Pobre de la verdad. Nadie la quiere
salvo si puede usarse como daga
contra la piel del adversario.
Y pobre de la luz, que tanto duele
y deja al descubierto cosas tristes
y el poderío de la sombra.
Pobre la honestidad, que cómo estorba
para tener estatus envidiable,
un precioso penthouse, autos del año
y el visto bueno de las putas.
4 comentarios:
y pobre del pueblo...
¿Tu lo escribiste? Muy bueno. Me gustó.
COn respecto al tapabocas; mejor que sea hamaca para ratones :o )
Saludos. Adriana.
¡Muy bueno!
Saludos con muchísimo cariño.
Alejandro: Pues sí.
Adriana: nomás que si se usan como hamaca de roedores, luego no hay que emplearlos como tapabocas.
Igual pa'ti, Gabriela.
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