27.5.09

Réplicas

al texto “Industria del desaliento”:

No estoy muy segura de que votar sea una forma de resistencia.

Me parece que votar, aunque se anule el voto, en primer lugar es una forma de avalar al IFE, que creo que no lo merece ni garantiza nada, ni la cuenta numérica.

Y aunque quisiera uno volverse demócrata, creer que la democracia no es una utopía, cerrar los dos ojos ante el IFE, ¿por quién se puede votar?

Los partidos como tales no ofrecen ni promesas, no son creativos ni para sus anuncios, hace muchos años que lo único que se les ocurre es llenar la ciudad de basura de plástico con la imagen de sus jetas, perdón, pero así lo veo y ese es el respeto que me merecen TODOS: los perredistas votando la ley Monsanto, la ley Televisa sin leerla, los panistas instalados en la doble moral que viene desde la edad media y los priisas como siempre.

Desde el punto de vista de las personas, se trata de trapecistas que brincan de partido en partido. Se ha llegado al nivel en que es público y reconocido que el tramposo artífice del fraude del 88 se ha convertido en un famoso nacionalista...

Actualmente la cosa es peor, estamos viviendo la feria del cinismo todos los días. ¿Por qué habríamos de ir a votar? ¿Para que esto siga?

En la mayor parte de las rebeliones indígenas contra los españoles, las comunidades fueron capaces de aguantarlo todo, la esclavitud, la muerte, pero se rebelaban cuando el estado intentaba interferir en su vida privada, en sus costumbres, etc.

La realidad nacional, el ejército a diestra y siniestra y ahora un estado de excepción no reconocido, en el que la ssa (¡se parece a la SS!) está autorizada a allanar las casas con el único propósito de salvarlo a uno, es posible que nos acerque al límite de lo tolerable.

Walter Benjamin decía que las revoluciones no son un motor que impulse a los pueblos, sino el freno de mano que las sociedades accionan cuando piensan que son conducidas al abismo.

Habrá que esperar.

Salud

Elvira Nava y Courrech

Hola, coincido con tus reflexiones acerca del cinismo y desprecio que la clase politica tiene hacia los ciudadanos. Pero no coincido acerca de tus conclusiones cuando dices que no tenemos nada mejor, nos aguantamos una vez más.

El poder en realidad se lo damos nosotros con el dinero de nuestros impuestos y ese "aguantarnos" .

Cuando se hace un concurso para proyectos si ninguno convence se declara desierto no? Entonces en este caso igual:estos señores que ganan millonadas y que solo se ponen de acuerdo para robarse todo no nos representan, ninguno tiene un proyecto digno de ser apoyado. Entonces creo que deberiamos decir: ni un peso de nuestros impuestos para campañas politicas. Por lo menos sería un cambio!

Sería interesante dar seguimiento al dinero obtenido por Cartens el 24 de Abril para el programa de oportunidades.....

Yo voté el 6 de Julio pero ahora ya no hay para quien votar.

Muchos saludos, Giovanna Cavasola


Tu colaboración “Industria del desaliento” me ha dejado intrigado pues el planteamiento esta divorciado de la conclusión. Después de un lucido retrato del cínico y, ya no decadente sino pútrido sistema político mexicano, concluyes en el sufragio como única forma de resistencia ante la inmoralidad legalizada de la clase política ¿!? ... El sufragio no fue diseñado para ser una “forme de resistencia” y asumirlo como estrategia para tan solo dificultar el ejercicio de la infamia resulta terriblemente desesperanzador. El cinismo ha llegado a tal extremo que la vía electoral es mero apéndice convalidatorio, la experiencia del 88 y el 2006 nos ha dejado claro que cuando el voto ciudadano se inclina por un cambio, ya no digamos cualitativo, de simple forma, el “sistema” no duda en imponerse y preservarse a costa de lo que sea. Votar es ya irrelevante.

En línea, el debate no consiste en por quién votar o no votar, el debate es si se anula o se abstiene. Los partidarios de la anulación (abstencionismo activo) defienden esta como una forma de presión o castigo al sistema, porque en el fondo aún creen en él. Los partidarios de la abstención (o sea, ni siquiera asistir a las urnas) sostienen que el simple hecho de cruzar una boleta, aunque sea para anular, revalida la partidocracia que padecemos. Los partidarios de la anulación sostienen que la abstención es leída como apatía por el poder. Los abstencionistas sostienen que cualquier tipo de participación involucra y vuelve cómplice al participante.

Tu posición sostiene es sufragio como forma de resistencia, lo cual, a grandes rasgos me parece un sinsentido… ¿Podrías argumentar eso?

Un respetuoso saludo

Víctor Adrián Trujillo

3 comentarios:

Pedro Miguel dijo...

Réplicas a las réplicas:

LEI SU ARTICULO PUBLICADO Y REALMENTE EXISTE UNA DESMOTIVACION GENERALIZADA POR LAS VOTACIONES, POR QUE REALMENTE QUE VALOR TIENE NUESTRO VOTO, SI EL GOBIERNO SE HA CANSADO EN DEMOSTRARNOS QUE NO VALE NADA E IMPONEN A LA PERSONA QUE ELLOS DESEAN. NO EXISTIRAN OTRAS MANERAS MAS EFECTIVAS PARA DERROTAR LA OLIGARQUIA?
ATTE. LIC. RICARDO VENEGAS

Efectivamente la descepción nos ahoga. Por lo que a mí respecta, hasta antes de la peste yo pensaba ir a anular mi voto. Ahora participaré como presidente de casilla, a pesar de los pesares, y otorgaré mi voto al menos peor. Si yo quiero que se respeten mis derechos debo ejercerlos aunque en el ínterin me los conculquen, pero algún día se largará TODITITA LA RUNFLA DE RUFIANES. Ya ha pasado en otros países tan jodidos como el nuestro, no hay que perder la esperanza.
Saludos.
Cristina Aguirre Beltrán/Pueba

Estoy de acuerdo con la mayoría de los replicantes, yo tampoco voy a votar. Las instituciones no son del pueblo, porque el pueblo no ganó la Revolución, sólo consiguió con esta un replanteamiento de los términos de la dominación. No acabó con la dominación. Decidió que esas instituciones, hechas por la oligarquía pero moldeadas por la presión popular, eran por el momento aceptables en el sentido en que 1) hacían las condiciones de la dominación más tolerables y 2) la correlación de fuerzas impedía avanzar más allá.
Ahora, pienso yo, las instituciones, de las cuales la oligarquía nunca se apoderó porque ella misma las creó, no sirven ya para esos fines, por lo que, o se reformulan de nuevo los términos de la dominación, o barremos con ella de una vez.
Por lo demás, el sufragio no fue nunca una institución que mediara, de las que hablé arriba, puesto que la negociación se hizo siempre en términos clientelistas y corporativos, pero efectivos. El neoliberalismo ha cerrado esas vías, pero, salvo en las excepciones boliviana y venezolana, en América Latina la vía electoral ha demostrado no abrir ninguna nueva. El poder popular, construído desde abajo y al margen de los partidos (los tres asesinos, los tres violadores, ninguno menos peor que el otro: ¡RECORDEMOS ATENCO, CARAJO!)aparece ahora como ese futuro plausible, iluminado desde el pasado por el relámpago que truena con el recuerdo de las luchas pretéritas (algo así quería W. Benjamin que guiara la lucha contra el fascismo, contra la ultraderecha).
No votar, organizarse!
Salud.
Gonzalo Amozurrutia.

Antonio dijo...

Pedro:

Las replicas tienen su base en una molestia generalizada contra el ife y los partidos, pero olvidan que si no votamos, la decisión será tomada por quienes sí voten, aun si estos son un porcentaje pequeño del padrón. No habrá anulación ni declaración desierta, reducción del congreso ni mejor empleo de los impuestos.

Además, corremos el riesgo de que el narcotráfico compre votantes y tenga más fácil poner a su gente en puestos clave.

Un Abrazo.

Pedro Miguel dijo...

Antonio: Deja tú votantes. Todo indica que ya compró candidatos.