Siendo las 8:32 pm del domingo 9 de octubre de 2011, procedo a registrar el accidente doméstico más interpretable de mi vida, hasta ahora:
hace unos instantes, el reloj de pared de la cocina se liberó del clavo único de su crucifixión, se despedazó en la sartén en la que preparaba la cena y me puso de golpe ante la visión de una carne deshebrada con manecillas.
Y ahora, a cenarme a Cronos.
¿Alguien gusta?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario