30.11.13

Del frío que no hacía


¿Era realmente un frío pavoroso?

–No sé, pero temblando me pedías
te hiciera un hueco en las cobijas mías
en un plan solidario y amistoso.

Sería que Cupido es hacendoso
o que se nos prendieron las bujías,
lo cierto es que el calor que pretendías
lúbrico fue de pronto, y amoroso.

Hoy me pregunto, candidez aparte,
en medio de aquel clima tan impío
cómo te fue tan fácil desnudarte.

Evoco esos momentos y me río
pues aunque tú no quieras acordarte,
en realidad no hacía tanto frío.

26.11.13

Feminicidios



Aunque el fenómeno empezó en el salinato, fue en los primeros años del desgobierno de Zedillo cuando la opinión pública tuvo la primera oportunidad de escandalizarse por la estadística acumulada de feminicidios en Ciudad Juárez. Han transcurrido más de 20 años desde los hallazgos sucesivos de los cuerpos de Alma Chavira Farel, Gladys Janeth Fierro, María Rocío Cordero y otras nunca identificadas: bárbaramente golpeadas, violadas, lesionadas, estranguladas. Una década después las organizaciones de familiares calculaban que los feminicidios en la urbe fronteriza habían sobrepasado los 300. Para el año pasado la cifra se estimaba en más de 700.

Por el palacio de gobierno de Chihuahua han pasado Francisco Barrio Terrazas, Patricio Martínez García, José Reyes Baeza y César Duarte Jáquez. En Los Pinos han calentado el asiento, además de Salinas y Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, y decenas de procuradores estatales y federales han tenido en sus escritorios los expedientes de las asesinadas. Además de las policías municipal y estatal han participado en las pesquisas la General de la República y hasta la estadunidense FBI.

Los feminicidios de Ciudad Juárez fueron explicados, en un principio, com obra de un asesino serial. Luego, a punta de torturas, las corporaciones policiales obligaron a unos pobres infelices a declararse culpables de los crímenes, pero éstos siguieron ocurriendo. Se habló de rituales satánicos, de tráfico de órganos, de fiestas de narcos servidas con carne humana desechable, de la supuesta producción de películas snuff, de un machismo inveterado y exacerbado. Desde 1998 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer han emitido varias condenas contra el Estado mexicano por su tolerancia ante los feminicidios, por la indolencia y el desaseo de las investigaciones, por abdicar a su responsabilidad de garantizar la seguridad de las mujeres y por discriminación de género. Sobre los asesinatos se han producido decenas de documentales, se han montado performances y obras de teatro, se han escrito docenas de libros.

Y nada. El fenómeno no sólo no se ha frenado, sino que se ha extendido a otras ciudades y a otros estados. En el tiempo transcurrido han sido asesinadas madres y familiares de las primeras víctimas, así como activistas que denunciaban los feminicidios. Ayer, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer encontró al país sumido en un pantano de impunidad generalizada –del que buena parte corresponde a los feminicidios sin resolver– y en una inseguridad persistente –a pesar de la sordina decretada por el peñato–, en la que las mujeres resultan especialmente vulnerables. La máxima expresión de la violencia contra las mujeres es el asesinato y cada día 6.4 mujeres son víctimas de este delito en el país; más de 30 mil asesinadas desde 1993 (Violencia feminicida en México, 2012), y en no pocas de esas muertes el género de las víctimas desempeñó un papel central.

Pero el machismo y la misoginia son muy anteriores a la actual epidemia de feminicidios y no pueden, en consecuencia, explicarla por sí mismos, como no lo explican, en forma aislada, la guerra de Calderón, el auge del narco, el tráfico de órganos, los rituales satánicos o los asesinos seriales más o menos fabricados. La clave está más bien en otra parte: en el dato de que se hizo justicia sólo en 3 por ciento de los casos de mujeres asesinadas.

Formulado de otra manera: ¿por qué hay tantos feminicidios en México? Pues porque, independientemente de la motivación inmediata del verdugo –macho celoso, criminal en busca de entretenimiento perverso, explotador sexual–, es posible cometerlos con 97 por ciento de probabilidades de impunidad. Si dejas de pagarle 100 pesos a un banco seguramente acabarás embargado o en la cárcel. Pero si matas a una mujer lo más probable es que no te pase nada.

Hace más de dos décadas el fenómeno se disparó en la inminencia de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio y en el escenario preciso de los explotaderos fronterizos de la maquila, un entorno social caracterizado por la extrema indefensión de las mujeres: muchas de ellas, migrantes internas, madres solteras, trabajadoras sin sindicato. Fue la primera consecuencia del proceso de devaluación de la población que implicaba la inserción neoliberal de México en la economía globalizada: había que abaratar a la gente porque era, junto con el petróleo y las drogas, la principal mercancía de exportación; había que ser competitivos en los mercados internacionales. Y en términos de salario, de derechos, de relevancia social, las mujeres eran el sector más barato de la población y uno de los más devaluados en razón de una cultura ancestralmente misógina. En realidad, los feminicidios de Ciudad Juárez prefiguraron y anunciaron lo que vendría después: la pérdida generalizada de valor de la vida humana.

21.11.13

Fechas agitadas


Qué días tan intensos. El norte de Mesopotamia, la remota Jiangsu, en China, el Heraclión cretense, el Firuzabad persa y el puerto de Valparaíso, están arrasados por los sismos grandes de la víspera, en tanto que extensas zonas de Frisia, Groningia y Holanda permanecen bajo las aguas de la marejada que rebasó las dunas costeras. Con los brazos amputados por unos atacantes anónimos, Luis de Valois agoniza en París y El Almirante Colón y sus hermanos han llegado ya a Cádiz, cargados de grilletes, enviados desde las Indias por el ingrato Francisco de Bobadilla. El negro Zumbi dos Palmares, cacique de los cimarrones en el quilombo del mismo nombre, ¡ay!, fue ejectuado en Brasil.

Pero no todas son malas noticias: ayer mismo, en Valencia, salió a la luz Tirant lo Blanc, una novela a la que se augura buen éxito en librerías, por ser la primera en lengua catalana, en tanto que la Corona hubo de promulgar las Leyes Nuevas, inspiradas por el sedicioso Bartolomé de las Casas, y las fuerzas patrióticas argentinas derrotaron a los invasores ingleses y franceses a orillas del Paraná.

Aparte de los terremotos naturales hay que contar con los sociales: en México ha tenido un enorme eco el llamado a la insurrección lanzado ayer a los mexicanos por Francisco Ygnacio Madero desde su exilio en Estados Unidos. Propone, el coahuilense, el establecimiento de una verdadera democracia, un gobierno probo y un reparto agrario que alivie la condición exasperante de los campesinos de su país. Se dice que en el inmenso norte mexicano, e incluso en el sur inmediato a la ciudad capital, algunos caudillos preparan ya contingentes para enfrentarse con las armas a las fuerzas del gobierno. Cuatro años después, pero también ayer, y ya en plena convulsión de la segunda parte de la Revolución Mexicana nació en Santiago Papasquiaro, Durango, un niño que habrá de volverse participante en luchas posteriores y escritor agudo: José Revueltas.

Otras cosas buenas de entre las noticias de ayer, tal como las reflejan los periódicos hoy: en Núremberg han comenzado los juicios contra algunos de los jerarcas nazis que sobrevivieron a la caída del tercer Reich y que fueron capturados en días y meses siguientes; en la capital mexicana, con los polvos de la Revolución ya asentados dese hace décadas, se inauguró el Estadio Olímpico Universitario, en tanto que la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos de los Niños. Signo de los tiempos vertiginosos que corren, el piloto estadunidense Scott Crossfield, a bordo de un Douglas D-558-2 Skyrocket, voló a una velocidad nunca antes alcanzada por un ser humano: Mach 2, es decir, dos veces la velocidad del sonido.

Por otra parte, hoy nos desayunamos con el infinito alivio de saber que la tensa situación en el Caribe parece llegar a su fin, luego de que el gobierno de Washington se comprometió a no emprender nunca más ataques militares contra Cuba, en tanto que Moscú accedió a retirar los espárragos nucleares que había desplegado en la isla. Por desgracia, páginas más adelante, vimos con horror las fotos de la masacre de My Lai, perpetrada en el lejano Vietnam por los invasores estadunidenses: cientos de civiles, mujeres y niños entre ellos, fueron asesinados por tropas al mando del gobierno que ya encabeza –desde hace cosa de un año– el republicano Richard Nixon.

Preocupan las noticias llegadas de España: el anarquista Buenaventura Durruti ha sido asesinado en Madrid sin que se sepa a ciencia cierta –tal vez nunca se sepa– si los autores de su muerte son agentes de Stalin o sublevados fascistas. Sin relación directa con lo anterior, en Alicante fue fusilado el sublevado José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange e hijo primogénito del dictador Miguel de los mismos apellidos. Se teme que con su ausencia el cabecilla de la subversión contra la República, Francisco Franco, pueda ejercer un poder sin contrapesos.

Ayer pasaron tantas cosas. Pero habría que hablar también de las que ocurrieron hoy, 21 de noviembre, desde la culminación de los trabajos reconstructivos del Templo de Jerusalén por Judas Macabeo, hasta la pavorosa explosión que se ha cobrado la vida de un centenar de mineros en la provincia china de Heilongjiang. En todas las latitudes y logitudes la minería sigue siendo, como desde hace siglos, un trueque de oro por muerte, de riqueza por miseria, de lujo y bonanza sin límites por hambre y peligro también ilimitados.

En el ínterin, Tiflis cayó en manos del mongol Tamerlán, conquistador de ocho millones de kilómetros cuadrados de tierras euroasiáticas; tras exterminar a sesenta mil chinos, las tropas japonesas entraron en Port Arthur, en Manchuria; muy lejos de allí, en el mar Egeo, la nave hermana del Titanic, el HMHS Britannic, se hundió como consecuencia de la explosión de un objeto no identificado que se encontraba a bordo.

Otro hecho terrible de esta jornada: 18 agentes provocadores ingleses fueron ejecutados por los republicanos en Irlanda. En venganza, la policía de Londres perpetró una masacre en el estadio Croke Park, en Dublin, que se hallaba a reventar por el partido de futbol entre el equipo local y el Tipperary. Jugadores y espectadores fueron atacados con ametralladoras, tanto desde el aire como desde tierra, con un saldo de 14 muertos y 65 heridos; entre los primeros, niños de 10 y 11 años.

Pero no todo es oscuro. Esta mañana se estableció, entre la Universidad de California en Los Ángeles y la Universidad de Stanford, el primer enlace de ARPANET, una red de orígenes militares que, si todo marcha bien, habrá de transformarse, en cosa de tres lustros, en Internet.

Esta tarde terminó en Roma la tercera sesión del esperanzador Concilio Vaticano II. No dejemos pasar la fecha sin recordar que hoy en París nació el más pequeño de los cinco hijos del matrimonio formado por François Arouet y Marie Marguerite d’Aumary. Se espera que el niño, bautizado François Marie, tenga un futuro brillante en la filosofía y en las letras y que sea capaz de ejercer una influencia benéfica en sus contemporáneos y sucesores. Así sea, para ahorrarle al mundo un poco de la espesa solemnidad que lo asfixia desde hace milenios.

Es cierto que, si se compara con los sucesos de la víspera, el de hoy fue un día relativamente tranquilo en medio de estas jornadas tormentosas. Y lo que falta: mañana, por ejemplo, los poderes fácticos que realmente gobiernan en Estados Unidos le volarán la tapa de los sesos al presidente Kennedy.

14.11.13

Parecía un hombre bueno



Por el amor de Dios, Barack Obama: qué ha hecho usted con su presidencia. Qué ha hecho de su propia persona. Se acaban de cumplir cinco años de su primer triunfo en una elección presidencial y usted no es ni la sombra del que decía ser. Más bien parece usted una copia disminuida y acotada de su antecesor: belicoso, autoritario, irracional, resentido, consagrado a servir a los intereses de las corporaciones más innobles, servil con los poderosos e intolerante con quienes piensan distinto.

Las fuerzas armadas que usted comanda han matado, “por accidente”, a miles de civiles. La pena de muerte en su país sigue engordando los cementerios sin que usted diga una palabra. El Departamento de Estado mantiene su política de siemprede hostigar a países independientes y soberanos por el simple hecho de serlo. Se enorgullece usted de ejecuciones extrajudiciales en naciones remotas tal y como lo hacá George Walker. Las corporaciones, en su país, siguen ganando poder e influencia en detrimento de los ciudadanos. Vamos, que a un lustro de distancia usted no ha podido ni querido cumplir con la más fácil de sus promesas de campaña: cerrar los morideros de Guantánamo.

Y qué decir de ese berrinche reciente suyo de bombardear Siria con un pretexto casi tan mal construido como aquellas imaginarias “armas de destrucción masiva” usadas por Bush para destruir Irak.

Sólo que esta vez no había ni siquiera fotos producidas en los estudios Disney que aportaran una coartada mínima a la agresión. Vamos, que ni la poderosísima y metiche Agencia Nacional de Seguridad (NSA) fue capaz de aportarle a usted el menor rastro de indicio sobre la responsabilidad de El Assad en la fumigación criminal de civiles que tuvo lugar hace unas semanas.

“Guerra humanitaria”, decía usted. ¿Se imagina usted, señor Obama, que una coalición de naciones bombardeara Estados Unidos con el propósito de disuadir a las instituciones de su país de los constantes asesinatos perpetrados mediante inyecciones letales? Lo cierto es que, de no haber sido por la intervención oportuna del gobierno ruso, a estas horas usted se encontraría hundido hasta el cuello en el lodo sangriento de una nueva incursión imperial. Me felicito porque no haya sido así. Independientemente de las motivaciones reales de usted, del señor Putin y de los bandos sirios que se destrozan mutuamente, la guerra no ha empeorado, y en los tiempos convulsos e inciertos que corren eso ya es un gran logro. Enhorabuena.

Gracias a las revelaciones de Edward Snowden hemos podido enterarnos, en meses recientes, de la dimensión planetaria del voyeurismo oficial estadunidense. Ustedes se han arrogado el derecho de espiarme a mí, de espiar a las compañeras de escuela de mi hija, de espiar a los viejos jubilados de Florida, a los jóvenes negros de Atlanta, a las empresas brasileñas y a los dentistas de París, por mencionar sólo algunos ejemplos, con el pretexto de velar por la seguridad nacional de Estados Unidos. Y usted sabe perfectamente, señor Obama, que ese argumento es una tomadura de pelo, porque ninguno de los de la lista, ni el rsto de las víctimas de la intrusión, representan amenaza alguna para la paz y la seguridad del gobierno que usted encabeza. Por eso, en el mundo crece la sospecha de que su gobierno emplea toda esa masa de datos obtenidos en forma delictiva no para neutralizar a tres terroristas musulmanes sino para chantajear a autoridades extranjeras, colocar a corporaciones no estadunidenses en situación de desventaja comercial y tecnológica y medrar, en general, con información confidencial para perpeetuar la supremacía de Estados Unidos en diversos terrenos.

Ahí tiene, por ejemplo, el caso del político mexiquense que desgobierna en mi país. ¿De veras considera usted que el pobre Peña Nieto y su entorno podrían estar incubando planes terroristas contra Estados Unidos? Es inconcebible y disparatado, ¿verdad? ¿Por qué razón, entonces, su gobierno se tomó la molestia de infiltrar la red de telecomunicaciones del priísta y de extraer de ella algo así como 85 mil mensajes de texto confidenciales? ¿Qué encontraron en ellos, señor Obama? ¿No habrá, de casualidad, alguna relación entre el contenido de esa información y la sumisión con la que Peña se comporta hacia Washington?

Mire lo endeble de los argumentos oficiales estadunidenses: la clase política que usted representa mantiene un bloqueo injustificable contra Cuba, con el pretexto de que el gobierno de ese país “no es democrático”. ¿Qué cosa es la democracia, señor Obama? ¿El gobierno sumiso al pueblo o el gobierno sumiso a los cabilderos de las corporaciones? ¿La autoridad electa por mayorías? Cualquiera que sea la definición, la condición democrática de la institucionalidad estadunidense es cuestionable, por decir poco. Bush junior perdió las elecciones de 2000 pero ustedes, los demócratas, se callaron la boca para no agitar las aguas, y toleraron el fraude. Según las cifras oficiales, para colmo, quien obtuvo la mayoría de votos en esa ocasión fue Al Gore, pero para ustedes el voto popular no significa nada. Eso es tan democrático como los procesos electorales que organizaba Saddam Hussein en sus tiempos de gloria.

El Departamento de Estado invierte una suma desconocida de recursos públicos en propagar –de manera directa o a través de organizaciones fachada– supuestas violaciones a la libertad de expresión en países como Venezuela y Ecuador. Al mismo tiempo, ustedes someten a Chelsea Manning a un juicio político amañado por haber revelado al mundo los crímenes de guerra perpetrados por las tropas estadunidenses en Irak y Afganistán, mantienen un acoso injustificable e hipócrita (porque lo hacen por medio de los gobiernos de Inglaterra y Suecia) contra Julian Assange, cuya organización hizo posible la difusión de esa información, y acusan de espía a Edward Snowden, quien permitió confirmar que los espías universales son ustedes.

¿Con qué cara condenan la posesión de armas de destrucción masiva? ¿Con que cara acusan de antidemocráticos a otros gobiernos? ¿Con qué cara les reprochan violaciones a los derechos humanos?

Usted ya lo sabe ( y además este texto está en manos de sus analistas de inteligencia desde mucho antes de que llegue a ser impreso), pero se lo diré: con la sonrisa de los misiles, con el ceño fruncido de los drones, con la mueca de las bombas “inteligentes”, con el rictus de los virus informáticos hostiles. En otros términos, señor Obama, el gobierno que usted encabeza, y usted mismo, no tienen más razón que la fuerza militar, más superioridad ética que el músculo comercial, ni más argumentos que la posesión de datos confidenciales de enemigos y de “amigos” bajo cuerda. Y como lo sabe perfectamente, concluyo que usted está más preso en la Casa Blanca que Manning en la base militar en la que cumple su condena y más atado al salón oval que Julian Assange a la embajada ecuatoriana en Londres.

Por ese tremendo fracaso personal, moral y político, señor  Barack Hussein Obama, le doy mi más sentido pésame. Parecía usted un hombre bueno.




7.11.13

La perdición de los hombres


En el carro de los muertos
una petenera vi.
Llevaba el brazo de fuera,
niña de mi corazón,
por eso la conocí.

La métrica, los patrones melódicos (aunque no la melodía), la melancolía y la ambigua execración de una mujer que lo mismo puede ser “mala” que “honrada”, pero que casi siempre es “la perdición de los hombres”. Ahí tienen a ese personaje que vive en ambas orillas del Atlántico, que hace escalas en el Caribe y que ha dado de qué hablar (o, mas bien, de qué cantar) a andaluces, huastecos, jarochos, guerrerenses, oaxaqueños... La Petenera, qué curiosidad. ¿Quién inspiró tantas canciones?

Leyendas hay para llenar la panza de un galeón. La más célebre y elaborada es que fue una chava guapa llamada Dolores que habitaba en una choza en la Pasadilla de Jiménez y que luego vivió en Paterna de la Ribera (Cádiz), en el Callejón de los Ahorcados, no lejos del Pozo de Medina. Allí acudía por agua y su sola presencia rompía corazones. “Entre los que a mediados del este siglo cantaban no para divertir sus penas, sino para buscar la vida... en tertulias, taberneras y cafés figuraba, con muy bien gana do derecho, la Petenera, de cuyo nombre de pila no se ha conservado memoria. Había nacido en Paterna de la Rivera (provincia de Cádiz), cantaba como los propios ángeles a decir de los aficionados, y la llamaban la Petenera, porque de paternera dicen los andaluces petehenera (algo aspirada la hache) y de petehenera a petenera va un paso corto que mis paisanos salvan muy fácilmente” (Rodríguez Marín, Las chilindradas, 1906). El folcolorista Antonio Machado Álvarez, conocido como Demófilo (1848-1893) y padre de los poetas Manuel y Antonio Machado, oyó decir al célebre Juanelo que él mismo había conocido a la cantaora y que tenía voz de ángel.

Otras versiones la suponen malagueña e incluso hay una que dice que nació en La Habana, acaso sin más fundamento que una copla:

En La Habana nací yo
debajo de una palmera
allí me echaron al agua
cantando La Petenera.

Una versión disparatada, sin más base que la hominimia del gentilicio, supone que el personaje era oriundo del Petén, departamento del norte de Guatemala. A mayor abundamiento sobre el posible origen indiano del genero –no de la persona–, Arturo Warman asegura haber encontrado la petenera en los programas del Teatro Coliseo de México ya en 1803, aunque Guillermo Prieto sostenía que “mantas y peteneras habrían llegado a México con una chunga de andaluces”. Romualdo Molina y Miguel Espin dicen que las peteneras tienen acento y voz cubanos, y estructura y literatura peninsulares y dieciochescos. En efecto, “el compás de las peteneras es común al punto cubano y a las guajiras”, se apunta en un sitio web dedicado a la historia del flamenco. En una quinteta de rimas consonantes parece quedar plasmado el reconocimiento americano de la extranjería original de la canción:

En una lancha viajera,
cruzando la mar azul,
llegó de tierra extranjera,
conservando en un baúl
su cantar, la Petenera.

En todo caso, La Petenera parece divertirse jugando pingo pong entre ambas orillas del Atlántico, como lo denotan algunas interpretaciones españolas con letras de matriz americana o historias de la América contadas por indianos.

“Aunque muy extendida entre artistas y aficionados, (la tesis del origen paternero de la canción) está actualmente descartada por los estudiosos de la historia del flamenco”, se contrapuntea en otro, en el que se aporta: “Existe una línea de opinión que establece una tesis judaica de su origen, remontándolo a un tiempo anterior al siglo XV, en que se expulsó a los judíos que, parece ser, ya hacían la petenera. Según Hipólito Rossy y Ángel Álvarez Caballero, los judíos sefarditas que emigraron de la península tras la expulsión, y que llegaron a los Balcanes, cantan peteneras de melodía popular como la nuestra y en español, luego tuvieron que conocerla antes de la expulsión de 1492.” Para reforzar el argumento, se menciona que una de las coplas frecuentes de las peteneras peninsulares (esté presente en la versión que grabó la venezolana Soledad Bravo para el álbum Canciones de España) reza:

¿Donde vas bella judía,
tan compuesta y a deshora?
Voy en busca de Rebeco
que estará en la sinagoga.

Un dato cierto: fue Medina el Viejo (José Rodríguez Concepción) quien, a fines del XIX, codificó el género en su vertiente flamenca, y que de él lo tomó la celebérrima Niña de los Peines (Pastora María Pavón). Con ella, o poco después, vendrían las interpetaciones de Antonio Chacón, Pepe el de la Matrona, Naranjito de Triana, Rafael Romero, Fosforito, José Menese y Camarón. “Hay dos estilos fundamentales: la antigua y la moderna, y ésta, a su vez, diferenciada en corta (o chica) y larga (o grande). Lo normal es que las peteneras cortas tengan 7 tercios, aunque Pepe de la Matrona las hace de 9 y 8 según repita más o menos ciertas frases musicales. Sin embargo, en la petenera de la Niña de los Peines y de Chacón, se observa el uso de la quintilla y ritmo libre, salvo a partir del 7º compás que se torna de amalgama: 6x8 y 3x4, teniendo 9 tercios”.

Entre la gente gitana La Petenera tiene fama de acercar malos agüeros a quien la canta. “Tiene mal fario”, reza el murmullo popular, desmentido por la profusión de grabaciones. Naranjito de Triana –cuenta  Jesús Cuesta Arana– me confió, a la vera de la Giralda, que los malos prejuicios o el yuyu de la Petenera son por su difícil interpretación; hay que tener mucho poderío y registro en la voz y muchas variaciones tonales. Hay muy poquita gente que sepan cantar por peteneras de verdad”. En la Huasteca y el Sotavento la dificultad se formula de la siguiente manera:

La Petenera, señores,
no hay quien la sepa cantar;
sólo los marineritos
que navegan por la mar.

La tesis que mejor me acomoda es que la canción nace entre las plañideras de los velorios, lo que explicaría el jugo trágico y sin esperanza que rezuma en casi todas sus coplas y en todas las latitudes donde viven peteneras. Es significativo que, independientemente de sus orígenes, en este lado del Atlántico La Petenera se viste con ritmos más animados que la “entonación mayestática, de matices inconfundiblemente litúrgicos” y los tonos musicales sombríos y desgarrados que exhibe en Andalucía, se adorna con coplas históricas y hasta pícaras, pero conserva, en lo fundamental, los temas tristes y sórdidos, hermanados con la muerte trágica, el amor mutilado, la vida desgarrada por su propio sinsentido. Los pregones “madre de mi corazón” o “alma de mi corazón”, (intercalados en cuartetas que son convertidas en quintetas o sextetas por la repetición de dos versos), son remplazados por “ay, solita, ay, soledad” (en las peteneras veracruzanas) o por “ay, la, la la” (en el caso de las huastecas).

De este lado del mar, por lo demás, la pobre Petenera sigue siendo “una mala mujer”, “perdición de los hombres” y de salir de noche y volver en la madrugada” o, incluso, “en la mañanita”. Ello no impide que, cada vez que fallece, grandes multitudes sigan su cortejo fúnebre:

La Petenera se ha muerto,
ya la llevan a enterrar
y no cabe por las calles
la gente que va detrás.

¿Es La Petenera una devoradora, una arruinadora de hombres? Puede ser. Prefiero pensar que se trata, simplemente, de una metáfora de la vida, que es difícil de cantar, esquiva y conflictiva, fatal por necesidad, bonita pero temible y, sobre todo, muy llorada cuando se termina.

Ya sea gaditana o malagueña, son de tarima de Tixtla (Guerrero), son veracruzano o huasteco, canto oaxaqueño de San Pedro Huamelula, poema lorquiano, composición contemporánea de Javier Álvarez o rola tocada por Inti Illimani con acentos andinos, a La Petenera le viene bien lo que dice  Cuesta Arana, que es música “para entonar una leyenda de amores turbulentos y navajas afiladas, tan a modo en la época de gente del bronce, una estela negra de romanticismo tardío, facundo, pasional y alunarado”.



4.11.13

Dos de Marvin Harris


“[En India] el ganado vacuno es útil como tracción, leche y cuero [y su excremento es usado como] combustible, fertilizante y recubrimiento del suelo (…) El amor a las vacas con sus símbolos y doctrinas sagrados protege al agricultor contra cálculos que sólo son 'racionales' a corto plazo. A los expertos occidentales les parece que 'el agricultor indio prefiere morirse de hambre antes que comerse su vaca'. A esta clase de expertos les gusta hablar de la 'mentalidad oriental inescrutable' y piensa que 'las masas asiáticas no aman tanto la vida'. No comprenden que el agricultor preferiría comer su vaca antes que morir, pero que moriría de hambre si lo hace”.




“... La Biblia y el Corán condenaron al cerdo porque su cría era una amenaza a la integridad de los ecosistemas naturales y culturales de Oriente Medio. La prohibición divina de su carne constituyó una estrategia ecológica acertada. Los israelitas nómadas no podían criar cerdos en sus hábitats áridos, mientras que los cerdos constituían más una amenaza que una ventaja para las poblaciones agrícolas aldeanas y semisedentarias (…) Las zonas mundiales de nomadismo pastoral corresponden a llanuras y colinas deforestadas que son demasiado áridas para permitir una agricultura dependiente de las lluvias (…) El cerdo es ante todo una criatura de los bosques y de las riberas umbrosas de los ríos. Aunque es omnívoro, se nutre perfectamente de alimentos pobres en celulosa, como nueces, frutos, tubérculos y, sobre todo, granos, lo que lo convierte en un competidor directo del hombre. No puede subsistir sólo a base de hierbas., y en ningún lugar del mundo los pastores realmente nómadas crían cerdos en cantidades importantes. Además el cerdo tiene el inconveniente de no ser una fuente práctica de leche y es muy difícil conducirle a largas distancias.






Marvin Harris: Vacas, cerdos, guerras y brujas; los enigmas de la cultura