El general de brigada Mark Hertling, subcomandante de la
primera división blindada de Estados Unidos, saltó a la fama literaria en
octubre del año pasado, cuando anunció la captura de un supuesto ciudadano
sirio que pretendía detonar una bomba en Bagdad, como parte de una cruenta
serie de explosiones, y atribuyó la violencia en el Irak ocupado a “combatientes
extranjeros”. El supuesto sirio detenido no volvió a ser mencionado jamás, pero
las declaraciones del oficial estadunidense fueron comentadas por Rami Khouri,
editor ejecutivo del Daily
Star de
Beirut, en un artículo que dio la vuelta al mundo: “Sí, general Hertling, los
combatientes extranjeros son el verdadero problema en Irak”, apuntó el
analista, quien señaló además que el militar ocupante hablaba “como si fuera un
hijo emérito de Tikrit, criado bajo palmeras de dátiles y en el estudio de las
memorias de Harún Al Rashid”.
Dudo que el oficial de la primera división blindada haya
leído a su detractor árabe. En momentos en que Washington se esforzaba por
atribuir los actos de la resistencia a remanentes del régimen de Saddam y de su
ejército, Hertling descalificaba en estos términos los ataques en Bagdad: “Esto
no es profesional; de hecho, es un tanto aficionado”. Un día antes de los
bombazos a los que el general hacía referencia, la resistencia atacó con
cohetes un hotel fortificado en el que se hospedaba el subsecretario de Estado,
Paul Wolfowitz, y dejó un saldo de un soldado ocupante muerto y 17 heridos cuya
filiación no fue especificada.
A mediados del mes siguiente, Hertling compuso otro poema.
Estaba reciente el derribo de dos helicópteros Black
Hawk en
Mosul, incidente en el que perdieron la vida 17 invasores, y el general anunció
que, en lo sucesivo, los helicópteros de estados Unidos adoptarían nuevas tácticas
de vuelo: “Cambiarán rutas en cada ocasión y volarán muy bajo y muy rápido”.
Admitió que esas medidas resultarían agresivas para la población civil, “pero
tendremos que seguirlas en tanto no estemos convencidos de una mejora en la
seguridad”. El oficial sigue sin poder establecer el vínculo entre la molestia
de los iraquíes y la seguridad de los estadunidenses.
En diciembre Hertling volvió a abrir la boca. Lo que quedaba
de Saddam Hussein había sido detenido y el oficial estadunidense apostó que el
ex dictador revelaría a sus captores información sobre las “armas químicas,
biológicas y nucleares” que poseía, según la Casa Blanca, el régimen de Bagdad.
Además, el general aseguró que Saddam había delatado a los líderes de la
resistencia y que ello permitiría, en breve, restablecer la paz en el país
invadido. De hecho, aseguró que en Bagdad los ataques contra sus hombres se
habían reducido en forma significativa desde la detención del ex gobernante.
Unos días más tarde, la muerte de dos ocupantes en la capital iraquí elevó a
200 las bajas mortales invasoras desde que Bush declarara, el primero de mayo,
el fin de las operaciones principales. Para entonces, la cifra de los heridos
ascendía a 2 mil 200, un promedio de 10 al día entre mayo y diciembre.
En marzo Mark Hertling reveló una teoría audaz: en Irak los
días más peligrosos para los ocupantes eran los domingos y los lunes, y ese
dato indicaba que los ataques de la insurgencia se planeaban en las mezquitas durante
la oración del viernes. “No está claro si el general brigadier dispone de inteligencia
específica y análisis para respaldar sus asertos o si simplemente estaba
divulgando una corazonada”, comentó entonces Colin Freeman, de The
Scotsman.
La más reciente: Hertling anunció ayer la disposición de la
primera división blindada de meterse a Najaf para sacar de allí, vivo o muerto,
al clérigo chiíta rebelde Muqtada Sadr. Para lograrlo, “iremos probablemente al
centro de la ciudad; ¿interferiremos con las instituciones religiosas?
Absolutamente, no”. A renglón seguido, el militar estadunidense advirtió que
Sadr verá a muchos de sus milicianos muertos, “a menos que les ordene deponer
las armas, formar un partido político y luchar con ideas”.
Pues sí. Como tiene tantas, Hertling podría darse el lujo de “luchar
con ideas”. De esa forma, la totalidad de los efectivos de la sufrida primera
división blindada podrían volver a casa.
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