Prueba: la venta de títulos nobiliarios por Internet
Es que no hay nada más vulgar, ni más naco, ni más corriente, que el afán de distinción propia y marginación ajena mediante construcciones excluyentes y discriminatorias como la aristocracia.
5 comentarios:
Anónimo
dijo...
Por si alguien cree que los títulos nobiliarios han caído en desuso en países como México, está muy equivocado. Ahora "doctor", maestro en ciencias", "ingeniro" y los demás etcéteras que correspondan son los nuevos títulos nobiliarios, son los términos para distinguirse del "pueblo común y corriente". La insistencia en hacer uso de estos términos sólo denotan inseguridad en quiénes los usan cada vez que tienen oportunidad. Es mejor distinguirse por lo hechos y no por un mero título nobiliario. Sobre todo en estos tiempos en los que un título académico no garantiza profesionalismo en la persona que lo porta.
Rocío tiene razón, sólo que el (ab)uso de títulos académicos como si fueran nobiliarios no es de ahora: ya en el siglo XVI andaban unos monos por ahí ostentándose como "bachilleres". Del comentario de Mr. Cougar: pues el pueblo, cada vez que puede, saca la guillotina para deshacerse de las aristocracias --es un decir: la guillotina es una atrocidad pasada de moda, y ahora lo procedente es la patada en el culo.
Pedro Miguel: Gracias por el dato. Aprovecho la ocasión para reconocer tu labor en la prensa escrita, siempre aportas datos históricos e información muy interesante y poco difundida, sin dejar de lado el análisis y la reflexión.
Para Rocío hay que decir que precisamente los títulos como doctor o ingeniero están basados en hechos, en el primer caso, de hacer un doctorado, y en el segundo, de un trabajo de fin de carrera suficientemente complicados ambos como para hacer merecedor del título a su portador. De hecho, originalmente los títulos nobiliarios se ofrecían a aquellos que habían mostrado su valía en la batalla o incluso por creaciones intelectuales, como los actuales títulos otorgados aquí en España en las últimas décadas. En fin, el título es como una medalla, la recibe quien la merece, que luego haga ostentanción de ella o no, ya es otra cosa
5 comentarios:
Por si alguien cree que los títulos nobiliarios han caído en desuso en países como México, está muy equivocado. Ahora "doctor", maestro en ciencias", "ingeniro" y los demás etcéteras que correspondan son los nuevos títulos nobiliarios, son los términos para distinguirse del "pueblo común y corriente". La insistencia en hacer uso de estos términos sólo denotan inseguridad en quiénes los usan cada vez que tienen oportunidad. Es mejor distinguirse por lo hechos y no por un mero título nobiliario. Sobre todo en estos tiempos en los que un título académico no garantiza profesionalismo en la persona que lo porta.
Ay tú, pero es que "no cualquiera lee Caras", la revista que nos cuenta toditito el chisme de los aristócratas.
Existen porque la plebe lo permite, desafortunadamente...
Rocío tiene razón, sólo que el (ab)uso de títulos académicos como si fueran nobiliarios no es de ahora: ya en el siglo XVI andaban unos monos por ahí ostentándose como "bachilleres".
Del comentario de Mr. Cougar: pues el pueblo, cada vez que puede, saca la guillotina para deshacerse de las aristocracias --es un decir: la guillotina es una atrocidad pasada de moda, y ahora lo procedente es la patada en el culo.
Pedro Miguel: Gracias por el dato. Aprovecho la ocasión para reconocer tu labor en la prensa escrita, siempre aportas datos históricos e información muy interesante y poco difundida, sin dejar de lado el análisis y la reflexión.
Para Rocío hay que decir que precisamente los títulos como doctor o ingeniero están basados en hechos, en el primer caso, de hacer un doctorado, y en el segundo, de un trabajo de fin de carrera suficientemente complicados ambos como para hacer merecedor del título a su portador. De hecho, originalmente los títulos nobiliarios se ofrecían a aquellos que habían mostrado su valía en la batalla o incluso por creaciones intelectuales, como los actuales títulos otorgados aquí en España en las últimas décadas. En fin, el título es como una medalla, la recibe quien la merece, que luego haga ostentanción de ella o no, ya es otra cosa
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