31.12.13

Saludo al EZLN


Hace 20 años un movimiento armado (pero, sobre todo, organizado) de pueblos indígenas dio la primera voz de alarma ante el proyecto de desmantelamiento nacional que encabezaba (y sigue encabezando, por lo que se puede ver) Carlos Salinas.

Cuando desde el poder se anunciaba la versión mexicana del fin de la historia, los zapatistas chiapanecos espabilaron a empujones a una sociedad borracha que soñaba con transitar al Primer Mundo y la obligaron a movilizarse y a cobrar conciencia de la miseria, el racismo, la corrupción y la frivolidad y a observar a quienes se encontraban fuera de los márgenes de las fotos oficiales.

Desde el primer momento se inventó, desde el poder oligárquico, que el EZLN era un instrumento del poder mismo, y esa calumnia ha venido repitiéndose a lo largo de estas dos décadas, conforme los zapatistas resisten las embestidas represivas y propagandísticas, promueven agro et orbi una nueva ética social y construyen nuevas realidades en sus municipios liberados. Ese vastísimo trabajo desmiente de manera rotunda a quienes hasta la fecha preguntan con insidia y respuesta prefabricada: “¿Quién está detrás del zapatismo?” Bueno, pues detrás del zapatismo están las comunidades zapatistas. Lo han demostrado de manera fehaciente a lo largo de 7 mil 300 días.

Mucha agua ha corrido bajo los puentes. Se podrá estar de acuerdo o no con algunas de las posturas del EZLN. Para muchos –me incluyo– resulta dolorosa e injustificada su persistente descalificación de otros esfuerzos honestos y entregados para reorientar el país hacia rumbos de justicia, independencia, solidaridad y dignidad. Pero el tiempo borrará diferencias y ofensas y obligará a marchar juntos a quienes resisten el saqueo oligárquico y pugnan por un país y un mundo mejor. Salud por la autenticidad y la legitimidad de la causa zapatista, por la grandeza de su pensamiento y por la huella que dejó y que sigue dejando, día a día, en el curso de la historia.

Salud a las mujeres y los hombres del EZLN. Salud por ellos.

29.12.13

Una vuelta al mundo
en siete valses

El vals evoca en automático al polvoriento abuelo de bigotes engominados o a la quinceañera disfrazada de pastel de fresa, pero es mucho más: destilación musical, miseria y nostalgia, contagio y diversidad culturales, cantar de pueblos y alegría.



Dmitri Shostakovich - Waltz # 2




Rosa Mercedes Ayarza - Moreno pintan A Cristo (Interpretado por Lucha Reyes)




Álvaro Carrillo - Luz de luna (interpretado por Javier Solís)



Jacques Brel - La valse à mille temps



Felipe Pinglo Alva - El Plebeyo (interpretado por Los Morochucos)



En el restaurante Vieux Belleville, Places de Paris, de Lucien Boyer y A. Stanislas



Lamine Konté - AfrikaValse



26.12.13

Décimas de la traición


Ejército de traidores
encabezado por Peña,
que nuestra riqueza ordeña
y nos vuelve a tiempos peores:
primero, por senadores
y después, por diputados,
hemos sido traicionados
por dizque representantes
que desde mucho tiempo antes
ya estaban muy bien maiceados.

Entregan nuestra riqueza
a buitres del extranjero;
ellos se llevan dinero,
nos dejan en la pobreza
y el colmo de su vileza
es que con vulgaridad
juran que dicen verdad
cuando, con tono seguro
nos ofrecen un futuro
de paz y prosperidad.

Si su negocio prospera,
si no marcamos un alto,
tendremos un sobresalto
cuando una empresa extranjera
la riqueza petrolera
se lleve sin darnos nada
y en esta tierra humillada,
vendida al mejor postor,
dicte la ley sin pudor
como en nación sojuzgada.

Qué lamentable ironía:
resulta que esta traición
no tiene la aprobación
de la enorme mayoría.
De modo que llega el día
de emprender actos concretos
y evitar que estos sujetos
–Salinas y Peñas Nietos
hijos de una meretriz–,
malbaraten el país
de nuestros hijos y nietos.



21.12.13

Obligación de amanecer



Estos cabrones nos han dado con todo:
con el zumbido de los medios,
con las destilaciones del fraude,
con el encanto de sus jilgueros,
con estadísticas compradas,
con la guerra sucia del dinero,
con el narco y los halcones,
con los garrotes de la policía.

Ellos son ahora los más ricos del mundo,
los líderes más poderosos,
los comentócratas cebados
a punta de canonjías,
los atractivos, las del rostro hermoso
cincelado por cirujanos plásticos,
los distinguidos magistrados,
los laureados y encumbrados.

Nosotros somos la chusma, la prole,
la reencarnación de los pelados del porfiriato,
las sediciosas, los frustrados, los conflictivos.

Nuestra misión en la vida, dicen ellos,
es ponernos a trabajar y no quejarnos;
quién sabe, con el tiempo
algunos elegidos podrán dejar de ser lo que son
y volverse gerentes de algo
y disfrutar de un condominio horizontal
y de una camioneta del año.

Ni cómo rebelarnos:
ellos tienen, hoy, el poder del Estado.
la mayoría del Congreso,
todo nuestro dinero,
más las escuelas que nosotros construimos,
mas los caminos que nosotros trazamos,
mas las instituciones que nos dimos,
más los amigos nuestros que compraron,
mas el respaldo de Occidente
para dar el país y su petróleo
a las corporaciones extranjeras

Nosotros, en cambio, tenemos muchas deudas:
estamos endeudados con los bancos,
estamos endeudados con el fisco.
Unos, afortunados, sólo deben la casa y el coche;
otros, menos felices, ya deben hasta el sueldo
que ganarán el año entrante;
todo eso, sin contar con que debemos
a los acreedores extranjeros
la ropa, los muebles, la comida
de nuestros nietos y biznietos.

O sea que tenemos mucho menos que nada.

Mas, si se mira bien,
la bancarrota que nos han causado
es un gran inventario
y un arsenal no despreciable
porque al no tener nada
–bueno, menos que nada, ya dijimos–
sólo nos quedan
el deber de construirnos,
el imperativo de hacer algo
y la obligación de amanecer.



17.12.13

País roto


No es fácil conservar la cabeza fría y el corazón blindado al observar los saldos de la destrucción nacional sistemática emprendida por los sucesivos gobiernos de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña; hasta el intento de enumeración es doloroso: la propiedad pública, arruinada y saqueada; los derechos básicos, anulados de jure o de facto; la soberanía, entregada; las instituciones corrompidas y desvirtuadas; la población, sometida a la violencia y la zozobra; la criminalidad organizada, erigida en fuerza gobernante; la Constitución, adulterada; la vida republicana, reducida a un acto de simulación; los lazos solidarios, escarnecidos como reminiscencias obsoletas; la sociedad, postrada y enajenada, convertida en un hato de consumidores; la administración pública, parasitada por delincuentes de saco y corbata; las esperanzas de desarrollo, desvanecidas, y la lógica de sálvese quien pueda y triunfe el más fuerte, imperantes en un país roto.


A primera vista, podría parecer suicida la determinación de los funcionarios que conforman el proconsulado estadunidense de destruir el país que (des)gobiernan, con la perspectiva de serruchar el piso en el que se encuentran parados. Pero esa tecnocracia, al igual que los capitales a los que sirve, carece de patria. Ya se ha visto cómo, de Salinas en adelante, presidentes y miembros del gabinete, una vez concluidas sus funciones, han encontrado vías de desarrollo personal muy redituables en el seno de organismos financieros, de corporaciones trasnacionales y de centros de producción de ideología neoliberal.


Además, el viejo programa de paz y estabilidad que requerían los grandes capitales ha dejado de ser un buen plan de negocio. Se acumula más y más rápido en escenarios de zozobra y de guerra. Como lo constató la mafia de los Bush en Afganistán e Irak, la destrucción de un país puede ser una operación muy jugosa; incluso, si se trata del país propio, como lo constató en México la mafia de Calderón.


Peña fue puesto en el poder justamente para eso, y en vez de consagrarse a la solución de los más graves problemas nacionales, se ha dedicado, desde un principio, a exacerbarlos: en cosa de un año ha logrado agudizar la inseguridad y la violencia heredadas del calderonato, a llevar al límite el descontento magisterial, a provocar un generalizado resentimiento por el alza de impuestos, a acentuar las tendencias represivas contra las disidencias, a incrementar el agobio de los usuarios de la banca, a terminar de desmantelar el sistema educativo, a multiplicar y exhibir la insolencia, la impunidad y la frivolidad de los empleados y amigos del régimen y a despedazar el pacto social plasmado en la Constitución de 1917.


Ha de reconocerse que el grupo gobernante ha desempeñado muy bien su tarea. Lo de menos es si el propio Peña tiene claro lo que está haciendo; los capitales han copado los puestos públicos y la gran mayoría de los cargos de representación popular con operadores capaces y con experiencia sobrada en la descomposición acelerada de instituciones y sistemas sociales mínimamente funcionales.


No es fácil mantener la cabeza fría y el corazón blindado ante semejante destrucción programada del país. Y, sin embargo, es necesario. El programa del proconsulado neoliberal pasa, justamente, por sembrar desaliento y desesperación que generen respuestas apáticas o violentas: más fácil es dominar a una población abrumada por la derrota y más réditos da la represión contra quienes han perdido –justificadamente, sin duda– los estribos.



El estallido sin rumbo ni esqueleto tiene sobrados promotores en el bando de la antipatria como para ayudarles desde el lado del activismo opositor. El camino para reconstruir el país es el de la concientización y la organización ciudadanas y generalmente resulta largo y fatigoso. Pero ya sea que se pretenda convocar a un paro general, a la desobediencia civil generalizada o a ganar y defender una elección, ha de empezarse por ahí. Ante los empeños por imponer la barbarie y la zozobra desde la cúpula de las instituciones, la sociedad tiene ante sí el desafío de defender la civilización.

Dato y comentario


1. “En una ocasión, Carlos Lineo nombró una especie de la familia de las leguminosas como Clitoria Mariana, que en latín significa «clítoris de la Virgen María», y eso le generó un conflicto con la iglesia católica; se dice que hasta lo excomulgaron”.

Ricardo García, director del Jardín Botánico Nacional de Santo Domingo.

Clitoria Mariana

2. “El clitoris de la Virgen María debe saber igual de delicioso que estas gomitas de Tepoztlán.”

Del TL de Giovanni

12.12.13

Siembra de guerra


Martes 10 de diciembre de 2013: 95 senadores sembraron en el futuro de los mexicanos la maldición de una guerra. Al abrir de par en par las puertas legales para que las corporaciones transnacionales se apoderen de los hidrocarburos, la electricidad y los yacimientos mineros del país, los legisladores sentaron las bases para un completo dominio extranjero sobre el territorio nacional que hará inevitable un nuevo proceso de independencia. Es cierto que falta aún que la Cámara de Diputados y los congresos locales aprueben esta claudicación constitucional. Si lo hacen, México tendrá que librar una guerra para sacudirse el yugo que puede prefigurarse desde ahora.

Los capitales invertidos en la industria energética internacional son insaciables y bestiales. En los países en los que operan no dudan, cuando sus intereses se ven amenazados, en recurrir al soborno, a la intromisión política, al asesinato, a la desestabilización y a la invasión militar. Para eso controlan los gobiernos de potencias militares mundiales como Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. Esta vocación de violencia, así como el principio general de que la guerra es la continuación de la política y de la economía, no son entelequias de principios del siglo pasado: hace apenas una década Irak fue arrasado para secuestrar su producción de crudo y unos años antes fue invadido Afganistán para controlar los oleoductos que lo atraviesan.

Si se consuma la entrega en curso no va a pasar mucho tiempo antes de que los buitres de los hidrocarburos estén extrayendo y comercializando el petróleo mexicano y dejando en el país, a cambio, desigualdad, miseria, sobreexplotación, descomposición institucional, contaminación y mierda. Incluso para una población tan paciente como la que somos, el expolio estructural y legalizado se volverá tan transparente e intolerable que la llevará a una protesta generalizada sin vías de solución: para entonces el gobierno nacional será tan débil y dependiente que, así tuviera voluntad para representar y encauzar el descontento, no tendrá posibilidades legales ni políticas para ello; con o sin él, se volverán inevitables la revuelta y la resistencia armada contra los ocupantes del país.

En 1938 el Estado mexicano no sólo tuvo la fortuna de estar encabezado por un ciudadano honesto, inteligente y patriota: contó también con una circunstancia internacional excepcional y casi irrepetible que dio el margen necesario para que pudiera realizarse una expropiación legal y pacífica que tuvo, pese a todo, una culminación feliz: para evitar males mayores, el país se avino a pagar, con la cooperación solidaria del pueblo pobre, la extorsión que las empresas petroleras expropiadas cobraron para no desatar una guerra contra México. El episodio fue cantado así por Cástulo Prado en su “Corrido del petróleo”:

Lazaro Cardenas dice,
sereno y despreocupado:
“Al transcurso de diez años
todo quedará pagado.

Tengo un pueblo mexicano
que no me queda ni duda;
desde el más niño al más viejo,
todos me ofrecen su ayuda.

En la mujer mexicana
hay patriotismo y orgullo:
se deshace de sus joyas
para ofrecerlas al cuño.”

Pero ya no habrá una próxima oportunidad para que ese pueblo vuelva a pagar por recuperar lo que es suyo. Si las corporaciones energéticas internacionales, insaciables y bestiales, regresan a sentar sus reales en nuestro territorio, no habrá vía legal y pacífica para sacarlas porque para entonces su dominio de la vida política y jurídica será total y tendrán de su lado –como ahora– a los páneles internacionales de resolución de diferendos. Para evitar a cualquier afectación de sus intereses intentarán hundir a los mexicanos de entonces en una guerra civil y, si no lo consiguen, llamarán a sus brazos armados –es decir, los ejércitos de las potencias militares occidentales– a ocupar el país.

Es imposible saber cuándo tendrá lugar esta segunda independencia. Puede ocurrir en unos pocos años o en décadas. Quién sabe si sigan vivos para entonces los senadores que votaron por la entrega de los recursos naturales mexicanos al extranjero, si algunos de ellos llegarán a ver las consecuencias atroces y sangrientas de lo que hicieron el martes pasado. En caso afirmativo, es posible incluso que uno o dos de ellos recapaciten, pidan perdón y se sumen a la causa de la recuperación del sector energético nacional, de la soberanía y de la libertad nacional. Hoy por hoy son personas que piensan en la consumación de sus próximos negocios; o en una senda de jaloneos y transacciones para llegar más lejos en sus respectivas carreras políticas; o en recibir un jugoso reconocimiento de manos del ensoberbecido patán que despacha en Los Pinos; o en festejar la consumación de la utopía horrenda con la que han soñado, acaso por convicción, desde siempre: instaurar la ley de la jungla del mercado libérrimo como modelo de civilización. No creo, en todo caso, que haya entre ellos alguno tan perverso como para estar plenamente consciente de la tragedia por la que han encaminado al país.

Mucha sangre se invirtió ya en el pasado para hacer de México un país soberano e independiente y de pronto llegan estos señoritos a levantar el dedo por consigna –o hasta por convicción equivocada– y en unas horas echan por tierra lo que se había conseguido en siglos. Si llegas a toparte con uno de ellos, tómate la molestia de explicarle las consecuencias y las implicaciones de su acción del martes. No es tan difícil ni improbable: son casi un centenar, sus caras están en la página web del Senado de la República y sus nombres son los siguientes:

Roberto Armando Albores (Chiapas), Daniel Amador Gaxiola (Sinaloa), Humberto Domingo Mayans Canabal (Tabasco), Ricardo Barroso Agramont (Baja California Sur), Enrique Burgos García (Querétaro), Jesús Casillas Romero (Jalisco), Manuel Cavazos Lerma (Tamaulipas), Raúl Cervantes Andrade (Lista Nacional), Miguel Ángel Chico Herrera (Guanajuato), Manuel Humberto Cota Jiménez (Nayarit), Omar Fayad Meneses (Hidalgo), Braulio Manuel Fernández Aguirre (Coahuila), Emilio Gamboa Patrón (Lista Nacional), Ernesto Gándara Camou (Sonora), Félix Arturo González Canto (Quintana Roo), Isaías González Cuevas (Baja California Sur), Ismael Hernández Deras (Durango), Aarón Irizar López (Sinaloa), René Juárez Cisneros (Guerrero), Patricio Martínez García (Chihuahua), Armando Neyra Chávez (Lista Nacional), José Ascención Orihuela Bárcenas (Michoacán), David Penchyna Grub (Hidalgo), Eviel Pérez Magaña (Oaxaca), Raúl Aarón Pozos Lanz (Campeche), Carlos Romero Deschamps (Lista Nacional), Miguel Romo Medina (Aguascalientes), Óscar Román Rosas González (Campeche), Gerardo Sánchez García (Lista Nacional), Alejandro Tello Cristerna (Zacatecas), Teófilo Torres Corzo (San Luis Potosí), Héctor Yunes Landa (Veracruz), José Francisco Yunes Zorrilla (Veracruz), Blanca María del Socorro Alcalá Ruiz (Puebla), Ivonne Liliana Álvarez García (Nuevo León), Angélica del Rosario Araujo Lara (Yucatán), María Cristina Díaz Salázar (Lista Nacional), Hilda Esthela Flores Escalera (Lista Nacional), Margarita Flores Sánchez (Nayarit), Norma Alicia Galindo Matías (Colima), Diva Hadamira Gastelum Bajo (Lista Nacional), Arely Gómez González (Lista Nacional), Marcela Guerra Castillo (Nuevo León), Lisbeth Hernández Lecona (Morelos), Juana Leticia Herrera (Durango), Ana Lilia Herrera (México), María Verónica Martínez Espinoza (Jalisco), Lilia Guadalupe Merodio Reza (Chihuahua), Graciela Ortiz González (Lista Nacional), Claudia Artemiza Pavlovich Arellano (Sonora), María del Rocío Pineda Gochi (Michoacán), Mely Romero Celis (Colima), María Lucero Saldaña Pérez (Puebla), José Rosas Aispuro Torres (Durango), Daniel Gabriel Ávila Ruiz (Yucatán), Jorge Luis Preciado Rodríguez (Colima), José María Martínez Martínez (Jalisco), Fernando Herrera Ávila (Aguascalientes), Luisa María Calderón Hinojosa (Lista Nacional), Luis Fernando Salazar Fernández (Coahuila), Fernando Torres Graciano (Guanajuato), Sonia Mendoza Díaz (San Luis Potosí), Silvia Guadalupe Garza Galván (Coahuila), Salvador Vega Casillas (Lista Nacional), Francisco Búrquez Valenzuela (Sonora), Marcela Torres Peimbert (Querétaro), María del Pilar Ortega Martínez (Lista Nacional), Ernesto Cordero Arroyo (Lista Nacional), Juan Carlos Romero Hicks (Guanajuato), Francisco Domínguez Servién (Querétaro), Francisco García Cabeza de Vaca (Tamaulipas), Roberto Gil Zuarth (Lista Nacional), Héctor Larios Córdova (Lista Nacional), Jorge Luis Lavalle Maury (Campeche), Francisco Salvador López Brito (Sinaloa), Javier Lozano Alarcón (Puebla), Carlos Mendoza Davis (Baja Califonia Sur), Martín Orozco Sandoval (Aguascalientes), César Octavio Pedroza Gaitán (San Luis Potosí), Laura Angélica Rojas Hernández (Lista Nacional), Fernando Yunes Márquez (Veracruz), Maki Esther Ortiz Domínguez (Tamaulipas), Adriana Dávila Fernández (Tlaxcala), Rosa Adriana Díaz Lizama (Yucatán), Mariana Gómez del Campo Gurza (Lista Nacional), Sonia Mendoza Díaz (San Luis Potosí), Gabriela Cuevas (Lista Nacional), Raúl Gracia Guzmán (Nuevo León), Víctor Hermosillo y Celada (Baja California), Pablo Escudero Morales (Distrito Federal), Juan Gerardo Flores Ramírez (Lista Nacional), Jorge Emilio González Martínez (Quintana Roo), Luis Armando Melgar Bravo (Chiapas), Carlos Alberto Puente Salas (Zacatecas), Ninfa Salinas Sada (Lista Nacional) y María Elena Barrera Tapia (Estado de México).

2.12.13

La Llorona Asesinada


Arreglos musicales: Zanardys

Ser mujer es un delito, Llorona
con sanción bien definida:
te agarran cuatro canallas, Llorona,
y te arrebatan la vida.

Desde la frontera norte, Llorona,
hasta la frontera sur,
hay un reguero de huesos, Llorona
que alguna vez fueron tú.

Ay de mi Llorona,
Llorona descuartizada.
Hoy muchos miles de nombres, Llorona,
se juntan en tu mirada.

Serán los hombres del narco, Llorona,
será el marido celoso,
será el sistema completo, Llorona,
el que te entierra en un foso.

No hay vigilancia ninguna, Llorona,
que cuide tu integridad,
no hay ministerios ni jueces, Llorona,
que castiguen la maldad.

Ay de mi Llorona,
alumna con su mochila,
artista o ama de casa, Llorona,
empleada de la maquila.

Desde que tienes seis años, Llorona,
hasta que te vuelves vieja,
el riesgo de que te maten, Llorona,
ni te olvida ni te deja.

Dicen que por ser mujer, ay, Llorona,
por ser joven y bonita,
tienen derecho a tirarte, Llorona,
en una loma maldita.

Ay de mi Llorona,
mi niñita mexiquense,
te fuiste para la escuela, Llorona,
y te encontré en el forense.

Quieren matarte de noche, Llorona,
quieren matarte de día.
Te matan los delincuentes, Llorona,
te mata la policía.

Por los caminos del campo, Llorona,
y también en la ciudad,
siempre acaban tus verdugos, Llorona
cubiertos de impunidad.

Ay de mi Llorona, Llorona,
cuándo tendré la noticia
que ante los feminicidios, Llorona,
se empiece a aplicar justicia.


Estrenada el 1 de diciembre de 2013 en el Zócalo de la Ciudad de México

30.11.13

Del frío que no hacía


¿Era realmente un frío pavoroso?

–No sé, pero temblando me pedías
te hiciera un hueco en las cobijas mías
en un plan solidario y amistoso.

Sería que Cupido es hacendoso
o que se nos prendieron las bujías,
lo cierto es que el calor que pretendías
lúbrico fue de pronto, y amoroso.

Hoy me pregunto, candidez aparte,
en medio de aquel clima tan impío
cómo te fue tan fácil desnudarte.

Evoco esos momentos y me río
pues aunque tú no quieras acordarte,
en realidad no hacía tanto frío.

26.11.13

Feminicidios



Aunque el fenómeno empezó en el salinato, fue en los primeros años del desgobierno de Zedillo cuando la opinión pública tuvo la primera oportunidad de escandalizarse por la estadística acumulada de feminicidios en Ciudad Juárez. Han transcurrido más de 20 años desde los hallazgos sucesivos de los cuerpos de Alma Chavira Farel, Gladys Janeth Fierro, María Rocío Cordero y otras nunca identificadas: bárbaramente golpeadas, violadas, lesionadas, estranguladas. Una década después las organizaciones de familiares calculaban que los feminicidios en la urbe fronteriza habían sobrepasado los 300. Para el año pasado la cifra se estimaba en más de 700.

Por el palacio de gobierno de Chihuahua han pasado Francisco Barrio Terrazas, Patricio Martínez García, José Reyes Baeza y César Duarte Jáquez. En Los Pinos han calentado el asiento, además de Salinas y Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, y decenas de procuradores estatales y federales han tenido en sus escritorios los expedientes de las asesinadas. Además de las policías municipal y estatal han participado en las pesquisas la General de la República y hasta la estadunidense FBI.

Los feminicidios de Ciudad Juárez fueron explicados, en un principio, com obra de un asesino serial. Luego, a punta de torturas, las corporaciones policiales obligaron a unos pobres infelices a declararse culpables de los crímenes, pero éstos siguieron ocurriendo. Se habló de rituales satánicos, de tráfico de órganos, de fiestas de narcos servidas con carne humana desechable, de la supuesta producción de películas snuff, de un machismo inveterado y exacerbado. Desde 1998 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer han emitido varias condenas contra el Estado mexicano por su tolerancia ante los feminicidios, por la indolencia y el desaseo de las investigaciones, por abdicar a su responsabilidad de garantizar la seguridad de las mujeres y por discriminación de género. Sobre los asesinatos se han producido decenas de documentales, se han montado performances y obras de teatro, se han escrito docenas de libros.

Y nada. El fenómeno no sólo no se ha frenado, sino que se ha extendido a otras ciudades y a otros estados. En el tiempo transcurrido han sido asesinadas madres y familiares de las primeras víctimas, así como activistas que denunciaban los feminicidios. Ayer, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer encontró al país sumido en un pantano de impunidad generalizada –del que buena parte corresponde a los feminicidios sin resolver– y en una inseguridad persistente –a pesar de la sordina decretada por el peñato–, en la que las mujeres resultan especialmente vulnerables. La máxima expresión de la violencia contra las mujeres es el asesinato y cada día 6.4 mujeres son víctimas de este delito en el país; más de 30 mil asesinadas desde 1993 (Violencia feminicida en México, 2012), y en no pocas de esas muertes el género de las víctimas desempeñó un papel central.

Pero el machismo y la misoginia son muy anteriores a la actual epidemia de feminicidios y no pueden, en consecuencia, explicarla por sí mismos, como no lo explican, en forma aislada, la guerra de Calderón, el auge del narco, el tráfico de órganos, los rituales satánicos o los asesinos seriales más o menos fabricados. La clave está más bien en otra parte: en el dato de que se hizo justicia sólo en 3 por ciento de los casos de mujeres asesinadas.

Formulado de otra manera: ¿por qué hay tantos feminicidios en México? Pues porque, independientemente de la motivación inmediata del verdugo –macho celoso, criminal en busca de entretenimiento perverso, explotador sexual–, es posible cometerlos con 97 por ciento de probabilidades de impunidad. Si dejas de pagarle 100 pesos a un banco seguramente acabarás embargado o en la cárcel. Pero si matas a una mujer lo más probable es que no te pase nada.

Hace más de dos décadas el fenómeno se disparó en la inminencia de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio y en el escenario preciso de los explotaderos fronterizos de la maquila, un entorno social caracterizado por la extrema indefensión de las mujeres: muchas de ellas, migrantes internas, madres solteras, trabajadoras sin sindicato. Fue la primera consecuencia del proceso de devaluación de la población que implicaba la inserción neoliberal de México en la economía globalizada: había que abaratar a la gente porque era, junto con el petróleo y las drogas, la principal mercancía de exportación; había que ser competitivos en los mercados internacionales. Y en términos de salario, de derechos, de relevancia social, las mujeres eran el sector más barato de la población y uno de los más devaluados en razón de una cultura ancestralmente misógina. En realidad, los feminicidios de Ciudad Juárez prefiguraron y anunciaron lo que vendría después: la pérdida generalizada de valor de la vida humana.

21.11.13

Fechas agitadas


Qué días tan intensos. El norte de Mesopotamia, la remota Jiangsu, en China, el Heraclión cretense, el Firuzabad persa y el puerto de Valparaíso, están arrasados por los sismos grandes de la víspera, en tanto que extensas zonas de Frisia, Groningia y Holanda permanecen bajo las aguas de la marejada que rebasó las dunas costeras. Con los brazos amputados por unos atacantes anónimos, Luis de Valois agoniza en París y El Almirante Colón y sus hermanos han llegado ya a Cádiz, cargados de grilletes, enviados desde las Indias por el ingrato Francisco de Bobadilla. El negro Zumbi dos Palmares, cacique de los cimarrones en el quilombo del mismo nombre, ¡ay!, fue ejectuado en Brasil.

Pero no todas son malas noticias: ayer mismo, en Valencia, salió a la luz Tirant lo Blanc, una novela a la que se augura buen éxito en librerías, por ser la primera en lengua catalana, en tanto que la Corona hubo de promulgar las Leyes Nuevas, inspiradas por el sedicioso Bartolomé de las Casas, y las fuerzas patrióticas argentinas derrotaron a los invasores ingleses y franceses a orillas del Paraná.

Aparte de los terremotos naturales hay que contar con los sociales: en México ha tenido un enorme eco el llamado a la insurrección lanzado ayer a los mexicanos por Francisco Ygnacio Madero desde su exilio en Estados Unidos. Propone, el coahuilense, el establecimiento de una verdadera democracia, un gobierno probo y un reparto agrario que alivie la condición exasperante de los campesinos de su país. Se dice que en el inmenso norte mexicano, e incluso en el sur inmediato a la ciudad capital, algunos caudillos preparan ya contingentes para enfrentarse con las armas a las fuerzas del gobierno. Cuatro años después, pero también ayer, y ya en plena convulsión de la segunda parte de la Revolución Mexicana nació en Santiago Papasquiaro, Durango, un niño que habrá de volverse participante en luchas posteriores y escritor agudo: José Revueltas.

Otras cosas buenas de entre las noticias de ayer, tal como las reflejan los periódicos hoy: en Núremberg han comenzado los juicios contra algunos de los jerarcas nazis que sobrevivieron a la caída del tercer Reich y que fueron capturados en días y meses siguientes; en la capital mexicana, con los polvos de la Revolución ya asentados dese hace décadas, se inauguró el Estadio Olímpico Universitario, en tanto que la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos de los Niños. Signo de los tiempos vertiginosos que corren, el piloto estadunidense Scott Crossfield, a bordo de un Douglas D-558-2 Skyrocket, voló a una velocidad nunca antes alcanzada por un ser humano: Mach 2, es decir, dos veces la velocidad del sonido.

Por otra parte, hoy nos desayunamos con el infinito alivio de saber que la tensa situación en el Caribe parece llegar a su fin, luego de que el gobierno de Washington se comprometió a no emprender nunca más ataques militares contra Cuba, en tanto que Moscú accedió a retirar los espárragos nucleares que había desplegado en la isla. Por desgracia, páginas más adelante, vimos con horror las fotos de la masacre de My Lai, perpetrada en el lejano Vietnam por los invasores estadunidenses: cientos de civiles, mujeres y niños entre ellos, fueron asesinados por tropas al mando del gobierno que ya encabeza –desde hace cosa de un año– el republicano Richard Nixon.

Preocupan las noticias llegadas de España: el anarquista Buenaventura Durruti ha sido asesinado en Madrid sin que se sepa a ciencia cierta –tal vez nunca se sepa– si los autores de su muerte son agentes de Stalin o sublevados fascistas. Sin relación directa con lo anterior, en Alicante fue fusilado el sublevado José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange e hijo primogénito del dictador Miguel de los mismos apellidos. Se teme que con su ausencia el cabecilla de la subversión contra la República, Francisco Franco, pueda ejercer un poder sin contrapesos.

Ayer pasaron tantas cosas. Pero habría que hablar también de las que ocurrieron hoy, 21 de noviembre, desde la culminación de los trabajos reconstructivos del Templo de Jerusalén por Judas Macabeo, hasta la pavorosa explosión que se ha cobrado la vida de un centenar de mineros en la provincia china de Heilongjiang. En todas las latitudes y logitudes la minería sigue siendo, como desde hace siglos, un trueque de oro por muerte, de riqueza por miseria, de lujo y bonanza sin límites por hambre y peligro también ilimitados.

En el ínterin, Tiflis cayó en manos del mongol Tamerlán, conquistador de ocho millones de kilómetros cuadrados de tierras euroasiáticas; tras exterminar a sesenta mil chinos, las tropas japonesas entraron en Port Arthur, en Manchuria; muy lejos de allí, en el mar Egeo, la nave hermana del Titanic, el HMHS Britannic, se hundió como consecuencia de la explosión de un objeto no identificado que se encontraba a bordo.

Otro hecho terrible de esta jornada: 18 agentes provocadores ingleses fueron ejecutados por los republicanos en Irlanda. En venganza, la policía de Londres perpetró una masacre en el estadio Croke Park, en Dublin, que se hallaba a reventar por el partido de futbol entre el equipo local y el Tipperary. Jugadores y espectadores fueron atacados con ametralladoras, tanto desde el aire como desde tierra, con un saldo de 14 muertos y 65 heridos; entre los primeros, niños de 10 y 11 años.

Pero no todo es oscuro. Esta mañana se estableció, entre la Universidad de California en Los Ángeles y la Universidad de Stanford, el primer enlace de ARPANET, una red de orígenes militares que, si todo marcha bien, habrá de transformarse, en cosa de tres lustros, en Internet.

Esta tarde terminó en Roma la tercera sesión del esperanzador Concilio Vaticano II. No dejemos pasar la fecha sin recordar que hoy en París nació el más pequeño de los cinco hijos del matrimonio formado por François Arouet y Marie Marguerite d’Aumary. Se espera que el niño, bautizado François Marie, tenga un futuro brillante en la filosofía y en las letras y que sea capaz de ejercer una influencia benéfica en sus contemporáneos y sucesores. Así sea, para ahorrarle al mundo un poco de la espesa solemnidad que lo asfixia desde hace milenios.

Es cierto que, si se compara con los sucesos de la víspera, el de hoy fue un día relativamente tranquilo en medio de estas jornadas tormentosas. Y lo que falta: mañana, por ejemplo, los poderes fácticos que realmente gobiernan en Estados Unidos le volarán la tapa de los sesos al presidente Kennedy.

14.11.13

Parecía un hombre bueno



Por el amor de Dios, Barack Obama: qué ha hecho usted con su presidencia. Qué ha hecho de su propia persona. Se acaban de cumplir cinco años de su primer triunfo en una elección presidencial y usted no es ni la sombra del que decía ser. Más bien parece usted una copia disminuida y acotada de su antecesor: belicoso, autoritario, irracional, resentido, consagrado a servir a los intereses de las corporaciones más innobles, servil con los poderosos e intolerante con quienes piensan distinto.

Las fuerzas armadas que usted comanda han matado, “por accidente”, a miles de civiles. La pena de muerte en su país sigue engordando los cementerios sin que usted diga una palabra. El Departamento de Estado mantiene su política de siemprede hostigar a países independientes y soberanos por el simple hecho de serlo. Se enorgullece usted de ejecuciones extrajudiciales en naciones remotas tal y como lo hacá George Walker. Las corporaciones, en su país, siguen ganando poder e influencia en detrimento de los ciudadanos. Vamos, que a un lustro de distancia usted no ha podido ni querido cumplir con la más fácil de sus promesas de campaña: cerrar los morideros de Guantánamo.

Y qué decir de ese berrinche reciente suyo de bombardear Siria con un pretexto casi tan mal construido como aquellas imaginarias “armas de destrucción masiva” usadas por Bush para destruir Irak.

Sólo que esta vez no había ni siquiera fotos producidas en los estudios Disney que aportaran una coartada mínima a la agresión. Vamos, que ni la poderosísima y metiche Agencia Nacional de Seguridad (NSA) fue capaz de aportarle a usted el menor rastro de indicio sobre la responsabilidad de El Assad en la fumigación criminal de civiles que tuvo lugar hace unas semanas.

“Guerra humanitaria”, decía usted. ¿Se imagina usted, señor Obama, que una coalición de naciones bombardeara Estados Unidos con el propósito de disuadir a las instituciones de su país de los constantes asesinatos perpetrados mediante inyecciones letales? Lo cierto es que, de no haber sido por la intervención oportuna del gobierno ruso, a estas horas usted se encontraría hundido hasta el cuello en el lodo sangriento de una nueva incursión imperial. Me felicito porque no haya sido así. Independientemente de las motivaciones reales de usted, del señor Putin y de los bandos sirios que se destrozan mutuamente, la guerra no ha empeorado, y en los tiempos convulsos e inciertos que corren eso ya es un gran logro. Enhorabuena.

Gracias a las revelaciones de Edward Snowden hemos podido enterarnos, en meses recientes, de la dimensión planetaria del voyeurismo oficial estadunidense. Ustedes se han arrogado el derecho de espiarme a mí, de espiar a las compañeras de escuela de mi hija, de espiar a los viejos jubilados de Florida, a los jóvenes negros de Atlanta, a las empresas brasileñas y a los dentistas de París, por mencionar sólo algunos ejemplos, con el pretexto de velar por la seguridad nacional de Estados Unidos. Y usted sabe perfectamente, señor Obama, que ese argumento es una tomadura de pelo, porque ninguno de los de la lista, ni el rsto de las víctimas de la intrusión, representan amenaza alguna para la paz y la seguridad del gobierno que usted encabeza. Por eso, en el mundo crece la sospecha de que su gobierno emplea toda esa masa de datos obtenidos en forma delictiva no para neutralizar a tres terroristas musulmanes sino para chantajear a autoridades extranjeras, colocar a corporaciones no estadunidenses en situación de desventaja comercial y tecnológica y medrar, en general, con información confidencial para perpeetuar la supremacía de Estados Unidos en diversos terrenos.

Ahí tiene, por ejemplo, el caso del político mexiquense que desgobierna en mi país. ¿De veras considera usted que el pobre Peña Nieto y su entorno podrían estar incubando planes terroristas contra Estados Unidos? Es inconcebible y disparatado, ¿verdad? ¿Por qué razón, entonces, su gobierno se tomó la molestia de infiltrar la red de telecomunicaciones del priísta y de extraer de ella algo así como 85 mil mensajes de texto confidenciales? ¿Qué encontraron en ellos, señor Obama? ¿No habrá, de casualidad, alguna relación entre el contenido de esa información y la sumisión con la que Peña se comporta hacia Washington?

Mire lo endeble de los argumentos oficiales estadunidenses: la clase política que usted representa mantiene un bloqueo injustificable contra Cuba, con el pretexto de que el gobierno de ese país “no es democrático”. ¿Qué cosa es la democracia, señor Obama? ¿El gobierno sumiso al pueblo o el gobierno sumiso a los cabilderos de las corporaciones? ¿La autoridad electa por mayorías? Cualquiera que sea la definición, la condición democrática de la institucionalidad estadunidense es cuestionable, por decir poco. Bush junior perdió las elecciones de 2000 pero ustedes, los demócratas, se callaron la boca para no agitar las aguas, y toleraron el fraude. Según las cifras oficiales, para colmo, quien obtuvo la mayoría de votos en esa ocasión fue Al Gore, pero para ustedes el voto popular no significa nada. Eso es tan democrático como los procesos electorales que organizaba Saddam Hussein en sus tiempos de gloria.

El Departamento de Estado invierte una suma desconocida de recursos públicos en propagar –de manera directa o a través de organizaciones fachada– supuestas violaciones a la libertad de expresión en países como Venezuela y Ecuador. Al mismo tiempo, ustedes someten a Chelsea Manning a un juicio político amañado por haber revelado al mundo los crímenes de guerra perpetrados por las tropas estadunidenses en Irak y Afganistán, mantienen un acoso injustificable e hipócrita (porque lo hacen por medio de los gobiernos de Inglaterra y Suecia) contra Julian Assange, cuya organización hizo posible la difusión de esa información, y acusan de espía a Edward Snowden, quien permitió confirmar que los espías universales son ustedes.

¿Con qué cara condenan la posesión de armas de destrucción masiva? ¿Con que cara acusan de antidemocráticos a otros gobiernos? ¿Con qué cara les reprochan violaciones a los derechos humanos?

Usted ya lo sabe ( y además este texto está en manos de sus analistas de inteligencia desde mucho antes de que llegue a ser impreso), pero se lo diré: con la sonrisa de los misiles, con el ceño fruncido de los drones, con la mueca de las bombas “inteligentes”, con el rictus de los virus informáticos hostiles. En otros términos, señor Obama, el gobierno que usted encabeza, y usted mismo, no tienen más razón que la fuerza militar, más superioridad ética que el músculo comercial, ni más argumentos que la posesión de datos confidenciales de enemigos y de “amigos” bajo cuerda. Y como lo sabe perfectamente, concluyo que usted está más preso en la Casa Blanca que Manning en la base militar en la que cumple su condena y más atado al salón oval que Julian Assange a la embajada ecuatoriana en Londres.

Por ese tremendo fracaso personal, moral y político, señor  Barack Hussein Obama, le doy mi más sentido pésame. Parecía usted un hombre bueno.




7.11.13

La perdición de los hombres


En el carro de los muertos
una petenera vi.
Llevaba el brazo de fuera,
niña de mi corazón,
por eso la conocí.

La métrica, los patrones melódicos (aunque no la melodía), la melancolía y la ambigua execración de una mujer que lo mismo puede ser “mala” que “honrada”, pero que casi siempre es “la perdición de los hombres”. Ahí tienen a ese personaje que vive en ambas orillas del Atlántico, que hace escalas en el Caribe y que ha dado de qué hablar (o, mas bien, de qué cantar) a andaluces, huastecos, jarochos, guerrerenses, oaxaqueños... La Petenera, qué curiosidad. ¿Quién inspiró tantas canciones?

Leyendas hay para llenar la panza de un galeón. La más célebre y elaborada es que fue una chava guapa llamada Dolores que habitaba en una choza en la Pasadilla de Jiménez y que luego vivió en Paterna de la Ribera (Cádiz), en el Callejón de los Ahorcados, no lejos del Pozo de Medina. Allí acudía por agua y su sola presencia rompía corazones. “Entre los que a mediados del este siglo cantaban no para divertir sus penas, sino para buscar la vida... en tertulias, taberneras y cafés figuraba, con muy bien gana do derecho, la Petenera, de cuyo nombre de pila no se ha conservado memoria. Había nacido en Paterna de la Rivera (provincia de Cádiz), cantaba como los propios ángeles a decir de los aficionados, y la llamaban la Petenera, porque de paternera dicen los andaluces petehenera (algo aspirada la hache) y de petehenera a petenera va un paso corto que mis paisanos salvan muy fácilmente” (Rodríguez Marín, Las chilindradas, 1906). El folcolorista Antonio Machado Álvarez, conocido como Demófilo (1848-1893) y padre de los poetas Manuel y Antonio Machado, oyó decir al célebre Juanelo que él mismo había conocido a la cantaora y que tenía voz de ángel.

Otras versiones la suponen malagueña e incluso hay una que dice que nació en La Habana, acaso sin más fundamento que una copla:

En La Habana nací yo
debajo de una palmera
allí me echaron al agua
cantando La Petenera.

Una versión disparatada, sin más base que la hominimia del gentilicio, supone que el personaje era oriundo del Petén, departamento del norte de Guatemala. A mayor abundamiento sobre el posible origen indiano del genero –no de la persona–, Arturo Warman asegura haber encontrado la petenera en los programas del Teatro Coliseo de México ya en 1803, aunque Guillermo Prieto sostenía que “mantas y peteneras habrían llegado a México con una chunga de andaluces”. Romualdo Molina y Miguel Espin dicen que las peteneras tienen acento y voz cubanos, y estructura y literatura peninsulares y dieciochescos. En efecto, “el compás de las peteneras es común al punto cubano y a las guajiras”, se apunta en un sitio web dedicado a la historia del flamenco. En una quinteta de rimas consonantes parece quedar plasmado el reconocimiento americano de la extranjería original de la canción:

En una lancha viajera,
cruzando la mar azul,
llegó de tierra extranjera,
conservando en un baúl
su cantar, la Petenera.

En todo caso, La Petenera parece divertirse jugando pingo pong entre ambas orillas del Atlántico, como lo denotan algunas interpretaciones españolas con letras de matriz americana o historias de la América contadas por indianos.

“Aunque muy extendida entre artistas y aficionados, (la tesis del origen paternero de la canción) está actualmente descartada por los estudiosos de la historia del flamenco”, se contrapuntea en otro, en el que se aporta: “Existe una línea de opinión que establece una tesis judaica de su origen, remontándolo a un tiempo anterior al siglo XV, en que se expulsó a los judíos que, parece ser, ya hacían la petenera. Según Hipólito Rossy y Ángel Álvarez Caballero, los judíos sefarditas que emigraron de la península tras la expulsión, y que llegaron a los Balcanes, cantan peteneras de melodía popular como la nuestra y en español, luego tuvieron que conocerla antes de la expulsión de 1492.” Para reforzar el argumento, se menciona que una de las coplas frecuentes de las peteneras peninsulares (esté presente en la versión que grabó la venezolana Soledad Bravo para el álbum Canciones de España) reza:

¿Donde vas bella judía,
tan compuesta y a deshora?
Voy en busca de Rebeco
que estará en la sinagoga.

Un dato cierto: fue Medina el Viejo (José Rodríguez Concepción) quien, a fines del XIX, codificó el género en su vertiente flamenca, y que de él lo tomó la celebérrima Niña de los Peines (Pastora María Pavón). Con ella, o poco después, vendrían las interpetaciones de Antonio Chacón, Pepe el de la Matrona, Naranjito de Triana, Rafael Romero, Fosforito, José Menese y Camarón. “Hay dos estilos fundamentales: la antigua y la moderna, y ésta, a su vez, diferenciada en corta (o chica) y larga (o grande). Lo normal es que las peteneras cortas tengan 7 tercios, aunque Pepe de la Matrona las hace de 9 y 8 según repita más o menos ciertas frases musicales. Sin embargo, en la petenera de la Niña de los Peines y de Chacón, se observa el uso de la quintilla y ritmo libre, salvo a partir del 7º compás que se torna de amalgama: 6x8 y 3x4, teniendo 9 tercios”.

Entre la gente gitana La Petenera tiene fama de acercar malos agüeros a quien la canta. “Tiene mal fario”, reza el murmullo popular, desmentido por la profusión de grabaciones. Naranjito de Triana –cuenta  Jesús Cuesta Arana– me confió, a la vera de la Giralda, que los malos prejuicios o el yuyu de la Petenera son por su difícil interpretación; hay que tener mucho poderío y registro en la voz y muchas variaciones tonales. Hay muy poquita gente que sepan cantar por peteneras de verdad”. En la Huasteca y el Sotavento la dificultad se formula de la siguiente manera:

La Petenera, señores,
no hay quien la sepa cantar;
sólo los marineritos
que navegan por la mar.

La tesis que mejor me acomoda es que la canción nace entre las plañideras de los velorios, lo que explicaría el jugo trágico y sin esperanza que rezuma en casi todas sus coplas y en todas las latitudes donde viven peteneras. Es significativo que, independientemente de sus orígenes, en este lado del Atlántico La Petenera se viste con ritmos más animados que la “entonación mayestática, de matices inconfundiblemente litúrgicos” y los tonos musicales sombríos y desgarrados que exhibe en Andalucía, se adorna con coplas históricas y hasta pícaras, pero conserva, en lo fundamental, los temas tristes y sórdidos, hermanados con la muerte trágica, el amor mutilado, la vida desgarrada por su propio sinsentido. Los pregones “madre de mi corazón” o “alma de mi corazón”, (intercalados en cuartetas que son convertidas en quintetas o sextetas por la repetición de dos versos), son remplazados por “ay, solita, ay, soledad” (en las peteneras veracruzanas) o por “ay, la, la la” (en el caso de las huastecas).

De este lado del mar, por lo demás, la pobre Petenera sigue siendo “una mala mujer”, “perdición de los hombres” y de salir de noche y volver en la madrugada” o, incluso, “en la mañanita”. Ello no impide que, cada vez que fallece, grandes multitudes sigan su cortejo fúnebre:

La Petenera se ha muerto,
ya la llevan a enterrar
y no cabe por las calles
la gente que va detrás.

¿Es La Petenera una devoradora, una arruinadora de hombres? Puede ser. Prefiero pensar que se trata, simplemente, de una metáfora de la vida, que es difícil de cantar, esquiva y conflictiva, fatal por necesidad, bonita pero temible y, sobre todo, muy llorada cuando se termina.

Ya sea gaditana o malagueña, son de tarima de Tixtla (Guerrero), son veracruzano o huasteco, canto oaxaqueño de San Pedro Huamelula, poema lorquiano, composición contemporánea de Javier Álvarez o rola tocada por Inti Illimani con acentos andinos, a La Petenera le viene bien lo que dice  Cuesta Arana, que es música “para entonar una leyenda de amores turbulentos y navajas afiladas, tan a modo en la época de gente del bronce, una estela negra de romanticismo tardío, facundo, pasional y alunarado”.



4.11.13

Dos de Marvin Harris


“[En India] el ganado vacuno es útil como tracción, leche y cuero [y su excremento es usado como] combustible, fertilizante y recubrimiento del suelo (…) El amor a las vacas con sus símbolos y doctrinas sagrados protege al agricultor contra cálculos que sólo son 'racionales' a corto plazo. A los expertos occidentales les parece que 'el agricultor indio prefiere morirse de hambre antes que comerse su vaca'. A esta clase de expertos les gusta hablar de la 'mentalidad oriental inescrutable' y piensa que 'las masas asiáticas no aman tanto la vida'. No comprenden que el agricultor preferiría comer su vaca antes que morir, pero que moriría de hambre si lo hace”.




“... La Biblia y el Corán condenaron al cerdo porque su cría era una amenaza a la integridad de los ecosistemas naturales y culturales de Oriente Medio. La prohibición divina de su carne constituyó una estrategia ecológica acertada. Los israelitas nómadas no podían criar cerdos en sus hábitats áridos, mientras que los cerdos constituían más una amenaza que una ventaja para las poblaciones agrícolas aldeanas y semisedentarias (…) Las zonas mundiales de nomadismo pastoral corresponden a llanuras y colinas deforestadas que son demasiado áridas para permitir una agricultura dependiente de las lluvias (…) El cerdo es ante todo una criatura de los bosques y de las riberas umbrosas de los ríos. Aunque es omnívoro, se nutre perfectamente de alimentos pobres en celulosa, como nueces, frutos, tubérculos y, sobre todo, granos, lo que lo convierte en un competidor directo del hombre. No puede subsistir sólo a base de hierbas., y en ningún lugar del mundo los pastores realmente nómadas crían cerdos en cantidades importantes. Además el cerdo tiene el inconveniente de no ser una fuente práctica de leche y es muy difícil conducirle a largas distancias.






Marvin Harris: Vacas, cerdos, guerras y brujas; los enigmas de la cultura

31.10.13

De las ausencias


Se ausentaron de sus vidas para habitar las nuestras. Se transformaron. Están escondidos. Se asoman por cada rendija del pensamiento. Con los pies hundidos en el pasado invulnerable, se desgarran las yemas y los nudillos para romper la cáscara del presente. Nos llaman por nuestros nombres y nos susurran advertencias, imprecaciones, máximas, frases de cariño. El empecinado retorno no es cosa de ánimas en pena sino de sonidos, olores y voces que siguen sembrados en nosotros por más que se hayan destruido hasta el polvo los cuerpos que los emitieron: así ocurre con las estrellas extinguidas hace millones de años y cuya luz temblorosa y sutil sigue, sin embargo, llegando a este planeta para que la gente marinera se guíe en su tránsito. Será que el instinto de supervivencia sigue vagando por ahí incluso cuando ha fallado en su encomienda máxima, que es la de preservar al organismo que le da motivo.

* * *

Estas noches que siguen son propicias para contar la historia de una comunidad a cuyo cabildo llegó una oferta formidable: una empresa minera había descubierto, con aparatos de alta escuela, un importante yacimiento de oro justo en el sitio en el que se asentaba el pueblo. Para explotar la veta habría que tirar unas pocas casas. La empresa ya había obtenido las autorizaciones gubernamentales y, en rigor, no estaba obligada a negociar con la comunidad. Bien podía esperar a que unos decretos expropiatorios pusieran en sus manos, por razones de utilidad pública, los terrenos bajo los cuales dormía el oro. Pero la gerencia de la corporación no quería confrontaciones y tenía en cartera varios ofrecimientos para llevar la fiesta en paz con los pobladores: durante las cuatro décadas de explotación que estipulaba el convenio les entregaría un gramo de cada cien que se extrajera del metal precioso y una generosa renta anual por las hectáreas que habrían de ser hendidas por los trascabos, además de la remodelación de la escuela, la construcción de un dispensario médico, trabajo para cien oriundos de la localidad y para 20 lugareñas.

* * *

Tal vez esa persistencia, esa insistencia en seguir siendo parte de los vivos, sea prueba fiel de que siguen queriéndonos y odiándonos. No: es más bien al revés; somos nosotros los que mantenemos el puente afectivo, el cordón umbilical invertido de los que parten de este mundo. Así cobran sentido expresiones como “murieron para vivir” o “están presentes”; para explicarlas no es necesario excavar en el Más Allá, sacarar del armario el espiritismo polvoriento, hurgar en los círculos del Infierno, fatigar las parcelas del Reino de Dios, remar en las aguas de la Estigia o del Tlalocan o seguir a las hormigas hasta las profundidades de Xibalbá.

* * *

Previa consulta con sus representados, los miembros del ayuntamiento firmaron, por unanimidad, el acuerdo que la empresa proponía. Días más tarde, al revisar los planos anexos al documento, una anciana del lugar cayó en la cuenta de que entre los terrenos cedidos a la corporación minera se encontraba el cementerio. Dio cuenta de su preocupante hallazgo a los vecinos, éstos se alarmaron y fueron en masa a la barraca provisional que la empresa ya había edificado a orillas del pueblo. Allí un empleado les garantizó que trasladaría la preocupación por el camposanto al gerente regional, que éste visitaría la localidad en unas semanas más y que entre todos verían la forma de resolver aquel complicado asunto.

* * *

Viven entre sueños rotos; se sientan en muebles vendidos o regalados hace tiempo; transitan por los proyectos cancelados y duermen en las casas demolidas en las que nuestros bisabuelos engendraron a nuestros abuelos en cópulas púdicas y tangenciales; leen y releen las cartas que no nos hemos atrevido a tirar, viajan por trayectos que se quedaron en el tintero y se entrometen en amores desvencijados por el paso del tiempo para darnos consejos que ya no vienen al caso. 

* * *

La comunidad vivió durante un par de meses en la zozobra y en el remordimiento por haber pactado, así fuera sin saberlo, el exterminio de los difuntos. La calma regresó de mano del gerente regional, quien al cabo de ese lapso se apersonó en  el pueblo y explicó, ante una asamblea de  habitantes, que el cementerio no sería destruido. Presentó un plan para trasladar el camposanto completo, con sus muertos, sus ataúdes, sus tumbas y la tierra circundante, a un predio en las afueras del pueblo. Explicó pacientemente que la mudanza se haría con cuidado y respeto, sin perturbar el sueño de los difuntos, y les hizo el símil con lo que los propios campesinos del lugar hacían cada vez que trasplantaban un brote: lejos de arrancarlo de la tierra, trazaban un rectángulo para cortar la tierra alrededor de las raíces y sacaban un volumen que luego sería incrustado en un hueco del terreno previamente cavado en otro sitio. Las lápidas y las cruces, aclaró, ni siquiera serían removidas de donde se encontraban. Tierra, losa y lápida, en caso de haberla, sería amorosamente extraído por las palas de gigantescos trascabos que luego los depositarían en el nuevo cementerio, en el orden preciso que habían guardado hasta entonces. Los comuneros quedaron medianamente satisfechos con la explicación y, sobre todo, con los dineros adicionales que recibirían por la mudanza.

* * *

Murieron para vivir. Partieron para recibir más amor del que tuvieron en vida. Se ausentaron para dejarnos en paz y ahora no pueden dejarnos en paz ni una semana, ni un día: se hacen presentes en los olores súbitos, en el pomo de la puerta, en el frenazo de un automóvil, en las recetas de cocina y en las punzadas sin razón de la nostalgia. Se soltaron del clavo ardiente del que se sujetaban o fueron borrados por un ventarrón súbito y maldito. Desfallecieron para ser poderosos.

* * *

La compañía bardeó el cementerio con altas planchas de cemento, reunió maquinaria pesada alrededor y durante muchos días se escuchó el fragor del combate entre el metal de los trascabos y la tierra. Una noche, en la cantina del pueblo, un trabajador foráneo, ya borracho, se sinceró con el cantinero: “Me da remordimiento pero tengo que decírselo. Sus difuntos ya valieron madre”.

El cantinero se quedó atónito por un momento, luego libró la barra de un salto y se dirigió con paso apresurado hasta el panteón. Al llegar allí hizo a un lado al vigilante con bursquedad, empujó  la puerta y vio el horror: lápidas desperdigadas, cruces náufragas entre montones de tierra, calaveras y fémures y carnes maceradas entre los escombros. Volvió al centro, abordó a un conocido y le espetó: “profanaron las tumbas”. “¿Cuáles tumbas?”, preguntó el aludido con aire ausente. El cantinero buscó a otro, y a otro, y a otro, y nadie parecía saber de la existencia de un camposanto en la localidad. Desolado, cayó en la cuenta de que sus vecinos habían perdido los recuerdos.

* * *

La memoria es una prueba de amor más sólida que la entrega, más abnegada que la consagración, más definitva que la propia muerte. Por eso, y no por existencias improbables más allá de la muerte, ellos viven entre nosotros y reciben con agrado este pétalo de sempasúchil lanzado con amor al abismo insondable de la ausencia.

28.10.13

Sobre Israel, Palestina y
la FIL de Guadalajara


La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara ha designado a Israel como invitado especial este año. Ante ello, es necesario tener presente que la creación de ese país provocó la tragedia del pueblo palestino, condenado al exilio, la opresión y el despojo. Los 45 años de ocupación militar israelí han enfrentado a dos poblaciones que hasta principios del siglo pasado habían convivido en paz. Esa convivencia fue remplazada por un Estado fundado sobre la exclusión étnica y cultural y que ha negado el legítimo derecho de los palestinos a un Estado y un territorio.

Abogamos por una política de entendimiento, contraria a la fuerza militar y las argucias diplomáticas y afín a la ética y la justicia de las que muchos judíos han sido portavoces históricos. La perspectiva de una paz real y justa no está en la realpolitik sino en la existencia de dos estados independientes o de un estado binacional.

Esta concepción es compartida por autores israelíes convencidos de que la relación entre moral y política es necesaria. Sus voces, sin embargo, no serán escuchadas en Guadalajara porque no están dispuestos a representar a la política colonialista y segregacionista de Israel.

Pedimos que en la FIL de este año haya mesas redondas plurales y representativas sobre el conflicto palestino-israelí y que en 2015 la Feria tenga a Palestina como invitado especial.

Claudio Albertani, Jessica Beckerman, Néstor Braunstein, Horacio Cerutti, Héctor Díaz-Polanco, Margit Frenk, Francesca Gargallo, Teresa Guitián, Hugo Gutiérrez Vega, Saúl Ibargoyen, Marcos Límenes, Pedro Miguel, Eduardo Mosches, Aline Pettersson, Silvana Rabinovich, Octavio Rodríguez Araujo, Mauricio Schoijet, Luis Tovar

Ir al texto completo de este comunicado

26.10.13

La vieja copla

♪ ... Y atrás del altar divino
estaba Santa Julieeeeeta
haciéndole una puñeeeeeta
a Santo Tomás de Aquino... ♫


17.10.13

Los bigotes de Lang



Lang era bien proporcionado, delgado, esbelto, blanco y rubio. Tenía ojos azules, unos mostachos ondulados de antiguo galo, los bigotes más soberbios e impresionantes que nunca he visto; debajo de ellos, unos dientes de perla y, como muchos obreros de las barriadas, tenía una hermosa voz bien modulada a la que sacaba mucho partido cantando vibrantes canciones de amor.

Recibía más cartas que un ministro y las contestaba todas. A cada una de sus enamoradas le escribía interminables epístolas llenas de heroísmos imaginarios y de conmovedoras romanzas para que se estremeciesen y llorasen de emoción. En cada carta deslizaba una foto suya y siempre estaba pidiéndome que le fotografiara en nuevas poses, montando guardia en el retén, haciéndose el zuavo, con la bayoneta calada, a punto de lanzar una granada desde un cráter de obús, cortando alambradas, tendido junto a un cadáver enemigo como si estuviesen luchando cuerpo a cuerpo. Como soldado, era de risa. Le daba jaqueca, todo lo veía negro, era francamente insoportable, neurasténico perdido.

Un día el capitán me mandó llamar para preguntarme si tenía en la sección de asalto voluntaria algún hombre de confianza, para cabo en intendencia, alguien que supiese leer, escribir, contar, que fuese diligente y pasablemente honrado, al menos, en materia de vino. Pensé enseguida en Lang y se lo propuse.

Aquella misma tarde Lang se instaló junto al cochero del carro de la 6a compañía que había de conducirle a Bus, a unos cuantos kilómetros en retaguardia, una pacífica aldea en donde se distribuían las provisiones. Allí se quedaría permanentemente. Le enorgullecían sus galones de cabo pero, sobre todo, estaba contento de alejarse del frente. Dos o tres compañeros fuimos a despedirlo, a darle toda clase de consejos, confiarle cartas para el correo civil y encargarle varios recados.

Bus, que no había sido bombardeada en toda la guerra, lo fue aquella noche por primera vez, y el primer obús alemán cayó precisamente sobre el carro de la 6a compañía en el momento en que desembocaba en la plaza del Mercado, haciendo papilla al caballo, al cochero y a Lang, que volaron por los aires. Recogieron dos o tres cazos de pedazos pequeños y envolvieron los pocos trozos grandes que encontraron en una lona de tienda. Dimos sepultura a Lang, al cochero y a la carne de caballo, todo mezclado, y colocamos una cruz de madera sobre el túmulo.

Pero al regresar del cementerio alguien se fijó en los mostachos de Lang que flotaban en la brisa de la mañana, pegados a una fachada, sobre una barbería. Hubo que sacar una escalera, subir a desengancharlos, envolver los absurdos pelos ensangrentados en un pañuelo, regresar al cementerio, cavar un agujero y enterrarlos con lo demás. Luego regresamos a nuestras líneas con el estómago revuelto.

Blaise Cendrars
(De La mano cortada)


Assange en La Habana



A Fidel Castro podrá regateársele muchas cosas, pero no esa mezcla precisa e irrepetible de realismo y espíritu visionario que le permitió encabezar una revolución socialista y soberanista a tres olas de distancia de Estados Unidos, mantenerse al mando durante más de 40 años, incluso con el viento internacional radicalmente en contra, y soltar el poder y retirarse a una vejez apacible. Por eso me resultó impactante la importancia que Castro atribuyó, a mediados de 2010, al surgimiento de Wikileaks en la escena política mundial. Es cierto que la organización de las filtraciones ya llevaba, para entonces, mucho camino andado, pero no cobró celebridad sino con la revelación de los documentos secretos del Pentágono sobre las guerras de Irak y Afganistán. “Internet ha puesto en manos de nosotros la posibilidad de comunicarnos con el mundo. Con nada de esto contábamos antes (…) Estamos ante el arma más poderosa que haya existido, que es la comunicación”. O bien: "gracias a Wikileaks no harán falta las revoluciones"; de hecho, "a esa organización habría que hacerle una estatua".

Castro aludía, a mi modo de ver, al surgimiento de un nuevo instrumento para transformar el mundo, algo distinto a las guerrillas, las insurrecciones, las huelgas generales o las elecciones, y me resultó significativo que alguien tan persistente como él en las ideas que dominaron el siglo XX mostrara semejante apertura a los nuevos escenarios abiertos por la transformación tecnológica. Tenía razón.

Los expedientes de los crímenes de lesa humanidad perpetrados por Washington en Irak y Afganistán no fueron un campanazo aislado de Wikileaks. En cuestión de meses esa organización realizó una nueva liberación masiva de documentos, los cables del Departamento de Estado, que representaron un golpe demoledor para el poderío mundial de Estados Unidos. Si las revelaciones de mediados de 2010 permitieron ratificar que las tropelías de Abu Ghraib no eran un hecho aislado sino parte de un patrón de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, los cables diplomáticos, distribuidos unos meses después, pusieron en evidencia que Washington ejerce una suerte de gobierno mundial por medio de su red de embajadas y consulados en el planeta. Esas revelaciones al hilo fueron para Estados Unidos un impacto político tan severo como el golpe moral causado por los atentados del 11 de septiembre de 2001. Con una diferencia sustancial, que el propio Julian Assange me hizo ver en nuestro primer encuentro: "nosotros no causamos ni un muerto".

Y por más que en la difusión electrónica de documentos gubernamentales no hay delito alguno argumentable, la Casa Blanca colocó de inmediato a Wikileaks y a su fundador en la lista de enemigos mayúsculos, junto con Al Qaeda, Irán y Corea del Norte. La cacería judicial y policial, el bloqueo financiero, el bombardeo propagandístico, el acoso cibernético y las acechanzas de toda clase fueron puestas en marcha desde ese 2010 por Washington y sus socios mayores en el espionaje y el negocio de la seguridad: Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Empezó entonces la saga por la que Chelsea Manning se encuentra actualmente presa en una cárcel militar estadunidense, y Assange, refugiado en la embajada de Ecuador en Londres.

En la entrevista realizada en ese recinto diplomático en junio pasado, el australiano moderó las elogiosas expresiones que para con él y su organización había formulado Fidel Castro y delimitó el papel de Wikileaks a lo siguiente: haber transformado Internet y las tecnologías de la información en un nuevo campo de lucha política y haber politizado a la generación para la cual el uso de las redes resulta consustancial.

Más acá de lo dicho por el dirigente cubano, y salvando las proporciones, es evidente el paralelismo entre la causa histórica de la isla y la razón y la circunstancia de Wikileaks: por un lado, una pequeña nación que se enfrenta al país más poderoso del mundo, lo derrota y mantiene viva, contra viento y marea –y bloqueo, sabotajes y amenazas–, la causa de su autodeterminación; por la otra, una organización minúscula, en términos numéricos y financieros, que desafía a los poderes institucionales y fácticos del planeta a fin de desenmascararlos y evidenciarlos ante las sociedades. Y no es lo de menos, en ese paralelismo, que la hostilidad provenga, en ambos casos, del mismo agente histórico: el gobierno y los poderes corporativos de Estados Unidos.

Sin embargo, el primer encuentro cara a cara entre Cuba y Wikileaks no tuvo lugar sino hasta el 26 de septiembre pasado, en La Habana, y ocurrió por medio de una videoconferencia sostenida entre Assange y un grupo de blogueros y periodistas cubanos. Salvar las dificultades tecnológicas que implicaba semejante encuentro fue una tarea formidable por los problemas de telecomunicaciones que, en parte por el bloqueo estadunidense, y en parte por rezagos harto complicados, enfrenta la isla. El hecho es que, gracias al tesón de Herminia Rodríguez, directora del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, de los propios jóvenes –y no tan jóvenes– blogueros y de periodistas profesionales y entusiastas, fue posible obtener un local y una conexión con el mínimo ancho de banda requerido para una videoconferencia artesanal. Gracias al empeño de Iroko Aleko y David Vázquez Abella, y gracias a Ivette Leyva. La cosa es que, unos minutos después del mediodía cubano, unas 40 o 50 personas hacinadas vieron aparecer en la proyección de la pantalla la figura célebre del australiano, y su voz grave, que en algo desentona con su aspecto aniñado, salió por las bocinas: ¿Cuba, me escuchas? Y entonces un aplauso prolongado rompió la tensión y la espera.

Assange apareció con un listón amarillo en la camisa y eso le valió la simpatía inmediata de la audiencia: ese símbolo han escogido los cubanos para demandar la liberación de sus cinco compatriotas que permanecen presos en Estados Unidos por haber infiltrado a organizaciones terroristas del exilio para obtener información que permitiera prevenir atentados. No sólo fue explícito en su solidaridad con los cautivos sino que abordó extensamente la circunstancia de Cuba y se declaró dispuesto a aprender de la isla, que ha sobrevivido a cinco décadas de bloqueo; explicó a la audiencia el sentido de la lucha de Wikileaks, abordó el control de las sociedades por los medios corporativos en Occidente y señaló que Cuba no debe temer a la verdad, sino a la mentira. Respondió a preguntas y dijo muchas otras cosas, y todas ellas conmovieron a los presentes. Si quieren ver el video, hay una versión subtitulada y editada por La Jornada y la grabación original, difundida por Cubadebate.

El diálogo tuvo una resonancia extraordinaria en la isla: la noticia fue cubierta por todos los diarios, apareció en los noticiarios de televisión de esa noche y de la mañana siguiente y, el lunes 30 de septiembre, la intervención de Assange, de casi una hora, fue televisada íntegra en el legendario programa Mesa Redonda y comentada por tres destacadas periodistas: Rosa Miriam Elizalde, Milena Recio y Cristina Escobar.

Lo deplorable es que ese apretón de manos no hubiera ocurrido antes y que haya sido virtual. Lo primero es irremediable; lo segundo, no: tengo la convicción de que más pronto que tarde la persecución contra Wikileaks se derrumbará, como se derrumban todas las construcciones estúpidas, y que Julian Assange estará en La Habana tomándose un mojito.