Es oficial: el PRI se ha partido en tres o cuatro pedazos y éstos compitieron entre ellos, en las elecciones estatales de ayer, por una docena de gubernaturas. Resquebrajamiento mediante, el tricolor pasó de ser un objeto rígido e inflexible a una sustancia maleable y dúctil que embarró al resto de las organizaciones políticas con propósitos de absorción. Se pudo ver, así, a operadores del fraude de 1988 luchando, codo a codo, con algunos de sus impugnadores de entonces; los perpetradores del fraude de 2006 se enemistaron con sus legitimadores, pero recuperaron a varios de los despojados para conformar diques de contención frente al dinosaurio, ignorando que éste anidó en sus corazones y los dejó invadidos de crías. En lo general, fue una kermés en la que se rifaron un montón de puestos de elección popular, y los boletos pudieron adquirirse mediante vales de Oportunidades, a cambio de repartos de despensas, con distribución de recursos del Procampo, a través de transmisiones de mentiras viejas y nuevas en cadena nacional –tres en una semana–, con el recurso de los aparatos corporativos de siempre.
Como ocurre en cualquier país con una democracia consolidada, esto fue una auténtica fiesta cívica sin perdedores. Bueno, el único perdedor fue Felipe Calderón, cuya versión personal de priísmo no gustó mucho que digamos entre los electores. No es para menos: cuando Calderón no confunde al Estado con la policía, lo confunde con las agencias de opinión. Pero hasta él tuvo uno que otro triunfo, como lo confirma el tratamiento dado por El País –agencia de relaciones públicas del calderonato, por vía cuñadil– a la elección: “El PRI pierde tres estados de México que gobernaba desde hace 80 años”. El PRI que todavía se llama PRI gana 9 de 12, pero hay el afán de beneficiar, haiga sido como haiga sido, al PRI que cambió de nombre.
Otros diarios españoles todavía le tienen –a veces– algún cariñito a la realidad: “La jornada de las estatales mexicanas comenzó como cualquier día: con muertos; cuatro cadáveres colgaban de mañana en diferentes puentes de Chihuahua capital”, redactó ABC. Pero los treinta y tantos asesinados de ayer no fueron parte del score, porque esta vez lo importante no era quién falleció, sino quién ganó: olvídense del muerto, que su hermano ya es gobernador.
Las izquierdas partidistas participaron en la fiesta cívica, a veces del brazo de un PRI, a veces de la mano de otros PRIs. Dicen que si no es para ir a elecciones, entonces para qué se conforman en partidos, y en ese punto tienen razón. Pero entre ellas imperó el miedo a la soledad, se amancebaron con lo malo y hasta con lo peor, y salvo en Oaxaca, en donde tal vez hayan logrado amarrar algunas facturas (ojalá: vale por una demolición de caciazgo), perdieron el rumbo a cambio de unas entradas a las fiestas de toma de posesión. Se les desea que, al menos, cenen rico.
Al cabo de diez años, la vida política formal está por culminar una vuelta sobre sí misma, y hoy aparece más descompuesta que hace cuarenta, cuando Díaz Ordaz festejaba la democracia, y mucho más alejada que entonces del país de abajo. En éste hay muchas noticias malas pero también una que otra buena, y esas no se agotan en una jornada electoral. Por debajo del PRI reconstituido y triunfante con distintos colores y siglas, al margen de rituales cada vez más vacíos de significación y contenido, lejos de mecanismos de representación reducidos a su propia caricatura, la sociedad se reconfigura a sí misma, en preparación para el momento en que se decida a hacer efectivo el principio básico de la democracia.
6 comentarios:
El chucho mayor celebra el triunfo, el triunfo de qué?
La alianzas con quienes robaron la elección 2006, nada dejan a la "izquierda" representada por el prd, ni siquiera el pan a ganado, es el pri el que parece haber ganado evitando, lo mas seguro, que el asesino de Oaxaca y el pederasta de Puebla paguen. Viva la impunidad!!! viva la estupidez del prd!!!!
¿Ha existido alguna vez una auténtica izquierda en México, Pedro?
Ya parece que no...
María: Si México se redujera a su escenario electoral, yo propondrìa que acudiéramos todos al Zócalo a cortarnos las venas. Por fortuna, México es mucho más que un manojo de siglas secuestradas.
Marcela: Claro que han existido, y siguen existiendo, izquierdas honestas y combativas. La historia del país no se entendería sin su concurso. La Independencia, el Estado laico y la Constitución de 1917 no habrían podido realizarse sin ellas. La CNDH no se habría creado, ni el Seguro Social, ni los libros de texto gratuitos, ni la red nacional de museos, ni las reformas que despenalizaron el aborto y permitieron el matrimonio entre personas del mismo sexo en el DF, ni La Jornada, por mencionar sólo unas cuantas cosas. Vamos, que si no hubiera habido (y si no persistieran) movimientos, organizaciones y sectores de izquierda verdadera, no existirían ni siquiera estas izquierdas de guignol, ni estas urnas de utilería.
Pedro Miguel, mi propuesta es que todos vayamos al zócalo a ponernos en huelga de hambre para apoyar a los electricistas. Se ganaría mas que escribiendo en foros, diarios, blogs, etc. No basta escribir , ya miras a los mineros?
María: las huelgas de hambre las emprenden los directamente afectados por una injusticia; si otros, ajenos a la causa, toman parte, les quitan protagonismo a los directamente involucrados; las huelgas de hambre "de relevos", como las que han hecho integrantes del SME en el Zócalo, no sirven para nada; por el contrario, restan credibilidad y fuerza moral a la de Cayetano, que sì es de a deveras. El problema es que las huelgas de hambre es que empiezan a tener eficacia política cuando sus protagonistas empiezan a agonizar.
Es cierto Pedro. La huelga de hambre del sme apenas ahora (75 días después) comienza a dar sus frutos, y es precisamente porque sus protagonistas empiezan seriamente a agonizar. Es algo terrible pero ellos sabían que así funciona. No quiero ni acercarme ya, porque resulta imposible verlos y no gritarles que se salgan y se salven. Es la decisión de ellos contra la decisión del gobierno y en manos del gobierno está salvarles la vida. Solo espero y deseo no tener que acompañar ningún ataúd. un saludo,
Altea
Publicar un comentario