5.1.10

Insensatez o perspicacia



La República de Yemen, situada al sur de la península Arábiga, entre los mares Rojo y Arábigo y el Golfo de Adén, tiene una población de 24 millones de habitantes y 527 mil kilómetros cuadrados en una extensión territorial que se divide en 21 gobernaciones. Su producto interno bruto anual per cápita es de 2 mil 90 dólares: una fortuna, si se le compara con los 300 dólares de Burundi, y una lástima, si se piensa que la cifra correspondiente en México es de 14 mil 300 dólares, de 47 mil 500 en Estados Unidos y de 80 mil en Luxemburgo.


Por lo demás, Yemen tiene una de las tasas de fertilidad más altas del mundo (6.32, cuando en México es de 2.34), un enorme porcentaje de mortalidad infantil (55 por cada mil, cuando en Francia es de 3.33), una esperanza media de vida más bien mediocre (62 años, 30 por encima de la de Swazilandia pero 20 debajo de la de Japón) y una tasa de analfabetismo cercana al 50 por ciento, que en el caso de las mujeres se eleva al 70 por ciento. Yemen es uno de los países árabes más pobres. Su economía depende en gran medida de explotaciones petroleras declinantes y de un sector minero más que modesto. La mayor parte del territorio es desértico y sólo el 1 por ciento es irrigable. De pobreza mejor ni hablar, porque los datos no parecen muy confiables: 45.2 por ciento, es la cifra oficial de allá, casi tan inverosímil como el 14 por ciento que dicen los números milagrosos del calderonato. Para colmo, Yemen está envuelto en un conflicto interno sangriento y las estructuras del Estado son precarias, cuando no inciertas, en diversas regiones del país.

Con todo y esos datos, para que la situación en esa nación árabe pueda ser descrita como una “una amenaza para la estabilidad regional y global” se requiere de mucha capacidad hiperbólica, o de llana insensatez, o bien de lo contrario: de una perspicacia muy bien informada. Una de esas tres condiciones, o dos de ellas, o las tres juntas, tendrá la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que fue la que formuló semejante aserto.


En una lógica estratégica y militar, Yemen no es amenaza para nadie. Sus únicos vecinos terrestres son Arabia Saudita y Omán —ambos armados hasta los dientes por la industria bélica occidental— y el pobre país está situado a muchos miles de kilómetros de la apacible Avenida Pensilvania.

Ciertamente (y ahí puede ser que Clinton haya puesto en práctica la perspicacia) la pobreza, la marginación, la inestabilidad y la falta de control gubernamental que caracterizan a Yemen son, no hay porqué dudarlo, un campo de cultivo fabuloso para que los imanes integristas establezcan bases de operación, encuentren adeptos, los entrenen y los hagan transitar a otros países, con el calzoncillo repleto de explosivos, como fue el caso del joven nigeriano que en días pasados protagonizó un fallido atentado contra el vuelo 253 de Northwest. Eso constituye un desafío policial, no militar, pero los círculos de poder de Washington siempre optan por trasladar los asuntos policiales al ámbito castrense y a jugar a resolver las cosas a base de bombardeos en naciones remotas. Por desgracia, en este punto no parece haber grandes diferencias entre la Casa Blanca de Bush y la de Obama, y presiento que en breve habrá yemenitas inocentes muertos por los proyectiles de Estados Unidos.

3 comentarios:

Mariana dijo...

Estimado Pedro Miguel,

Hace mucho tiempo vi un documental sobre las ciudades de Sana y Shibam, Yemen. Hasta el día de hoy me impresiona la belleza de esos lugares vedados para el extranjero. Pocos en el mundo occidental han hecho algo por acercarse y ayudar a Yemen. Ya sea por las dificultades de acercarse a un país inestable o por que como decía Zitarrosa "cuantos amigos tiene el que no tiene que dar". Cualesquiera que sea el caso, es de temerse que este país con sus enormes problemas y también su belleza, su cultura y su gente sea pronto otro Afganistán.

Saludos!

Mariana

Roque Nuevo dijo...

Viendo el país así como tú, a través del almanaque, claro que es absurdo que cualquiera sienta amenaza de Yemen. Pero si lo vemos a través de la doctrina de la guerra asimétrica, no es necesariamente así. Según esta lógica estratégica y militar, Yemen tiene la capacidad de amenazar a cualquiera y para nada está limitado a amenazar a sus vecinos próximos. También Afganistán está a muchos kilómetros de Washington pero esto no fue obstáculo para lanzar una bomba suicida al Capitolio. Además no se trata de Yemen como país. Yemen tiene un gobierno central muy débil. Se trata de los Islamistas radicales que estén en Yemen aprovechando la anarquía relativa.

De acuerdo que la pobreza es caldo de cultivo para los yihadistas de hoy. ¿Qué tan importante dentro de ese caldo es la religión de aquellos imanes integristas, o sea, el Islam?

No hay que pensar que van a invadir Yemen. Obama tiene suficientes problemas hoy sin abrir otro frente en la guerra. Es casi imposible que tal siquiera admita que él de los calzones explosivos se trata de un yihadista violento (para él se trata de un "extremista aislado"). Ni hablar de mandar a invadir al país, que es tanto o más complicado y difícil que Afganistán. Recuerda que Nasser invadió Yemen en los años 60 y que hubiera sido su "Vietnam" si hubiera algo así como la oposición en Egipto.

Pedro Miguel dijo...

Mariana: Pues hay que alzar la voz para impedir que empiece a corre la sangre yemenita.

Roque Nuevo: La doctrina de la guerra asimétrica se aplica a conflictos creados por intereses colonialistas --es decir, agresores-- y a los movimientos de resistencia y liberación nacional que generan. Me escalofría que no repares en este hecho y que empieces a pensar en Yemen como un conflicto asimétrico. Afganistán no lanzó nada sobre nadie: fue Al Qaeda, y tú mismo reconoces, en el caso de Yemen, que la amenaza no proviene de la nación. No temo que invadan Yemen (con lo que quedaría justificada la aplicación del concepto de conflicto asimétrico) pero sí que lo bombardeen en la única forma en que se bombardea: implacable, sangrienta y asesina. Los bombardeos "quirúrgicos" son una tomadura de pelo, como puede verse por el accionar de las fuerzas occidentales en Afganistán, en donde a cada rato producen carnicerías injustificables. Por último: ¿por qué le cuesta tanto entender a la clase política estadunidense (¿o será que ya lo entendió y hace como si no?) que son las injerencias occidentales en naciones islámicas las que producen las reacciones integristas y no al revés? ¿Quiénes ayudaron, armaron (con misiles Stinger, por cierto) y financiaron a Osama Bin Laden en Afganistán? --Pues la CIA, el Pentágono y el Depto. de Estado, manito, en tiempos de la intervención soviética.

Abrazos.