adelfa, en cambio, florece todo el verano y parte del otoño, puede plantarse en jardineras y se poda en cualquier momento.




Sabemos que la poda es útil y hasta indispensable en las especies vegetales y que, en cambio, en el reino animal esa práctica no funciona porque, salvo excepciones y rarezas, los miembros amputados de un organismo no vuelven a crecer. Tal vez un día, qué horror, un genetista enloquecido invente la manera de cruzar los cromosomas de un cerdo con la desoxirribosa de un naranjo y obtenga un animal al que sea posible cortarle las patas traseras al final del invierno para ahumar dos jamones que puedan irse comiendo mientras el bicho desarrolla un nuevo par de extremidades. Por ahora la única relación entre la poda y la carne es calendárica: en general, los tiempos de poda de frutales coinciden con las carnestolendas.

Tal vez por eso los vocablos vascos que designan el carnaval, Iñauteri y Aratuste, respondan también al sentido de recortar las plantas. Ojalá que por aquellos lares tenga lugar una poda de malas ideas, como la que parece haber emprendido Arnaldo Otegi cuando dijo que "sería un error construir un Estado independiente en el País Vasco desde la lucha armada". Al españolismo cavernario, en cambio, no hay forma de que se le caigan las ramas podridas, y persiste en la ilegalización de Batasuna. Acaso tenga algo que ver con esto, o nada en lo absoluto, el que la pastoral de los jesuitas de Castilla recuerde la identificación del tiempo de poda con la cuaresma, es decir, con el periodo de austero recogimiento que sucede al desmadre pagano de febrero, y digan: "Al ir comenzando la cuaresma se nos plantea una ocasión privilegiada para mirar a la propia vida. Podemos pedirle a
Dios luz para despojarla de ramas secas".

La Universidad Nacional Agraria La Molina, de Perú, recuerda que entre la primavera y el verano la fotosíntesis se produce con mayor intensidad, "generando alimento (en forma de azúcares) para la planta. Cuando el calor del verano empieza a apretar, los azúcares se trasladan gradualmente a las partes leñosas y a las raíces de la planta, donde quedan almacenados durante el periodo de dormición. Cuando llega la primavera, los azúcares almacenados se utilizan para propiciar el nuevo crecimiento".




Pero no todo es tijeras. En la luna creciente de marzo se recomienda sembrar gladiolos, lirios, begonias y dalias. Pasando del ornato al sustento es adecuada la plantación de melones, pepinos y calabazas. Antes de llegar al mes próximo es bueno aportar abonos orgánicos (composta, mantillo, estiércol, guano, humus de lombriz...) a todas las especies. Los días que corren son, al igual que los de otoño, propicios para la siembra de árboles en general. Cuando se planta en primavera y en otoño, hay tiempo suficiente para que se adapten a su nuevo entorno antes de que lleguen las temperaturas extremas del invierno y del verano. El laurel, símbolo de la victoria y representativo de Aries, puede sembrarse todo el año, florece entre marzo y abril y su fruto madura a principios de otoño.



A últimas fechas ha circulado con profusión un texto titulado Por qué no desmochar: ocho buenas razones, en el cual se condena la "poda dura" (eliminación del 50 por ciento o más de la copa de un árbol), causante de "estrés" y de "shock" en los especímenes afectados y se echa mano de argumentos estéticos, botánicos, monetarios y hasta inmobiliarios para descalificar esa práctica, conocida también como descopado, descabezamiento y terciado. Tal documento fue integrado como parte de una denuncia presentada ante la Subprocuraduría de Protección Ambiental del Distrito Federal, México, por una ciudadana de Tlalpan en contra de un vecino que desmochó cuatro árboles que obstaculizaban la instalación de una valla metálica sobre el muro perimetral de su casa. Una solución intermedia podría ser la de aplicar pasta cicatrizante en los cortes de ramas de un diámetro mayor a cinco centímetros.

No importa. Los renuevos de primavera se nutren de las cenizas del sembrador mesiolítico y de alguna manera las alegran.

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