Bueno,
pues lo de este domingo en el Edomex fue una elección de Estado y
hay un fraude en curso. Elección de Estado, porque Enrique Peña
Nieto metió funcionarios (el llamado “gabinete mapache”) y
presupuestos para que le consiguieran a su primo los sufragios que el
hartazgo social le negó; elección de Estado, porque los ejecutivos
federal y estatal pusieron todos los recursos lícitos e ilícitos
para asegurar la permanencia del PRI en la entidad; elección de
Estado porque desde el poder se desinformó, se difamó, se sembró
el pánico, se financió y alentó a falsas oposiciones para dividir
el voto; elección de Estado porque las corporaciones policiales
nunca quisieron ver a quienes colocaron coronas fúnebres y supuestas
narcomantas que eran en realidad boletines gubernamentales en
formato distinto, ni a quienes dejaron promontorios de cabezas de
cerdo ensangrentadas frente a los centros de votación y las oficinas
de Morena, ni a quienes repartieron volantes apócrifos para
desorientar a los votantes, ni a quienes contrataron millones de
llamadas y mensajes de texto para apabullar a la ciudadanía con
mentiras, ni a los call centers que engordaron sus cuentas con
tales operativos, ni a quienes “levantaron” y agredieron a
activistas de la oposición; elección de Estado porque esas mismas
corporaciones fueron usadas para hostigar a dirigentes adversos al
régimen; elección de Estado porque los recursos públicos fueron
empleados con mayor descaro que nunca para inducir intenciones de
voto.
Además,
huele a fraude porque en el curso de la jornada se documentó el
acarreo de votantes y la compra de sufragios, la cancelación
injustificada de boletas en blanco y el cierre anticipado de casillas
especiales y centenares de casos en los que los resultados de las
actas de casilla fueron groseramente alterados a la hora de
trasladarlos al Programa de Resultados Electorales Preliminares
(PREP) para favorecer a Alfredo del Mazo y restar votos a Delfina
Gómez. Huele a fraude porque las intenciones negativas que –según
todas las encuestas– carga el PRI en la entidad no dejan espacio
para una votación como la que el Instituto Electoral del Estado de
México (IEEM) pretende atribuirle (mediante el PREP o el conteo
rápido) a su candidato, porque la difusión de los resultados
preliminares arroja una gráfica estadísticamente imposible –del
mismo estilo que la de los resultados preliminares presentados por el
IFE de Luis Carlos Ugalde en el fraude de 2006– y porque el
esperpéntico conteo rápido que presentó Pedro Zamudio Godínez,
titular del IEEM, parece más un guión político difundido por
órdenes superiores que un ejercicio estadístico.
En
suma, en la fabricación de los resultados de los comicios fueron
empleados cuatro clases de instrumentos de la distorsión electoral:
a) la compra masiva de votos, el acarreo, el carrusel y otros
“clásicos” de la mapachería; b) la adulteración (cibernética,
manual o ambas) de los números del PREP; c) la intimidación y la
violencia; d) la desinformación masiva, que va desde pomposas
encuestas amañadas y publicadas en medios tradicionales hasta la
siembra de miedo por medio de volantes, llamadas telefónicas y
mensajes de texto. O sea que se combinaron los medios empleados en
los fraudes de 2006 y de 2012 para tratar de forjar una victoria
imposible para el candidato del régimen.
El
recuento distrital de mañana permitirá corregir algunas de las
alteraciones, como las inconsistencias entre actas de casilla y
números del PREP, mas no podrá descontar los cientos de miles de
votos comprados que le están siendo adjudicados a Del Mazo y que, a
juzgar por las intenciones negativas que venía cargando, podrían
ser la mitad de su votación, o más.
Algunos
viejos alquimistas medievales soñaban con transmutar en oro las
materias execrables. Los alquimistas contemporáneos del régimen
oligárquico están empeñados, una vez más, en convertir el oro de
la voluntad popular en la inmundicia del fraude y la imposición.
Y
la ciudadanía mexiquense agraviada, oprimida, saqueada, inundada y
ofendida por la corrupción, la miseria la muerte y la zozobra
consustanciales a ese régimen, tiene la última palabra.
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