6.3.08

Las computadoras prodigiosas
de Raúl Reyes

  • Urdimbres de Uribe
  • Julián Conrado, guerrillero y músico

El Ministerio de Defensa de Colombia conocía, con una dedicación casi amorosa, los padecimientos y los hábitos alimenticios del insurgente Raúl Reyes. En su expediente oficial puede leerse: “Sufre de Colesterol, toma diario trobastatina. No puede tener rabias. Hábitos Alimenticios: (No) toma chocolate, ni tinto por que le hace daño. A la comida toma solo una agua de panela, avena alpina o jugo de piña o mango en agua. Entre comidas toma sólo agua. Al Almuerzo come pollo sudado, papa y verduras y toma sólo agua. Al desayuno toma caldo de huevo y carne flaca, sin grasas, arepa y agua de panela o agua. No se come la yema de los huevos. En el apartado “Pensamiento político-militar”, se afirma: “Está de acuerdo con el secuestro. Está de acuerdo con el terrorismo. Le gusta el trabajo urbano. Es parte activa en la elaboración de documentos y comunicados de las FARC. Tiene muchos contactos con europeos. Cree en la toma del poder por la vía de las armas.”

El gobierno de Álvaro Uribe le hizo, tal vez sin darse cuenta, todo un funeral de Estado a Luis Edgar Devia, más conocido como Raúl Reyes: sus restos fueron recuperados por una patrulla militar de los escombros de un campamento en Ecuador, bombardeado poco antes por la Fuerza Aérea Colombiana. Lo que quedó del guerrillero fue transportado a la base militar de Puerto Asís, de ahí a la base de Catana y luego al Centro de Medicina Legal de Bogotá. En la última parte del trayecto fue escoltado por 16 motos, dos tanquetas y 36 hombres del Grupo Antiterrorismo de la Policía Nacional.

El cadáver del aludido, exhibido en camiseta y calzoncillos a la prensa, tenía devastada y carbonizada la mitad de la cara, la nariz arrancada, una fosa ocular vacía, la quijada corrida hacia la nuca y un pie destrozado. Al ver las fotos es inevitable recordar el estado en que quedaron los hijos de Saddam Hussein, reventados por las fuerzas gringas con misiles de demolición en el verano de 2003. En una de las fotos del sitio donde Reyes fue muerto, puede apreciarse con claridad un cráter de bomba. Milagrosamente, los efectivos colombianos hallaron en el sitio no una, sino tres computadoras pertenecientes al dirigente guerrillero, intactas, según puede deducirse, y con el disco duro rebosante de la información que Álvaro Uribe necesitaba con urgencia para justificar, a posteriori, el ataque y la invasión de suelo ecuatoriano.


La zona de la incursión, vista en Google Earth

La narración de los hechos realizada el primero de marzo por el ministro de Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, no tiene desperdicio. Empieza diciendo “Quiero comunicarle al país que en una operación conjunta de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional fue dado de baja alias Raúl Reyes” (elimino fechas y horas, y va un sic para todo lo demás), y cuenta: “Por fuentes humanas e información verificada por la inteligencia del Estado, el gobierno colombiano se enteró que guerrilleros del frente 48 de las FARC se encontraban cerca de la frontera con Ecuador, en un lugar denominado Granada, y que [...] el miembro del secretariado alias Raúl Reyes haría presencia en ese punto. Se preparó una operación para atacar el lugar donde estaban ubicados los guerrilleros [...], operación que se inició [...] con un bombardeo por parte de unidades de la Fuerza Aérea.

“En el momento en que unidades helicoportadas de la fuerza pública se estaban acercando para copar el lugar, estos fueron atacados desde un campamento de las FARC ubicado en el lado ecuatoriano a menos de 1800 metros de la frontera. Uno de nuestros soldados, Carlos Hernández León infortunadamente murió en este ataque. Se procedió de inmediato a dar la ubicación exacta del campamento desde donde estaban disparando, localizado al sur del río Putumayo en el lugar denominado Santa Rosa, para efectos de poder responder el fuego y neutralizar al enemigo. Con las coordenadas, la Fuerza Aérea Colombiana procedió a atacar el campamento desde el lado colombiano, teniendo siempre en cuenta la orden de no violar el espacio aéreo ecuatoriano. Una vez bombardeado el campamento, se ordenó que fuerzas colombianas entraran para asegurar el área y poder neutralizar al enemigo. Se le pidió además a la policía que la mantuviera asegurada hasta que llegaran las autoridades ecuatorianas [...] Los cadáveres de alias Raúl Reyes y de alias Julián Conrado, fueron trasladados a territorio colombiano para evitar que las FARC intentaran recuperarlos”.


El cadáver de Reyes


“Los cadáveres estaban en paños menores, en pijamas, es decir no hubo ninguna persecución en caliente, fueron bombardeados y masacrados mientras dormían”, replicó Rafael Correa poco después, y agregó: “Los aviones colombianos ingresaron al menos 10 kilómetros en nuestro territorio para realizar el ataque desde el sur. Luego llegaron tropas transportadas en helicópteros que culminaron la matanza. Incluso se hallaron cadáveres con tiros en la espalda.” Algo me hace suponer que el soldado Carlos Hernández pudo recibir, él también, uno o varios balazos en la espalda. Y una canallada más: los soldados colombianos se llevaron los cuerpos de dos de los caídos para que Uribe pudiera exhibirlos como trofeo, pero tres mujeres heridas –luego rescatadas por efectivos de Ecuador— fueron abandonadas en el lugar como una gentil donación a los zopilotes.


Infografía del embuste uribiano


No fue la primera incursión. El 15 de noviembre de 2005, ocho helicópteros militares colombianos y 400 efectivos antidrogas se internaron en territorio de Ecuador. Una nueva incursión tuvo lugar el 29 de diciembre de ese año. El 26 de marzo de 2007, habitantes de la localidad ecuatoriana La Ceiba informaron que soldados de Colombia ingresaron al pueblo, catearon viviendas, golpearon a varios habitantes y se llevaron secuestrados a dos menores. El 7 de noviembre pasado Quito denunció una incursión aérea colombiana que dejó varias viviendas baleadas en Santa Rosa: por esas fechas, el ministro ecuatoriano de Defensa, Wellington Sandoval, comentó que su país no limitaba al norte con Colombia, sino con las FARC.

El domingo pasado, el forense ecuatoriano Wilmar Pérez, tras reconocer la zona del ataque, confirmó que los cadáveres de los guerrilleros se encontraban en ropa de dormir y dijo que “evidentemente, hubo bombardeo”: un asesinato a mansalva de insurgentes que estaban en territorio ecuatoriano para gestionar la liberación de varios rehenes en poder de la guerrilla. Para fortuna de Uribe, el incauto guerrillero, buscado por las fuerzas del orden de su país y por las de Estados Unidos, llevaba encima un juego de lap tops que quedaron intactas tras el ataque y en las que pudo encontrarse información no codificada que la Casa de Nariño requería para esgrimir la existencia de una vasta conjura en su contra en la que participan, además de las FARC, los gobiernos de Ecuador y Venezuela y el cártel de Sinaloa, ah, y también que la organización guerrillera quiere comprar un poco de material radioactivo para fabricar armas de destrucción masiva. Tengan paciencia: ya encontrarán los expertos del gobierno colombiano, en algún rincón de los prodigiosos discos duros de Raúl Reyes, datos sobre la vinculación de la insurgencia colombiana con Irán, con Hamas, con Al Qaeda, con los Talibán y con los espíritus de Hitler y de Al Capone.

La mexicana Lucía Andrea Morett Álvarez, una de las lesionadas en la agresión, es investigadora y no guerrillera, y no estaba en Ecuador para recibir entrenamiento en “manejo de explosivos”, como dicen las computadoras prodigiosas en poder de Uribe.


La mexicana herida, rescatada por efectivos ecuatorianos


El municipio de Turbaco, en el departamento de Bolívar y frontero de Cartagena de Indias, está de luto por la muerte de Julián Conrado, otro de los caídos en Santa Rosa, y cuyo verdadero nombre era Guillermo Enrique Torres Cueter, también buscado por los gringos. Músico, además de líder insurgente, Conrado amenizó los encuentros de San Vicente del Caguán y se hizo famoso por interpretar vallenatos entre ronda y ronda. Parrandero antes de ser guerrillero, dicen sus viejos amigos que se fue al monte, un primero de mayo de 1983, para olvidarse de un mal de amores, aunque él aseguraba que no le quedó otro camino “cuando empezaron a matar a los compañeros que me acompañaban en unas luchas por meras reivindicaciones sociales; entonces llegué a la conclusión de que en Colombia era más fácil organizar una guerrilla que una junta de acción comunal”. En estos días, en las cantinas de Turbaco no dejan de escucharse las canciones de quien fue, a decir de algunos parroquianos, “el artista más grande que ha parido esta población”.

Exponente de la "canción farista"

5 comentarios:

marichuy dijo...

Pedro

Pero buuueno, ni en la más disparatada película de Bruce Willis o de Rambo, se lo hubiesen inventado mejor; todo a pedir de boca en esas “prodigiosas computadoras.” Y ya sabes que a mi esas gringadas tan jaladas, me dan una hueva espantosa.

Mal asunto este conflicto, por donde se le vea, uno no pude dejar de tener suspicacias.

Un abrazo.

maría de lourdes aguirre beltrán dijo...

Estos gringos, y sus gorilas...
¡cómo les gusta insultar a la inteligencia!

Eric dijo...

Hola Pedro.
Esperé un tiempo para poner en orden lo que aquí te escribo.
Pués bien, partiendo del punto que la historia la escriben los vencedores, es curioso encontrarse con que a pesar de semejante bombazo(s)a la dichosa computadora no le pasara mayor daño, y que además descubrierán toda ésa información "confidencial" de alguna manera.
Referente a las FARC no estoy en acuerdo con muchas cosas, principalmente el secuestro, sea cual fuere el motivo de éste.
Es muy sabido por todos, que hay investigadores sociales, estudiando el comportamiento de las masas, no sé mucho de Lucía, y creo también que su tarea era de investagación. Recordemos que en México tenemos, una guerrilla que más de armas es ideológica, ojalá de verdad que los gabachos no vean en ello un motivo pa´ordenar a Calderón bombardear chiapas.
Creo en la unidad latinoamericana, y por un momento me conmovió, ver a dos presidentes darse la mano, después de decirse frente a frente, lo que ya todos sabemos.
Pero solo fué por un momento, porque dudo mucho, que los acuerdos se logren, que la unidad se establezca.
He escuchado al guerrillero, músico y poeta. Que después de ser un parradero, empredió la lucha armada, después de ver en su comunidad los abusos que se cometían y siguen cometiendo.
En fin que, Pedro, como siempre aprecio mucho tus líneas.
Gracias.

Anónimo dijo...

ni decir
soy un colombiano mas espejo de la miseria que nos dan nuestros gobiernos vivimos en extrema pobreza ni a favor ni en contra pero en ves de invertir tanto dinero en esas bombas deberían invertir en nuestros niños y nuestro planeta gobiernos corruptos los de mi país yanquis malditos a si como uribe y otros ladrones

Pedro Miguel dijo...

Plenamente de acuerdo, Anónimo. Gracias por la visita y por el comentario.