17.2.09

Granados en Gaza


“L
os embajadores en México de las partes en pugna fueron abrumadoramente solicitados para expresar el punto de vista de sus gobiernos”, dice Miguel Ángel Granados Chapa en su más reciente artículo en Proceso (“Gaza en México”), en el que atribuye a Hamas la culpa de la masacre de civiles que tuvo lugar recientemente en la porción sur de los territorios palestinos. En ese texto, el columnista reciente y justamente laureado hilvana algunas alertas atinadas y necesarias sobre un brote de antisemitismo en nuestro país con una defensa de lo indefendible: la incursión homicida del ejército israelí contra la población de Gaza.

Llamarle “gobierno” a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) sólo se explica como parte de una argumentación perversa, porque la cosa que preside Mahmud Abbas carece de poder real, de representatividad y de autoridad moral entre la población de Cisjordania y de Gaza, y si aún existe es porque Washington, la Unión Europea, Egipto y el propio gobierno israelí necesitan en el terreno una marioneta a modo. Poner al residuo impotente y descompuesto de lo que fue la OLP en el mismo rango que la potencia atómica de Tel Aviv es una formulación tramposa para repartir entre palestinos e israelíes, de manera simétrica, la responsabilidad por el genocidio perpetrado en Gaza. El propio Granados Chapa lo admite, en forma implícita, al escribir que el representante de la ANP en México “estaba en un predicamento” porque se veía obligado a exigir un alto a la masacre que tenía lugar en un territorio en el que una facción enemiga detenta el poder real.

“Fue perceptible [...] la dominancia de un enfoque favorable a ‘los palestinos’, como si fuera ese pueblo el blanco del ataque y no las instalaciones militares con cubierta civil de un grupo terrorista que ha cobrado un alto número de vidas. Sin aplicar el principio periodístico que demanda narrar la génesis de los acontecimientos, se cargaba la responsabilidad al ataque israelí, dejando en segundo lugar la causa de ese ataque, con lo cual se brindaba una comprensión a medias”, juzga Granados Chapa, olvidándose él mismo de aplicar el principio periodístico que invoca.

En efecto, el articulista omite contar que Hamas es, más que una criatura de Irán, una hechura de Israel; que las dirigencias laicas y de izquierda palestinas fueron sistemáticamente destruidas por Tel Aviv —hay que recordar, además de los homicidios de dirigentes de la OLP, del FPLP, del FDLP, cómo Yasser Arafat fue reducido por el gobierno de Ariel Sharon, a principios de esta década, a la condición de animalito enjaulado y aterrorizado—; que los fundamentalistas ganaron una elección impecable y que fueron de inmediato desconocidos por Israel, por Washington y por Bruselas, y que los misiles artesanales que han “cobrado un alto número de vidas” (28, de 2001 a la fecha) son una respuesta —ciertamente inaceptable, criminal, desesperada y contraproducente— a décadas de bombardeos, asesinatos no muy selectivos, despojos territoriales, limpiezas étnicas, castigos colectivos (como los bloqueos sanitario y alimentario) y humillaciones indecibles de parte de Israel hacia los palestinos.

¿Se pretende simetría? —Pues que los gobiernos occidentales establezcan sobre Israel un bloqueo (no tan inhumano, esperemos) como el que padece Gaza, con la consideración de que Ariel Sharon, Benjamin Netanyahu y Ehud Olmert son tan fundamentalistas y terroristas como Hamas. ¿Propuestas equilibradas? —Habría que empezar por sentar a los integristas de Gaza en un asiento de la Asamblea General de la ONU. ¿Se justifican masacres como la perpetrada en la franja? —Qué buena idea: a ver qué día Granados Chapa le recomienda al gobierno mexicano que bombardee Sinaloa en respuesta a los asesinatos cometidos por el narco.

Por fortuna para los habitantes de la entidad norteña, el columnista laureado concentra su lógica en Gaza y repite como loro lo más repugnante de la argumentación fabricada por el régimen de Tel Aviv: que los civiles palestinos muertos durante la incursión eran usados como “cubierta civil” de “instalaciones militares” de Hamas. Aunque eso haya sido cierto, es preciso darle muchas puñaladas a la razón ética para concluir que, si bien es ilícito el empleo de escudos humanos, disparar contra ellos resulta, en cambio, un recurso legítimo.

No será el portador de la medalla Belisario Domínguez el primero ni el último periodista que deje los principios embarrados sabrá Dios en dónde pero es la primera vez, hasta donde recuerdo, que se le da por justificar a asesinos de inocentes, y eso es particularmente triste en un hombre como él, que ha logrado preeminencia pública por la consistencia ética de sus escritos. Tras esa claudicación, Granados Chapa se lanza a denostar la iniciativa “Adopta a un niño muerto” y hace como que no se da cuenta de que el propósito de ese gesto no es alimentar actitudes judeofóbicas —sin duda condenables— sino colocar en primer término, en la ponderación del conflicto, el valor de la vida humana, que tiene la misma importancia para israelíes que para palestinos, e independientemente de si las bajas son 28 o mil trescientas. El incrustar esa iniciativa en una enumeración de reales e inaceptables expresiones de porquería antisemita es, además de una estocada a la verdad, una bajeza de su parte.

Si algo de bueno tiene la descalificación de Granados —quien, ante la cruenta incursión contra Gaza decidió comportarse como uno de los voceros oficiosos de la embajada israelí en México— es que revela hasta qué punto la iniciativa “Adopta a un niño muerto” ha calado en las conciencias, ha logrado el impacto moral que buscaba y se ha vuelto un obstáculo al afán de imponer a la comunidad judía de México una actitud unánime de respaldo al belicismo del gobierno de Israel.

Las personas judías o de origen judío que se han sumado a esta iniciativa han dado, al resistir las presiones, los chantajes y los linchamientos no muy soterrados del oficialismo israelí, muestra de un valor civil inestimable, de una afectividad poderosa capaz de derrotar al conflicto mezquino y eterno entre Caín y Abel, y de una calidad humana que trasciende filiaciones políticas, ideológicas, religiosas y nacionales.

La importancia de la vida humana es un valor irrenunciable y, en concordancia con este principio, cabe desear que la de Miguel Ángel se prolongue por mucho tiempo, que siga siendo propositiva y auspiciosa y que no se le vuelva costumbre el infligirse daño a sí mismo por la vía de escribir y publicar canalladas.


5 comentarios:

JP dijo...

-- quisiera decir que Granados Chafa esta chocheando pero la senilidad seria un argumento tan rudimentario como los del articulista, falto de tacto o mal informado tampoco lo es y por supuesto que hay una segunda intencion: limpiar solo un poquito la sangre que israel ha derramado en palestina. Efectivamente, la guerra la ha perpetrado, planificado y ganado el estado israeli, y es importante denunciar que el antisemitismo es tan nefasto como cada matanza elaborada por Israel, la paz en medio oriente es tan precaria que no podemos cerrar los ojos a cualquier justificacion igual de criminal

Hagar dijo...

Hagar Abramova, desde Sderot, reporto:
- Dicen que niños palestinos son expuestos por Hamas como escudos humanos. Concedamos la probabilidad.
- Dicen que niños palestinos son expuestos por soldados israelíes como escudos humanos. Concedemos la posibilidad.
- ¿Concedemos también que una profesora de una universidad privada mexicana expuso a un anciano (y sobresaliente) periodista mexicano como escudo humano?
Vaya precisión la del autor de esta nota…
Entristece ver que una celebridad decida borrar con el codo aquello que le llevó toda una vida escribir con a mano.

Anónimo dijo...

muy buena entrega la de hoy, capitán.
ésta la leo mañana.
abrazo!

Miriam Jerade dijo...

Leí lo de Granados Chapa y concuerdo con Pedro Miguel, es una tristeza que alguien como él escriba un artículo tan perverso y que como todo articulista reaccionario intente inculpar de efusión antisemita 1. a esta iniciativa 2. a la izquierda en general 3. a la Universidad Nacional.
Un saludo.

Federico Donner dijo...

Tenés razón Pedro, no caben dudas que lo del amigo ha sido una canallada. Inscribir la iniciativa de Adopta a un niño muerto dentro de la serie de explosiones antisemitas revela, además, muy poca inteligencia incluso para las peores intenciones. Un abrazo grande