El ex pastor Ted Haggard
- Ted Haggard, converso sexual
- Ecos de la ejecución de Saddam
Para cuando lean esto es posible que el autor haya sido expulsado del Reino Mágico de Disney por vomitar encima del Pato Donald o que se lo haya comido un lagarto en los Everglades de Florida. Así que escribo por anticipado y aprovecho para hacer referencia a algunas de las rarezas o atrocidades que me habría gustado comentar en lo que va del año pero para las cuales no ha habido espacio.
La curiosa “sanación” del predicador estadunidense Ted Haggard: casado, 50 años, cinco hijos; hasta noviembre pasado, líder de la Iglesia de la Nueva Vida, presidente de la Asociación Nacional de Evangélicos de su país, asesor de la Casa Blanca, homófobo radical y detractor furibundo de los matrimonios gay. Haggard se vio en problemas cuando apareció por ahí un trabajador sexual llamado Mike Jones, quien reveló que durante tres años el ilustre personaje le había porporcionado una iguala mensual por sus servicios y le había comprado metanfetaminas. Jones aportó como pruebas mensajes telefónicos grabados en su contestadora en los que se escuchan cosas que es mejor dejar en la intimidad, y dijo haberse sentido decepcionado cuando se enteró de que un cliente suyo que se hacía llamar “Art” era un influyente pastor que en público denostaba a los homosexuales. Acorralado, Haggard aceptó su doble vida, adujo que llevaba mucho tiempo luchando contra “fuerzas oscuras”, deploró su “inmoralidad sexual” y se definió como defraudador y mentiroso. Fue echado de todos sus cargos y se recluyó en un dudoso centro terapeútico de Arizona para someterse a un “programa de 12 pasos” con el objeto de superar lo que fue calificado en su círculo como “adicción sexual”. Luego de tres meses de silencio, el religioso emergió en febrero pasado asegurando que Jesús le había ayudado a tener un rencuentro consigo mismo, anunció que él y su esposa pensaban estudiar la carrera de sicología y dijo haberse vuelto “completamente heterosexual”. Su antiguo proveedor de servicios no está tan seguro: “Me cuesta creer que se haya ‘recuperado’ en tres semanas, cuando hemos practicado sexo oral durante tres años”, comentó. Imaginen la clase de carniceros sicológicos que han de medrar en el establecimiento en donde el religioso “se curó” la homosexualidad. Y pobre hombre el tal Haggard, que no consigue aceptarse a sí mismo. La monumental hipocresía es su pecado, no lo que ha venido haciendo en el clóset, y éste, su infierno terrenal.
Emile Vicale tiene muy mal gusto: la firma que preside y que lleva su apellido produce, entre otras porquerías, muñecos con los rasgos (dizque) de personajes relevantes de la escena mundial. En julio de 2003 lanzó a la venta una cosa que representaba al hijo mayor de Saddam Hussein, Uday, muerto y despedazado. Cuando el papá fue ejecutado en la horca Vicale no perdió un segundo y presentó su nuevo producto: un Saddamcito con un lazo alrededor del cuello. A Emile Vicale, presidente de la compañía, la idea le parece “genial”, pero yo no logro verle la gracia. Por cierto: en los días posteriores a la muerte del ex dictador iraquí murieron cuatro niños que quisieron imitar, en sus juegos, la ejecución, con cuyas imágenes fuimos generosamente bombardeados por los medios electrónicos. Los fallecimientos ocurrieron en Turquía, India, Pakistán y Estados Unidos.
El conejo Lapis
El descubrimiento
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