Boilerplate en las trincheras de Francia
Nació en Táchira, Venezuela, en 1879, con el nombre de Rafael Inchauspe Méndez. Decía dominar el inglés, el francés, el alemán, el árabe y el chino, además del español, y aseguraba haberse educado en Alemania, Bélgica y España, donde recibió instrucción militar, pero al parecer tuvo su bautismo de fuego a los 19 años, en Cuba, en donde peleó en el bando español en la guerra contra Estados Unidos (1898). En 1902 participó en la Revolución Libertadora en su país natal, y dos años más tarde trabajaba como espía para el gobierno de Tokyo en la guerra ruso-japonesa. Apareció en California en 1905, en donde conoció a Ricardo Flores Magón; volvió a Venezuela en 1908 tras el derrocamiento de Cipirano Castro, se enemistó con las nuevas autoridades, en 1910 tomó parte en la revuelta maderista pero abandonó México antes de la entrada triunfal de Madero a la capital del país. De regreso en Venezuela, se alzó en armas contra el gobierno de Juan Vicente Gómez, se declaró gobernador de Apure, fue derrotado mes y medio después y volvió a Europa.
Rafael de Nogales, en uniforme del Ejército Otomano Según él, en 1914 “la guerra venía a ofrecer a mi espíritu militar su primera y más hermosa oportunidad; cuando ya no hubo manera de detener el conflicto universal, partí inmediatamente con el objeto de unirme a las naciones latinas de Europa, a pelear por mi raza y por la civilización dentro de la amplia y profunda hermandad latina”. Pero las tales naciones latinas no lo aceptaron y se halló combatiendo como oficial de las Fuerzas Expedicionarias Turcas. En algún momento del conflicto fue nombrado general de División del ejército prusiano y Guillermo II le concedió la Cruz de Hierro. Fue
testigo y cronista de la masacre del genocidio de armenios en Anatolia y gobernador militar de Palestina, en donde se enfrentó a los ingleses en 1917. Narró sus aventuras en el libro
Cuatro años bajo la Media Luna. Tras la guerra retomó sus andanzas por Estados: gambusino en California, vaquero en Nevada y Arizona y cazador de ballenas en Alaska. Unos años más tarde estaba peleando al lado de Sandino contra los invasores gringos. A raíz de esa experiencia escribió
El saqueo a Nicaragua, volumen que fue
incautado por los estadunidenses. Aseguraba que había pasado algún tiempo en China. Murió de pulmonía en Panamá el 10 de julio de 1936 y a últimas fechas ha sido convertido en
héroe oficial por el gobierno de Hugo Chávez.
En algunos de sus párrafos da la impresión de que quería más a las yeguas que a las mujeres. Le fascinaba la acción, despreciaba el sosiego y le encantaba todo lo relacionado con matar.
Se ufanaba de haber comido pescado crudo con todo y ojos, caimán en ensalada, culebras, carroña de oveja, carne humana, elefantes, rinocerontes, patas de jaguar y de oso pardo, mono asado, guacamayas, joroba de camello, anguilas eléctricas y tiburón podrido. Y escribió: “Se ha generalizado entre la gente la opinión de que un soldado aventurero debe tener, por sobre todo, un bravo corazón; mis experiencias culinarias son suficientes para demostrar que lo que realmente se necesita es un estómago de hierro”.
Roberto Arlt redactó un célebre
artículo sobre los paralelismos entre Lawrence de Arabia y Rafael de Nogales, quien ha sido descrito como
aventurero, como
mercenario, como
revolucionario y como
intelectual, aunque él se proclamaba “caballero andante”. Tal vez fue todas esas cosas en distintos momentos de su vida. De algunas de sus andanzas no hay más prueba que su palabra, y tengo la impresión de que era, sobre todo, un portentoso
fabulador.
Como De Nogales, el estadunidense Boilerplate hizo sus pininos bélicos en Cuba durante la guerra de 1898, pero en el bando contrario. Su presencia fue decisiva en el combate librado en junio en
Las Guásimas, en el que las fuerzas gringas, comandadas por Theodore Roosevelt, propinaron un grave revés a las peninsulares. Un año después Boilerplate combatió en Filipinas; en 1900 fue asignado al 14 Regimiento de Infantería, desplegado en China durante la
Rebelión de los Boxers, y en 1904 se encontraba de visita en
Puerto Arturo cuando esa localidad del oriente ruso fue atacada y sitiada por los japoneses. Nuestro personaje fue integrado al grupo de observadores militares estadunidenses y presenció
in situ la desastrosa derrota de las armas zaristas.
En 1916 Boilerplate participó en la
expedición punitiva del general Pershing contra las fuerzas de Francisco Villa. Su tarea específica era el reconocimiento en profundidad, pero el 19 de marzo, en los alrededores de
Namiquipa, Chihuahua, dejó atrás a la unidad a la que estaba asignado (nada menos que el legendario
10° Regimiento de Caballería, integrado casi exclusivamente por negros), se extravió y fue a toparse de frente con los hombres del guerrillero mexicano, quienes lo capturaron y lo llevaron ante su jefe. En los días siguientes Villa enfrentó y derrotó a una fuerza de carrancistas que pretendía cercarlo y en uno de esos combates estuvo a punto de ser acribillado por una ametralladora del enemigo. Por una razón desconocida, Boilerplate intervino y le salvó la vida. La ofensiva villista no duró mucho, el pequeño contingente se desbandó y el aventurero estadunidense escapó de sus captores y logró reunirse con el 10° de Caballería. Unas semanas más tarde la expedición de Pershing volvió a Estados Unidos sin haber logrado su objetivo de liquidar a las fuerzas del revolucionario mexicano.
Foto del recuerdo con mi General Villa
Boilerplate también combatió en la Primera Guerra Mundial. Integrado al Primer Ejército de Estados Unidos, y de nuevo bajo las órdenes del antipático Pershing, tomó parte en las campañas de Saint Mihiel, en septiembre de 1918, y de Meuse-Argonne, al mes siguiente. El 2 de octubre Pershing ordenó a sus hombres que avanzaran a través del bosque de Argonne “sin importar las pérdidas que tengamos”; un batallón de 550 hombres incursionó por el valle de Charlevaux, pero pronto fue cercado por los alemanes. Se intentó por aire pero los biplanos gringos fueron derribados. La situación se hacía angustiosa y Pershing le ordenó a Boilerplate que se internara entre las líneas enemigas, cargado con agua, comida y municiones. Por increíble que parezca, nuestro personaje realizó con éxito su tarea. Unos días después, el 7 de octubre de 1918, en un asalto contra las posiciones alemanas, el héroe desapareció sin dejar rastro. Nadie lloró su muerte porque ni siquiera era humano, sino un robot diseñado y construido por el profesor Archibald Campion en un laboratorio.
Todo indica que la historia de Boilerplate es un poco más imaginaria que la de Rafael de Nogales. Al parecer, la urdieron
Anina Bennett y Paul Vincent Guinan, una pareja muy locochona que vive en Chicago.