Llamar antes de entrar, con voz muy suave; andar con tiento, caminar despacio: el reptil anda suelto, blande su cola destructiva y anida en el amor, en el hermano.
Cada cual, cada pecho, cada palma, una estela de escombros va dejando.
Cada cabeza es una bomba atómica despierta en la quietud, pero que sueña con entonar el canto de su propia explosión, con estrenar ahora mismo un final inmediato.
Estamos, inocentes destructores, en una red de paz que se convierte en un campo minado y más nos vale irnos con tiento, caminar despacio, quitar a cada término la carga de uranio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario