15.1.13

Hemos cambiado



En sólo seis semanas ustedes han podido constatar cuánto hemos cambiado: somos un equipo incluyente, plural, con visión de país y sensibilidad política. Sobre todo, tenemos propuestas y ofertas concretas para todos los sectores, como ya se han ido enterando.

Ustedes pensaban que nada nuevo podría surgir de la corrupción profunda, el añejo autoritarismo represivo, los padrinazgos del gran capital, la frivolidad televisiva, la simulación, el dispendio y el fraude, pero se equivocaron, y aquí estamos para demostrarles que nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos: ahora nos disponemos a combatir la corrupción y la opacidad, el influyentismo, los abusos de autoridad y las trácalas cometidas al amparo del poder; pondremos fin a la espiral de violencia a la que somos por completo ajenos, restableceremos la paz y la seguridad, recuperaremos la soberanía nacional, impulsaremos el bienestar popular, alentaremos el crecimiento e impondremos la transparencia, como antes. No, perdón: como nunca antes.

A ustedes, los integrantes de una sociedad cada vez más insumisa, les proponemos un pacto: ustedes se olvidan de las circunstancias de nuestro triunfo –el favoritisimo mediático, los millones de votos comprados, el dinero lavado, la brutalidad policial– y nosotros les perdonamos sus exigencias de honestidad, su antipriísmo mayoritario y (concedamos) acaso irremediable, sus extravíos ciudadanos –esperemos que pasajeros–, su desprecio, su irritación, sus burlas y, sobre todo, sus afanes de organizarse al margen de estructuras corporativas y su empecinamiento en llenar las calles para repudiarnos.

Ya lo verán: tenemos cargos, encargos y escritorios para opositores de todas clases. Podemos forjarle una nueva vida a académicos desencantados; procurarle un futuro digno (es decir, con yate) a dirigentes sindicales hasta ahora independientes; mimar a activistas sociales; hacer la claridad en la cabeza de intelectuales melancólicos; rehabilitar a princesas mancilladas por el escándalo; resucitar a cadáveres políticos. Contamos con recompensas para cualquiera que aspire a superar la plaga populista del lopezobradorismo, a curarse del virus #YoSoy132, a sanar del zapatismo, a capitalizar su disidencia, a convertir en posición cómoda y honorable su lucha de toda la vida. A los panistas no necesitamos reclutarlos porque son nuestros: lo han sido desde 1988 y hasta nos hemos dado el lujo de gobernar por medio de ellos. Ah: y contaremos con una izquierda civilizada, educada, bien vestida, pasteurizada y con agregado de vitaminas por la vía de las prerrogativas electorales. Para ella, la promesa de que no la olvidaremos a la hora de formular los presupuestos.

Conocemos al dedillo las artes de la cooptación y de la seducción y si con ellas no bastara, sabemos también la manera de provocarles las peores pesadillas. Aunque, claro, esto último no vamos a pregonarlo a voz en cuello como lo hicieron nuestros torpes antecesores panistas. A buen acatador, pocos garrotazos. Las viejas generaciones conocen nuestras habilidades en la guerra sucia, en la desaparición, la tortura, el descrédito y el silencio. En cuanto a las más recientes, algo habrán aprendido en mayo de 2006 en Atenco, y las últimas han tenido su lección el pasado 1 de diciembre y en las semanas sucesivas.

Dennos un punto de apoyo y moveremos al mundo. No importa que no nos crean: simulen creernos y verán qué bien nos entendemos. Pronto caerán en la cuenta que nosotros hemos sido, somos y seguiremos siendo su mejor opción, por más que no hayan optado por nosotros. Reconocemos los problemas, los encapsulamos y procuramos resolverlos de manera quirúrgica, es decir, sin tocar más que lo indispensable, sin trastocar este orden que le hemos dado al país, sin alterar las lógicas a las cuales servimos. Sabemos que forma es fondo y, por lo tanto, la apariencia de paz es paz, la apariencia de democracia es democracia y la apariencia de honestidad es honestidad. Ni le busquen. Resistan, pero fortalézcannos. Opónganse, pero sírvannos, y ya verán que no vamos a tener ningún disgusto.

Sabemos ser diferentes sin perder nuestra esencia; somos capaces de cambiar todo lo que sea necesario para que no cambie nada y tenemos una vasta experiencia en el intercambio de dignidad por comodidad y, como pueden ver, hemos cambiado.

1 comentario:

Armando Moncada dijo...

Pedro: me permití reproducir tu texto en "La Virtud".
Te dejo mi gratitud y un abrazo.
Armando Moncada.