11.11.14

Gobierno de historieta


El miércoles de la semana pasada el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, anunció que la impecable licitación para construir un tren rápido entre la ciudad de México y Querétaro tenía como ganador a su único concursante, un conglomerado empresarial encabezado por una paraestatal china e integrado, además, por un par de empresas mexicanas, una propiedad de un pariente político de Carlos Salinas (GIA) y otra (HIGA),  muy favorecida durante la gubernatura mexiquense de Enrique Peña Nieto. Un día después el mismo funcionario abundó en la transparencia y la pulcritud del proceso y anunció su cancelación, una decisión tomada por Enrique Peña Nieto, dijo, para evitar suspicacias y cuestionamientos.

Al día siguiente, el viernes, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, se regodeó durante una hora en los detalles macabros del presunto exterminio de los 43 normalistas secuestrados por la policía municipal de Iguala, respondió con malos modos algunas preguntas de la prensa y puso fin a su presentación con una expresión que alcanzó una celebridad tan instantánea como, cabe suponer, perdurable: “ya me cansé”.

Tal vez alguno de los presentes se quedó con las ganas de preguntarle por qué la dependencia a su cargo no hizo nada contra el ex alcalde Abarca –presunto autor intelectual de los asesinatos y secuestros de normalistas perpetrados el 26 de septiembre– pese a que desde el 3 de julio de 2013 sabía de las imputaciones por homicidio que pesaban sobre el individuo y tenía en sus manos el expediente respectivo. En otra conferencia será.

El sábado, al fin de una movilización pacífica al Zócalo en protesta por la atrocidad de Iguala y por la admnistración de la tragedia por parte del peñato, un grupo de esos que rompen cosas sin que nadie los moleste le prendió fuego a una puerta de Palacio Nacional. Una vez que el desmán estuvo suficientemente documentado, la Policia Federal, auxiliada por la capitalina, capturó a dos decenas de inocentes que deambulaban por los alrededores, los golpeó, los paseó a bordo de patrullas y los entregó a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de la Delincuencia Organizada de la PGR, la cual, hasta donde se sabe, no ha iniciado una sola investigación de oficio en contra de los policías secuestradores y golpeadores. Será porque Murillo Karam está cansado.

El domingo el portal de noticias de Carmen Aristegui dio a conocer que el hogar particular de Peña Nieto en la Ciudad de México está a nombre de HIGA (una de las empresas socias en la licitación ferroviaria cancelada) y que vale unos siete millones de dólares. La Presidencia aclaró –despues de días de negar toda información a los colaboradores de la periodista–  que la casa en cuestión  pertenece a la mujer del gobernante, Angélica Rivera, y que ésta se la está pagando en abonos a la constructora favorita. Nada ilegal, pues. Ni siquiera el hecho de que a un mexicano con ingreso promedio (12 mil 850 dólares anuales, según la OCDE) le tomaría casi 545 años y ahorrar la totalidad de sus percepciones para comprarse un domicilio de valor semejante. Cuestión de paciencia: quienes se integraron a la población económicamente activa en tiempos del tlatoani Axayácatl, padre de Moctezuma II, ya estarían estrenando casa en este 2014.

Peña no se inmutó y abordó un avión con destino final (es un decir) a Pekín, en donde a estas alturas estará desfaciendo el entuerto de la licitación cancelada. Ya se anunció la disposición del gobierno mexicano (es otro decir) a indemnizar a satisfacción al socio chino perjudicado. Está por determinarse cuántos millones de dólares le costará al país la inquietud gubernamental por el “qué dirán”. Porque el concurso, como lo explicó de manera exhaustiva Ruiz Esparza, era impecable.


Ayer los ofendidos de Guerrero y de otras partes del país bloquearon durante tres horas el aeropuerto de Acapulco. Es la primera vez, que se recuerde, que se emprende una acción de esa envergadura. Se puede estar de acuerdo con ellos o no, pero están convirtiendo su rabia en historia. El régimen, por su parte, sigue enredado en la elaboración de historietas sórdidas, fársicas e impúdicas, y por mucha voluntad que se ponga no hay manera de tomarlo en serio.

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