Más o menos lo mismo pasa en cada
circunstancia de crisis emergente:
se encontraba borracho el presidente
o no, pero da igual: no sabe nada.
Así fue el terremoto, la olvidada
caída de la bolsa, el inclemente
huracán repetido que a la gente
deja sin techo, herida o ahogada.
Cuando nuestra ciudad sirve de cuna
al virus ojetísimo y porcino,
no hay datos, no hay programa, no hay /vacuna.
Quite el de “mano firme” las pezuñas
que no nos ha dejado otro camino:
rascarnos, pues, con nuestras propias uñas.
2.5.09
Comandante supremo
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2 comentarios:
No importa si es un huracán, un sismo, una epidemia. La forma de entenderlos y atenderlos por parte de nuestro gobierno es parcial y altamente conveniente. Pasó una semana para que muchos salieran del estupor. Ahora necesitamos una investigación seria y minuciosa, junto con nombres y apellidos. Quien quiere comenzar?
Ya comenzamos, Anónimo.
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