Hay quienes ven en Jesús al Mesías que anuncia la llegada del reino de Dios en la tierra o el próximo fin del mundo. Otros lo perciben como un repartidor de castigos eternos para los incrédulos. Algunos piensan que el Cristo es una suerte de pseudópodo introducido por Dios en el acontecer humano para corregir algunas desviaciones graves de la especie. Muchos lo adoran como heraldo del amor a los semejantes, la generosidad y el perdón. Se le tiene como intermediario entre el Padre Eterno y los mortales. Hay cristianos ateos que simpatizan con la figura del Nazareno porque lo consideran un luchador social que dio su vida por un mejor futuro para los demás, una suerte de predecesor del Che Guevara. Algunos sostienen que era un mago o un iniciado; no ha faltado quien afirme que, en el camino que va del Calvario a la diestra del Padre, Jesús hizo escalas en Cachemira o en América del Norte, e incluso alguno ha escrito tonterías sobre su origen extraterrestre.
La percepción de Cristo genera consensos de escala civilizatoria (quién va a discutir que eso del amor al prójimo y a los desamparados es una cláusula a toda madre) y disensos de una profundidad tan abismal como las guerras de religión en las que los bandos se permiten a sí mismos asar personas y destripar pueblos enteros en nombre de la fidelidad a Él. Por supuesto, la figura de Jesús sirve también para realizar grandes negocios con la fe de los crédulos, tanto dentro como fuera de los cultos cristianos tradicionales.
Por perseverancia predicadora convertida en músculo institucional e iconográfico, por agotamiento de la imaginación en las tierras dominadas por el cristianismo o por alguna otra razón, el judío insumiso que vivió en Palestina hace dos milenios y pico es tomado también, lisa y llanamente, como representación de lo humano, a partir de referencias evangélicas tal vez totalitarias o acaso distorsionadas: “El Hijo del Hombre” (ὄ ὑιὸς τοῦ ἀνθρῶπου) o Ecce Homo (ἰδοὺ
ὁ ἄνθρωπος)
Sin embargo, el que las iglesias que reivindican a Cristo como guía se digan representantes de la humanidad, incluida la anterior a él, choca con el dato de que la mayoría de los miembros de la especie no forma parte de la cristiandad: ésta, sumando católicos, ortodoxos y protestantes de diversas denominaciones, cuenta con unos dos mil millones de feligreses (World Christian Data Base), cifra que es fácilmente superada por la suma de practicantes del budismo y el hinduísmo (unos dos mil 300 millones, en conjunto). En 2005 la Encyclopaedia Britannica indicaba que los cultos cristianos constituían un tercio de las feligresías mundiales, seguidos por el Islam (20 por ciento). Pero si a las religiones no cristianas se les suma el conjunto de los ateos y agnósticos (más de mil 300 millones en el año 2000, según la World Christian Encyclopedia, que hizo el favor de contarnos), resulta que la cristiandad representa a menos de una tercera parte de los seres humanos.
Por lo demás, algunos pensamos que el cristianismo no equivocó su camino en los concilios de Nicea o Trento ni en el Edicto de Tesalónica sino desde que el propio Jesús de Nazaret, en vez de hablar a título personal o en nombre de sus seguidores, se presentó como hijo del Dios de todas las personas y exigió obediencia a la humanidad en general o a la porción de ella que alcanzaba a vislumbrar. Así lo indican las epístolas de Pablo de Tarso y los Evangelios, sinópticos o no –prácticamente las únicas fuentes para conocer el discurso del Mesías cristiano–, y semejante falta de respeto ha sido perpetuada por sus seguidores de todas las clases y a lo largo de los milenios hasta llegar, por ejemplo, al más reciente pontífice romano.
Ciertos informadores aplaudieron a rabiar al Papa Francisco el pretendido gesto de “apertura” o “tolerancia” de estas palabras que dirigió a los periodistas que cubrieron su elección:
“Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica y otros no son creyentes, de corazón doy esta bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios”.
Es posible, en efecto, que entre los asistentes a ese encuentro, realizado en el aula Pablo VI del Vaticano, hayan estado dos o tres de esos mil 300 millones de individuos que no creen en ningún Dios; en todo caso, su falta de fe no significa que no sepan perfectamente quiénes son sus padres, y éstos no son el que el Papa dice. Otra: ¿por qué tenía que soltar la mentira manifiesta y de pretensiones totalitarias de que “la Iglesia de Roma [es la] que guía a todas las iglesias”? ¿Realmente piensa el nuevo pontífice que los dayanim mosaicos, los practicantes del sintoísmo japonés o las iyanifas de la santería no tienen otra cosa que hacer que esperar lineamientos del Vaticano?
Tras varias relecturas del Nuevo Testamento y de otros textos sigue sin quedarme claro por qué crucificaron a Cristo –si por blasfemo, por levantisco, por incómodo o por otro motivo– y por qué aceptó sin vacilaciones un destino tan doloroso. Comoquiera que haya sido, lo que ocurrió tras la captura en Getsemaní fue una canallada imperdonable (pero de ninguna manera excepcional en su época, y ni siquiera en la nuestra) y, desde luego, resulta conmovedora la imagen de un hombre azotado, escarnecido y clavado o atado a un palo hasta que se le escape la vida. Tal castigo –como cualquier forma de pena de muerte, mutilación o lesión física– es inaceptable, incluso si quien la sufre es un ladrón, un asesino, un violador o un genocida. Más empatía y desgarro causa la escena si, como lo quieren los Evangelios, Jesús de Nazaret fue un amoroso, un defensor de los pobres y los desvalidos, o bien un profeta iluminado o un pseudópodo de Dios, o todas esas cosas juntas.
Cuando se trata de usar aquella remota tragedia en un chantaje emocional, la transacción es inadmisible. Leído (y transcrito literal) en el sitio laverdadcatolica.org:
“Mi querido Jesús: Tú, siendo Dios no tenías necesidad de sufrir todo eso, pero quisiste hacerlo por todos los hombres, ¡por mí!... porque sabías que con tu sufrimiento se me perdonarían todos mis pecados. Pagaste con tu sangre el precio de mi salvación. ¡Gracias Jesús por amarme tanto!”
En un nivel menos primitivo, el discurso católico no sólo pretende involucrar a toda la humanidad en el asesinato de Cristo sino que incluso parece regocijarse con ese hecho de sangre que le es fundacional:
“El misterio de Jesús de Nazaret, particularmente el misterio de su Pasión, ha sido, es y continuará siendo el parteaguas de la historia humana. Para los creyentes en Cristo no ha habido ni habrá una vida humana ni un evento humano con más repercusión en el grandioso panorama de los siglos.” (editorial de Ecclesia. Revista de cultura católica, enero-marzo 2004).
Y así llegamos a la Pascua: días de ayuno y penitencia para aliviar culpas que no son de este tiempo ni de esta gente; días de dolor y muerte para conjurar la muerte y el dolor; de humillación propia ante la imposibilidad de atenuar la humillación del Salvador; de sangre derramada para lavar una sangre que se evaporó hace dos milenios: ¿la gran venganza del amoroso contra sus amados? ¿La victoria suprema del crucificado sobre los descendientes remotísimos –o ni siquiera– de aquellos por los cuales se dejó crucificar?
Amor y paz, cristianos de todas las confesiones. Sufran o gocen entre ustedes estos días suyos de penitencia o vacación pero absténganse de poner un gorro de nazareno, y menos una corona de espinas, sobre la testa, de por sí sobrecargada, de la pobre humanidad.
28.3.13
26.3.13
Victorias de cartón
Hay que pensarlo dos veces antes de
afirmar que algo es de papel desde que Mao Tse-Tung aseguró que el
imperialismo estaba hecho de ese material –una de las
características simplificaciones alegóricas que tanto le gustaban
al líder chino– aunque, a juzgar por lo que siguió, las supuestas
fragilidad y caducidad histórica de las potencias capitalistas fue
una apreciación harto apresurada. Así que más vale llamar
victorias escenográficas –es decir, de cartón, cartón-piedra o
tabla roca– a los recientes avances políticos del régimen
oligárquico mexicano.
Los avances en sí son indudables: aun
antes de hacerse con la Presidencia, el grupo de Peña Nieto empezó
por lograr la aprobación de un paquete legislativo antilaboral,
luego unció a los tres mayores partidos con registro a un Pacto por
México, acto seguido se deshizo de la más incómoda de sus alianzas
políticas –la que sostenía con Elba Esther Gordillo– y ahora
avanza en la aprobación de reformas legales que, entre otras cosas,
consagran el carácter empresarial y mercantilista de las
telecomunicaciones, restaura los poderes arbitrales de la cúpula
oligárquica sobre los poderes fácticos que la sustentan y entregan,
en forma antipatriótica, el mercado de la telefonía a capitales
foráneos. Asimismo, el régimen se apresta a consumar el sueño
neoliberal de poner en manos privadas los tramos más rentables de la
industria petrolera nacional, en una operación que reduciría a
Pemex a mera agencia de concesiones y licitaciones. Para compensar la
pérdida de recursos fiscales que significaría tal privatización
disfrazada, el grupo en el poder pretende, en forma paralela, lograr
la aprobación de una reforma fiscal que grave alimentos, medicinas y
libros y que extraiga de los bolsillos de las clases medias y de los
pobres los recursos que el Estado dejaría de percibir por la merma
de la renta petrolera, cuya mayor parte iría a parar, de aprobarse
las propuestas oficiales, a engrosar las utilidades de corporativos
energéticos transnacionales y locales.
No hay, pues, razones para dudar que el
gobierno de Peña Nieto y de quienes van con él está decidido a
aprovechar la descomposición de las oposiciones con registro –PAN
y PRD– y a adelantar lo más que pueda su agenda antipopular y
antinacional, montado en la atonía social causada por la imposición
presidencial operada en julio del año pasado. En su mayor parte, los
medios entregan la película de una ofensiva oligárquica a tambor
batiente que arrasa sin contrapesos parlamentarios o sociales a la
vista para restaurar una Presidencia imperial al viejo estilo.
Pero las cosas no son tan simples. El
equipo de Peña opera con un aparato de control político al que,
durante las décadas del neoliberalismo, se le ha mutilado muchas de
sus funciones y potestades y se le ha hecho abdicar a sus
responsabilidades constitucionales. La oligarquía gobernante
contemporánea es igual de autoritaria que el priísmo de antaño y
mucho más ladrona pero, a diferencia del viejo régimen, no brinda
movilización social, no entrega bienestar, no garantiza ni un remedo
de paz pública, no arbitra entre los sectores de la sociedad (porque
proviene de, y sirve a, sólo a uno: el empresarial, legal o
delictivo), no está interesada en la educación ni en la cultura y
carece de capacidad par impulsar el crecimiento económico: lo suyo
es medrar con la recesión, la pobreza, los rezagos educativos y la
marginación social.
El año pasado la oligarquía consiguió
mantener el control de las instituciones pero a un costo altísimo,
para éstas, de descrédito y de pérdida de representatividad.
Ejemplos: el IFE actual es la caricatura del que encabezaba Ugalde el
cual, a su vez, era ya un remedo corrompido del que presidió
Woldemberg; un movimiento espontáneo como #YoSoy132 elaboró una
propuesta de reordenamiento de las telecomunicaciones con mayor
lucidez y sentido nacional que el gobierno peñista y sus diputados
del Pacto por México; para hacer frente a la tragedia de la
inseguridad, el actual gabinete no ha mostrado más imaginación ni
más recursos políticos que la mafia calderonista, la cual veía la
violencia como un asunto de “percepción” y se empeñaba, en
consecuencia, en minimizarlo con acuerdos y encuentros burocráticos,
anuncios de victorias espectaculares y toneladas de dinero invertidas
en publicidad mentirosa.
El régimen avanza en su ofensiva
antinacional y antipopular pero el avance tiene lugar sobre la delgada cáscara de instituciones
vaciadas de contenido, representatividad y significación; cuenta con
los dineros públicos, las corporaciones represivas y los corifeos de
los medios. Y a falta un país que camine, por convencimiento y por
consenso, en la misma dirección, se ha inventado un México
escenográfico que, en los primeros 100 días de un nuevo gobierno,
camina con paso firme en la solución de sus problemas.
21.3.13
Palabras del General
y otras palabras
Un diálogo con palabras reales e
históricas: las que decía el general Efraín Ríos Montt (ERM),
presidente-dictador de Guatemala entre el 23 de marzo de 1982 y el 8
de agosto de 1983 (y quien hace un par de días se convirtió en
procesado por genocidio), las que consignó la Comisión para el
Esclarecimiento Histórico de la ONU (CEH) establecida el 23 de junio
de 1994 en el marco del Acuerdo de Oslo, y que concluyó su tarea con
un informe titulado Guatemala: memoria del silencio,
y algún caso mencionado en
el documento
Guatemala: nunca más elaborado por el
Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica
(REMHI). Los fragmentos de ERM están tomados de Los discursos de domingo de Efraín Ríos Montt: ¿Un Discurso Evangélico?
(Virginia Garrard-Burnett, Instituto de Estudios
Latinoamericanos, Universidad de Texas.
Los que siguen son, por supuesto, sólo unos poquísimos ejemplos de
las palabras y de los actos.
ERM: Amnistía quiere decir perdón, la
nación en aras de la unidad de la familia pretende perdonar, quiere
perdonar, está extendiendo su mano, la patria su abrazo, su regazo
para que vuelvan a ella sus hijos, los hogares esperan la presencia
de sus familiares [...] el que perdona se ennoblece, el que acepta el
perdón es una persona noble, hagamos de nuestra patria algo noble.
(29/05/1982)
CEH: Manuel Toll Canil murió después
de cuatro machetazos. Antonio Castro Osorio fue macheteado seis
veces; en una de las tandas intervino incluso un familiar; pero como
tardaba en morir, un soldado le dijo al teniente: '¿Qué vamos
a hacer? Éste no se muere.' El teniente ordenó que le partieran la
cabeza. Entonces, el soldado le quitó la cabeza. (Caso Ilustrativo
53, San José Sinaché, Zacualpa, Quiché, 05/1982)
ERM: Óiganme bien, guatemaltecos:
vamos a combatir la subversión por los medios que quieran,
totalmente justos, a la vez con energía y rigor. Estamos dispuestos
a cambiar Guatemala, estamos dispuestos a que reine la honestad y la
justicia; paz y respeto para aquellos que son pacíficos y respetan
la ley. (30/06/1982)
CEH: Pedro Ramírez Ajmac, su esposa e
hijos y su hermano Tomás salieron de Chacagex hacia la aldea
Chuahoj, cuando vieron que por el camino se acercaba un grupo de
patrulleros de San Sebastián. Al verlos, Tomás huyó de inmediato
pero Pedro salió corriendo después y le dieron alcance, lo ataron
de un pie al vehículo y se lo llevaron arrastrándolo
aproximadamente dos kilómetros hasta llegar a la sede de la
patrulla de San Sebastián. Llegó en un estado terrible; aparecía
con graves heridas, en especial, en el rostro; su esposa e hijos
corrían detrás de él gritando y llorando por lo que le estaban
haciendo. Pedro pidió agua a los patrulleros y el jefe de las PAC le
ofreció orina. Después los demás patrulleros hicieron una hoguera,
lo quemaron, abrieron una fosa y lo enterraron. (Caso 16016,
Sacapulas, Quiché, 06/1982)
ERM: Somos una nación sin identidad,
nuestras raíces no las conocemos [...] la identidad de una
nacionalidad está precisamente en la comprensión y la interrelación
entre historia, entre abuelo y nieto, y ese enlace que es papá y
mamá. (13/06/1982)
REMHI: Llegó un pelotón de soldados,
guiados por Fernando Jom Cojoc (patrullero civil de ese lugar), que
dijo: 'Ellos son guerrilleros y ahí está la prueba, las hojas de
los tamales que han quedado, ya que ellos alimentan a la guerrilla'.
Y los soldados, sin hacer pregunta alguna, los amarraron a todos
dentro de la vivienda, rociaron con gasolina la casa y le prendieron
fuego. Todos murieron quemados. Entre ellos un niño de
aproximadamente 2 años de edad. (Caso 3164, Aldea Najtilabaj, San
Cristóbal Verapaz, Alta Verapaz, 1982)
ERM: En usted y en su casa hay
entendimiento de lo que es la patria; patria es amor, patria es el
sentimiento de nación, nación es resultado de Estado y de país a
la política tiene que ser raíz de tierra nuestra. (18/07/1982)
CEH: En Santa Marta el Ejército
capturó a tres refugiados y luego los llevó al destacamento en
Ixquisis. Allí los pusieron en un horno de cardamomo donde los
quemaban cada día poco a poco, a fuego lento. Esto duró unos tres
días. Las víctimas estaban en muy mala condición, con muchas
quemaduras. El cuarto día obligaron al hijo a matar a su
propio padre con un machete. Después de esto, los soldados mataron
al hijo con sus armas de fuego”.(Caso 5296. Barillas,
Huehuetenango, San Mateo Ixtatán, 07/1982).
ERM: Guatemala es una gran nación y le
explico por qué: por la excelencia de su alma y porque usted, como
hombre o como mujer, sabe cumplir con su deber de esposo, de esposa,
de hijo, de hija, por eso es grande y es fuerte, porque fuerte es
usted, que da el ejemplo, que teme a Dios y que da a su Patria toda
su alma, todo su amor. (22/08/1982)
CEH: Pusieron a los cuatro hombres, dos
de ellos muchachos, en una pila de agua durante ocho días. Durante
estos días los cuatro no recibieron comida y fueron pateados y
golpeados duramente. Después de los ocho días, los pusieron en la
secadora de café del dueño de la finca. Echaron fuego a la secadora
y durante tres días calentaron a las cuatro personas, quienes poco a
poco se murieron de calor y sed. (Caso 6176. San Mateo Ixtatán,
Huehuetenango, 08/1982).
ERM: Entre nosotros hay miseria,
nuestra pobreza es de valores, de respeto, de honra a los demás, de
falta de servicio, de ausencia de honestidad, de falta de amor, de
ignorancia. [La] pobreza es de hombres, hace falta en Guatemala
hombres íntegros, decentes, honestos, verdaderos, honrados, dignos
de su hombría, una hombría que se fabrica en base a una cosa muy
sencilla: cumplir la ley, hacerla cumplir”. (05/09/1982)
CEH: El 15 de septiembre de 1982
regresábamos con mi padre del mercado de Rabinal. Nos detuvieron los
soldados cerca del destacamento y nos encerraron por separado. Me
quitaron la ropa a tirones, todos se subieron, el capitán primero,
ocho soldados más [...] los demás me tocaban, me trataban muy mal y
entre ellos decían al que estaba encima que se apurara, a mí me
decían que me moviera y me pegaban para que me moviera. De pronto vi
que entraban con mi papá, estaba muy golpeado, lo sostenían entre
dos. Yo estaba desnuda sobre una mesa, y el capitán le dijo a mi
padre que si él no hablaba lo iba a pasar mal. Entonces hizo que los
hombres que tenía ahí comenzaran a violarme otra vez. Mi padre
miraba y lloraba, los hombres le decían cosas, él no hablaba, yo
estaba cansada, ya no gritaba, creo que también me desmayé, pensé
que me iba a morir, no entendía nada. Yo no creo que mi papá fuera
guerrillero, no sé qué querían. De pronto el capitán pidió un
machete y le cortó el miembro a mi papá y me lo metió a mí entre
las piernas. Mi padre se desangraba, sufrió mucho, después se lo
llevaron. A mí me dieron otra ropa y me dijeron que me fuera. Le
conté a mi marido lo que pasó, él me contestó que el Ejército
tenía el poder, que no se podía reclamar, que si yo no hubiese ido
al mercado nada me habría pasado. Un mes después mataron a mi
marido. (Caso 9364, Rabinal, Baja Verapaz, 09/1982)
ERM: Una actitud mística, una actitud creadora, una legitimidad nacional cuyo fundamento se encuentra en el cumplimiento de la ley, respeto a la justicia, la veneración a lo sagrado, la admiración a nuestro paisaje, fe en la verdad, orgullo de nuestra cultura, y práctica del bien en beneficio de nuestros conciudadanos. (21/11/1982)
ERM: Una actitud mística, una actitud creadora, una legitimidad nacional cuyo fundamento se encuentra en el cumplimiento de la ley, respeto a la justicia, la veneración a lo sagrado, la admiración a nuestro paisaje, fe en la verdad, orgullo de nuestra cultura, y práctica del bien en beneficio de nuestros conciudadanos. (21/11/1982)
CEH: En El Naranjo Roberto Castillo
Manzanero fue capturado en la noche. Lo torturaron cortándole los
dedos de los pies y las manos, luego los pies y manos, y así
prosiguieron poco a poco hasta que sólo quedó el torso y la cabeza,
y murió desangrado. (Caso 10195, La Libertad, Petén, 11/1982)
ERM: Tenemos que darnos cuenta que la
identidad nacional es otro de los propósitos del Gobierno: la
identidad nacional es conjugar nuestra nacionalidad, que es fruto de
país y de pueblo; [debemos] conjugar esa nacionalidad y dar una
proyección, dar un carácter, dar una imagen de Guatemala al mundo
que somos un país diferente. (12/12/1982)
CEH: Los militares reunieron a 150
hombres en el cementerio del pueblo. Allí, un “guía” (delator encapuchado), después de ser fuertemente presionado y
amenazado por el oficial, señaló como guerrillero a Diego Nato, un
patrullero joven, y éste señaló entonces a Santos López Tipaz,
también patrullero. 'Sólo yo soy guerrillero, yo no voy a entregar
a ninguno, si me matan me matan a mí, pero a balazos, no quiero que
me amarren y me torturen', exclamó Santos López, y, en un intento
desesperado por escapar, salió corriendo. Fue acribillado a tiros
por el teniente. Acto seguido, comenzaron a torturar a Diego Nato.
Estaba en el piso, lo golpearon, lo patearon, le sacaban pelos a
montones. Nato dio los nombres de otros patrulleros, que fueron
detenidos (...). 'Hay que sacar los que están podridos, para que no
pudran a los demás (...)', reprendió el oficial. A continuación
ordenó a los patrulleros que pasaran, uno por uno, y que cortaran el
cuello de sus compañeros (los recién nombrados por Nato bajo
tortura), hasta matarlos. Un testigo presencial afirma que debieron
hacerlo 'hasta quitarles la cabeza; también tuvimos que darles
con piedras y palos.' De esta manera el Ejército obligó a los
hombres de Cucabaj a matar a sus vecinos Santos López López, Tomás
Ventura González, Tomás López Tiño y Diego Ventura López. Diego
Nato también señaló a Tomás Lux, Juan González y Miguel Lux
Tiño. Estos, junto con quien los había delatado, fueron llevados
detenidos por los militares, que reanudaron las torturas para
obtener más nombres de guerrilleros de la comunidad. (Caso Ilustrativo 43, Cucabaj, Santa Cruz, Quiché, 12/1982).
“La mayoría o casi la totalidad de adultos esta vendado de ojos pero los niños y niñas, no. Pareciera que los militares querían que fueran testigos de lo que allí pasaba. En una de las fosas se encontró a 43 niños, 15 mujeres y dos o tres hombres ancianos”.
NUESTRA VOZ, NUESTRA MEMORIA:
12.3.13
Sus primeros 100 días
A cien días de asumir la Presidencia,
Enrique Peña Nieto ofreció resultados a la oligarquía que lo
impuso en el poder y al resto de la sociedad le ofreció un repaso de
sus promesas de campaña. En lo inmediato, Peña logró uncir a la
formalidad política del país –una cáscara rajada y cada vez más
precaria– al proyecto de gobierno: un “gobierno fuerte”
instituido sobre la base, según se quiera ver, de “acuerdos y
consensos” o bien de negociaciones para repartir prebendas y cuotas
entre tres franquicias electorales, las mayores, que se representan
muy bien a sí mismas; consiguió, además, imponer una reforma
educativa privatizadora y contraria al sentido constitucional de la
enseñanza gratuita; por añadidura, empezó a gestionar la agenda de
venganzas políticas de su mentor, Carlos Salinas, mediante el
encarcelamiento de Elba Esther Gordillo y el descobijo de Ernesto
Zedillo, a quien Calderón dejó en herencia una solicitud de
impunidad ante la justicia estadunidense; asimismo, el régimen se
apresta a establecer nuevas reglas de arbitraje y mediación entre
los consorcios que se reparten el grueso de las telecomunicaciones
del país con el propósito de impedir enfrentamientos entre éstos,
mas no para democratizar en modo alguno el acceso a los medios ni
para desmontar la red mafiosa que vincula a los concesionarios con
las facciones principales de la clase política. La apertura, en todo
caso, no será hacia la sociedad sino hacia los capitales mediáticos
extranjeros.
Fuera de esos logros, que constituyen
buenas medidas de afinación y ajuste para que el régimen
oligárquico siga funcionando, el resto es una andanada de promesas
huecas y gestos demagógicos y ofensivos, como esa “cruzada contra
el hambre” –que es en realidad un perfeccionamiento de los
mecanismos electoreros para cambiar comida por votos para candidatos
oficialistas–, o como la transformación del “70 y más” en una
limosna para mayores de 65 años, una imitación reducida, devaluada
y atrasada de la pensión universal para adultos mayores que propuso
López Obrador en 2006. La medida es esclarecedora por cuanto
constituye un ejemplo de lo que Peña y su grupo consideran “un
piso básico de bienestar social en el que todos los mexicanos tengan
cubiertas sus necesidades elementales”: 17.50 pesos diarios, es
decir, 38 centavos de dólar por encima de la línea trazada a tontas
y a locas por el Banco Mundial, hace ya algunas décadas, para
definir el umbral de pobreza extrema.
Particularmente patética es la
alharaca peñista sobre las medidas contra la delincuencia y la
violencia, habida cuenta que esos dos fenómenos se mantienen en los
mismos niveles a los que fueron llevados por el calderonato y, lo más
triste, que no hay perspectiva alguna de que amainen porque son
expresiones de la extremada descomposición del régimen político y
de la doctrina económica imperante.
Otro “logro” de entre los
enumerados es que “se está trabajando en una Ley Nacional de
Responsabilidad Hacendaria y Deuda Pública” para “prevenir el
endeudamiento excesivo de algunas autoridades”. Se sospecha que
algunas entidades gobernadas por priístas se endeudaron en forma
obscena en 2011 y 2012 justamente para sufragar los astronómicos
gastos de campaña del orador; la promesa, entonces, es tapar el pozo
una vez que se ha ahogado en él la democracia.
Entre la repetición de promesas de
campaña que se oyen mal en boca de alguien que se ha mandado a hacer
tarjetas de presentación con el título de presidente de la
República, Peña tuvo un detallazo para con los jefes del PAN y del
PRD: les agradeció que se hayan comprometido “con los cambios que
necesita el país”. El gesto fue como exhibir las cabezas disecadas
de los respectivos dirigentes en el salón de trofeos del Palacio de
las Cooptaciones. Lo gracioso es que ahora las piezas expuestas dicen
con voz lloriqueante que cómo es posible que ahora resurja el poder
absoluto y el autoritarismo, o bien que no ha cambiado nada, y que
no, que qué barbaridad, que esto no tiene nada que ver con lo que
ellos mismos firmaron.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)