En sólo seis semanas ustedes han
podido constatar cuánto hemos cambiado: somos un equipo incluyente,
plural, con visión de país y sensibilidad política. Sobre todo,
tenemos propuestas y ofertas concretas para todos los sectores, como
ya se han ido enterando.
Ustedes pensaban que nada nuevo podría
surgir de la corrupción profunda, el añejo autoritarismo represivo,
los padrinazgos del gran capital, la frivolidad televisiva, la
simulación, el dispendio y el fraude, pero se equivocaron, y aquí
estamos para demostrarles que nosotros, los de entonces, ya no somos
los mismos: ahora nos disponemos a combatir la corrupción y la
opacidad, el influyentismo, los abusos de autoridad y las trácalas
cometidas al amparo del poder; pondremos fin a la espiral de
violencia a la que somos por completo ajenos, restableceremos la paz
y la seguridad, recuperaremos la soberanía nacional, impulsaremos el
bienestar popular, alentaremos el crecimiento e impondremos la
transparencia, como antes. No, perdón: como nunca antes.
A ustedes, los integrantes de una
sociedad cada vez más insumisa, les proponemos un pacto: ustedes se
olvidan de las circunstancias de nuestro triunfo –el favoritisimo
mediático, los millones de votos comprados, el dinero lavado, la
brutalidad policial– y nosotros les perdonamos sus exigencias de
honestidad, su antipriísmo mayoritario y (concedamos) acaso
irremediable, sus extravíos ciudadanos –esperemos que pasajeros–,
su desprecio, su irritación, sus burlas y, sobre todo, sus afanes de
organizarse al margen de estructuras corporativas y su empecinamiento
en llenar las calles para repudiarnos.
Ya lo verán: tenemos cargos, encargos
y escritorios para opositores de todas clases. Podemos forjarle una
nueva vida a académicos desencantados; procurarle un futuro digno
(es decir, con yate) a dirigentes sindicales hasta ahora
independientes; mimar a activistas sociales; hacer la claridad en la
cabeza de intelectuales melancólicos; rehabilitar a princesas
mancilladas por el escándalo; resucitar a cadáveres políticos.
Contamos con recompensas para cualquiera que aspire a superar la
plaga populista del lopezobradorismo, a curarse del virus #YoSoy132,
a sanar del zapatismo, a capitalizar su disidencia, a convertir en
posición cómoda y honorable su lucha de toda la vida. A los
panistas no necesitamos reclutarlos porque son nuestros: lo han sido
desde 1988 y hasta nos hemos dado el lujo de gobernar por medio de
ellos. Ah: y contaremos con una izquierda civilizada, educada, bien
vestida, pasteurizada y con agregado de vitaminas por la vía de las
prerrogativas electorales. Para ella, la promesa de que no la
olvidaremos a la hora de formular los presupuestos.
Conocemos al dedillo las artes de la
cooptación y de la seducción y si con ellas no bastara, sabemos
también la manera de provocarles las peores pesadillas. Aunque,
claro, esto último no vamos a pregonarlo a voz en cuello como lo
hicieron nuestros torpes antecesores panistas. A buen acatador, pocos
garrotazos. Las viejas generaciones conocen nuestras habilidades en
la guerra sucia, en la desaparición, la tortura, el descrédito y el
silencio. En cuanto a las más recientes, algo habrán aprendido en
mayo de 2006 en Atenco, y las últimas han tenido su lección el
pasado 1 de diciembre y en las semanas sucesivas.
Dennos un punto de apoyo y moveremos
al mundo. No importa que no nos crean: simulen creernos y verán qué
bien nos entendemos. Pronto caerán en la cuenta que nosotros hemos
sido, somos y seguiremos siendo su mejor opción, por más que no
hayan optado por nosotros. Reconocemos los problemas, los
encapsulamos y procuramos resolverlos de manera quirúrgica, es
decir, sin tocar más que lo indispensable, sin trastocar este orden
que le hemos dado al país, sin alterar las lógicas a las cuales
servimos. Sabemos que forma es fondo y, por lo tanto, la apariencia
de paz es paz, la apariencia de democracia es democracia y la
apariencia de honestidad es honestidad. Ni le busquen. Resistan, pero
fortalézcannos. Opónganse, pero sírvannos, y ya verán que no
vamos a tener ningún disgusto.
Sabemos ser diferentes sin perder
nuestra esencia; somos capaces de cambiar todo lo que sea necesario
para que no cambie nada y tenemos una vasta experiencia en el
intercambio de dignidad por comodidad y, como pueden ver, hemos
cambiado.
1 comentario:
Pedro: me permití reproducir tu texto en "La Virtud".
Te dejo mi gratitud y un abrazo.
Armando Moncada.
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