31.3.11

Compendio mínimo de
sabiduría neoliberal


La religión ha muerto. La cultura ha muerto. El deporte ha muerto. El amor ha muerto. La política ha muerto. La información ha muerto. La única relación social que sobrevive es el comercio, y eso demuestra la validez del postulado sobre la supervivencia del más apto.

DE LA FÍSICA

Premisa (A): Todo lo cuantificable es intercambiable.

Premisa (B): Cualquier fenómeno natural es susceptible de expresarse en números, dólares, euros o libras esterlinas.

Conclusión (C): Cuanto existe en el Cosmos es intercambiable en el mercado.


Si Newton volviera a nacer, agregaría a sus leyes la de la expansión infinita de las corporaciones y eliminaría, de esa forma, el molesto horizonte de la entropía.


DE LA MORAL

El fin arruina los medios.

La ética es la madre de todas las derrotas.

La muerte del adversario es un derecho natural.

El bienestar ajeno es inaceptable, a menos que genere utilidades.

La dignidad es el lastre de la eficiencia.

La nuestra es una cruzada de los valores accionarios contra los valores morales.

La frase “la vida humana no tiene precio” es un sinsentido. Lo sabe perfectamente cualquier vendedor o agente de seguros que se gana la vida cotizando vidas ajenas.

Todos los medios son lícitos para acabar con tu enemigo, incluso la fusión con él.

Si no puedes contra el enemigo, únete a él y dota a tu división, empresa, institución o región del mundo, de un Código de Ética.

No te avergüences de nada más que de sentir vergüenza.


DE LA SOCIEDAD

La única organización Sin Fronteras realmente exitosa es el capital.

Debemos esforzarnos en propiciar la devastación social, porque es en los escenarios sociales más devastados donde se encuentran las mayores oportunidades de rentabilidad.

No menciones la identidad; lo correcto es imagen corporativa. No digas país, sino mercado. No hables de ciudadanos, sino de consumidores. Prefiere televidentes a feligreses. Dí socios, no amigos.


DE LA POLÍTICA

Los países y las soberanías son inventos de adultos demagógicos para asustar a niños inversionistas que no quieren dormir.

Círculo virtuoso: acumular para adquirir poder, adquirir poder para acumular.

Antes un Estado padrote que un Estado paternalista.

Las fronteras deben ser benévolas con todas las cosas (especialmente si se trata de billetes, armas y drogas), e inexpugnables para los seres humanos que intentan cruzarlas, salvo cuando tengan por destino el mercado de esclavos o sean accionistas de éste.

Sólo hay dos clases legítimas de guerra: la preventiva y la humanitaria.

Para ingresar su clave de acceso a Forbes: exprésese contra los monopolios mientras conforma el suyo. Si no tiene éxito por la vía del mercado, inténtelo por medio de la legislación y las regulaciones gubernamentales amigables hacia su empresa.

El verbo “gobernar” es obsoleto. Utilícese, en cambio, “concesionar”.


DE LOS AFECTOS

Compra la simpatía, arrienda el amor, transfiere la envidia a una cuenta de terceros y endosa a otro nombre la factura del odio.

Si tu madre te dice que te quiere, exígele un fiador con bienes raíces que garantice la autenticidad de su aserto.

¿Para qué prodigarnos, si podemos vendernos?

La compasión es objeto de ahorro. Ostenta la tuya hacia quienes no la requieren y no la desperdicies en quienes necesitan de ella.


DE DIOS & CO.

Si el dinero confía en Dios; Dios tiene que confiar en el dinero.

En la época contemporánea, la Santísima Trinidad está compuesta por: Misión, Visión, y Valores.


ESPACIO LÚDICO

Antepongan a las frases anteriores enunciados tales como “postulado de Friedman”, “aforismo de Calderón”, “fórmula de Gurría”, “corolario de Bush”, “paradoja de Salinas”, “teorema de Ortiz”, “axioma de Zedillo”, “rebuzno de Fox”, “corolario de Menem”, “dilema de Sarkozy”, “conclusión de Hayek”, “principio de Azcárraga”, “premisa de Gil Díaz”, “ley de Obama”, etc.

21.3.11

Verídico


Como todos los años, la noche del 20 de marzo el Cosmos programa su despertador para levantarse temprano la mañana siguiente, la del día 21. Sabe que en esa fecha un montón de humanos se visten de blanco, acuden a sitios como Stonehenge y Teotihuacán, y se apacientan ahí un ratito en espera de vibras & energía positiva. El Cosmos no va a defraudarlos: sale de la cama muy temprano, se lava los dientes, se baña, toma un desayuno ligero y luego se concentra y puja (“¡Ghhmmmmmmmhhh!”) para despachar vibras y toda la energía positiva que quede en su saldo de banco (en los días que corren, se sospecha que no queda mucha). Una vez que ha cumplido con ese deber irrecusable, el Cosmos se relaja y se toma libre el resto del día porque, a fin de cuentas, es feriado.

17.3.11

Nocturno de la ventana

Luis Álvarez Piñer

(Gijón, 1910 - Madrid, 1999)


HORIZONTE cuadrado para el signo
que, sin quebrar la transparencia,
escribe el nombre de la noche.

Lo incapaz de ser canto
allí se vara, signo muerto. El dedo
señala a oscuras la misión precisa
del ser que somos y de la hora que es.

Nunca el cristal, sabiéndose frontera,
sufrió tan gran dolor de ser cristal.
¿A qué parte lo externo? Llanto abstracto,
testamento sin muerto ni herederos.

El dedo aquí señala paraíso:
Lo que no es noche, y sin eternidades,
ve lo eterno nocturno y lo señala.

Como un doctrino, el corazón despierto
lee lo escrito y piensa que la noche
toda es consciente de su sueño;
que las estrellas son, también, cristales.

De hocicos rotos y
diputados coprófagos



La especie humana tiene un error de diseño que hace que la mayoría de sus integrantes experimenten el impulso a reír ante la desgracia ajena. Así, cuando un fulano resbala en una cáscara de plátano y se rompe la crisma, quienes atestiguan el suceso van y prestan auxilio, sí, pero reprimiendo la carcajada, o incluso sin reprimirla. Alguna demanda han de tener los testimonios en video de caídas o accidentes que se les puede encontrar por miles en youtube y sitios similares, ostentando cifras récord de consulta. De todos modos, el asunto viene de muy atrás: Aristófanes, Ferécrates, Eupolis y otros atenienses ingeniosos bordaron sobre la pulsión de la carcajada primitiva ante el infortunio de los otros, codificaron las reglas de la comedia e incluso convirtieron en un arma política el arte de hacer reír mediante la exhibición de las miserias, debilidades y tribulaciones de personajes determinados. La intención moralizante de la comedia ática se preservaba intacta, dos mil años después, en el genio de Molière, quien se mantuvo fiel al propósito: Castigat ridendo mores, es decir, “corrige las costumbres mediante la risa”.

A mayor sufrimiento de la víctima, menor es el margen moral para reír. Cuando el resbalón desemboca en un quirófano, en una silla de ruedas o en un camposanto, la carcajada se ve mal, y mejor ni hablemos del chistorete formulado sobre una tragedia colectiva. Pero hay una zona gris entre la “risa de la gente honrada” a la que rendía tributo Molière y el regocijo perverso que tanto temor causaba a Tomás de Aquino: el que “sobrepasa la norma de la razón” y cae en lo “grosero, insolente, disoluto y obsceno, cuando con ocasión del ocio hay palabras o acciones torpes o nocivas al prójimo en materia grave”.

Sin ir hasta aquella respuesta apócrifa de María Antonieta de Austria a las masas hambrientas de París (“¿No tienen pan? Pues que coman bizcochos”), hay en nuestro entorno abundantes ejemplos, y mejor documentados de la mofa frívola, obscena y altanera, que desde el poder se se hace de los débiles. Recordemos, con vergüenza, al diputado Ariel Gómez León, El Chunko, quien en un programa de radio emitido unos días después del terremoto que destruyó Haití propuso que a los damnificados haitianos, “como son todos negros, habría que marcarlos con tinta indeleble para que no se les repita la ayuda; la tinta tiene que ser blanca porque la que usa el IFE no se les notaría por ser tan negros”. Mucho más graves fueron las risitas con las que Felipe Calderón pedía a los gringos que le dieran “más juguetes, todos los juguetes” (en referencia a armas para matar seres humanos) en una célebre entrevista con la BBC.

Meses después de aquella repulsiva carta a Santa Clós, tuvo lugar un suceso de signo contrario que ilustra las ambigüedades de la frontera entre la risa aceptable y la que no lo es: en diciembre de 2009 alguien arrojó una réplica en miniatura de la Catedral de Milán al rostro del todavía primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y literalmente le rompió el hocico: el objeto, modelado en metal, reventó el labio superior y fracturó la nariz y dos dientes al delincuente que gobierna Italia. Las secuelas del golpe fueron tan severas que, tres meses después del ataque, Il Cavaliere hubo de someterse a una cirugía de mandíbula para restaurar “la anatomía y las funciones maxilares”.

El evidente sufrimiento físico y moral de Berlusconi y las consideraciones básicas sobre los derechos de cualquier persona a preservar su integridad física no fueron, en esa ocasión, obstáculos para la oleada de regocijo multitudinario que recorrió, en cuanto se supo la noticia, Italia y el mundo. La agresión fue festinada a lo largo y a lo ancho de las redes sociales y las réplicas en metal de la Catedral de Milán multiplicaron sus ventas. Tal reacción puede explicarse por el hecho de que lel agredido era ya ampliamente odiado –incluso antes de que se hicieran públicos sus actos de pederastia–, por su impunidad, sus payasadas de macho tonto y su descarado uso del poder público para satisfacer intereses privados.

De alguna manera, las muestras de solaz planetario que generó la imagen de la cara estropeada de Berlusconi fueron una suerte de linchamiento ligero, una forma de justicia por propia mano mucho más tenue que la ejercida por el pueblo de Fuenteovejuna contra un comendador abusivo y despótico que si en algo se parecía a Berlusconi era en la insistencia de ejercer el derecho de pernada.

Tal vez estas referencias resulten necesarias para entender el inaudito júbilo social con que fue recibido el señalamiento del diputado Mario Di Constanzo contra el restaurante Los Cristales, ubicado en el Palacio Legislativo de San Lázaro, por servir alimentos contaminados con materia fecal, según lo indica un análisis de laboratorio que exhibió.

La risa del ofendido: en medio de un panorama nacional desesperante, caracterizado por la corrupción, el entreguismo y la ineptitud del grupo que detenta el poder, la frivolidad de la clase política, la violencia creciente e incontrolable y la abismal pérdida de soberanía causada por los desatinos de Calderón, el enterarse del dudoso menú de Los Cristales es un desahogo poco sustancial, pero inapreciable, para una población que ha sido víctima del Ejecutivo, del Judicial y del Legislativo. Y es que este último, con la excepción de un puñado de legisladores honestos, ha sido cómplice del daño causado al país por el ciclo de gobiernos neoliberales Salinas-Calderón y nos ha agraviado, entre otras cosas, con la aprobación de rescates bancarios fraudulentos, contrarreformas lesivas a la soberanía y al patrimonio nacionales, desafueros por consigna electorera, cargas fiscales abusivas e injustificables y modificaciones legales que amplían el margen discrecional y arbitrario con que actúan las fuerzas policiales.

En cambio, las mayorías maiceadas de San Lázaro, tan dispuestas siempre a otorgarse dietas de fábula y prestaciones principescas en un país mayoritariamente miserable, no han sido capaces de, por ejemplo, poner un alto a los abusos del duopolio televisivo, ni de frenar la intoxicación de la niñez por los fabricantes de comida chatarra que tienen en las escuelas uno de sus principales filones de mercado, ni de detener el saqueo de recursos naturales que practican los consorcios mineros en el territorio nacional.

No es correcto, desde luego, que una concesión privada convirtiera a los representantes en coprófagos involuntarios y tal proceder, de comprobarse, debería ser sancionado. Ello no obsta para que alguna gente esté deseando que legisladores como Gómez León, o como Heliodoro Díaz (el que entregó la concesión, sin licitación de por medio, a la empresa restaurantera), o Francisco Javier Salazar Sáenz (el que dispuso del vestíbulo de San Lázaro para exponer unas pinturas horrendas perpetradas por tres de sus parientes), y otros peores, hayan sido comensales asiduos de Los Cristales. El pueblo, mal representado, piensa: “una de caca por las que van de arena”, e inscribe con letras de oro, en la tribuna de su imaginario, la razón social de ese comedero que, por malicia o por desidia, hizo literal la actividad metafórica que practica a diario el grueso de los diputados.



* * *

Esta columna se solidariza con el CirkodeMente, al que las autoridades del museo Anahuacalli amenazan con expulsar de su espacio.

15.3.11

Perdón, pero...

En la capital del imperio, Felipe Calderón desahogó su impotencia con el entrevistador del Washington Post y Barack Obama se mostró inflexible y hasta burlón con el invitado. Luego salieron ambos a cámara y dijeron que se querían mucho y que ambos gobiernos estaban unidos en esta historia y que enfrentarían con mayor coordinación la embestida del mal.

Mientras tales escenas tenían lugar a un lado del Potomac, en Phoenix unos agentes del gobierno de Estados Unidos observaban impasibles el paso de miles de armas de fuego hacia el lado sur del Bravo y unos soldados mexicanos hacían su mejor esfuerzo por introducir al país vecino un suculento despacho de cocaína, casi una tonelada. Tal vez contaban con la complicidad de autoridades de algún nivel al norte de Tijuana, o quién sabe: no alcanzaron la línea fronteriza porque antes de eso fueron detenidos en territorio mexicano.

Los muchachos de Alcohol, Tabacco y Armas de Fuego (BAFT), por su parte, han corrido con mejor suerte: nadie ha sido detenido, hasta ahora, por más que en Washignton uno que otro funcionario se ha rasgado las vestiduras. Las armas a las que dieron libre tránsito –entre mil 500 y 2 mil 500– están, por lo pronto, en malas manos, según la versión oficial.

Que disculpen ambos gobiernos, pero no se les puede creer mucho que digamos cuando hablan de la seriedad de su cruzada conjunta (y con jerarquías) contra la delincuencia, las drogas ilícitas y la violencia. Lo de los cómplices de la BAFT, lo del alcalde de Texas detenido por trasiego de estupefacientes o lo del escuadrón narco del Ejército mexicano parecen ser migajas de vocaciones estatales mucho más amplias y arraigadas: hay segmentos enteros de la administración de Estados Unidos que, en el pasado reciente, han recurrido al tráfico de drogas como una forma de allegarse fondos, o bien para dar viabilidad a aventuras injerencistas, o para ambas cosas, o bien para otras; hay una montaña de datos sobre los vínculos entre altos personajes de la clase política mexicana y los cárteles de las drogas.

Hay, pues, algo que no armoniza con la lógica cuando, desde esas cumbres podridas del poder público, la Casa Blanca le exige a Los Pinos que controle a la delincuencia y Los Pinos le exige a la población mexicana que se involucre en forma activa en la “guerra” declarada con bombo y platillo por el propio Calderón y luego negada de manera vergonzante por él mismo. “La seguridad es responsabilidad de todos”.

Perdonen pero, con base en antecedentes, no podemos tomarlos muy en serio. Es más: a muchos se nos da por sospechar que los encontronazos entre ustedes y las declaraciones de simpatía mutua, las iniciativas Mérida y los protocolos de entendimiento que exhiben o que ocultan, y todo este ruido que hacen en los medios no son, en realidad, aprestos de la guerra contra la delincuencia sino la fachada de un operativo para desestabilizar al país. Y todo indica que cuando uno de ustedes dice que “vamos ganando” y el otro le expresa reconocimiento por la valentía y la resolución empeñadas, hablan con la estricta verdad: cada región que escapa al control gubernamental, cada nueva masacre, cada cota de violencia, son triunfos en ese empeño de ustedes por suprimir la viabilidad, la institucionalidad y la paz del territorio mexicano.

11.3.11

Décima


Del Museo de la Muerte
guardo el recuerdo cercano
porque allí rocé tu mano
nada más por buena suerte.
–¡Virgen de la Buena Muerte!
me dije, con embeleso;
cuánto ha de faltar, con eso,
para que el roce casual
avance y llegue, al final,
a convertirse en un beso.

8.3.11

Humillación y preguntas


Calderón fue a la capital del imperio a implorar en forma tangencial e indirecta que le quitaran de encima a Carlos Pascual. La negativa rotunda llegó horas después y el peticionario hubo de regresar cargado con el peso de la humillación y ya no dijo ni pío.

Algunos piensan que sería bueno echarle una mano en el predicamento y recordarle que tanto la legislación nacional como la internacional establecen el derecho pleno de un gobierno a exigir, de inmediato y sin ofrecer explicaciones, el retiro de un representante diplomático cualquiera (artículos 33 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y 9° de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas). Pero la ayuda no procede, senadora Green, porque Calderón no lo ha pedido ni la pedirá, y tampoco parece probable que apele al nacionalismo en demanda de respaldo para hacer frente con dignidad y patriotismo a la soberbia del Departamento de Estado.

Sería mucho descaro. Antes tendría que explicar a la sociedad nacional ese oscuro capítulo en el que un equipo coordinado por el ex embajador Tony Garza lo ayudó a treparse a la Presidencia en circunstancias particularmente difíciles: su triunfo electoral fue cuestionado (lo sigue siendo) por un tercio del país, Fox lo odiaba (lo sigue haciendo, al parecer) y si logró salirse con la suya fue gracias al poder de Televisa y demás socios, la obediencia militar al mando civil, la falta de escrúpulos del PRI y, last but not least, la “mano invisible” de la embajada gringa a la que, a la postre, los cables de WikiLeaks publicados en La Jornada han dado visibilidad.

Por cierto: a la sociedad mexicana le encantaría saber, antes de comprometer respaldo patriótico alguno, quiénes integraron el equipo coordinado por Tony Garza que intervino en la transición Fox-Calderón (http://bit.ly/ekDR8S); qué hicieron, qué exigieron, qué impusieron y qué les fue concedido. ¿Fue por esa puerta vergonzante e inconfesable que nos metieron la Iniciativa Mérida? ¿Fue por ahí que se introdujo la contrarreforma energética enviada desde Los Pinos al Congreso en abril de 2008? ¿le dieron al actual sedicente constitucional el nihil obstat a cambio de que hundiera al país en una “guerra” tan conveniente para la industria, las finanzas y el gobierno de Estados Unidos?

¿Qué es lo que refrena a Calderón y le impide protagonizar un nuevo berrinche para dar cauce a su ojeriza contra Carlos Pascual? ¿Por qué se limita y sacrifica, de paso, y de nueva cuenta, la soberanía nacional, y nos obliga a contemplar esta nueva humillación? ¿Podría tener Roberto Gil Zuarth, u otro funcionario del primer círculo, la amabilidad de explicárnoslo?

1.3.11

Tendrían que estar locos

A ver si entendimos bien: las corfporaciones policiales de Washington tienen perfectamente identificados y localizados a centenares de narquitos y de narcotes que operan en territorio de Estados Unidos. Los dejan hacer sus negocios en santa paz y sólo les dan molestias cuando un funcionario del servicio estadunidense de aduanas es asesinado en México. Entonces, la DEA y el FBI desencadenan una redada de magnitudes nacionales, lloevan a sus narcos a rendir declaración policial y hasta a juicio, y de esa manera salvan el honor (y la cara) y demuestran su compromiso en la “guerra contra las drogas”.

Uno, que es lego e ignaro, se pregunta por qué esperar tanto, y si no habría sido más fácil detener a esos delincuentes reales o presuntos antes de que la sangre (estadunidense) llegara al río (Bravo) y si, de haberse procedido de esta manera, el agente Zapata no habría podido salvar la vida, y si el presunto homicida Zapata no habría podido ahorrarse, tal vez, la torturadota que le pusieron, perceptible a simple vista en las imágenes de la tele. Y, mas en general, uno se pregunta si no sería más fácil que las corporaciones policiales estadunidenses resolvieran el problema en su punto de venta mediante algunas aprehensiones oportunas, en vez de hundir en un baño de sangre a los puntos de producción y tránsito.

Pero todo indica que el mantenimiento preventivo a la legalidad no es el propósito de ninguno de los involucrados en este cada vez más sospechoso combate a las drogas. A fin de cuentas, la tragedia demencial en la que Calderón ha metido a México es, por donde se le vea, un gran negocio parea Estados Unidos: montañas de dinero fresco para que los circuitos financieros de Wall Street tengan materia de trabajo, un mercado de armas en constante expansión y sofisticación y, en el país vecino del sur, un régimen cada vez más acosado por sus rivales delictivos y cada vez más repudiado por su población, que ruega por niveles crecientes de injerencia y control foráneo.

Otro dato nada menor: la semana antepasada, el Capitolio rechazó una tenue medida mínima no de control, sino de registro de control de armas de fuego en los estados fronterizos del sur. Se trataba, simplemente, de obligar a los vendedores a registrar el nombre de las personas que adquiriesen más de dos fusiles de asalto. “Tendríamos que estar locos –han de haber pensado los legisladores-- para acotar semejante oportunidad de negocios mediante regulaciones absurdas”. Y si lo pensaron, de alguna manera tenían razón: ¿Qué sentido tendría que los poderes formales de Washington adoptaran medidas para reducir de alguna forma la masacre cotidiana en México? La “guerra” de Calderón surte al país vecino de divisas, de argumentos para la seguridad nacional, de coartadas injerencistas y hasta de drogas. Para ellos, la progresiva desarticulación de México es una victoria. ¿Qué caso tiene contrarrestarla? Tendrían que estar locos.