12.4.07

Topsy, Mary y Neruda






  • Elefantas ejecutadas

  • Espesa bestia pura, animal santo

Una de las obsesiones tecnológicas de los estadunidenses (no sólo de ellos) ha sido la realización de viajes espaciales tripulados; otra, más antigua, la producción y operación de sillas eléctricas. En febrero pasado navegamos hasta Cabo Cañaveral, en Florida, para evocar a los gloriosos chimpancés que antecedieron a los humanos en el pilotaje de las cápsulas Mercury. Ahora vengo a enterarme de que en las ejecuciones por corriente eléctrica hubo también animales pioneros. Tal vez ya hayan leído por ahí ese lado de la historia, que va más o menos como sigue.

A fines del siglo antepasado los inventores Thomas Alva Edison y George Westinghouse protagonizaban una competencia feroz por los millones de dólares que representaba el mercado de abasto eléctrico para las grandes ciudades estadunidenses. El primero propugnaba la utilización de la corriente directa de baja tensión conducida por cables subterráneos, en tanto el segundo defendía el sistema alterno de alta tensión. En una ocasión, el dentista Albert Southwick presenció, en una calle de Búfalo, Nueva York, el horrible accidente de un trabajador de Westinghouse que tocó los dos polos de un transformador y quedó achicharrado al instante. Como buen dentista, Southwick se la pasaba cavilando sobre procedimientos indoloros, supuso que el electrocutado no había tenido tiempo de sufrir y se le ocurrió que la electricidad podía ser un buen método para ejecutar delincuentes. La idea llegó al gobernador del estado, David B. Hill, quien andaba tras formas de ajusticiamiento menos horrendas que la horca, y éste a su vez la presentó a la legislatura.

Edison y Westinghouse

Por aquellos tiempos, el inventor y merolico Harold P. Brown se ganaba la vida de pueblo en pueblo con un espectáculo atroz: el asesinato de perros, liebres, caballos, vacas, gatos y primates con un dispositivo de electrocución conectado a la corriente de Westinghouse. Edison contrató de inmediato al sujeto para que publicitara los peligros letales del producto rival al suyo. El y su nuevo empleado consiguieron que la dirección de prisiones de Nueva York adquiriera generadores Westinghouse para alimentar el nuevo invento humanitario, que había sido legalizado en 1888. Por razones de imagen, el competidor de Edison hizo cuanto pudo para evitar la implantación del sistema y advirtió que el método era “inhumano y antinatural, equivalente a quemar vivas” a las víctimas, pero no logró impedir el inicio de las primeras ejecuciones judiciales en el estado.


Topsy, la elefanta

Lo cierto es que Edison siguió electrocutando animales y que uno de ellos fue la elefanta multihomicida Topsy, ejecutada a los 28 años de edad en el Luna Park, Coney Island, el 4 de enero de 1903, en presencia de unas mil 500 personas. Previamente le suministraron medio kilo de cianuro de potasio untado en zanahorias, le colocaron electrodos en el cuello y en las patas y le enviaron una corriente de 6 mil voltios. La bestia humeó y se derrumbó en dos o tres segundos. Topsy había asesinado a tres cuidadores al hilo y los propietarios del Luna Park ya habían tenido la idea de ahorcar al bicho y de vender boletos para el espectáculo, pero los protectores de animales se oponían. Entonces apareció Edison, quien propuso electrocutarla, cosa que fue aceptable. El propio inventor filmó la muerte de Topsy; las escenas pueden verse aquí.


La ejecución


Ello no impidió que 13 años después, en la localidad ferrocarrilera de Erwin, Tennessee, otra animala de cinco toneladas fuera ahorcada ante 2 mil 500 personas. Hasta entonces, Mary había llevado una vida ejemplar en el circo de Charlie Sparks, donde tocaba música de órgano y hacía volar pelotas con un bat de beisbol. Pero una noche la atención de Mary fue atraída por una sandía que alguien había dejado en el suelo. La bestia se dirigió a la fruta, un domador bisoño quiso disuadirla de un garrotazo en una oreja, Mary se sintió injustamente agredida, levantó al humano con su trompa, lo estrelló contra el suelo y le aplastó la cabeza con las patas. La función fue suspendida porque el espectáculo no estaba en el guión, la policía arrestó al animal en cuanto éste se tranquilizó y Sparks hubo de enfrentar una dura disyuntiva: o sacrificaba a la elefanta o no volvería a presentarse en Tennessee. Al estudiar los posibles métodos de ejecución se dio cuenta de que, dado el insuficiente abasto eléctrico local, no podía repetir el procedimiento de Edison; desmembrar al animal atándolo a trenes que avanzaran en sentidos opuestos o machacarlo entre dos locomotoras resultaba demasiado cruel; entonces optó por la vieja horca. La ejecución tuvo lugar la tarde del 13 de septiembre de 1916 en el patio de trenes de Clinchfield. Las patas de Mary fueron encadenadas a los rieles para permitir a los cirqueros que rodearan el cuello de la bestia con una pesada cadena, enganchada a su vez a una grúa ferrocarrilera. La grúa tiró hacia arriba, pero nadie se había acordado de desatar las extremidades de Mary, cuyos huesos y ligamentos crujieron y se rompieron por la tensión. Le liberaron las patas, volvieron a activar la grúa, la paquiderma se alzó en el aire, la cadena se rompió y el animal cayó al suelo, todavía vivo. Finalmente los verdugos consiguieron una cadena más gorda y la elefanta asesina colgó durante media hora.


El público

He recordado, en memoria de Topsy y de Mary, la Oda al elefante, de Neruda, que me hizo conocer mi hermano Cristóbal, y cuya primera estrofa dice así:
Espesa bestia pura, / San elefante, / animal santo / del bosque sempiterno, / todo materia / fuerte, / fina / y equilibrada, / cuero / de talabartería planetaria, / marfil / compacto, / satinado, / sereno / como / la carne de la luna, / ojos mínimos / para mirar, no para ser / mirados, / y trompa / tocadora, / corneta / del contacto, / manguera / del animal / gozoso / en su frescura, / máquina movediza, / teléfono del bosque, / y así / pasa tranquilo / y bamboleante / con su vieja envoltura, / con su ropaje / de árbol arrugado, / su pantalón / caído / y su colita. // No nos equivoquemos. / La dulce y grande bestia de la selva / no es el clown, / sino el padre, / el padre en la luz verde, / es el antiguo / y puro / progenitor terrestre.

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