27.11.15

Tixtla: ejecuciones y mensajes

El lugar de las ejecuciones. Foto: Sergio Ocampo

Una emboscada como la que sufrieron policías comunitarios el jueves 27 en Tixtla, Guerrero, con un saldo de cuatro muertos, no podría realizarse sin que lo supieran las fuerzas militares y policiales que el gobierno federal tiene desplegadas en la región. Lo mismo que en Iguala el 26 de septiembre del año pasado. Y al igual que entonces, la comisión material de los asesinatos recayó en alguno de los grupos de la delincuencia organizada que operan en esa y en otras ciudades y regiones de Guerrero con la complicidad de autoridades locales, estatales y federales.

Algunos consideran que estos hechos son expresión de las pugnas entre los cárteles “Los Rojos” y “Los Ardillos” por el control de una ruta del narcotráfico y para eliminar los estorbos que representan para esta actividad los policías comunitarios de la casa de justicia “La Patria es Primero” a la que pertenecían los asesinados y que no hay un vínculo entre los crímenes y la elección municipal extraordinaria programada para el domingo 29. Señalan que en el seno de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC) que las posturas encontradas acerca de la participación electoral distan de ser unánimes y que diversos sectores en ella permanecen fieles a la convicción de no participar en comicios.

Sin desconocer esos hechos, otros pensamos que las ejecuciones, perpetradas a 14 meses exactos de la atrocidad perpetrada en Iguala por policías municipales y narcos y supervisada por las policías estatal y federal y por tropas del 27 Batallón de Infantería del Ejército Mexicano– llevan un par de mensajes inequívocos dirigidos, el primero, al país, y el segundo, a los tixtlecos que se han organizado para sacar del ayuntamiento, por la vía del sufragio, a los corruptos que lo controlan.

El contenido de esos mensajes es el siguiente: a) a pesar de los bochinches que ustedes han armado por lo de los normalistas en Iguala, los narcos y caciques políticos de Guerrero podemos hacer lo que nos dé la gana, seguimos disfrutando de total impunidad y tenemos a las instituciones nacionales de nuestro lado para que nos encubran; b) las elecciones son para ser ganadas por los candidatos que nosotros indiquemos, no para que ustedes se libren de nuestro control y de nuestra tiranía.

Sectores de las policías comunitarias y de la Asamblea Popular que en solidaridad con Ayotzinapa había estado oponiéndose a las elecciones decidieron en esta ocasión, en alianza con el Movimiento de Regeneración Nacional, postular candidatos a la alcaldía y las sindicaturas y que su campaña electoral –el cierre ocurrió horas antes de los asesinatos–, emprendida casa por casa, logró movilizar a la población suficiente como para ganar los comicios.

Con estos antecedentes, parece claro que la emboscada contra los policías comunitarios tuvo el propósito de sembrar terror entre la ciudadanía tixtleca consciente, la cual busca ahora sacudirse por la vía de las urnas –y con muy buenas perspectivas– la tiranía de las mafias político-delictivas que la oprimen. Se trata de disuadir a la gente de votar, de participar en la organización del comicio, de cuidar las urnas; de asegurar que sólo los pistoleros priístas y sus compinches del narco se atrevan a salir a las calles el domingo próximo; de negar a la sociedad honesta la vía electoral y de sembrar el desaliento, la impotencia y la resignación. Y se trata, también, de comunicar a los normalistas de Ayotzinapa que su lucha es del todo inútil, que los estamentos del poder público aliados con las mafias pueden disponer de sus vidas cada vez que les dé la gana, como lo hicieron en Iguala hace catorce meses; que abandonen la idea de formarse como maestros, que se regresen a sus lugares de origen y que abandonen el plantel que ha sido cuna de la conciencia social para que los mafiosos puedan establecer en él un parque de atracciones, un burdel o una bodega de goma de opio.

Pero la lucha de las oposiciones en Tixtla es parte de las luchas nacionales por la recuperación del país y la eliminación del régimen oligárquico neoliberal y sin el visto bueno de las fuerzas federales que sirven a ese régimen la emboscada criminal contra los comunitarios no habría sido posible. La cuna de Vicente Guerrero, Ignacio Manuel Altamirano, Antonia Nava, La Generala, y Pablo Sandoval –entre otros tixtlecos memorables y entrañables– ha venido construyendo la primavera por diversos caminos desde hace mucho tiempo  y para concretarla necesita y merece el respaldo decidido y comprometido de los mexicanos de buena voluntad.


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