No es que el dinosaurio regresara, sino que nunca se ha ido. Por las buenas (1994 y 2000) o por las malas (1988 y 2006), con rostro tricolor o cara blanquiazul, en el último cuarto de siglo el grupo gobernante ha mantenido el control de Los Pinos, San Lázaro y Xicoténcatl y se ha conservado idéntico a sí mismo, tan corrupto, insensible, autoritario y delictivo como siempre. La derrota de Calderón & Co. frente a Manlio Corp. es resultado de un pleito de familia que no altera el rumbo de regresión que se ha impuesto al país desde las cúpulas institucionales y la mayoría de la sociedad no tiene, en consecuencia, motivos para la celebración ni para el duelo.
La derrota sufrida por las causas populares ocurrió mucho antes de las elecciones del domingo y fue la defección de la corriente que controla el aparato perredista nacional y su incorporación plena al proyecto oligárquico de preservación del poder.
Sin embargo, en la capital de la República, bastión de las izquierdas, la ciudadanía organizada que resiste los empeños privatizadores y corruptores logró colocar en puestos de elección a la mayor parte de sus candidatos afines, por fuera o por dentro del PRD. No se pudo en la Benito Juárez ni en la Miguel Hidalgo, y es de lamentar, pero en Iztapalapa se logró un triunfo sin precedentes: impedir que los partidos siguieran utilizando a la ciudadanía para los intereses de sus respectivos aparatos burocráticos y colocarlos al servicio de los ciudadanos.
El enjuague inmundo ensayado días antes de los comicios por los chuchos iztapalapenses, en connivencia con priístas, funcionarios del calderonato y magistrados sin gota de credibilidad ni de honradez, parecía inexpugnable: buscaban presentar el nombre de una candidata como anzuelo en la boleta electoral para que los votantes lo marcaran y endosaran su triunfo, sin saberlo, a la candidatura rival. La respuesta a esa trampa de manipulación de la voluntad ciudadana tenía que ser necesariamente alambicada: explicar casa por casa que Clara Brugada no era la candidata perredista y que sufragar por ella era darle el triunfo a una señora chucha inventada en el tribunal electoral; al mismo tiempo, volcar al movimiento en apoyo al aspirante de otro partido, éste sí comprometido con la ciudadanía, y con el compromiso de su dimisión posterior al triunfo, abrir la posibilidad de que la mayoría de los iztapalapenses tengan a la jefa delegacional que querían tener. Ladren lo que ladren, en esa demarcación del oriente capitalino se llevó a cabo una restauración de la democracia.
Y se hizo algo más: se estableció un precedente para que, en lo sucesivo, partidos y candidatos aprendan a obedecer a sus jefes legítimos, que son los ciudadanos. Se demostró que la lealtad de los votantes no tiene porqué estar amarrada a siglas, sino que está anclada en causas y, con ello, se abrió la posibilidad de disuadir a los grupos de interés, las capillas empresariales y otras mafias de que sigan traficando con candidaturas e intercambiándoselas, como si fueran estampitas de álbum, en función de sus negociaciones inconfesables.
El corolario inevitable es que los movimientos ciudadanos progresistas no tienen partido, y eso no es una buena noticia en ninguna circunstancia, tanto si hay comicios presidenciales en 2012 como si no: a juzgar por precedentes, Calderón y sus amigos tienen, de aquí a entonces, tiempo sobrado para acabar de descuadernar al país. Pero ojalá que no lo consigan.
3 comentarios:
La derrota de Calderón & Co. frente a Manlio Corp. es resultado de un pleito de familia que no altera el rumbo de regresión que se ha impuesto al país desde las cúpulas institucionales y la mayoría de la sociedad no tiene, en consecuencia, motivos para la celebración ni para el duelo.
En cuanto a los motivos del duelo, no estoy tan de acuerdo contigo. ¿Qué es, entonces, la posición correcta frente a la destrucción del país por unos soberbios ineptos? Si no se trata del duelo ¿aceptas pity and fear? Aunque no comparto tus afinidades por los movimientos progresistas, amo a este país y lamento su caída humillante. Perdón que estoy atorado en el duelo...
Podrán descuadernar al país. Pero no podrán descuadernar a todos (Aunque maten a los dirigentes más visibles.)
Si no muertos (madera), ni tú ni yo estaremos descuadernados Y siempre habrá muchos más enteros.
Roque Nuevo: Tal vez no fui claro, y me disculpo por ello. El rumbo de regresión nacional, más que motivo de duelo, es razón para movilizarse y resistir. Pero que el Cártel del Golfo le aseste un golpe demoledor al Cártel de Sinaloa (o que el PRI le gane una elección al PAN) me deja indiferente: no lo lamento ni lo celebro.
Bogatore: Pues no permitamos que nos descuadernen ni que nos maten, y mucho menos que terminen de destazar al país.
Abrazos.
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